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Nos extrañamos y la noche apenas empieza
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Abres la puerta de nuestra casa, me mandas un beso a manera de saludo, dejas tu bolso y el portafolio y te vas acercando a mi. Luces radiante y hermosa como siempre, tu mirada y expresión facial son de mucha exitación y satisfacción. Yo observo sentado frente a la laptop tu entrada, te ves derrochando alegría, sensualidad y con tus ojos llenos de energía y seducción.

Traes una blusa delgada gris clara de tela satinada, en la que se dibujan tus atractivos senos, fajada a tu falda, lo que permite que se aprecien en su maravillosa dimensión. Tu atuendo te hace ver como siempre atractiva, lo que llama la atención de hombres y mujeres, y me regala una estampa hermosa de tu cuerpo.

Llegas hasta mi silla, pones tu mano en mi hombro derecho, me dices que me has extrañado, y preguntas si yo también. Te digo que sí y que mucho. Habían pasado apenas unas horas desde que nos separamos esta tarde, y siempre estar juntos de regreso en casa nos da gusto, nos llena de alegría y emoción. Giro mi cabeza hacía ti y nos empezamos a dar de besos y a abrazarnos rico. Yo estoy sentado en una silla normal, trabajando en la máquina. Te acercas a mi, con esa sensación de haber disfrutado querer compartir conmigo todo, como es costumbre entre nosotros.

Primero me pegas tu cuerpo a mi costado, luego empezamos a abrazarnos, con lo que puedo poner mi mejilla en tus senos y constatar lo ricos que son a través de la blusa de delicada textura, sentir lo deliciosos que están, al igual que tus pezones, que ya estan erectos y se dibujan retadores a través de la tela. Entonces me volteo hacia tí, e intensificamos los abrazos y besos entre nosotros. Es cuando me preguntas si te he extrañado y te contesto que sí, tú me comentas que también y mucho.

Es algo tarde, porque ya no hay luz de día. Nuestra casa es un lugar que nos agrada y disfrutamos, nos sentimos a gusto en ella y nos da alegría que sea nuestro espacio para tantas cosas.

Nuestros besos y caricias se incrementan y con mis dedos voy abriendo tu blusa, dejando al descubierto tus hermosos senos, ya que no traes sujetador, por ello puedo sentir tus pezones y tus senos tan ricos, lo que te estremece con el roce de la tela en tus pezones erectos.

Me dices que los lama, que los chupe, que los saboree, que son míos. Están deliciosos, llenos, tus pezones erectos y sensibles y tienen un sabor diferente, especial. Entonces me tomas de la cabeza con ambas manos y vas dirigiendo mi boca hacia uno de tus senos y luego hacia el otro. Yo te los lamo, no sólo el pezón con el que juego con mi lengua, sino trato de cubrir la mayor parte de ellos, desplazando mis labios hasta la base de tus firmes y naturales senos, chupando esa parte y dibujando con mi lengua esa curva hermosa que se forma de la base hacia cada uno de tus pezones. Sé que eso te exita y lo disfruto. Tu blusa abierta, menos el último botón de abajo, me regala una vista maravillosa y sensual de tu cuerpo, especialmente de tus senos que son motivo de atención de muchos en tu paso diario. Se ven hermosos, exitantes, ligeramente hinchados y tus pezones erectos, retadores. Es muy exitante verlos así.

Entonces, bajas una mano hasta mi entrepierna para tocarme. Encuentras mi pene, ya erecto y resaltando en mi pantalón y me preguntas si ya está despierto, o que si seguía despierto. Yo te digo que se está despertando de nuevo al sentirte, por abrazarnos, de besarnos.

La exitación del momento lo amerita. Mientras tocas mi pene sobre la tela me preguntas: ¿cómo había estado todo? Yo te digo que muy bien, que había estado rico, como siempre y que muy exitante. Yo no dejo de tocar tus senos, de acariciar tu trasero, de tocarte, te pregunto ahora a tí sobre ¿cómo lo habías pasado? Me contestas que bien, como siempre. Que había estado muy intenso y que todo fue altamente disfrutable. Esto es mientras sigues dándome tus senos a comer y me dices que te exita mucho que te los coma así, que los lama rico, que juegue con tus pezones, que me los meta lo más posible a mi boca y que los succione todos, con cierta intensidad.

Me preguntas si me he corrido y te digo que sí, que Laura había sido muy intensa, dedicada, que lo había estado pidiendo y haciendo lo necesario para que me viniera en ella tres veces. Yo te pregunto igual y me dices que Toño también te había provocado múltiples orgasmos. Que lo habías hecho venirse varias veces, la última de ellas en tus senos, que por eso me los dabas a lamer para que los probara.

Me abres el pantalón, sacas ya mi duro miembro, erecto por tus caricias y de momento te agachas a chuparlo, mientras me pones de pie para quitarme la ropa, dejándome desnudo de la cintura para abajo. Empiezas a lamer la punta, con tu lengua, saboreas la gota que asoma y me dices que te gusta probarlo después de que cogemos y que te exita mucho saborear los jugos de otras personas y los míos. Tus labios se abren y yo empiezo a empujar mi ya enhiesto pene en tu boca, cogiendote brevemente. Lo recibes todo, incluso cerca de tu garganta momentaneamente, que se abre dispuesta al sentir la punta en su proximidad.

Lo sacas para restregarlo en tu cara, lo lames a lo largo con tu lengua y tus labios, y vuelves a meterlo todo en tu boca. Es superexitante verte hacerlo, pero más saber que lo disfrutas, y que tus caricias orales pueden volver loco a cualquiera.

