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Nuestro juego de las llaves
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Después de nuestro trío con Hugo, se nos metió otra idea a la cabeza. Como ya comenté, a Sara y a mí, nos gustaba experimentar con el sexo. Siempre que podíamos tratábamos de hacer algo diferente. Diferentes posiciones, juegos de rol, lugares raros para hacer el amor y lo ultimo los tríos. Ahora venía algo más, una orgia con intercambio de parejas. Aunque lo de intercambio de parejas no era tan real, ya que, de los integrantes de este grupo, Sara y yo, éramos los únicos en pareja.

Cuando decidimos hacer este pequeño juego, pusimos algunas reglas, como que nunca correrse dentro o dejar que se corran dentro, el sexo seria en la sala de su casa, la cual es amplia, y podríamos asegurarnos que se cumplan las reglas, los besos en la boca estaban permitidos, sexo oral y anal también y algunas otras más. Para decidir a quienes invitaríamos, pensamos rápidamente en Claudia y en Hugo. Ellos serían los primeros en confirmar su asistencia. Para las otras dos invitaciones, yo pensé en Raúl, un amigo de infancia, que sabía que le gustaba mucho el sexo. Sara pensó en Ximena, una amiga de la universidad que, por lo que me había contado Sara, era bien puta.

Cuando conversamos con ellos, todos aceptaron la invitación, al comienzo, Ximena y Raúl, se asustaron un poco, pero después de explicarles, los convencimos. Comenzamos con los preparativos. Acomodamos la sala de tal manera que haya muchos lugares para coger. Estaba el sillón de tres cuerpos, el de dos y el solitario, los colocamos separados, movimos un poco la mesa del comedor, la mesa del centro también la movimos y dejamos la alfombra libre, con un par de cojines, para más comodidad. Hicimos unas tarjetas plastificadas con forma de llaves, con los nombres de Raúl, Hugo y el mío. A Sara le gustaba hacer ese tipo de cosas.

De relatos anteriores ya conocen a Claudia y a Hugo. Pero para recordarlos un poco. Les voy a describir a cada uno.

Claudia: es una chica no muy alta, de rasgos un poco toscos, pero muy guapa. Cabello largo ondulado, color marrón, con piel ligeramente oscura, sin llegar a ser negra, unas tetas de tamaño regular, pero de muy buena forma, y el culo perfecto.

Hugo: es un chico alto, con un físico musculoso, bien trabajado en el gimnasio, moreno, de cabello corto de color negro, de cara no es muy guapo, pero, por lo que me dice Sara, tiene una cara de malo que a las mujeres las excita, bueno, si ella lo dice, le creo. Y, aunque me cueste aceptarlo, un pene bastante grande.

Raúl: es un chico no muy alto, cuerpo normal, no va al gimnasio, pero hace mucho deporte, así que se mantiene bien. Tiene piel blanca, ojos verdes y cabello rubio. Cuando le comenté a Sara, me dijo que estaba bien, que le parecía muy guapo. Luego, me enteraría que también tiene el pene de buen tamaño.

Ximena: es una chica alta, casi del mismo tamaño que yo, de piel blanca, cabello rubio no muy largo, ojos azules hermosos. De cara es muy bonita, la más bonita de las tres. Tiene muy bonito cuerpo, sin ser muy exagerado, tetas medianas, culo mediano, pero con un cuerpo muy bien formado.

Coordinamos con todos, el día, la hora y el lugar de encuentro. Sería un sábado a las 10 pm en casa de Sara. Como mis suegros viven en el campo, Sara siempre tiene la casa sola, así que no hay ningún problema en hacer fiestas ahí. Habíamos comprado bastante trago, para amenizar la reunión, pusimos buena música. Como habíamos acomodado la sala de tal manera que todos tengamos buenas posiciones y podamos vernos los unos a los otros, la reunión la hicimos parados en el espacio donde solía estar la mesa del comedor.

Primero llegó Hugo, luego Claudia y casi al mismo tiempo llegaron Ximena y Raúl. Comenzamos a conversar, a tomar y a bailar. Durante la fiesta, vimos cómo se iban conociendo, y vimos como congeniaban Hugo con Ximena y Raúl con Claudia. Estuvimos así largo rato, hasta más o menos la media noche. Cuando decidimos que ya era hora de comenzar el juego. Sara fue a buscar una pequeña bolsa de tela negra y las tarjetas de las llaves.

