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¿No me vas a coger?
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Ya habían pasado unos días desde que mi vecino me había hecho su ¡puta! Me encontré con él un par de veces, en una iba con su esposa, nos limitamos a un saludo cordial, y la otra ocasión iba solo. Obviamente aprovechó para decir merlo: ¡puta! y yo respondí con un susurro: Mande. Se rio y seguimos con nuestro camino.

Por un momento pensé que sería un evento que no se repetiría, una parte de mi quería que así fuera pues no quería tener algún problema por temas de privacidad ya que somos vecinos. Pero también otra parte de mi deseaba que volviera a ocurrir. No podía sacar esas imágenes de mi cabeza, de cómo me tenía en 4 y me daba unos empujones de verga que hacían sonar mis nalgas y me hacían gemir como nunca lo había hecho, es decir sin fingir, gemir realmente de la mezcla de dolor y placer que me hacía sentir, claro y no se diga la humillación que me hizo sentir al tratarme como una verdadera ¡puta!

Tres largas semanas pasaron en las que iba perdiendo las esperanzas de que se repitiera y no pude aguantar más. Vi por la ventana un día que su esposa salía y le mandé un mensaje:

Holi

Fue lo único que escribí esperando no molestarlo ni comprometer nada con un simple saludo pero que se notara lo femenino del mismo.

Te lo dije ¡puta! tu sola me ibas a buscar, fue su respuesta.

Auchh, eso me hizo sentir más humillada pues tenía razón, estaba buscando al hombre que vino a mi casa, me usó sexualmente a su antojo, me cacheteó, me metió la verga sin el menor cuidado, se burló de mi cuando me vio llorar, me llenó la boca de semen y me tuvo lamiendo sus huevos. A ese hombre, lo estaba yo buscando ¿Qué me está pasando? Pensé arrepentida

¿Ya tienes lo que te pedí?

Esa pregunta me puso muy nerviosa ¿Qué me pidió? No lo sé ¿En verdad me pidió algo o solo me estaba poniendo a prueba?

¿A qué te refieres? Respondí con temor

¿Porque siento temor de no cumplir sus expectativas? Me pregunté al mismo tiempo, pero mi cuerpo ya temblaba nervioso esperando su respuesta

¡Pendeja! te dije que para la otra te encerraras ese clítoris en una jaula ¿La tienes o no? Y debe ser la más pequeña que encuentres

Es cierto, había dicho eso cuando salió de mi casa, pero con la incertidumbre que me dejó y en las condiciones en las que lo hizo lo olvidé por completo, no podía mentirle, si decidía venir y no lo tenía me iría peor, así que enfrenté mi problema y le confesé que no la había comprado aún.

No me vuelvas a hablar si no me muestras que la tienes.

Si papi, le respondí, pero ya no recibí respuesta alguna.

Me sentí una tonta, me enojé conmigo misma y después no pude comprender porque me molestaba por no cumplir sus peticiones, algo me estaba pasando y no lo lograba comprender. Mientras mi cabeza se hacía bolas con esas dudas me metí a buscar jaulitas de castidad, había tanta variedad que quedé sorprendida, las había visto un par de veces en videos, pero yo era más de buscar BBC que a chicas trans, así que poca atención le había prestado.

Estuve comparando había de 3cm, 2cm 1cm 5 milímetros y… auchh encontré una que no solo no permitía ni la más mínima erección, sino que además tenía una especie de tubo que empujaba hacia adentro mi ahora nombrado clítoris. Dudé mucho, nunca había usado una ¿Y si me lastima? Pero si compraba otra y él se daba cuenta que no era la más pequeña se molestaría, así que no me quedó de otra y la agregué al carrito, enseguida las sugerencias llegaron a mí y me recomendaron una faldita que apenas tapaba la mitad de la cola, así que decidí darle una sorpresita y también me la compré.

Ahí estaba yo, buscando ropa sexy para ponerme y ofrecerme al hombre que me humilló sexualmente, vaya loca en la que estoy convirtiendo.

Me lo encontré un día en la calle, iba solo, lo miré con timidez preparándome para decirle que ya la había pedido y solo estaba esperando que llegara, pero pasó y no me dijo nada, ni si quiera volteó a verme, fue tan indiferente que dolió. Voltee incluso a verlo, pero él no lo hizo.

