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Noche de vino con Katheryn
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Katheryn y Chris son una joven pareja de novios que quieren disfrutar de su sexualidad a pleno, pero debido a la falta de experiencia de él, no están pudiendo lograr un resultado fogoso y pasional. Un trío parece ser la respuesta conciliadora para una noche de placer y una aparente clase de sexo.

Primera parte. Introducción

La joven pareja de novios se encontraba teniendo sexo. El nido del amor era el departamento de ella, más cómodo y bonito que el de él. La escena estaba cargada de fantasía, con ella de cuatro esperando recibir acabadoras embestidas. Al novio se le vino el salvaje impulso de hacer sonar esas nalgas con aquel característico sonido: plaf plaf plaf… Se posicionó detrás de ella e intentó pasar de su imaginación a la acción. La cálida penetración le excitaba de sobremanera, incluso con el preservativo puesto, sentía como aquella apretada cavidad devoraba todo de él. Pero cuando quiso darle el frenético ritmo con el que conseguir el sonido, se encontró con muchas dificultades. Cuando intentaba empezar, su miembro resbalaba fuera como eyectándose de una peligrosa maniobra; sumado a que no lograba establecer una coordinación con su amante. Y es que no le resultó tan fácil como imaginarlo…

Entre tanto intento, se le hacía más difícil controlar una inminente eyaculación y ni siquiera le había hecho gemir, por lo que se detuvo, aún dentro, para recuperarse. Su ejercicio para prolongar la erección, a base de respirar profundamente, se vio interrumpido por una aparición dactilar. Su compañera, ante la quietud en su retaguardia, posó sus dedos en su entrepierna para conseguir ella misma el gustito “dopaminesco” del orgasmo. Esos agentes dactilares se movían cada vez más rápido, ocasionando los primeros gemidos de placer en la alcoba.

La carrera se aproximaba a la recta final. Ella empujaba sus voluminosas nalgas contra la pelvis de su inactivo amante en busca de guerra, pero esas ganas pudieron con él, quien, sin poder evitarlo, eyaculó dentro del preservativo.

La novia se deja caer en la cama y termina sola el trabajo. Su orgasmo fue como aquellos que tenía, sola en su recamara. Un resultado nostálgico pero mediocre para su edad actual. Se dio la vuelta y miró con semblante serio a su novio. Él se acerca y le da unos tiernos besos, pero ella pasa de él, lo único que le apetecía en ese momento era darse una ducha.

Segunda parte. Los preparativos

Tras terminar su ducha, sale del cuarto y va a la oscura sala para mirar TV. El novio se acomodó junto a ella en el cómodo sofá. Se dan un abrazo y luego ella le espeta:

—Mi amor, ¿cuándo vamos a hacer un trío?

—Cuando quieras, beba.

—¿Con quién?

—No sé beba, elige tú.

—¿Seguro?

—Si.

Los prolegómenos de una noche de placer comienzan a generar una tensión sexual. A pesar de ya haber salido del ambiente, la imaginación logra que la excitación reaparezca fácilmente en ambos, pero antes de que el novio le propusiera algo, ella se levanta, con móvil en mano, en dirección a la habitación.

—¿Qué vas a hacer? —alcanzó a preguntarle antes de que se alejara.

—Voy a buscar al candidato… Quiero estar un rato sola en la pieza, ¿si? No entres, porfi.

Cierra la puerta con llave. Se oye música dentro. Luego de unos minutos, el novio se acerca a husmear. Pega la oreja en la puerta y sólo alcanza a oír unas risitas. Vuelve al sofá para ver una película. Pasados unos 45 minutos, la música se apaga y seguido se escucha la ducha, otra vez.

Sale la novia de la alcoba, le da un beso de buenas noches y le recuerda que no se quede hasta muy tarde viendo pelis.

Termina el film. El novio va junto a su, ya roncando, bella amada. Busca el móvil en la mesa de luz, no puede evitar revisarlo por causa del morbo. Pensó primero en mirar los mensajes pero luego se arrepintió. Decidió terminar su noche masturbándose con las sexys fotos que su novia posee de sí misma.

