14 de febrero, día de los enamorados y el destino nos daba una nueva oportunidad de encontrarnos, había pasado un lapso sin vernos algo más extenso que entre los encuentros anteriores. Anna con sus merecidas vacaciones conociendo parte del sur del país con su familia las 24 horas los siete días de la semana y más allá de la distancia física que llevamos estos días también debimos aprender a llevar una distancia virtual.
Pasamos esos días extrañándonos aún más y esperando encontrar ese ratito para un mensaje.
Me encontraba en la ruta con el atardecer delante de mis ojos, la belleza de la naturaleza en esas horas del día no hacía otra cosa que guiarme al encuentro de mi querida Anna.
Esta vez fue una noche cálida la que nos encontró dentro del auto fundidos en un nuevo abrazo y un apasionado beso que denotaba “por fin nos vimos” daban final al deseo y principio a otro momento para recordar. Coincidió que esta vez era una fecha especial para vivir el amor que nos tenemos. San Valentín marcaba el calendario y fue distinto para ambos, lejos de nuestras parejas. Pero muy cerca para nosotros, como si hubiese sido una compensación del destino por habernos separado tanto tiempo.
Al entrar al alojamiento que frecuentamos, nos abrazamos, nos deseamos un feliz día y nos besamos lentamente sin decirnos nada. Necesitaba de la dulzura de sus labios y de la contención de sus brazos. Subimos a la habitación, dejamos muestras cosas, nos descalzarnos y comenzamos a disfrutarnos.
La abrace por la espalda mientras nos mirábamos el espejo, le bese suavemente el cuello y la recosté sobre la cama para comenzar a besarla con mayor intensidad, recorrí su cuello con mis labios y su entrega fue total, rápidamente comenzamos a desvestirnos mientras sacaba su ropa y ella la mía no dejábamos de besarnos eufóricamente. El clima se ponía muy caliente, sus pezones quedaron expuestos a merced de mi boca, los mordí y disfruté de sus quejidos de placer. Me asombra como disfruta que mordisquee sus pezones.
A esta altura ya no tenemos vergüenza de cómo nos encontramos y de cómo nos vemos en los ojos del otro. Recorrí todo su cuerpo con mis manos a la par de mis labios y su entrega fue por completo, recorrí el interior de sus muslos hasta llegar a su vagina.
Lentamente deslice mis dedos por el interior de sus labios vaginales que se encuentran totalmente húmedos, me aventuro a introducir uno y después dos de mis dedos buscando que disfrute de mis caricias. Mis dedos quedaron totalmente húmedos que al retirarlos no pude evitar llevarlos a mi boca para saborear sus jugos de placer. Volví a besarla frenéticamente en sus labios y comencé a bajar por su cuerpo hasta llegar a su entrepierna ahí volví a su vagina, pero esta vez con mis labios besando cada rincón de sus húmedos y rozados labios vaginales, mi excitación siempre se desborda y me vuelvo grotesco que quedo a mitad de camino de satisfacerla plenamente.
Anna tomo cartas en el asunto, se puso sobre mí me recostó sobre una almohada y busco nuevamente un caramelo para besarme con esa sensación de placer y frio al mismo tiempo. Beso mi boca luego mi cuello y fue recorriendo mi cuerpo con sus labios mentolados, llego a mi sexo, (tome su cabello en una mis manos y con la otra acariciaba todo lo que podía de su cuerpo) comenzó besando mis testículos de a uno por vez, los introducía en su boca causándome una sensación exquisita, disfrute mucho.
Continuó besando el tronco hasta llegar al glande, que a este entonces se encontraba a mil, todo húmedo e hinchado de tanto placer. Lo introdujo en su boca de a poquito mezclando esa sensación de calor/frio que me derretían y hacía que me entregue a lo que ella quisiera hacer conmigo. Fue en minutos que embadurno su dedo con vaselina y salió en busca de mi ano. Disfruta de estimularlo y yo de que lo haga siguió lamiendo mi glande subiendo y bajando hasta los testículos. Parece incansable cuando me hace sexo oral, mi respiración se aceleraba hasta que pude llegar al final, dejé todo mi semen en su boca.
Me recosté boca abajo mientras acariciaba mi espalda con sus pechos, pude distinguir el roce de sus pezones erectos zigzagueando y disfrutando de la sensación. Me masajeo suavemente hasta quedarme dormido por unos minutos, mordió suevamente mis glúteos y al despertarme sentí muchas ganas de besarla y abrazarla fuertemente.
En unos minutos estábamos listo para un segundo tiempo. Me coloco el profiláctico y tomo las riendas de la situación montándose sobre mí. Cabalgo con diferentes intensidades, me daba placer ver su cara disfrutar sintiéndose libre. Al sentirse exhausta cambiamos la posición y pasamos a la tradicional de misionero, y al penetrarla una y otra vez a diferentes ritmos sus gemidos aumentan y al mismo tiempo su goce y disfrute.
Le pedí que voltee para colocar una almohada bajo su cadera para que estuviese más cómoda y poder penetrarla por la vagina, pero desde atrás. Sin entender que quería hacer yo con su cuerpo y entregándose a lo que fuese me pregunto con una mirada y una sonrisa aún más picara, “queres que probemos sexo anal” a lo que le conteste, “si te animas lo hacemos”, me respondió: “sí, pero quiero mirarte a los ojos mientras”.
Con el sexo anal habíamos conversado muchas veces, ella quería probar por primera vez y yo quería que fuese especial. Volvimos a la posición de misionero, pero esta vez mi pene suavemente estaría penetrando su ano. Comenzamos despacio, explorando su sentir y que su colita se adaptara a lo nuevo. Su cara era distinta, una mezcla de placer, asombro, triunfo, disfrute. Me dio mucha gratitud estar en ese momento y ser yo quien estuviese cumpliendo y satisfaciéndola en ese momento. Le pregunte muchas veces de cómo se sentía y si le gustaba. Su respuesta siempre fue si, y me lo hacía saber con sus gemidos y sus palabras. De a poco fui subiendo la intensidad y lo disfrutábamos mucho los dos, “me gusta, sí, me gusta” eran sus palabras.
La acaricie y retire el cabello de su cara varias veces mientras la miraba a los ojos, ella se agarraba de mis glúteos fuertemente como empujándome a sus adentros y ayudándome a mayor intensidad en las penetraciones. Nuevamente habíamos llegado al final y ambos nos sentimos realizados, nos besamos y acariciamos un rato más mientras hablamos de cómo nos sentimos probando cosas nuevas y aprendiendo cada vez que nos encontramos. Nos disfrutamos mucho cada vez que nos podemos encontrar y la pasamos muy bien respetándonos.
Llego el momento de poner punto final a este encuentro y volver a la vida no clandestina. Me quedaba un largo viaje y ya estaba bien entrada la noche llena de estrellas. Anna me acompañó con sus mensajes hasta que llegue a mi departamento y a ella la acompañaba el hambre de haber dicho que se iba a cenar de una amiga para poder encontrarnos. Que nos comimos nos comimos, pero no fue una cena que te llenara el estómago sino más bien el alma y el corazón.