Se me acercó y me preguntó con una sonrisa: —¿Te puedo acompañar? La había visto algunas veces en el restaurante de mi hermana, el cual los días de fin de semana se convierte en un club de baile. Se presentó con el nombre de Yaneli y según mi calculo y no estaba tan lejos de mi percepción, debería rondar la edad de 25 a 27 años. Era bastante alta, de un metro y setenta y sus zapatos de tacón le hacían ver mucho más alta. Quizá tendría un peso de unas 160 libras muy bien proporcionadas, pues era una agradable delicia mirar sus pechos y un trasero que de seguro hacía babear a cualquiera.
Este día llevaba un vestido de color rosa encendido con un escote tan provocativo que medio pecho le quedaba expuesto y que prácticamente hipnotizaban a los de su alrededor. Tiene escultural cintura y a través de su vestido se podía ver el relieve de la ropa interior que usaba. Este día su prenda íntima era un bikini, el cual se translucía dependiendo el nivel de luz y que color de luz chocaba en semejantes y deliciosas caderas.
Cuando me hizo la pregunta, tan solo le sonreí y me he levantado para cederle la silla. Solo me pregunté interiormente: ¿Habiendo tanto joven en el salón, por qué busca mi compañía si de seguro le doblo la edad? Bueno, en los últimos años esta es la edad promedio de las chicas que me he llevado a la cama. Hicimos una plática amena, donde la insinuación era que no importaba si yo estaba casado, ella no buscaba una relación a largo plazo, ella lo que buscaba era una aventura con un hombre casado que no supusiera en ningún momento compromisos. La verdad que le tuve que mentir que estaba casado, no le quise decir la verdad para no estropear las fantasías que ella creaba.
No tuvo que pasar mucho tiempo para poner las cartas sobre la mesa, pues Yaneli creo que tenía ya todo en mente y bien calculado y, las tres margaritas que me dijo ya había consumido, como que aligeraban bastante sus pasos. En forma breve me dijo que era de descendencia dominicana, que trabajaba en el salón de estética de su madre, que tenía una pequeña hija de 4 años, pero que ese fin de semana su abuela se la había llevado a uno de esos parques famosos de la Florida y que disponía de toda la privacidad en su casa, pues ella debería de velar por el negocio de su madre.
Tenía facciones bonitas, piel morena entre ese color que divide la percepción del latino común y la gente africana: un amigo del restaurante se refería a ella como la mulata. Hermosos ojos verdes, sonrisa perfecta con unos labios carnosos y su cabello ovalado tan negro como la noche y estéticamente muy bien cuidado. Obviamente yo no tenía dudas que la quería probar, pues antes a que ella llegara a ofrecerme su compañía la había visto de espaldas y había imaginado desnudarla. Realmente nunca pensé que se me acercaría, pues en realidad no imaginaba que llegaba a solas a este lugar y también miré el interés que despertaba y muchos jóvenes se le habían acercado. Yaneli había puesto la plática donde ella quería y me hizo la pregunta para ponerle sazón a la conversación:
—Ya que tenemos un acuerdo de entera privacidad Tony, ¿cuál es tu fantasía sexual?
—¡La verdad que me gustaría penetrar a una linda mujer como tú analmente!
—¿Cómo? ¡Nunca se lo has pedido a tu esposa!
—¡La verdad que nunca! Eso es un tabú para ella.
La verdad que le mentía: no tenía esposa y a todas las mujeres con las que he estado en la cama, la gran mayoría les he hecho el sexo de los dioses griegos y a muchas a su gran mayoría les he hecho vivir orgasmos anales. Sabía que terminaríamos en la cama, pues Yaneli era muy abierta y con esas intenciones se me había acercado. Ella continuó diciendo:
—La verdad que no tengo experiencia en el sexo anal, pero si gustas lo podemos experimentar y de esta manera cumples tu fantasía y yo aprendo más del sexo.
—¿Estarías dispuesta?