Al entrar en la galería, esperando ver las mismas fotos hot de otras ocasiones, se encuentra con que nuevos y desconcertantes archivos han aparecido. La primera e intrusa foto que figuraba era la de un fuerte y trabajado torso de varón. No se veía la cara pero él se hacía una idea de a quién podía pertenecerle. La segunda era un primer plano del trasero, presumiblemente, del hombre anterior. Y la tercera mostraba el cuerpo entero, completamente desnudo. Pasó rápido de ellas.

Los siguientes archivos no se trataban de fotos, sino de videos. Tras reproducir el primero de ellos, se alegró de ver a su novia mostrando los senos. No se le veía la cara, sólo se alcanzaba a ver los labios pintados de rosa. El siguiente archivo también era protagonizado por ella, esta vez enseñando la cola con una bonita tanga rosa. El último archivo recibido en esa galería ya no la tenía a ella, sino a una polla en todo su esplendor, siendo furiosamente masturbada por su portador.

Volvió a ver las fotos de su chica hasta correrse, le fascinaba todo el material sensual que disponía aquella mujer en su propio móvil.

Tercera parte. El arribo

La novia se encargó de coordinar el día, uno en el que los participantes estén libres de responsabilidades para así dejarse llevar. Lugar: el nido del amor…

Faltaba poco, tan sólo una media hora. Casi estaba todo listo:

—Chris, andá a comprar un vino. Rapidito que ya debe estar por llegar —ordena endulzadamente la organizadora a su novio.

Ya en el supermercado, Chris se debatía delante del escaparate: ¿cuál de todos estos vinos le gustará más a ella? Pide recomendación. La sugerencia era una botella de malbec y, como no tenía mucha idea sobre la materia, se la lleva sin titubear. La fila para el cajero era larga, solía ir rápido en otras ocasiones por lo que estaba tranquilo. Un mensaje de su novia le llega al móvil anunciando que el tercer participante ya había arribado. Cayó en cuenta de que eran las 20 h. De repente la fila le resultó pesada y lenta. La impaciencia hacía mella.

Llegó a toda prisa al edificio. Se alcanzaba a oír un poco la música desde el pasillo. Antes de abrir la puerta, pega el oído. Como si fuese un déjà vu, vuelve a escuchar las risitas de ella. Entra en plan sigiloso y los ve en el sofá… charlando. El brazo del colega descansando encima del respaldo, rodeándola. La novia al verlo llegar se levantó, tomó la botella y fue para la cocina.

—Tarde, vida —le dijo, más su tono y rostro no representaban reproche, de hecho estaba contenta.

Luego de descorchar la botella, toma dos copas y las lleva a la sala. El novio se sirvió otra cosa más de su preferencia. Se saludaron los caballeros. La sospecha de Chris resultó estar en lo correcto: se trataba de Dartel, de todos los amigos y conocidos de su novia, él era el candidato más comprensible y atrayente para la hazaña; aquel que, entre susurros, las mujeres comparten comentarios sobre las impúdicas maravillas que es capaz de realizar.

Antes de acomodarse, ella quiere ambientar el lugar. Apagó todas las luces, a excepción de la tenue luz de la cocina. Se posiciona en medio de los dos hombres.

Con copas de vino la charla cada vez se volvía más amena y, en cuestión de tiempo, fue tomando un cariz picante de manera tan gradual que Chris no se había dado cuenta.

—Como me encanta el vino —apreció ella—, así puro, sin hielo, sin soda, sin nada, al natural.

—Si, a mi también me gusta “a pelo” —agrega su compañero de copas.

—Lástima que a Chris no le gusta… así.

La novia mira unos instantes a su amado con una jocosa sonrisa. Luego se dirige a Dartel:

—¡Ah!, te quería consultar, vos que tenés cancha. Esos días con Chris, digamos que, tuvimos ciertos inconvenientes con una posición.

—Dime —responde como todo un consultor profesional.