Me sentí doblemente mal, primero porque no me saludó y después porque dentro de mi estaba esperando esa palabra, esa que tanto odié, ahora la deseaba, la imaginé una y otra vez en mi mente que no escucharla me hizo sentir molesta, insatisfecha, necesitaba ahora que me la dijera, no me sentía completa si no me la decía, pero entendí que estaba molesto por lo de la jaula, así que no podía hacer otra cosa más que esperar a que llegara.

Dos días tardó en llegar y en cuanto cerré la puerta de inmediato la saqué, nunca había tenido ese objeto en mis manos ni si quiera lo había visto con mis propios ojos en físico. Era un aro metálico con una especie de tapita con hoyitos que tenía un tubo de 2 cm, los mismos que empujarían mi clítoris y lo harían desaparecer y una manguerita. Lo acomodé en el sillón, aquel donde me quedé dormida en faldita con mi cachetero en los tobillos después de haber sido usada sexualmente y le tomé una foto.

Estaba a punto de enviarla cuando veo que se pone en línea, me puse super nerviosa y me arrepentí. Me siento orgullosa de haberme arrepentido porque tome una mejor decisión, y fue ponérmela y enviarle la foto así.

Debo decir que nunca he tenido un pene grande de hecho todo lo contrario, en condiciones de frío o hasta normales puedo hacerlo desaparecer utilizando un solo dedo, mil veces lo hice imaginando que tengo una vagina y hasta me di placer alguna vez abriendo las piernas y acariciándome con 2 dedos forzándome a que no pudiera tener una erección para simular una masturbación femenina, eso mientras en mi culito tenía algún juguetito improvisado porque no podía comprarme uno real arriesgándome a ser descubierta.

Esto me facilitó mucho las cosas y aun así no fue nada sencillo colocarme la jaulita. Primero mis bolitas pasaron por el aro, después introduje con incomodidad la manguerita en mi orificio y cuando ya no hubo más espacio comencé a empujar con la tapita. Lo vi desaparecer milímetro a milímetro hasta que lo único que pude ver era la tapita plana y con emoción vi como el seguro llegaba a donde tenía que cerrarlo, así que tomé la llave y la cerré.

Que éxtasis más increíble sentí. Sin tomar en cuenta la forma en la que fui usada por él, nunca me había sentido tan femenina como ahora que algo me prohibía ver si quiera que tenía un pene, ni se diga de las erecciones que ahora eran prácticamente imposibles. Mientras veía videos para informarme, me di cuenta que algunas chicas usaban unas cintas que se amarraban a la cintura para que la jaulita no se fuera hacia abajo y mantenerla derechita, se veía tan lindo que busqué unas cintitas rosas en la casa y me las puse, me volvía loca, no quería quitármela nunca, me encantaba ¿Cómo es que nunca se me había ocurrido usar una?

Ahora si estaba lista, me acomodé, tomé la foto y se la envié sin ninguna palabra más. 2 horas tardó su respuesta, yo estaba impaciente, nerviosa ¿Y si ya no quiere, que tal que se molestó mucho? Por eso no me habló ese día, pensaba mientras revisaba a cada ratito mi celular, a veces lo veía en línea, pero no me escribía. ¿En qué me he convertido?

Mismo día, misma hora. Fue el mensaje que recibí y que me elevó al cielo, no estaba molesto, si vendría de nuevo y repetiríamos aquel momento que aún sigue impregnado en mi mente. Si lo sé, me va a hacer sentir humillada, me va a doler lo que me va hacer, pero si algo había aprendido es que al final lo iba a disfrutar y mucho.

Era miércoles, así que tenía que esperar un par de días, decidí no quitarme la jaula hasta que fue necesario hacerlo. Aun así el jueves me la volví a poner y así estuve todo el día, incluso salí a la calle con ella puesta y me sentí en las nubes.