Ella me dio las coordenadas para llegar a su casa y me pidió que llegara a cierta hora específica, pues intuyendo cómo funcionan las mujeres, quería estar lista y preparada en todos los sentidos para lo que podría ser una buena faena. Habíamos acordado no usar preservativo, pues según ella se cuidaba a pesar de que desde que tuvo a su hija, ella se había esterilizado y no quería volver a salir embarazada que, incluso tomaba pastillas para no tener el más mínimo riesgo.
Me fui del restaurante después de haberme dado una ducha en la oficina de mi hermana. Tomé una botella de vino de la cual nunca abrimos, pues Yaneli estaba tan caliente que no nos recordamos de abrirla. No estaba muy lejos del restaurante y solo me tomó diez minutos en llegar. Toqué el timbre y salió a recibirme y ya estaba cambiada. Podía darme cuenta de que se había dado una ducha y ella vestía una falda bastante corta y una blusa blanca donde podía ver esos hermosos pezones que se marcaban. Solo abrió la puerta y nos comenzamos a besar. Nos comimos a besos hasta que poco a poco me fui deslizando por su cuello. Yaneli solo jadeaba de placer y podía sentir como sus brazos morenos se erizaban. De aquella manera de beso en beso llegamos hasta el segundo piso donde estaba su habitación. Tenía velas encendidas con un aroma dulce muy agradable.
Continuamos con los besos y llegué hasta esos hermosos pechos que estaban libres sin sostén por debajo de su blusa blanca. Me puse a mamarlos como un niño hambriento y le pregunté: —¿Te gusta que te los mamen delicada o bruscamente? Ella solo me contestó: —¡De las dos maneras! Me fui por sobre ella en la posición de misionero, pero aun vestidos y solo le descubrí esos hermosos melones que deberían estar en la medida D, y los mamé a placer hasta morderlos bruscamente. Cuando le removí la falda, podía observar unas pantis blancas estilo bikini, las cuales mostraban esa humedad donde sus jugos vaginales habían atravesado la tela. No se los removí, y sobre la tela delgada de su bikini le comencé a chupar su pepita, la cual estaba totalmente bien depilada y tenía un sabor saladito muy rico y un olor a perfume dulce como el aroma de las velas. Yaneli debería haber estado tan caliente, que se corrió tres minutos después de haberle masajeado su pronunciado clítoris con mi lengua.
Le removí en su totalidad sus bragas y ella me asistió en removerle la falda. Continué con un oral más profundo donde también jugueteé con su perineo hasta alcanzar el agujero de su ojete. Yaneli solo jadeaba y solo logré escuchar entre palabras recortadas: —¡Tony, que rico mamas! Deslizando mi lengua en todo el contorno de su concha estaba, cuando me anunciaba que se venía de nuevo. Este orgasmo pareció ser mucho más potente que el primero, el cual terminó con una risa diciendo: ¡Wow, que rica corrida me has sacado! —Ven ahora es mi turno de comerme eso que quieres meterme en mi apretado culo. —me dijo.
Por mas esta decir, que mi verga estaba tiesa en todo su potencial y segregaba como un jovenzuelo liquido pre seminal, que mi bóxer estaba tan mojado como el calzón de Yaneli. Me había parado a la orilla de la cama para removerme el bóxer y Yaneli se sentó a la orilla y comenzó a tomármelo con sus manos y esparcía todo ese líquido por toda mi verga. Antes de llevarse mi glande a su boca me dijo: —Tienes una hermosa verga Tony y no sé qué me gusta más de ti, si tu verga o esa carita de niño bonito que tienes.
Comenzó con una mamada delicada hasta convertirse en una acción bastante agresiva donde intentaba que sus labios chocaran con mis testículos. Era bastante buena haciendo sexo oral, pues muy pocas chicas he visto que se meten toda mi verga en la boca hasta hacerla desaparecer y sostenerla de esa manera por largos segundos. Se la sacaba para tomar aire y lo hacía de una manera sofocante, pero luego repetía el mismo proceso. Mi verga estaba literalmente en su esófago. Ella hizo una pausa solo para decirme que me viniera a dentro. Yo estaba a punto de hacerlo, pero me sentí más libre de venirme cuando ella me lo pidió. Le dejé ir mi descarga ya prácticamente en su estómago, pues después que mi verga tomaba un estado más pasivo adentro de su boca, Yaneli me la siguió mamando hasta dejarla sin ninguna evidencia de mi esperma.