—Estábamos haciendo el perrito pero como que costaba llegar a la parte de los bifes. —Aplaude para ilustrar con efecto de sonido su punto. El gesto le hace soltar una risita maliciosa.

El colega trata de disimular la sonrisa, rascándose la nariz. Se dirige a Chris con modesto y comprensible tacto:

—Observa bien sus movimientos, acompáñala.

—A ella la miro pero vamos, más que bien, es sólo que la intensidad con la que quiero darle… no la consigo.

—Lo que debes de hacer es quedarte quieto y esperar a que ella tire pa’ tras y allí tu das. El error que muchos cometen es querer moverse a lo loco y eso no funciona en todos los hombres…

Ella, que estaba escuchando atentamente, agrega:

—Claro, eso último sería para los que la tienen bien grande, ¿no?

—No lo quería decir pero si, es una cuestión de tamaños.

—Puede ser… —responde poco convencido Chris.

—Bueno más tarde nos vas a mostrar cómo se hace —finaliza ella dirigiéndose al invitado.

La novia, ya algo cachonda, se acerca a su pareja para darle un tierno beso en los labios, beso con sabor a vino, pero sólo un momento porque luego esa lengua se desplaza hacia el invitado. Después de más besos a ambos, se recuesta en el cómodo sofá, abre las piernas y procede a dar sendas caricias manuales en los muslos de esos hombres.

Cuarta parte. Noche de vino con Katheryn

La respiración agitada de los participantes daba cuenta de la creciente excitación en el lugar. Chris acariciaba los voluptuosos muslos de su amada, enfundados en aquellos leggings negros de cuero. Katheryn se había puesto un bonito sujetador de encaje negro semitransparente y una pequeña chaqueta. Dartel, con delicadeza, quitó esta última prenda.

Las entrepiernas de los hombres fueron asaltadas por las manos de ella. El novio no quiso esperar ni un segundo más para sentir esa suave mano directamente sobre su miembro, por lo que se bajó el pantalón. Ahora el miembro erguido estaba siendo firmemente empuñado.

Katheryn vuelve a besarse con su amado. Podía sentir claramente como se iba poniendo muy a tope, por lo que se detuvo antes de excitarlo demasiado. Ahora le tocaba al invitado. Se ubica entre las piernas de aquel hombre. Pantalón y calzón fueron despojados con ímpetu. Viéndose con picardía, la tensión y el desafío estaban a partes iguales. ¿Quién daría el primer paso? Ella acariciaba los torneados muslos con el miembro viril reposando a poca distancia. Cansado de sostener esa expectante tensión sexual, el tercer participante, incitador, toma firmemente su miembro desde la base, izándolo ante el rostro de la sensual mujer. Antes de proseguir, la dama bebe un sorbo de vino. Luego toma aquel mástil, ubicando su mano a continuación de la del dueño, y procede con un lento e intenso fellatio en la punta del asta.

Chris observaba con detalle aquel lujurioso panorama. Recorrió el cuerpo de su amada novia y vio que, al estar tan inclinada, su pantalón cedió un poco dejando ver su tanga g-string. Su rostro no podía verlo pero, gracias a que su momentáneo amante sujetó la rubia cabellera de ella, pudo ver justo como Katheryn había ladeado tanto su cabeza que en su cachete se distinguía el contorno del glande. En ese momento el novio pensó que si ella le hiciera eso a él, de seguro lo dejaría fuera de combate.

¡Paf! Aquel sonido del descorche de una botella se volvió a oír pero esta vez de una manera muy distinta.

—Viste como sé —le dijo ella al afortunado.

—No es así como me dijiste que lo harías…

Ella le clavó una mirada cómplice, luego se dirigió enérgicamente hacia su novio montándose a horcajadas sobre él. Pensaba en devorarle la boca a besos, de hecho lo estaba por hacer, pero decidió hundirse a último momento en su cuello.

—Quería besarte en la boca pero no sé si… —le susurró al oído.

Chris, motivado por la fuerte excitación que le provocaba su novia, no pensó en otra cosa y le respondió:

—Si mi amor, hazlo.