Por fin llegó el día, esta vez no me sentía tan nerviosa, sino más bien emocionada, contenta, feliz tenía mi jaulita, tenía sus cervezas y yo estaba lista. Hacía frío, pero eso ayudaba más a que ponerme la jaulita fuera algo super sencillo, arreglé los listoncitos para que se vieran bonitos y me puse la faldita que había comprado. Era más pequeña de lo que imaginaba, apenas podía tapar un par de centímetros de mi colita prácticamente era un accesorio y no una falda, enfrente lo mismo, se podía ver toda mi jaulita expuesta y agradecí que me la pidiera, pues no me gustaría la escena si no la hubiera traído puesta.

Como travesti sueño todos los días con despertar un día y ver que eso que tengo entre las piernas simplemente desapareció y se convirtió en un hermoso clítoris de verdad, pero eso nunca pasará así que lo más cercano a ello es verme con esa jaulita. Me gustó tanto que decidí que no usaría el cachetero y lo dejé en la esquina del sillón.

Me maquillé, me puse mi peluca, mis zapatillas y estuve lista en la sala esperando a mi macho, contenta porque hoy volvería a ser una hembra. Sonreía como una tonta, me sentía feliz, él me lo dijo, esta será tu nueva vida y me encanta.

Lo escuché salir, puntual como siempre, lo vi revisar que no hubiera nadie, dio un par de pasos hacia mi puerta y sin dudarlo abrí la puerta. Entró a la casa, se puso detrás de mí, cerré la puerta y cuando aún se escuchaba el sonido del seguro cerrarse ya lo tenía detrás de mi empujándome contra la puerta que hizo un sonido ahogado de haber llegado a su límite. Me pegó completamente a la puerta, se pegó contra mí, sentía su verga dura en mis nalgas que ahora no tenían prácticamente nada que las tapara.

Con todo mi cuerpo pegado a la puerta y su cara a un costado de la mía escuché por fin su voz: ¡No quiero que vuelvas a hacerme esperar ¡puta!! ¿Entendiste? Me sentía incómoda en esa posición, me estaban regañando por no tener la jaula pronto y aun así solo podía sentirme feliz por escucharlo llamarme ¡puta! con ese tono que ahora me hacía poner la piel chinita, aunque no dejaba de ser despectivo para oídos ajenos.

Me dio la vuelta, me metió una cachetada durísima, me agachó y comenzó a sacarse la verga enfrente de mí. Quedé en cuclillas, con las piernas abiertas pegada a la pared, su verga ya reventaba, me encantaba lo dura que se le ponía a diferencia de la mía que prácticamente no existía, me la metió en la boca y comenzó a cogérmela sin que pudiera moverme a ningún lado pues la puerta no me lo permitía.

Me ahogó, me la sacó, me la volvió a meter, a veces poquito a veces hasta dejarme sin aliento y solo escuchaba su voz diciendo: Mama ¡Puta mama verga hoy vas a aprender a no hacerme esperar, soy tu macho y me tienes que respetar! Siguió cogiéndome por la boca un buen rato, pero de pronto se detenía, esperaba y volvía a empezar, no se quería venir.

En un momento, me tomó por la cabeza, me la pegó a su cuerpo con toda su verga dentro de mi boca y comenzó a caminar hacia atrás, mis rodillas cayeron al piso, y me hizo caminar así sin sacarme su verga de la boca, me llevó al sillón en donde se sentó con las piernas abiertas y dijo: Te voy a soltar y quiero que seas una buena perra lamehuevos. Me soltó la cabeza, yo me paré rápido, tosiendo un poco fui por su cerveza, se la abrí, se la puse en la mano y regresé al que sé que es mi lugar. Le chupé la verga, se la besé, se la acaricié e hice lo mismo con sus huevos.

¡Puta! lamehuevos me decía cada determinado tiempo, cuando lo hacía, yo le soltaba una miradita, y hacia una tímida sonrisa. Vas a ser una buena perra, ya verás que sí. Pero tienes que aprender a obedecer y si te equivocas necesitas ser castigada para que aprendas a satisfacer a tu macho, y esta vez te equivocaste al no estar preparada con lo que te pedí a tiempo así que hoy no te voy a coger.

Mis ojos se abrieron de inmediato ¿Qué? dije sorprendida y dejando de atender su verga. Me soltó otra cachetada ¿Quién dijo que dejaras de mamar? Regresé a lo mío con una sensación de desilusión. No por favor estoy lista para ser cogida, necesito ser cogida, necesito a un verdadero hombre dentro de mi ¿Qué hago? Me pregunté mientras le besaba los huevos y lo veía a los ojos rogándole que no me dejara sin su verga.

