Siempre estoy en busca de una linda chica para llevarla a la cama y algunas veces esto se da de una forma normal y sin muchos esfuerzos o algunas veces debo de ser intuitivo y ser mucho más atrevido para llegar a esa meta. Cómo llegué a ese punto con Luna, es el ejemplo de las cosas que uno se debe atrever a hacer para lograr el cometido.
La conocí el verano pasado en una de esas reuniones que mi hermana hace para agradecer a todos los empleados de nuestra compañía. Llegó con su novio a esta reunión social que se daba en mi casa y debo decir que ella no trabaja para nosotros, es el novio quien comenzaba a trabajar para nuestra compañía. En ese momento no le di mucha importancia a su presencia, pero la verdad que Luna me pareció uno de esos rostros exóticos, una mezcla de rostro latino y hawaiana. Ese día llevaba unos jeans de mezclilla y una blusa suelta donde se podrá apreciar una bonita figura con un obligado énfasis en sus pechos y glúteos, pues la verdad que es imposible no apreciarlos. Creo que solo crucé unas cuantas palabras con ellos, pues esa noche ya tenía a una chica en mi agenda con quien pasarla rico.
Meses después llegó nuevamente con su novio a casa, pues este debería recoger una computadora que le permitirá laborar afuera de las oficinas y esa tarde departieron con nosotros un poco más de tiempo y más que todo, me permitió platicar con Luna y conocer un poco más de ella. Y es como supe que tenía poco saliendo con nuestro empleado, de quien omitiré su nombre, que tenía 22 años y que era de origen mexicano y que había nacido en la Florida. Hasta ese punto todo fue de lo más normal. Todo cambiaria para la siguiente ocasión que vino para esa fiesta que mi hermana da a principios de otoño.
Regularmente son entre 80 a 100 personas que atienden este evento, en la cual mi hermana se encarga de incentivar ofreciendo algunos regalos a los empleados. Todo es buen ambiente, pues además de una cena formal, hay música y sobre todo, bebidas de todo tipo. La gente platica, baila y en el sótano de la casa es un gran bullicio. Esa noche para tomar aire fresco salí y donde todos parecían estar adentro, pues estaba un poco frío. Veo que hay una silueta de una mujer que parecía fumaba, pero la verdad era su aliento gélido el cual parecía humo y cuando me acerco es esta chica de nombre Luna.
Esa noche a penas la había saludado. Vi que tenía un vaso con algún tipo de bebida embriagante, yo llevaba un whisky con un par de cubos de hielo y me dirigí hacia donde estaba ella. La noté que estaba bajos los efectos del alcohol, pues las palabras le salían pausadas y me dijo que estaba disfrutando los jardines en una noche clara de luna y que le parecía fascinante el ruido del rio. Le dije que nos acercáramos a la casa de huéspedes y desde allí se puede no solo escuchar al rio, pero también verlo. Ella accedió sin ninguna objeción y me dio esa expresión de admiración cuando llegamos al patio trasero de la casa de huéspedes, la cual tenía la luz encendida y todo preparado pues es muy común que en eventos como estos, más de un par de parejas se queden a dormir en ella, pues se ven indispuestos a conducir por los efectos del alcohol.
A este punto todo es normal, le pedí a Luna que me diera un minuto, pues entraria a la casa de huéspedes a servirme otro trago. Cuando regresé no pude de dejar de admirar ese bonito culo en esos jeans que se le miraba en la distancia y es cuando el espíritu de depredador apareció. Como no tenía mucha confianza con ella ni tampoco mucho tiempo para eso de la conquista… a sabiendas que ya tenía novio, me llegó a la cabeza hacerle una propuesta indecente dado su estado bajo los efectos del alcohol y obviamente yo también estaba cayendo a ese estado también. Esto lo había hecho con chicas totalmente desconocidas, pero nunca con alguien a quien no conozco muy bien pero que estaba en mí mismo ambiente social, más que todo, ella era la novia de uno de nuestros empleados, aunque es mi hermana la que funge como su jefe.
Luna en esta ocasión vestía sus típicos pantalones jeans, una blusa negra y un chaleco corto azul de la misma tela que sus pantalones jeans. Lo procesé en esos pasos y después de retomar la plática la preparé para hacerle la pregunta:
– Luna, puedo contar con tu discreción… sabes, me gustaría hacerte una propuesta y no quiero que me lo tomes a mal y no pretendo ofenderte. Soy una persona muy discreta y me gustaría saber si esto que te voy a proponer es algo que solo quedaría entre tú y yo.
– Dígame Sr. Zena… me tiene intrigada. Dígame… claro que si… puede contar con mi discreción.
– ¿sabes lo que es un fetiche?
– ¡Creo saberlo!
– Pues bien, me gustaría ofrecerte $300.00 por tus pantis.