Y es que él se ponía a tope con sólo sentir el tacto sensual de esa mujer, así lo demostraban sus rápidas erecciones, por ello es que sus lenguas, sin ningún reparo, se entrelazaron con pasión.

Las manos de él se pasearon desde la espalda hasta sus pompas. Notó que otras manos también acariciaban aquel cuerpo, sólo que estas se ocupaban de los senos. Ya no podía seguir el recorrido anterior, por lo que se estacionaron en la cintura de la dama. De repente, sus cuerpos se apretaron con un peso extra. Chris entreabrió los ojos y pudo comprobar que se trataba de Dartel encima de Katheryn.

Los suspiros de ella se transformaron en gemidos.

—Vamos a coger —ordenó a los dos hombres.

Chris, de la emoción, se desvistió ahí mismo mientras los otros dos marchaban. Escuchó los rápidos sonidos de unos talones y, de seguido, un gritito de Katheryn. Se giró para ver lo que pasaba detrás de él y vio que Dartel, abrazando a Katheryn por la espalda, empujaba su ingle contra el trasero de ella de tal manera que la hacía elevar. Ella sólo se reía.

Katheryn se libera luego de los brazos de aquel hombre.

—Hay que ser justos —le dice él—, nosotros estamos con la tula al aire y tú sigues con ese pantalón.

—¿Ah si?, ¿querés que me saque la calza?

La dama comienza a bailar. Introduce sus pulgares dentro de la tela, creando expectativa. Se pregunta dónde está su novio. Se gira sobre sí misma, moviendo sensualmente la cadera, y lo ubica detrás del sofá. Estaba observándola atentamente, así que le sonríe, luego le da la espalda y comienza a bajar lentamente su leggings, liberando en el proceso sus turgentes pompas, hasta despojarse de la prenda. Vuelve a verlo para leer la expresión de su rostro que, como era de esperar, denotaba encanto. Ella quiere darle un beso.

Dartel, tras ver el sexy cuerpo de aquella dama, no pudo evitar las ganas de tomarla y volver a restregar su paquete. Sólo la pequeña tirita de la tanga los separaría.

Cuando la novia se inclinaba para darle un beso, las palmas del colega resonaron en su cadera con un splash. Chris pudo ver cómo, casi al instante, el semblante de ella pasó de sorpresa a uno desafiante. Su novia aferró las manos en el respaldo del sofá y empujó su trasero ante aquel entusiasmado. Lo movió un poco, pero el otro no iba a ceder, se puso más firme. Ambos hacían presión y parecía que no iban a ceder hasta que uno sea el ganador.

Katheryn notó que aquel miembro se había ubicado entre sus nalgas, así que se puso a subir y bajar por él, con movimientos cada vez más rápidos. El hombre simplemente no pudo evitar relajarse ante ese frotar, cediendo en su enfrentamiento. Ella, mofándose de su derrotado rival, le da un último empujoncito. Luego de la tontera, quiso ir a por otro trago de vino, pero en el camino Dartel la detiene, rodeándola con el brazo.

—¿Qué pasa, querés que te gane de vuelta? —le dijo altanera.

—¿A dónde vas?

—Quiero otro trago.

—Espera, yo te lo alcanzo.

—¡Ay, pero qué caballero!

El colega sonríe ante la mofa, procede a servir el vino ante su atenta mirada, pero al volver, no le pasa la copa. Ella estira la mano para tomarla pero él la aparta.

—No, es mía —le dice.

—¡Dame!

—Espera, ¿qué te parece si antes, hacemos un jueguito para ponernos más cachondos?

—¿Más? —le responde jocosa.

—Vale, tú te tienes que arrodillar y yo dejo caer el vino directo a tu boca sin derramar por fuera.

—No, vas a errar y me vas a manchar todo.

—¿Quieres apostar? —le reta.

—Si cae afuera me debés 100 euros —dice seriamente.

—Vale. —Estrechan las manos.

