Hoy os traigo un pequeño relato del día que quedé con una amiga por primera vez, ya llevábamos mucho tiempo hablando por chat, pero nunca habíamos podido por diferentes motivos, quedar.
Llegado el día fui a recogerla a la estación de tren aquí en mi pueblo. Se presentó con unos vaqueros negros, botines, una camisa negra ajustada que llevaba desabrochada dos botones y dejaba ver su canalillo y una chaqueta ya que hacía algo de frío. La camisa parecía que iba a estallar con esas perfectas tetas redondas desafiando la gravedad. Su culo era como había soñado, redondo y respingón.
Nos fuimos a dar un pequeño paseo por el pueblo, aunque la verdadera intención era llevarla a mi casa. Cerca de las 12:00, cuando pasamos al lado de un bar, me dijo que era hora de tomar una cerveza.
-En mi casa tengo y estamos al lado, si quieres subimos -la dije con una risa picarona y ella me respondió con otra.
Según subíamos por la escalera yo iba detrás y aquel culo me iba hipnotizando. Al entrar, y para que no sospechara (aun que estaban claras las intenciones) la enseñé la casa, que si el salón, que si la cocina, que si el dormitorio y nos sentamos en el sofá de una pequeña salita. Yo fui a la nevera a por unos botes de cerveza mientras ella se quedó en el sofá.
Empezamos a beber y hablar, de repente no pude más y me acerqué a sus labios los cuales son carnosos y tuve que besarlos a lo que ella abrió su boca también y nuestras lenguas se hicieron una. Cuando nos separamos, toda nerviosa, me dijo:
-Dime algo.
En realidad, no sé a qué se refería, pero dije que me había sabido a poco y que quería más. Nuestras bocas se fundieron en otro beso, jugando con nuestras lenguas mientras nos acariciábamos el uno al otro. A mí me gusta dominar, pero me dejé llevar, porque vi como dejaba un cojín en el suelo y se puso de rodillas entre mis piernas, desabrochándome el pantalón, esa sensación de cómo me los bajó y empezó a comérsela entera no creo que se me olvide nunca, como dejaba caer su saliva por mi miembro volviéndoselo a introducir.
No pude más, la levanté, se estiró en el sofá y la desnudé por completo. Dejándola con un sujetador negro de encaje del que pugnaban por salir dos tetas preciosas. Me dediqué a acariciárselas, metiendo mis dedos entre la tela y rozándola sus pezones, cosa que le hizo empezar a gemir de una manera brutal, los tenía muy sensibles, gordos como una avellana y durísimos.
Mientras jugaba con sus tetas le iba besando el cuello, las orejas, los labios… excitándola.
Luego con mis labios bajé a sus tetas, desabroché su sujetador, mis labios atraparon sus pezones, haciéndola gemir más fuerte, mientras acariciaba su culo, sus piernas y un tanga que estaba calado. Me encanta que una mujer esté húmeda por mi culpa…
Ahora venía lo mejor, si hay algo que me gusta es comer un coño, depilado o con muy poco pelo, lo que me encanta es comerlo y se me da muy bien.
Así que le quité el tanga y descubrí que no había nada de pelo.
Empecé a pasarle la lengua por los bordes de su sexo, por su culo recogiendo los jugos que caían con la lengua, le separé los labios y sorbí sus jugos, sin tocar su clítoris. Ella arqueaba las caderas para acércamelo más a la cara, pero quería hacerlo a mi ritmo, disfrutando de su sabor. Cuando estuvo bien empapada y abierta me apliqué a su clítoris y a los pocos minutos se estaba corriendo.
La dejé descansar para empezar de nuevo esa comida de coño, ahora metiendo uno dedo en su coño, presionando su punto G y jugando con otro dedo en su culo, empapado por sus propios jugos y mi saliva. Sus gemidos ya eran gritos pidiendo más, pero quería seguir probando su agujero… mi lengua en su clítoris y dos dedos penetrándola, que mayor deleite puede existir??
Se había corrido unas dos veces y ahora me pedía mi polla, quería montarme, follarme decía… Me puso un preservativo con la boca, así que me tumbé y la dejé que se fuese sentando sobre mi polla controlando que lo hiciese despacio para sentirla penetrar cada centímetro de su coño húmedo. Subida encima de mí, enseguida empezó a gemir y decir cómo le llenaba, mientras ella subía y bajaba mis dedos jugaban con sus pezones, su culo y nos besábamos como loco. Cambiamos de postura muchas veces, en una, hasta me di con la cabeza en la pared de tanto entusiasmo, ya que me gusta correrme una o dos veces y alargo muchos los polvos, controlando mi eyaculación.
Cuando ella ya no podía más, me pidió que me corriese, pero le dije que no, que era ella la que tenía que hacerme correr, así que me cogió la polla, me quitó el preservativo, se la metió en su preciosa boca y se puso a chupármela a lo largo, jugando en mi capullo con su lengua, chupándome los huevos, me encanta que me acaricien el culo mientras me la chupan. Lo adivinó porque enseguida se puso a jugar con un dedo en mi culo y a chupármela como una experta, hasta que me corrí sobre mi vientre.
Lo mejor de este primer encuentro es que me confesó que con su chico se corría como mucho una vez y a dormir.
Ya era tarde, hora de irnos, las cervezas se quedaron calientes, así que nos fuimos de camino otra vez a la estación y nos despedimos con un gran beso.
Desde aquel día, cada vez que hablamos y me pregunta que hago le digo que sentado en “nuestro” sofá.
Sé que es un relato corto, pero tampoco tenía mucho tiempo hoy para escribirlo y esto es lo que me vino en la cabeza. Espero que os haya gustado y lo disfruten.