-Bueno, chicos, llegó el momento que estábamos esperando –dijo dirigiéndose a todos– acá tenemos nuestras llaves y las pondremos en esta bolsita –dijo mostrando las tarjetas, que luego metió en la bolsa– por turnos las chicas iremos sacando una llave cada una. Luego nos alistaremos y comenzará lo bueno. Jajaja.

-Hay algunas reglas que debemos seguir –continué yo– para que estas reglas se cumplan, todos estaremos en esta parte de acá –dije señalando la sala– los besos en la boca, sexo oral y anal están permitidos, ahí hay lubricante para el que desee. como los conocemos a todos, no hay riesgo de enfermedades así que el sexo puede ser sin condón, para los que quieran, también hay ahí. Si se hace sin condón, no venirse adentro. Chicas, si hay algo que no les gusta y quieren que pare y, por la excitación, no se detiene, la palabra clave será “JUMANJI” jajaja. Chicos, si escuchan esta palabra, se detienen inmediatamente.

-Bueno, eso es todo, a ver chicas, escojan un papelito –dijo, mostrándoles 3 bolitas de papel arrugado– para que sepan el orden en que cogerán su llave.

Primero pasó Ximena, le tocó el número 2, luego Claudia el número 3 y Sara se quedó con el primer lugar. Se acercó a mí, que ya tenía la bolsa negra con las tarjetas dentro, y metió la mano, haciendo bromas y fingiendo cara de miedo al elegir. Sacó su tarjeta y se fue a un lado, sin mirarla. Luego pasó Ximena, hizo lo mismo y por último Claudia. Luego, Sara leyó su tarjeta, se fue acercando a nosotros y tomó de la mano a Raúl y se lo llevó a la sala. Luego pasó Ximena, se acercó a nosotros y me tomó de la mano, fuimos a la sala, seguidos de cerca por Hugo y Claudia, también de la mano.

Apenas nos sentamos todos, nos comenzamos a besar. Ximena me besaba con lengua, mientras nuestras manos frotaban nuestros cuerpos por encima de la ropa, me comenzó a besar el cuello sensualmente. Mientras me besaba, pude ver como Sara estaba encima de Raúl, besándolo con locura, mientras el manoseaba su trasero por encima de la ropa. En el sillón de tres cuerpos, Hugo estaba echado encima de Claudia, besándola y manoseándole las piernas y los pechos.

Luego, las chicas se levantaron, llevaron sus carteras al estudio y se comenzaron a alistar. Hugo, Raúl y yo nos desvestimos, quedándonos desnudos, con los penes a media erección. Unos minutos después se corrió la puerta del estudio y pude ver a las tres, paradas una al costado de la otra, Sara vestía un sostén rosado, que combinaba con el hilo del mismo color, se veía divina.

Claudia tenía el mismo conjunto de la vez pasada, sostén negro que transparentaba y el calzón que dejaba ver a la perfección ese culo delicioso. Ximena llevaba un sostén celeste, muy pequeño, que con las justas cubría sus aureolas, un hilo del mismo color, que cubría su vagina con un delgado triangulo. Las tres se veían espectaculares. Al verlas así, a los tres se nos puso un poco más dura.

Cuando se acercó Ximena, se arrodilló frente a mí y comenzó a besarme el pene, lo lamia entero, se metía la cabeza, la succionaba y luego se lo metía todo hasta el fondo. Veía como Sara y Claudia también chupaban los penes de sus parejas. Ximena se sacó el hilo, me dejó ver su vagina, completamente depilada. Se trepó encima mía, quedando de cabeza, se metió mi pene a la boca y puso su vagina en mi cara, comencé a chuparle la vagina. Estuvimos haciendo un 69 delicioso, mientras le sobaba las tetas por encima del sostén.

Después de unos minutos se levantó, se sacó el sostén y pude ver sus tetas hermosas, con unos pezones grandes y rosaditos. Se sentó encima mío, y comenzó a cabalgarme. Se movía delicioso. Le chupaba las tetas, sabían delicioso. Saltaba encima de mi pene, subiendo lentamente, hasta casi sacarlo, para luego caer fuertemente hasta que sus nalgas chocaban con mis muslos. Vio como Hugo, le daba a cuatro patas a Claudia, amasando su culo perfecto. Sara estaba sentada apoyada en el respaldar del sillón solitario, con Raúl embistiéndola fuertemente por la vagina.