– ¡Que…! ¿Por los pantis que llevo puestas? Realmente nunca pensé que esa fuera su propuesta… nunca me lo imaginé.
– Disculpa si te molesté.
– No es eso… no se preocupe. Simplemente no me esperaba que fuera algo así.
– ¿Oh… dime, cuanto quieres?
– No es cuestión de dinero… simplemente no me lo esperaba. Usted parece de esos hombres muy elegantes que pueden conquistar a cualquier mujer. ¿Mire, yo no quiero su dinero, pero en… ¿dónde me los quito?
– Pasa a la casa de huéspedes, la puerta está abierta y la calefacción encendida.
Luna me quedaba viendo mientras se adentraba por la puerta y por la mente me pasaba que, si me daba sus bragas, estaría también dispuesta a algo más. ¿Qué chica está dispuesta a darte las bragas? Sabía que el alcohol hacía la propuesta y aquella respuesta mucho más fácil, pero no quería empujarla, aunque me daban las ganas de entrar por esa puerta y comenzar a posesionarme de su cuerpo. Esperé en el patio cubierto escuchado y viendo al río. La puerta se abrió y en los segundos estaba Luna extendiéndome sus pantis con una sonrisa que no sabría como describirla. Eran unos calzones tipo cacheteros de color rosa y los extendí y los olí en frete de Luna. Ella me dijo:
– ¿Está seguro de que es todo lo que quiere?
– La verdad que me gustaría mucho más… pero no sé si… (no me dejó terminar).
– Mire… entremos. No tenemos mucho tiempo para más, pero le puedo dar una mamada a su verga… ¿quiere?
Obviamente que quería y sin decir palabra entramos y fue como algo apresurado y esta chica Luna me soltó los pantalones y comenzó de una forma frenética a chuparme la punta de la verga. Lo único que me dijo en esos instantes mientras me la sacaba: – ¡Usted sí que tiene una verga grande! – Yo estaba parado y ella estaba sentada en un sillón y le comencé a coger esa bonita boca con un vaivén rico y sin hacerla atragantar… lo suficiente para correrme en ella. Tres minutos de un mete y saca constante y me corrí en su boca. Había uno de esos pequeños manteles que cubría una mesa esquinera y con eso se limpió su pequeña boca. Podía oler la corrida mía en su boca y de esa manera comencé a quitarle el pantalón jean que en un principio intentaba negarse pues me decía que no teníamos protección y que no deseaba salir embarazada. No le dije mucho y accedió cuando le dije que solo se la quería mamar.
Le eché llave a la puerta, subió las piernas para poder despojarle de esos pantalones que no sé cómo se los ponen, pues no le salían fácilmente. Una vez sin ellos y puesto no tenía bragas comencé a chuparle la panochita, que era de esas pequeñas y obviamente la tenía depilada. Le hundía la lengua y Luna solo me tomaba del cabello dejando escapar unos gemidos y su respiración se hizo profusa. Le lengüeteé ese clítoris frenéticamente y dos de mis dedos se introdujeron en esa cueva caliente y húmeda. Tres movimientos así y Luna me anuncio que se corría. Me halo del cabello mientras esta linda chica de 22 años bufaba del placer. ¡Que rico es escuchar los gemidos de una mujer cuando viven un orgasmo!
Estaba lleno de sus jugos vaginales y salí hacia el baño y segundos después llegaba Luna a hacer lo mismo. Nos limpiamos y usamos un antiséptico mentolado en ese afán de camuflar ese olor penetrante del sexo. Parecía que los efectos del alcohol le habían pasado a Luna en esos 12 últimos minutos de sexo oral, pues solo eso nos tomó a ambos para corrernos. Salimos como si nada había pasado y en ese camino hacia el jardín de la casa ella llevaba el hielo derretido en su copa tomándolo y yo llevaba una cerveza en mi mano y le dije:
– ¿Quieres que vaya por condones y te espero esta noche?
– No… usted no sabe cómo me siento. Nunca imaginé hacer algo así.
– No te preocupes, de esto nadie lo sabrá.
– Por favor…pero, aunque nadie lo sepa, yo sé que caí e hice algo mal y no sé cómo le voy a ver la cara a mi novio.
– Entiendo… imagina que todo esto no ha pasado… Por mi todo esto quedó en ese cuarto y gracias por complacerme… te recordaré cuando mire estas bragas.
Alguien salió a nuestro encuentro y nos decían que su novio había salido a la calle en busca de ella. Ella se unió al bullicio de la fiesta, yo me fui a mi habitación y nuevamente extendí sus bragas para volverlas a oler y volví a recordar esos gemidos cuando la estaba haciendo correr. Desde entonces no he vuelto a saber de Luna.
Escríbeme si te gusto este relato y si piensas que si he intentado follármela como se debe.
Tonyzena21@gmail