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Nos hicieron la noche (parte 2)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Después de haber tenido un primer intercambio intenso y satisfactorio con la pareja que se nos acercó en nuestro club favorito, que compartimos en nuestro relato anterior (Nos hicieron la noche), fuimos a darnos un baño en las regaderas y regresamos al gran cuarto obscuro, envueltos en unas toallas.

Algunas parejas seguían en las camas del centro.

Nos sentamos en uno de los sillones laterales, donde comenzamos a besarnos y acariciarnos recordando la experiencia que acabábamos de vivir y observando a otras personas teniendo relaciones sexuales intensas, llenas de pasión con intercambios a la vista.

Pudimos ver como una pareja seguía en las camas del centro, en una conformación especial. Ella estaba acostada de espaldas con sus piernas dobladas. Él acercó su pene a la cara de ella, hincado sobre la cama, comenzando por tocar con la punta la frente de ella, deslizándola sobre la nariz. Ella lo tomó con su mano, levantó ese pene semi erecto que ya mostraba buenas dimensiones y empezó a lamerlo en toda su extensión, llegando incluso a sus testículos, donde procedio a chupar cada uno de ellos sin dejar de masturbarlo, logrando una erección muy importante. La escena era por demás exitante. Después, ella retomó lamer el grueso tronco, hasta llegar a la punta. Allí rodeó la cabeza con sus labios, y empezó a succionar poco a poco, permitiendo que entrara en su totalidad ese pene erecto en su boca. El comenzó un movimiento de cadera para hacer más profunda la penetración en cada desplazamiento, provocando en ella intensos gemidos, que sus pezones estuvieran todos erectos y sus senos dejaban ver una fuerte hinchazon producto de su exitación. Él se inclinó para tocar su vagina y ella se retorcía con mucha intensidad. En un momento, ella sustituyó la mano de él por su propia mano, proporcionandose placer masturbándose deliciosamente.

En eso estaban, cuando una mujer se acercó a ella, desde las piernas sin ser vista por la mujer acostada, pero completamente vista por él. Con sus manos, suavemente abrió el compás de ella. Se acomodó entre sus piernas, y fue besando con delicado cuidado cada pie, los gemelos, pasó su lengua por las rodillas y comenzó a besar la cara interna de los muslos de la mujer que estaba tendida boca arriba. En un momento, ella quiso incorporarse, pero su pareja le cubrió la vista con una toalla a manera de campo quirúrgico, lo que le permitió a la eventual acompañante intensificar sus caricias y llevar sus dedos a la entrepierna de la mujer que permanecía acostada. El roce de esos dedos y luego toda la mano, le generó experiencias sensitivas intensas a esta mujer y rápidamente comenzó a gemir y retorcer su cuerpo, sin dejar de lamer el pene de su pareja.

Al ver esa respuesta, la eventual amante insertó un dedo y luego un segundo en su ya de por sí húmeda vagina y comenzó a cogerle a través de movimientos muy rítmicos y bien acompasados. En un momento, se inclinó y le empezó a lamer su clítoris con mucha intensidad. Era muy especial ver su exitación creciente, hasta que la hicieron llegar a un fuerte e intenso orgasmo de esa forma.

La mujer de entre sus piernas se retiró y su pareja retomó las caricias a su entrepierna, mientras que ella intensificaba la felación a su pareja, hasta hacerlo venirse en su boca y cara, embarrando su semen en sus labios y mejillas.

Nuestras caricias subieron de intensidad y cuando nos dimos cuenta, una amiga estaba sentada detrás de ti, acercando su cuerpo a tu espalda. Con una mano desplazó parte de tu cabello y comenzó a besar tu cuello, hasta llegar a tu mejilla. Poco a poco sus manos empezaron a acariciar tu espalda, cubriendo la distancia hasta tus senos, mientras sus labios te acariciaban delicadamente tus hombros, regresaban al cuello y mejilla. Despacio, fuiste girando tu cabeza, buscando que, en su siguiente aproximación, tus labios se encontraran con los suyos… eso no tardó en suceder y se envolvieron en un pasional y profundo beso, mientras ella completaba su abrazo a tu cuerpo, acariciando tus senos, espalda y abdomen, hasta tocar tu entrepierna. Tu cuerpo respondía con pasión a sus caricias, la humedad de tu sexo era más que evidente y ella comenzó a jugar tocando tu clítoris y explorando un poco mas profundo con sus dedos en tu vagina, lo que disparó tu exitación y deseo por sentirte acariciada por esta desconocida. El orgasmo en tu cuerpo se fue haciendo cada vez más evidente hasta explotar deliciosamente en su mano. Fue hermoso ver que te hicieran venir de esa forma.

Seguían haciendonos la noche…

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