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Alenté a mi novia a que chatee hot con otro (parte 2)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Enlace a la primera parte:

Alenté a mi novia a que chatee hot con otro (parte 1)

En los días sucesivos al primer chat entre Nati (mi novia, en Uruguay) y “Julián” (o sea yo, con otro perfil) me conectaba como mi Némesis y le hablaba para ir tanteando su humor. Ella respondía a mis saludos, pero ni bien Julián (yo) iniciaba un diálogo más zarpado, ella le respondía “Jules, me encanta y excita todo lo que me decís, cómo me lo decís, realmente. Pero ya sabés. Si querés que empecemos a jugar pasando límites, tengo que avisarle a mi chico. Así es lo pactado con él porque -no te miento- la infidelidad tramposa ya la experimenté y noté como me pone saber que él me entrega a vos, me da letra, me deja ser tu puta… cuando nos mira”. Julián, claro, no aceptaba su inquebrantable nobleza para conmigo.

Durante los días subsiguientes, él (yo) tras 2 ó 3 intentos de convencerla sin lograrlo, situaciones que ella, fiel y franca conmigo me contaba, aunque a nuestros chats hot comencé a agregarles el componente “Nati, háblame de Julián, decime que te pasaba con él. Dale, que me caliento” y además le pedía que me mande videos pajeándose y nombrando a “Jules” logrando producir en ella mayor excitación que la que tenía al filmarse tocándose solo para mí. Con cada video o chat yo iba percibiendo como su calentura por él iba en aumento. Pero indefectiblemente cuando la volvía a contactar como él Nati repetía “Es con mi novio mirando o nada”.

Así que mi mente perversa se pasó esos días demostrando cuánto me ponía verla tan puta con su macho, pero a la vez, pensando cómo hacer para que como ya les dije, se entregue a su amante virtual inexistente. Ya saben: Julián era yo, con una cuenta falsa creada para mantenerla caliente, tan febrilmente puta con él que, de acuerdo a su historial confesado a mí por ella misma, dada la relación a distancia (Nati en Uruguay, yo en Argentina) calmara sus deseos eternos de serme infiel. Hasta que se me ocurrió algo muy muy perverso.

Yo, por WhatsApp, a las 11 am: “Nati. Te cuento que tengo que viajar a Trenque Lauquen por trabajo si bien llevaré mi celular, no se si tendré conexión las 24 horas, quizás en algún lugar de reunión, o quizás en el hotel en el que esté alojado. Salgo con un compañero de trabajo en su auto alrededor de las 15 h. hoy mismo, amor. Creo que vuelvo pasado mañana”.

Nati, por WhatsApp, me responde: “Bueno, vida. Hablaremos cuando tengas internet. Te voy a extrañar mucho” escribió con ternura.

Yo: “Yo también mi amor. Voy a preparar alguna muda de ropa y las cosas de trabajo que me piden llevar. Te hablo antes de irme”.

Nati, a mi: “Dale. Te amo mucho”.

En el tiempo que mediaba entre informarle de “mi ausencia” y el horario de la misma creé otra cuenta de Facebook: esta vez para ella con el nombre de Natalie, ilustrado con fotos de perfil y de portada que tomé de su propio perfil. Las horas parecían eternas mientras ella me mandaba algún que otro WhatsApp con palabras dulces y chanchas, alguna foto desnuda, alguna idea que se le había ocurrido para que juguemos a mi regreso y cosas así a las que yo respondía en el mismo tono. Al fin se hizo la hora de mi “partida”. Esperé unos minutos más y a eso de las 15:12 le envío el que sería mi último mensaje del día.

Yo, por WhatsApp: “Nati. Me vinieron a buscar. Tengo un nudo en el estómago” -exageré- “porque te voy a extrañar horrores”.

Nati tardó un rato en contestar. Esos minutos produjeron que esa sensación que inventé se materializara. Estaba en el trabajo, dudo que me estuviera engañando. Al fin sentí vibrar el móvil.

Nati, por WhatsApp: “Ay, ¡dulce! Vamos a estar igual. Que salga todo bien lo que vayas a hacer y porfi, tratá de conseguir señal así tengo mensajes tuyos y nos extrañamos menos. ¡Te amo!”.

Yo, por WhatsApp: “Sos lo más hermoso del mundo. Me voy que me tocan bocina. Te amo también”. Y cerré la aplicación.

