back to top
InicioAmor filalNoche de telo con mi madre: Nuestro incesto

Noche de telo con mi madre: Nuestro incesto
N

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 7 minutos

Era época de finales en la facultad, ya me quedaban dos finales y la tesis para recibir mi título, era verano, las últimas clases en la «facu» y a disfrutar las vacaciones, de las playas en Río de Janeiro y en casa de mi abuelo. Todo esto era parte de la conversación que tenía con Graciela «Gachi» mientras ella se fumaba un cigarrillo y yo atendía mi celular, viendo que quien llamaba era mi madre, a la cual tenía registrada como «Xochi». —Hola Richard, —dijo mi madre del otro lado del teléfono— te paso a buscar a la salida de la facu. —Ok, mirá que salgo a las once, —le confirmé.

Graciela que había escuchado la conversación, me preguntó ¿si todavía era un nene de mamá, que me cuidaba tanto? Le devolví una sonrisa socarrona, le saqué el cigarrillo de sus labios y le di una pitada, cual humo eché en su rostro.

—Si Querés, te presento a mi «vieja» o a Xochi

—¿A tu madre o a Xochi? —me devolvió la pregunta

—Creo que esta noche te presento a Xochi

Gachi es de esas pibas «chetas» que van a la universidad privada a pescar estudiantes con guita y de buena posición y aunque ella también lo era, le gustaba (también por lo bonita que es y el buen lomo que tiene) levantarse y salir con esos chicos, a los que más de una vez nos entretenía con sus «petes» en los recreos y arriesgándonos en los descansos de las escaleras interminables de la facu. Cuando salimos a las once clavada estaba el auto de mi vieja en la puerta de la facu, le hice señas que estaba con Gachi, mi vieja asintió con un gesto afirmación, canchero yo, le abrí la puerta delantera a Gachi y dejé que se sentara junto a mi madre.

Yo me acomodé detrás cuando mi madre antes de poner el auto en marcha, mirándome por el espejo, me miró abriendo sus ojos interrogatorios; le guiñé un ojo y seguimos. Dimos unas vueltas, por Palermo y mi madre que llevaba una minifalda y una blusa blanca que traslucía sus pezones, dejó que Gachi fuera viendo el color blanco también de la tanga que traía puesta y que descubría su pubis depilado, al abrir más sus piernas con la excusa de los pedales.

—¿Te llevamos a tu casa?, le preguntó mi madre.

—Si por favor, vivo en Núñez — Pero su voz temblorosa dejaba sentir su nerviosismo, cuando comenzó a escribir en su celular, me estaba escribiendo a mí. «Decime que esta tremenda mina no es tu madre, porque me la «garcho» acá mismo, me está calentando y yo estoy toda mojada, te voy a dejar el tapizado manchado».

—Tranquila, le respondí, ella te va a coger cuando sea tu oportunidad, esta noche tenemos otro programa.

—¿Te cogés a tu madre, por eso la llamas Xochi?, sos un HDP. Es una tremenda diosa, ¡¡¡flor de putaaa!!! Tiene el pubis depilado, me lo está mostrando, y cada vez abre más las piernas, —me seguía escribiendo— —Si, porque le gustas y sabe que a vos te gusta el sexo oral. —¿Le contaste eso? —Si, por eso te dejé ir adelante y que te vayas preparando, levanta de a poco la falda y enséñale tus piernas también.

Cuando Gachi comenzó a subir su falda también, mi madre me miró por el espejo y me devolvió un guiño de ojo. Delante de mí, mi madre y mi novia de entonces estaban compitiendo con sus faldas, yo ya estaba al palo a punto de explotar. Dos putitas muy húmedas, dos pares de tetas compitiendo con sus erectos pezones y yo disfrutando, pero deseaba que la noche cumpliera su plan de terminar en el «Telo» con mi madre y no con Graciela.

Menos mal que así fue, dejamos a Gachi en su casa, pero al despedirse de mi madre en el auto, —no sé si fue exprofeso o al pasar, pero se besaron rápidamente en los labios, Gachi acarició la tanga húmeda de mi madre, como me lo revelara en un mensaje al rato. «—Me volvió loca el sabor que tiene tu madre o Xochi, no le prohíbas que me coja», tengo mis dedos en mi boca saboreando el resto de sus jugos vaginales. ¿Se van a coger?, Uds. Dos me dieron vuelta la cabeza, ¡te amo Richard!

Me pasé adelante en el auto junto a mi madre, cuando se desbrochó un botón de la camisa y sus lolas pretendían escaparse de su corpiño. Me miró y sonriendo me confesó: —Me gustó tu noviecita, tiene buen lomo y sabe acariciar a una mujer, seguro que le gusté también. —Si Xochi, —mostrándole el celular con la conversación que habíamos tenido hace unos minutos, cuando entró una foto que me mandaba, entangada masturbándose y con la frase que decía «Para que cojan pensando en mí».