Yo te pregunto si a Toño lo habías hecho venir en tu boca y me dices que dos veces, la primera fue muy copiosa, con su semen denso, tibio y con esa sensación de sentirte suya momentáneamente. Después de su primer descarga, saboreaste las gotas gruesas que brotaban de él dentro de tu boca y que luego, con tu mano restregaste la punta en tu cara, para sentir esas gotas salir directamente del glande de su pene en contacto con tus mejillas y labios. Después él se puso a lamerte para limpiarte toda, probando él y dándote a probar a cada momento de su semen con su lengua.

Nuestros besos y caricias se intensifican de nuevo, abrazándonos y pudiendo sentir tus senos pegados a mi cuerpo. Deslizo tu falda hacia el piso junto con tu ropa interior y libero el último botón de tu blusa, manteniendola descansando de tus hombros, como un bello marco de tu torso, que luce hermoso y deseable.

Te pregunto si habías cogido rico y me dices que sí, que mucho. Que te gusta sentirlo que te penetre toda, que te toque, que te coma a besos tu vagina, corra sus caricias a tu culito y te chupe rico después de venirse en tí. Lo has mojado todo de lo intensas que fueron tus corridas.

Todo esto me comentas mientras, ya en la cama de nuestra habitación, donde nos seguimos propinando cariñitos, lo que aprovecho para tocar tu vagina y sentir que esta llenita de su semen y tus jugos. Te froto el clítoris por encima de tus labios vaginales y veo tu cuerpo arquearse de exitación, pidiendo que siga con mis caricias.

Entonces, con tu voz entrecortada, me pides que te cuente de Laura y te digo que habíamos cogido rico durante la tarde. Intenso, de varias formas, exitante, tanto que ella, en plena sesión, me había pedido que le cogiera su culito, lo que fue muy intenso y lo disfrutamos los dos, haciendome venir en él, después de haberme corrido dos veces en su vagina. Tu y yo nos masturbamos intensamente, mientras nos comemos nuestras bocas a besos intensos y nuestros cuerpos se pegan uno al otro.

Me pones de espaldas a la cama, mi pene esta todo duro y erecto. Después de chuparlo en toda su extensión, y dejarlo muy ensalibado, te subes en él, metiendote mi enhiesta verga con toda facilidad y pudiendo sentir lo mojada que ya estabas de nuevo. Te ensartas profundamente y me dejas tus senos para comermelos rico mientras mueves tu cadera de esa forma tan especial sobre mi pene, diciendome que es rico cogerme así duro, para que la sientas clavarse profunda en ti. Levantas tu cadera y casi sacando todo mi pene, te vuelves a sentar en él, gimiendo dellcioso y diciendo que por eso me habías extrañado, mientras que, en cada sentón te vienes rico y me vas mojando todo.

Te vuelves a provocar un orgasmo intenso, que te hace temblar y estremecerte, mojandome de nuevo todo. Es delicioso verte con ese grado de exitación. Me dices que te encanta regresar y que cojamos tan rico, mientras nos besamos con mucha pasión.

Yo aprovecho para comerte los senos y llevo mi mano a tu entrepierna, la saco mojadisima y te la doy a chupar y lamer, lo que haces con mucho deseo, como si se te fuera la vida en ello.

Totalmente erguida, donde puedo apreciar tu torso y tus ricos senos bambolearse con el ritmo de la cogida, eventualmente se sale mi pene de tí y lo tomas con tu mano para volver a guiarlo a tu entrada y te ensartas de nuevo en él.

Seguimos así cogiendo rico y yo te pregunto que si te llena rico Toño y me dices que sí. Te pido que me cuentes y te exita sólo pensar en ello, entonces te acercas a mi oido y cogiendome despacio, suavemente, me comenzas a decir que cuando te penetra, sientes como se abre paso en tu vagina y que su pene se agrada dentro de tí con rapidéz. Que te empuja duro y te hace sentir cogida intensamente, te penetra fuerte y te arranca gemidos y orgasmos con facilidad. Me lo dices todo mientras te vuelves a correr y a sentir otro orgasmo intenso, temblando toda.

Entonces, te inclinas de nuevo hacia mi, y acercando tu boca a mi oido me dices con voz entrecortada de la exitación, que le habías dado tu culito a Toño en esta ocasión por primera vez y que te había cogido en forma riquísima, a grado tal que el orgasmo que te había hecho sentir te había dejado muy exitada y temblorosa por unos minutos. Que, después de penetrarte toda, y sentirte invadida por su duro miembro, te lo iba a sacar, cuando le pedíste que terminara en tí, y volvió a penetrarte fuertemente y eyaculó dejando su esperma en tu culito. Entonces tomaste mi mano y la llevaste a tu entrada para dejarme sentir cómo estaba todo mojado de lo exitante que había sido.

Yo puedo sentirlo ligeramente abierto, y deliciosamente mojadito, escurriendo líquidos en breves gotas.

Apenas te lo toco, y tu estás corriéndote nuevamente. Me dices que estás muy sensible y que al llegar tenías más ganas de cogerme para seguir viniendote ahora con mi pene dentro de ti.

Estamos en eso, cuando se abre la puerta del cuarto y entra Laura. Sin salirte de mi me preguntas si no se había ido y te digo que no, que se había quedado en el cuarto de al lado, porque quería esperar a que tú regresaras.

Entonces ella, desnuda y hermosa, se acerca a tí, volteas tu cabeza hacia ella, se abrazan sin salirte de mi y empiezan a besarte y a acariciarse entre las dos… Verlas devorarse la boca y acariciarse con esa pasión desmedida es tan exitante que no tardo en correrme dentro de tí. Aprietas tu vagina para exprimir todo lo que queda de mi semen y recibirlo en ti.

La noche apenas empieza.

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