Sentía como la vagina de Ximena se contraía y se mojaba demasiado. Se estaba corriendo, gemía delicioso, se mordía el labio inferior y no paraba de moverse. Sentí como sus fluidos se escurrían y chorreaban por sus piernas, empapándome la pelvis. Se levantó de encima mío y se subió en la mesa del comedor. Se puso boca arriba, puse sus piernas en mis hombros y la embestí fuerte, me movía muy rápido y Ximena gritaba.

Pude ver a Sara, esta vez, recostada en la pequeña mesa de centro, su abdomen apoyado en la mesa, sus piernas y brazos caían por los lados, Raúl detrás de ella la penetraba rápidamente por la vagina. Hugo estaba recostado en la alfombra, mientras Claudia se movía de adelante hacia atrás encima de él.

-¿te la puedo meter por el culo? –pregunté al oído de Ximena, mientras la penetraba hasta el fondo.

-Pensé que nunca preguntarías –respondió– pero con lubricante, porque tremenda cosa me va a doler –fui a la sala, a recoger el lubricante, Sara me vio.

-¡y se viene el primer anal, señores y señoras! –gritó entrecortadamente, mientras gemía.

Todos sonrieron y siguieron en lo suyo. Se la volví a meter en la vagina, mientras embadurnaba mis dedos con lubricante, para meterle uno por uno. Empecé con uno, luego dos, hasta llegar a meter tres dedos. Apretaba muy rico ese ano. Una vez bien dilatado, acerqué la cabeza y empujé. Entró con facilidad, seguí empujando, hasta que entró la mitad. Ximena se mordía los labios para no gritar. Empujé suavemente, hasta que entró todo. Lo hice despacio, ya que no quería ser el primero al que le gritaran “JUMANJI”. Comencé a moverme despacio, hasta que vi la cara de Ximena, que pasaba de dolor a placer, ahí, comencé a acelerar los movimientos.

-¡que rico! ¡así! No pares. Me gusta que me cojas el culo –dijo Ximena.

-¡lubricante! –escuché gritar desde la sala a Raúl, varios rieron.

-Ahí va –dije, lanzándole el lubricante.

Asumí que Raúl le iba a coger el culo a Sara. Yo seguí en lo mío, dándole cada vez más rápido al culo de Ximena, mientras metía dos dedos en su vagina y masajeaba su clítoris. Claudia estaba sentada al borde del sillón de tres cuerpos con las piernas levantadas y pegadas a su cuerpo, mientras Hugo le chupaba la vagina y el ano, metiendo ya dos dedos en el ano. Yo seguía dándole por el culo a Ximena, que estaba disfrutando de mis embestidas después de correrse un par de veces.

Ximena se dio la vuelta, apoyó sus tetas en la mesa y la volví a penetrar por el ano. Le daba nalgadas fuertes y ella acompañaba mis movimientos, moviendo sus caderas. De la sala venían gemidos y gritos de placer, las tres parejas estábamos teniendo sexo anal. Estábamos reventando tres culos al mismo tiempo. Las chicas gemían y se corrían varias veces. Era una orgia tremenda. Comencé a sentir que me quería correr, pero no quería sacárselo del ano.

-¿está prohibido llenarle el culo de leche? –pregunté gritando– se siente muy rico este culo.

-Si ella quiere, si, en la concha no se puede –gritó Sara.

-¡si! ¡lléname el culo de leche por favor! –gritó Ximena.

-A mí también –gritaron al mismo tiempo Sara y Claudia.

Casi al mismo tiempo los tres gritamos mientras descargábamos nuestra leche, llenándoles los intestinos. Nos fuimos a sentar a los sillones, de los culos de las chicas chorreaba leche. Estuvimos buen rato sentados, riendo y bromeando sobre lo que había pasado. Pero queríamos continuar. Sara se levantó y recogió la bolsa, metiendo las tarjetas dentro.

-¿quieren las mismas parejas o volvemos a elegir? –dijo mostrando la bolsa.

-Creo que podríamos variar un poco. Yo me quiero coger a las tres la verdad –dije sonriendo.

-Bueno, chicas a elegir –dijo– si sale repetido, vuelven a elegir. Ya para el tercer polvo, nos cogemos al que nos falta. Jajaja.