Y así fue, cuando mi madre me tomó la cara con sus dos manos y nos besamos ardientemente, mientras nuestras lenguas salivaban el deseo erótico de coger esa noche, mi madre, sin despegarme de sus labios me murmuró —¿vamos al «telo» o vamos a casa. —Vamos al «telo» putita. —le respondí, mientras sentía en mis dedos que su concha empapada me dejaba penetrarla suavemente hasta hacerla gemir mientras seguíamos con ese juego de lenguas cada vez más ardientes.

—Vamos pendejo, vamos a coger, mami está muy caliente y muy putita esta noche. —Sus labios como los míos de tanto beso y de eróticos mordiscones ya estaban hinchados y purpúreos—.

—Pero por favor conducí vos, estoy temblando.

Agarré el volante y tomé hacía la Panamericana, haciendo que el viaje provocara más calentura, yo estaba al palo, mi jean marcaba mi erección prominente, cuando sentí que la mano de mamá comenzó a acariciarme, nos miramos y en un segundo estaba dándome una felatio, atragantándose con mi pija y suavizando mi glande con el placer suave de sus labios; tenía que contenerme, iba conduciendo después de todo.

—No me pajees, chúpame, pero no me hagas acabar.

—Quiero toda tu leche en mi garganta bebe.

—No, quiero acabar bien adentro de tu concha; pero no me hagas acabar ahora putita. —Mientras sentía que por mi erección ella dejaba correr las mieles de su saliva. Tremenda puta, me estaba dando colosal chupeteada.

Llegamos al «telo» me tiré en la cama y ella con su arte sensual me fue desvistiendo hasta que solo quedé con mi bóxer blanco, mi pija se dibujada mientras mi diosa madre se iba desnudando sin quitarme los ojos, hasta quedar en perfecto compose erótico de mini soutien, tanga de tiras, medias y ligueros, ella sobre sus tacos altos y yo no apartando tampoco mi mirada de sus ojos verdes, ¡Hermosa… y muy puta mi madre!, le tomé una foto con mi celular y se la mandé a Graciela, (lástima no poder compartirla en este relato), a lo que al rato recibí su mensaje:

«Me estoy pajeando, cierro los ojos pensando en Uds. Me calentó el «lomo» de tu madre y tu pija delante de esa foto, sos un hijo de puta con todas las letras, estoy acabando con Uds.» le mostré ese mensaje y mi madre me sonrió perversa…

—Estás exquisita mami, tanto como la primera vez en Río. —mientras seguía acariciándome la pija sobre el bóxer.

—Sacate ese bóxer y mostrale a mami la pija que tenés. —me ordenó mientras desabrochando dejó caer su soutien y sus pecosas tetas erguidas, con sus rozados pezones desafiaron a mis ojos, esos que había mordisqueado aquella primera vez en Río de Janeiro hacia algunos años, ¡pero parecían excitarme aún más esa noche!

Mi madre entre la penumbra de ese cuarto de hotel se fue arrastrando como una gata sobre la cama dejando que esos pezones los dejara sentir sobre mis piernas, esa caricia me obligó a apretar mi pija desde el fondo de mi tronco para que mi glande creciera aún más, más cuando lo devoró con su boca, besándome con sus labios y jugando con su lengua rozando mi esfínter. Cerré los ojos tomé su cabellera acompañando su ir y venir golpeteándola contra mi vientre, sintiendo las arcadas de su garganta. Otra vez el placer máximo, ¡coger con mi madre!, porque es hasta hoy que nos preguntamos ¿quién se coje a quien en ese placer extremo?

—Te quiero coger. —Le dije, mientras apretaba mi pija entre sus labios, dejando correr otra vez un derrame de saliva sobre mi pubis depilado mojando hasta mi ano.

—Me gustas pendejo, tenés la pija que mami necesita, mientras me seguía chupando desesperada y a dos manos haciéndome una paja para enloquecerme más.

La revolqué sobre la cama hasta quedar en un juego de besos sobre ella, me deslice y cuando la tuve bajo mis antojos, ella acostada con sus tetas y su sexo hacia el espejo del techo, la tomé y fui abriendo sus piernas, apenas corriendo esa tanga con mi pija y comenzando a sentir que estaba acabando dentro de mi madre otra vez; de un envión me enterré dentro de ella y comencé a cogerla juntando sobre mi hombro sus dos piernas para que ella no solo sintiera mi erección sino toda la leche que le estaba dejando en su vientre; ella llegó al orgasmo pellizcando sus pezones, sus ojos giraban en el placer.

—Vení, tirate sobre mí y besame hijo de puta, pero no me saques esa pija, mami sigue acabando.