Katheryn se arrodilla, sube la cabeza y vocaliza un:

—Aaa…

El tío se inclina un poco para medir mientras ella lo espera con la lengua afuera. Luego de calcular la posición entre el borde de la copa y la boca de ella, a algunos centímetros de distancia, Dartel deja caer un chorrito del vino. El líquido entra limpiamente. Ella lo saborea antes de tragar, y ve cómo el retador se yergue con una sonrisa triunfadora, quedando su miembro a un palmo de su rostro. En un ágil y rápido movimiento, lo toma con las dos manos y lo devora vertiginosamente. El sorpresivo rostro del hombre no tardó en mostrar una expresión de intenso placer.

—Aaah… —gimió.

Al verlo así, Katheryn se detiene y le dice:

—Viste que sé cómo se hace.

Ahora era ella la que se erguía con una sonrisa triunfante.

Quinta parte. Cama y desafío

Nuevamente, la dama busca a su novio. No podía comprender porqué aún estaba “escondido” en el sofá.

—Ay amor —le dice con cariño—, ¿qué haces ahí, bobo? Vení. —Le extiende la mano. El novio va junto a ella—. Uy, estás todo desnudito. —Se muerde el labio, gira para verlo a Dartel y éste se estaba quitando rápidamente la camiseta—. Mmm… Bueno, yo también me saco todo entonces.

Las últimas prendas en pie de la noche, aquel bonito sujetador y la tanga g string, fueron despojadas.

—Bueno, vamos a coger ya —proclama la dama.

Dartel admiró el cuerpo de la dama, cargando una mirada llena de deseo. Ella sabía que lo traía loco. Se dieron un acalorado morreo, mientras él acariciaba con fervor sus glúteos, y ella meneaba su miembro. De repente, Katheryn corta el rollo y se dirige sin más hacia la alcoba. Él va tras ella, pisándole los talones. Había prisa en ambos.

Chris iba detrás de ellos por el pasillo, pero los pierde de vista cuando desvían por la puerta. Escucha otro gritito de ella, seguido por risitas. Tras pasar por el umbral, notó con más intensidad las agitadas respiraciones. Piensa en encender la luz pero se detiene a último momento, no había que “cortar el ambiente”. Se adentra a tientas por la oscura habitación, en dirección a la mesita de luz. En el trayecto le invadieron los rechinidos de la cama, acompasados por los gemidos de su novia. Al encender la cálida y tenue luz, logra ver los pies revoloteantes de ella. El colega estaba encima dándole caña en el borde del colchón. Cada vez que hundía su pelvis se escuchaba cruak, cruak…

El novio saca del cajón un preservativo y va junto a ellos.

—¡Espera, tío! —le dice enseñándole el condón.

El colega para en seco, se separa de la mujer y toma la protección. Mientras se lo ponía, Katheryn arquea los ojos y acerca sus pies para juguetear, dificultándole la tarea. Dartel se aparta riendo. Ella se acomoda en la posición de perrito, moviéndose de manera incitadora ante el nuevo amante. Dartel bufa al ver eso y se ubica rápidamente en su retaguardia, dispuesto a provocarle los más intensos orgasmos a aquella mujer tan sensual, tan desafiante…

Al ver que aquel hombre parecía cargar con mucha intensidad, Chris le dice:

—Con calma, ve despacio.

—No pasa nada colega, que está toda mojadita —responde cortés.

—Aun así tío, que tienes un peazo polla, le vas a hacer daño.

—Tranquilo mi amor —dice Katheryn—, que no es la primera pija grande que me entra.

—¿Ah si? —el colega lo toma como un desafío.

Se la mete entera y empieza a darle duro. La cama se sacudía, y de las risitas burlonas, se pasó a serios gemidos de placer que estallaron en todo el cuarto. La práctica profesional había empezado…

FIN

Por Dany Campbell

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¡Coleguis! Espero que hayan disfrutado del relato. Me haría mucha ilusión que me dejaran en comentarios sus impresiones, ya sean aspectos positivos, negativos o simplemente curiosos ayudarían a crear un feedback constructivo para mis próximos relatos.

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