Estaba nervioso. Ya se los dije: el vínculo que yo estaba queriendo forjar entre ella y Julián (yo) me tenía caliente, seguro -ella tenía que engancharse tanto con él que no necesitaría de otro- pero, no lo voy a negar- dado que ella ignoraba mi doble personalidad, revelarme cuánto se calentó esa vez con él (conmigo, bah) me ponía celoso.

Me fui al centro a hacer unos trámites para que pasaran 2 o 3 horas, porque ahora venía la 2da parte del plan. Julián iba a atacar de nuevo. Y esta vez ella no iba a decirle “Ya sabés. Si querés un chat sucio, esperá que llamo a mi chico porque te lo digo siempre, Jules. Que él nos mire y se ponga cachondo, me moja más que una tonta y común y corriente infidelidad”.

Volví a casa a eso de las 17.45h. Nati trabajaba en la radio de 08h a 16 h., por lo que supuse que ya estaría en su casa de soltera. Abrí el navegador que usaba con la cuenta de Julián, fui a su perfil y puse “enviar mensaje”.

Julián, por Facebook: “Nati. Estoy en llamas. No puedo más, chateemos y culminemos lo que empezamos la primera noche y que nos quedó trunco”.

Nati, a los 20 segundos: “Hola, Julián. Sería caliente y una experiencia inolvidable” leí y mi cabeza imaginó que le cortaría el rostro nuevamente, pero sin darle detalles. Pero no: para mi sorpresa y estoy seguro que fue totalmente consciente, mi chica le respondió “Mi novio acaba de irse de viaje por trabajo y estará ausente dos días así que como estoy sola y él no tiene conexión me va a ser imposible avisarle que mire nuestro chat…”. ¿La muy zorra estaba tirándole una data a propósito? ¿O a fuerza de ser lo más honesta con nuestro trato estaba nuevamente y con una causa inexpugnable frustrando los intentos de ese flaco que la ponía caliente en minutos?

Julián le contesta: “Perfecto entonces, mi musa, mi modelo. Él no está, vos no tenés que rendirle cuentas. Al fin y al cabo, está ausente por su razón y no por tu culpa, podemos chatear, experimentar, jugar y le contarás a su regreso. ¿No te das cuenta que vos no estás rompiendo el pacto? ¡Si él se fue!”.

Nati, leyó el mensaje, tardó en contestar hasta que tecleó: “Si, viéndolo así, estás en lo cierto. Pero ya te dije reiteradas veces que a mí me excita que él mire… no es solo nuestras reglas de hacerlo así, con mi novio presente: yo deseo eso también”.

Julián: “Mirá, Nati. Te cuento que creé un perfil para que vos uses conmigo. Vos y yo solos ya que es tan enorme lo que me movilizás que pensé que puedo permitir que por momentos el rarito de tu chico (la costumbre de probarla tratándome de perdedor, cornudo, pibito, etc., no podía detenerla: yo, como Julián, era el macho dominante y ganador) comparta alguna de nuestras enriquecedoras charlas, pero a cambio vos me podrías dar un gusto… algunas veces abrir esta 2da cuenta, que él desconoce, y cortarte sola conmigo. Respetás en parte el trato con él, yo lo acepto, pero me demostrás que realmente te intereso, te caliento, te pongo puta, complaciéndome en eso. Usando una cuenta para nosotros dos. ¿No te parece justo y morboso?”. Nati leyó en silencio sin responder. ¿Que estaría pensando? Así que apuré el tema.

Julián, de nuevo: “Sabés, porque tu entrepierna ya lo experimentó, que soy un cofre lleno de ideas tan sucias como novedosas y que tan solo con chatear un rato conmigo tu cuerpo comienza a transpirar. Tus axilas, entre tus tetas, chorros de sudor corren por tu espalda y que decir de tu concha, tu riquísima concha… ¿no está deseosa de probar mi Tronco?”. Y le pasé toda la data del nuevo perfil, así, sin esperar respuesta.

Al minuto, desde el correo de Natalie: “Hola, Jules. Acá estoy. Que lindas fotos mías elegiste para el perfil y para la portada. Y que ocurrente como perverso sos. La verdad: sos un vicio muy caliente, loco”.