Después de tanto estar en mi lugar necesitaba su semen, así que comencé a chupársela más fuerte, me iba a servir solita mi premio, pero se dio cuenta, me la sacó de la boca, me dio una tercer cachetada, siempre lo hace tan fuerte que suena en toda la casa, solo ahogado por el grito que sale de mí. ¡Quieta perra! ¿Quién dijo que te mereces mi semen? Estas castigada acuérdate, recibirás solo lo que yo te quiera dar.

Por favor le dije y de inmediato exploté mentalmente ¿Qué acabo de decir? Le estoy pidiendo por favor que me dé su semen, debo estar loca. Una carcajada salió de él, cuando hace eso me siento humillada, ¿Qué dijiste ¡puta!?

Tuve que repetirlo más por la orden que porque realmente quisiera hacerlo, ya que no tendría ningún efecto sobre lo que yo deseaba, sino más bien era él quien quería escucharme rogar. Por favor, repetí. ¿Qué quieres? Me dijo con tono dominante. Tu semen papi, le respondí de una forma tan tímida que me sorprendí de lo natural que me salió esa voz, y es que era real. Así me sentía, intimidada, chiquita, dominada, humillada y mi súplica también era real, de verdad deseaba volver a sentir su semen en mi boca, me había encantado la última vez y quería que se repitiera eso, todo lo que me hizo la vez pasada y más aún.

Se puso de pie, su verga se restregaba en mi cara, la busqué con mi boca, pero él se hizo a un lado, bésame los huevos perra, dijo despectivamente. Me acerqué y lo intenté, pero él se hizo a un lado ¿Qué esperas? Dijo, volteé y lo intenté de nuevo, pero dio un paso hacia atrás, ¡Muévete pendeja quiero que me beses los huevos! Grito de pronto, caminé arrodillada y lo intenté una y otra vez, pero solo me paseó por la casa de rodillas buscando su verga, me sentía frustrada, en verdad se los quería besar, quería lamérselos quería chupar su verga y que me llenara la boca de semen, pero lo que más quería era ser cogida y no me estaba dando nada.

Dos besos le alcancé a dar a sus huevos de aproximadamente 50 intentos que me tuvo haciendo caminando por toda la casa. Eso te enseñará perra, cual es tu lugar y que debes ser obediente cuando te pido algo. Es todo lo que recibirás hoy.

No pude con esas palabras, No no no por favor necesito que me cojas, dije sin pensarlo. De nuevo esa carcajada, mírate ¡puta! te lo dije, te lo dije ¿Te acuerdas? Te dije que me ibas a rogar porque te cogiera, que te iba a traer lamiéndome los huevos que ibas a ser mi perra y mírate ahora ¿te lo dije o no ¡puta!? Si papi respondí con un coraje interno producto de mi frustración y de la humillación que me estaba haciendo pasar.

Te chingas, para que aprendas cuál es tu lugar ¡Quítate de la puerta! me dijo, pues después de mi humillante paseo por la casa terminé frente a la puerta, ya se iba, yo no podía permitirlo, iba a quedar insatisfecha y no quería eso. Lo vi subirse el pantalón y me abalancé a su verga, lo sorprendí, no se lo esperaba porque logré detenerlo y metí su verga en mi boca empezando a succionar rápido y sin control. ¡pinche puta! gritó. Me sacó la verga, me metió otra cachetada, ya me dolía mucho mi mejilla, todas me las daba en la misma. Esta vez no perdí tiempo y lo hice, mientras escribo esto no se si sentirme orgullosa o humillada, pero lo hice.

Le supliqué que me diera verga, que por favor y repetí mucho esta frase por favor cógeme, méteme la verga, hazme tu puta, por lo menos lléname la boca de semen, déjame probar tu semen lo necesito, te necesito a ti.