Pasamos a ducharnos para limpiar las secreciones de nuestro sexo del uno del otro y en el baño Yaneli siguió con la faena de seguir mamando. En esta ocasión se concentró en mis testículos y llegó con toda la libertad de hacerme lo que llaman “rimming”. Me estimuló el ano con sus besos negros y de esa manera me la volvía a parar y yo hice lo mío también, le comí el culo donde intenté penetrar lo más que pude mi lengua. Intenté penetrarle ese rico culo que tiene y donde fue un tanto difícil, pues descubría que Yaneli estaba muy apretada de su ojete. Intenté dilatárselo con caricias, metiendo uno, dos y tres dedos y donde parecía disfrutar del proceso.
Sin embargo, a pesar de que parecía dilatado, cada vez que intentaba meterle mi falo, este no se lograba meter. Se deslizaba para el norte o sur pero no lograba penetrarla. Nunca me había pasado esto y es por eso por lo que decidí escribir esta experiencia, pues nunca había encontrado a una chica tan apretada de su ojete. Ya me han dicho que tengo un pene bastante grueso, pero siempre había entrado incluso en chicas que son pequeñas, pero ninguna expulsaba mi glande de la manera que el ojete de Yaneli lo hacía. Alguien me decía que con los dedos uno obvio tiene más control, hay un hueso que se ayuda a sostener, pero mi verga logró entrar en un par de ocasiones, pero siempre se escurría del ano de Yaneli. Ella no mostró dolor alguno, de hecho, parecía gozar por los segundos que lo sostenía. Mi teoría es que tiene unos intestinos delgados y un esfínter reducido, que literalmente lo expulsaban cuando lograba penetrarla. Aceite no ayudó, de hecho, sentí aún más difícil la penetración. Eventualmente nos dimos por vencido y continuamos follando y donde Yaneli me montó a la inversa, dejando expuesto su hermoso culo a mi vista, donde aproveché de seguirle hundiendo mis dedos en su rico trasero, y es como ella revienta en un potente orgasmo, que literalmente humedeció hasta la cama.
Como yo ya me había venido una vez con esa grandiosa mamada, continué dándole en posición de perrito y donde seguí penetrándole con mis dedos el ano y Yaneli se masturba el clítoris con sus propios dedos. No pasaron ni diez minutos cuando volvía a explotar:
—Tony, me vengo, que rico, no pares, no pares… fóllame con todas tus ganas… no pares, no pares… Me vengo cariño, me vengo otra vez.
Cuando Yaneli se recobró de potente orgasmo, me pidió que me acostara de espaldas sobre la cama, ella se vino sobre mí y me comenzó a hacer una rusa con sus dos enormes tetas. Creo que en algunos lugares le llaman el collar de perlas. Luego me pidió que yo me fuera por sobre ella y de igual forma, ella se sostenía sus tetas mientras mi verga se hundía entre ellas y de esa forma me llevó a mi segunda corrida.
Estuvimos cogiendo hasta las tres de la mañana, ella habrá logrado de unos cinco a seis orgasmos y yo me vine tres veces en toda la noche y le eché un mañanero antes de despedirme cuando nos duchábamos. La verdad que esta morena está deliciosa, pero no logro entender como mi verga no se podía sostener adentro del culo de ella. ¿Alguna teoría?
Desde ese día no la he visto… no sé si ha llegado al club de mi hermana el último fin de semana, pues yo no tuve tiempo de ir. Quizá fue decepcionante que no me pude coger el culo de Yaneli como hubiese querido, pero esa sensación de cómo su culo expulsaba mi verga, era una sensación también deliciosa y adictiva.