Julián (yo), triunfante: “Ah, al fin sos mía, Nati. Por acá podemos cogernos tranquilos. Yo ya tengo ‘mi tronco’ duro y desenfundado”.

Nati, entregada: “Muéstramelo, dale Jules. Muéstrame ‘tu tronco’, el que soñé que me garchaba como lo puta que me volvés”.

Previsor, porque estaba jugado con todo con este papel de macho dominante, ya había bajado varias fotos de tipos desnudos, con el tipo de físico del Julián del perfil, con tatuajes y barba, con la verga afuera, pajeándose. Procuré que fueran pijudo y les corté la cara, por lo que solo se le veía el mentón peludo. Elegí una y se la envié.

Nati: “¡Tu ‘tronco’ es más de lo que imaginé, Jules! Estoy transpirando toda” le respondió mi “fiel” y leal novia.

Julián: “Te lo dije porque imagino que te conozco desde hace años, mi puta caliente. No veo la hora de conocernos personalmente y oler tu cuerpo el que debe tener el aroma a una yegua en celo…” y ordenó, dominante: “Pajeate para mí, como me prometiste, mándame el video nombrándome”.

Nati: “Ya me había desnudado, demonio irresistible, estoy en mi cama, metiéndome el frasquito de desodorante en la concha imaginando, como hice desde que te conocí, con tu ‘tronco’ entrando y saliendo de mi concha como si fuera tu puta y ya estoy por acabar. Corto de chatear y te mando el video”.

Julián: “Mi puta hermosa, mi musa más promiscua, la amante más caliente que he conocido, estoy a punto de acabar, de llenar todo mi atelier de mi leche”.

Nati: “¡Aghhh! ¿Cómo podés calentarme tanto, Jules? Grábate vos también y mándame el video por favor… te dejo que acabo y me quiero filmar”.

Bueno. Acababa de aparecer otro problema ya que si le mandaba un video pajeándome se iba a dar cuenta que todo era un ardid mío porque, claro, ella conocía mi pija, mi cuerpo, mis muebles. Pensé y caí en la cuenta de que estaba chateando desde mi computadora (ella no tenía: todo lo realizaba con el celular). Pues, para no enfriar su calentura y cortarle la acabada, hice silencio, pero ella lo rompió muy caliente.

Nati: “Decime algo sucio, Jules, que ya me viene. Haceme acabar como vos sabés, poneme bien puta… me viene…”.

Julián, con ingenio: “Te amo, Nati. Sabelo. Acabá pensando que Jules te coje, te mete y saca su tronco te hace su puta, te mira a los ojos y te dice ‘Te amo, mi amor’. ¿Lo escuchás en tu mente?”.

Nati solo escribió: “Si, lo escucho. Y me arrastrás a vos… te amo, Jules… ah”.
Otra vez, silencio de chat. Y veo como llega un video. Era ella, mi novia, desnuda, en su cama, toda transpirada, gimiendo, dándole mete y saca a su concha con un envase de desodorante a bolilla del tamaño justo para lograr su introducción. Sus largas piernas abiertas dejaban ver como se cogía a si misma cuando sus gemidos se entrecortan mezclándose con un suspiro tipo “Ay, ah…”, su cuerpo empapado tembló en ese orgasmo y junto a él escucho “Te amo, Jules. Me hiciste tu puta. Ah”.

Mi cometido con mi novia iba por los carriles pensados. Peligrosos. Pero sabía que si ella tenía con quien calentarse a distancia mientras estábamos separados cada quien en su país no iba a serme infiel. Si. Ya lo estaba siendo, pues había roto nuestro pacto y eso no dejaba de ponerme celoso pues para Nati complacer a Julián la empezaba a volver loca ya que ella desconocía que él era yo, por consiguiente, me estaba engañando pero no con alguien real, al menos. Y a mí me estaba calentando muchísimo verla así, tan puta con otro ya que, en el personaje de Julián yo podía liberarme y ser perverso, dominante, mandón, extremo, autoritario, avasallador, turbio, tan sucio que no me reconocía. ¿Una suerte de Dr. Jeckyll y Mr. Hide ó estaba sufriendo trastornos de personalidad? Escucharla diciendo su nombre con un “te amo” a otro hombre mientras tenía un orgasmo violento me hizo acabar a mí. Porque ¿que creían? Yo también me estaba pajeando…

Continuará.

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