Volvieron a elegir una tarjeta. Comenzó esta vez Ximena, le salió otra vez mi nombre, así que volvió a elegir y le salió Raúl. Cuando iba a coger el papel Claudia, nos dimos cuenta de que ya había cogido con Hugo, así que solo quedaba yo. Y Sara cogería con Hugo. Me alegró la noticia, ya que a Sara me la podía coger cuando quería y el culo de Claudia me estaba llamando desde hacía buen rato.

Nos acomodamos otra vez, con nuestras nuevas parejas. Apenas Claudia se sentó en mis piernas comencé a besarla desesperadamente, sobándole las tetas y el culo. Sara de frente fue a besarle el pene a Hugo, sigo pensando que sentía algo por él, o por lo menos por su pene. Ximena ya estaba cabalgando a Raúl. Yo me tomaba mi tiempo con Claudia, después de besarla, le pedí que se siente dándome la espalda. Se comenzó a mover de arriba hacia abajo, que placer ver ese culo rebotar encima mío. Apreté sus nalgas mientras la ayudaba a moverse. Que rico se sentía.

Después de disfrutar de ver su culo saltar encima mío, la cambié de posición. Le di la vuelta, la recosté boca arriba en la alfombra y comencé a penetrarla suavemente. Podía ver a Ximena a cuatro patas y Raúl detrás de ella, dándole con fuerza. Por otro lado, estaba Sara cabalgando a Hugo. Yo seguía penetrando a Claudia, ahora un poco más rápido, mientras besaba su cuello y manoseaba sus tetas.

-Que rico me coges –susurró en mi oído– quiero que otro día me cojas igual.

-Tú también me encantas Claudia –respondí– tu culo me tiene loco.

Claudia se incorporó, se sentó en mis rodillas, aun con mi pene dentro. La tomé de las nalgas y se las apretaba, mientras la movía de adelante para atrás. Sus tetas se frotaban con mi pecho. Nos seguimos moviendo un buen rato. Unos minutos después, vi como Raúl sacaba su pene de Ximena y le tiraba un gran chorro de leche en las nalgas y la espalda. Fue el primero. Lo siguió Hugo, que se paró frente a Sara, que arrodillaba recibía la leche en la cara y la boca.

La puse en perrito a Claudia y la comencé a embestir con fuerza, le daba nalgadas y ella gritaba de placer. Estábamos dándoles un gran espectáculo a Ximena que, sentada encima de Raúl, lo masturbaba y se dejaba manosear las tetas, y Sara que le chupaba el pene a Hugo. Los cuatro nos miraban. Metí el pulgar en el ano de Claudia y aceleré los movimientos hasta que sentí que se corría.

-¡Ahhh! ¡puto! ¡que rico coges! ¡sigue así! ¡Me corro! –dijo gimiendo fuertemente.

-Yo también me voy a correr. Te quiero tirar mi leche en el culo –grité, sacando mi pene de su vagina y lanzando un gran chorro en sus nalgas.

Estábamos exhaustos. Nos sentamos a seguir conversando, pero esta vez emparejados con la única persona con la que no habíamos cogido aún. Sara se sentó en mis piernas. Ximena en las de Hugo y Claudia en las de Raúl. Tomamos unos tragos más. Manoseábamos sus tetas. Yo metía dos dedos en la vagina de Sara. Todos estábamos conversando amenamente, hasta que Sara comenzó la tercera y última sesión de sexo. Se agachó y se metió mi pene a la boca, regalándome una de las mejores mamadas que me ha hecho. Luego siguieron las otras dos parejas.

Después de un rato chupándomelo y masturbándome con sus grandes tetas, comenzó el show de Sara. Como ya dije antes, nos gusta experimentar, y hemos probado infinidad de poses, algunas un poco incomodas, pero otras quedaron en el repertorio. Se recostó en la alfombra, levantó su cuerpo, quedando apoyada sobre su nuca, la agarré de los muslos y la penetré desde arriba. La penetraba rápidamente.

Mientras Sara gritaba, podía ver como Raúl tenía a Claudia echada boca abajo en el sillón de tres cuerpos y el, encima de ella se la metía por la vagina, Claudia me miraba fijamente, y se relamía los labios y me mandaba besos. Al otro lado, Hugo le daba a cuatro patas a Ximena. De repente, sintiendo la corrida de Sara, saque mi pene de su vagina y un gran chorro salió de su vagina y saltó por el aire.