Cuando me percaté, él solo me veía y sonreía viendo como me había humillado yo sola. Que buena ¡puta! vas a ser dijo y comenzó a cogerme por la boca. Yo estaba feliz, al menos me daría su semen, abría toda mi boca para que me la metiera toda, jugaba con mi lengua y a pesar de que él tenía el control de como me cogía yo hacía lo que pudiera por incrementar su placer, lo escuche gemir un montón de veces, decir ¡Ah no mames que bien mamas la verga perra!

De pronto me empezó a coger más rápido, me sentí hasta mareada de lo mucho que movía mi cabeza con cada empujón de verga que parecía que se había olvidado que era mi boca y no mi culo el que se estaba cogiendo y de pronto me la sacó de un golpe, dio un paso esquivándome y empezó a eyacular, todo su semen cayó al piso y no se ni como ni porque, pero dije en voz alta: No, era para mi. Viendo su semen caer en el piso desperdiciado.

Dije que estás castigada puta, no mereces ni mi semen hoy. Se subió el pantalón, me hizo a un lado y salió de mi casa.

Durante unos segundos no supe que hacer, lo vi por la ventana irse, yo estaba aún agitada por la cogida de boca que me acababan de dar, volteé al piso y ahí estaba su semen, mi premio por ser una buena puta tirado en el piso. Era mío, era para mí, me repetía una y otra vez en mi cabeza y seguro que sabes lo que hice. Me agaché, mi colita quedó totalmente expuesta y abierta mientras me empinaba para lamer el semen que yacía en el piso. Yo solo podía pensar es mío, es mío, me lo gané y puedo disfrutar de él.

Lo lamí del piso, cada gota lo más rápido que pude esperando que no se secara pronto, a veces no conseguía traerlo a mi boca y tenía que aspirar un poco o ayudarme con las manos, pero así mi piso volvió a estar limpio y yo más o menos satisfecha. Cuando me di cuenta que ya no había nada más, me incorporé sentándome sobre mis piernas y en ese preciso instante escuché que tocaban la ventana, era él. Se había regresado y está pegado a la ventana haciendo casita con sus manos para poder ver a través y me había visto lamer su semen del suelo. Un rayo recorrió mi cuerpo me sentí totalmente avergonzada, llevé mis manos a la cara gritando “¡Ay no!” él se quitó y se fue a su casa sonriendo.

Ahí quedé insatisfecha, humillada, con el único bonito recuerdo de los dos momentos en los que me cogió por la boca, aunque no me desagradaba pensar en como me tenía paseando a gatas buscando su verga. Eso me había gustado. Pero yo necesitaba algo dentro de mí no podía quedarme en falda, usando por primera vez una jaulita de castidad de la cual ni si quiera me dijo nada, con el sabor a verga y semen en mi boca y no sentir placer en mi colita, en verdad sentía que lo necesitaba. Así que comencé a buscar con que darme ese placer cuando escucho mi teléfono sonar. Era él, no sabía que hacer, pero ignorar su llamada no era una opción así que respondí: ¿Holi?

Sabía que lo harías ¡puta! por eso me regresé, Se que quedaste insatisfecha y así quiero que te quedes, sé que me obedecerás porque tienes potencial para ser una buena ¡puta! ya lo vi, así que confiaré en ti, no quiero que te des placer de ningún tipo hasta que yo decida que puedes sentir placer. Si te portas bien la próxima vez vas a gozar más que cuando te quité la virginidad ¿Entendido?

Si papi, respondí impresionada de que tan bien me estaba conociendo o manipulando ¿Cómo sabía que buscaría darme placer? ¿Quién es mi perra? Dijo con un susurro que me encantó

Yo soy tu perra papi, respondí y sin más terminó la llamada.

Por extraño que parezca esa llamada me tranquilizó, me dejó más calmada, y me volví a recostar en el sillón sonriendo, con mi culo al aire, cansada de mi boca, con el sabor de su verga y su semen en ella, mejilla rojita y adolorida y una jaulita que durante todo ese tiempo me recordaba que las erecciones son exclusivas de los hombres y yo era una hembra, una ¡puta! con potencial me había dicho, una hembra que tenía macho.

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selenitamildred
selenitamildred
Soy Chica TV de closet, soy casada y mi mayor fantasía es ser la puta personal de un hombre que me haga sentir realmente como una puta frente a él. Soy del estado de México y no me gustan los amiguitos, quiero conocer machos de verdad

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