No se cuanto tiempo estuvimos desmayados después de ese orgasmo, de ese polvo que eché en su vientre; mientras seguía sobre ella comencé a besarla nuevamente, mi madre me conjugó ese placer de confundir nuestras salivas en esos «chupones» perversos, yo había derramado demasiado semen el que brotaba y se deslizaba de sus labios. —Vamos a la ducha. —Me ordenó, y mientras ella se perdía hacia las luces perversas de ese cuarto yo me deleitaba mirando sus piernas, sus caderas y las pecas de su espalda. Toda desnuda como esa ninfa que uno sueña mientras se masturba, yo la tenía ahí y era mi madre, Yocasta entregada al deseo de Edipo.

Nos metimos en la ducha, así como estábamos totalmente desnudos, mientras siguieron los besos húmedos y ahora mojados bajo el agua que corría por nuestros cuerpos, mi madre levantó sus brazos haciendo que sus tetas se elevaran hacia mi boca, entendí el juego y volví a mordisquear esos pezones, la di vuelta cuando sus tetas y su cara dieron contra pared, ella levantó su cola, me arrodillé y abriendo sus nalgas su esfínter hizo un gesto cuando lo puntee con mi lengua, el chorro de agua corría, pero aun así, sentí ese amargo sabor cuando me enterré en ese culo.

Necesitaba dilatarla, ella más se elevada en sus piernas y más enterraba mi lengua; unté mis dos dedos con champú introduciéndolos en el ano de mi madre, que jadeaba bajo la ducha —cogeme la cola, abrime to…— no terminó con la frase cuando mi pija se clavó como una estaca en ella. La cabalgué con ese sonido de golpetear y ella gritando de placer, —así, cogete a mami—; mi furia se aplacaba conteniendo el explotar en su cola, estábamos otra vez en el éxtasis; pero no quise acabar, entraba y salía del culo de mi madre viendo cómo se contraía en esa dilatación; volví a enterrarme.

Pero cuando aceleré ese golpeteo en sus caderas, se dio cuenta que yo estaba por acabar, de un giro se arrodilló y exploté todo mi semen en su garganta, viendo como debajo de la ducha, esa puta me clavaba sus ojos verdes disfrutando y disfrutándonos de placer. Me mostró sacando la lengua cuanto yo había eyaculado y de un trago tragó mi semen hasta su vientre.

Nos volvimos a la cama, nos tumbamos desnudos boca abajo y mirándonos solo nos dijimos, ¡Que placer!… Su mano acarició mi cara —¿hasta cuándo vamos a coger de esta manera? —me preguntó mordiéndose los labios— Está bien que mami sea una perversa ninfómana, pero… ¿vos disfrutas más conmigo que con tus amiguitas? —Le acaricié el cabello hasta alcanzar las curvas de sus caderas bajando por su espalda y acariciando la incipiente raya de su cola, —Claro que sí, el juego perverso es lo que me excita con vos, –le confesé—; Entonces cogeme de nuevo.

Me puse de rodillas detrás de mi madre, mientras ella como una perrita en celo me dio su colita otra vez mientras calzaba una almohada bajo su vientre elevando su geografía hasta que comencé a rozar otra ves mi glande en su raja depilada, aunque flácida mi pija entró suavemente en esa concha puta y húmeda, pero así suavemente mientras golpeteaba —otra vez— su carnes con las mías, ella volví a gemir y sentir que mi pija estaba firme, cuando gritó otra vez saboreando otro orgasmo, su cabeza cayó sobre la almohada.

La agarré bruscamente de los pelos hasta que sobre su espalda la giré dándole un cachetazo en las mejillas, nos comimos otra vez las bocas, mientras yo poco a poco volvía a acabar dentro de mi madre. —Así, hijo de puta, así me gusta que me cojas. —dijo, toda perdida y llena de leche. Volvimos a caer sin separarnos, sin dejar de estar conjugados en ese último orgasmo de la noche. Sonó mi celular, era Graciela y le volví a mandar otra foto, la de mi madre desnuda y exhausta, desparramada sobre los húmedos orgasmos de las sucias sábanas y salpicada de semen su pecosa espalda.

Me devolvió el mensaje, «tremenda perra envuelta en esos orgasmos, la putita de tu mami ahora tiene que ser mía, le limpiaría con mi lengua toda tu lechita desparramada sobre ella; chau puto». Me mandó una foto de su cuerpo desnudo frente a un espejo, se la enseñé a mi madre que solo me dijo —nos la vamos a coger juntos a esa pendeja—.

Loading

Compartir relato
Relato anterior
Relato siguiente
Autor
MORADO SUBIDO
MORADO SUBIDO
Se deshace el tiempo en edades mitológicas, consumado el deseado incesto se repite una y otra vez entre las penumbras que incitan el pecado, Edipo y Yocasta se reencarnan. En la habitación del hotel nos miramos, sonreímos mientras saboreamos el morbo sabor de un beso, y ante quien nos sirve en silencio jugamos incontrolables el placer lascivo de lo mitológico.

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

1 COMENTARIO

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.