La ayudé a levantarse, la cargué y parados en el medio de la sala la penetré cargada. Se agarró de mi cuello, la tenía agarrada de las nalgas y ella estiró sus piernas hacia los lados. La jalaba hacia mí y hacía que se meta mi pene hasta el fondo. Sara seguía gimiendo. Estaba muy excitada. Claudia ahora cabalgaba a Raúl, mientras él le chupaba las tetas. Ximena también cabalgaba a Hugo, besándolo en la boca. Sara se acercó a mí, abrazada de mi cuello y me lamia y mordía la oreja.

-Te amo –susurró– gracias por seguirme en estas locuras.

-Yo también mi amor –respondí– me encanta que podamos compartir nuestras locuras.

La recosté en el sillón, subí una de sus piernas en mi hombro y la penetré hasta el fondo. Mi pene entraba con facilidad en su vagina. Comencé a pellizcar sus pezones mientras la embestía con fuerza. Ahora Hugo cargaba a Ximena y Raúl le daba a cuatro patas a Claudia. Sentí que me quería correr, quería venirme dentro de Sara, pero la regla me lo impedía.

-Te quiero llenar de leche –dije suavemente.

-Se cancela la regla de correrse adentro –gritó Sara– ¿Qué dicen chicas?

-¡si! –gritaron las dos al mismo tiempo.

-Llénennos de leche muchachos –gritó otra vez Sara.

Esta vez, fue Hugo el que se vino primero, mientras la cargaba a Ximena. Ximena se corrió con él. Después fue mi turno, aceleré mis movimientos y lancé un gran chorro dentro de Sara. Unos minutos después, Raúl se apretó al culo de Claudia y, sobándole las tetas, dejó salir su leche dentro. Todos caímos rendidos donde estábamos. En la sala había seis cuerpos desnudos desparramados, después de una gran orgia.

Después de descansar unos minutos, nos levantamos, nos vestimos y comenzamos a conversar un poco mientras tomábamos unos tragos. Todos agradecían la invitación, dijeron que la habían pasado genial y que esperaban una nueva invitación. Nosotros agradecimos que hayan venido y que se hayan soltado de esa manera. Luego Sara me sorprendió tomando la palabra.

-Bueno chicos y chicas, ha estado muy rico todo –comenzó diciendo– espero que lo hayan disfrutado tanto como yo. Espero pueda haber otra oportunidad de repetirlo, pero si no se da, ya se conocen, así que intercambien números, así se pueden buscar entre ustedes también. Y chicas no se preocupen, a mi Gonzalito también lo pueden buscar –dijo guiñándome un ojo.

-Ahí está, chicas –dije– tienen permiso para llamarme y nos vamos a coger bien rico, jajaja –dije riendo– chicos, ustedes también la pueden llamar a Sara. Pero se la cogen bien por favor, me la devuelven bien satisfecha, jajaja.

Nos reímos, intercambiamos números entre todos, llamamos varios taxis y se fueron, conforme iban llegando. Quedamos Sara y yo solos, recogimos algunas cosas y nos fuimos a acostar. Ya en la cama, completamente desnudos, la abracé para dormir, pero no me quería quedar con la duda de lo que había dicho, era broma o en serio.

-¿era en serio lo que dijiste de dejarme coger con Claudia y Ximena? –pregunté.

-Si, amor –respondió segura– vi cómo te miraba Claudia mientras se la cogía Raúl. Además, sé que mueres por su culo.

-¿cómo tú te mueres por la pinga de Hugo? –dije.

-Bueno, sí, tiene una buena verga. Y Raúl coge muy bien –respondió para mi sorpresa– no quiero que tengamos límites y podamos disfrutar del sexo, juntos o separados. ¿te molesta?

-No, claro que no. Me encanta que seas tan libre –respondí.

Le di un beso en la boca, y nos quedamos dormidos. Esa noche soñé con el culo de Claudia. Soñé que me la cogía en muchas poses, que le rompía el culo, que le llenaba la concha de leche, que se tragaba mi leche. Al día siguiente desperté con una erección tremenda. Sara se dio cuenta y me dio una mamada espectacular, para terminar, masturbándome con sus tetas y manchándoselas con leche.

Unos días después me llamó Claudia para vernos. Quería ir a un hotel conmigo y que me la coja toda la noche.

Fin

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