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No hay como tener dinero
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Hace unos días vi una escena de una serie que ridículamente se parecía a una situación que me sucedió pocos años atrás. Nunca se me ocurrió contarlo antes, no solo por las consecuencias negativas que podría haber tenido en mi vida decirlo, sino también por la confidencialidad de los participantes de dicho suceso. Es por ello que a lo largo de este relato cambiaré los nombres para mantener el anonimato de todos los implicados.

Antes de entrar en detalle me gustaría hablaros de mí. Desde muy pequeño he estado yendo y viniendo en el mundo del modelaje. No es que sea un bellezón, de hecho, nunca me ha gustado presumir de mi aspecto; pero mi cara juvenil, el tono de piel clara, cabellos rubios y ojos azules con tonos amarillentos al parecer llamaban la atención de bastantes rastreadores de modelos.

Aunque fueron mis padres los que me introdujeron en este mundillo cuando apenas tenía los 12 años, conocedores de primera mano del sector y mis “manager” en ese momento, eran reacios a dejarme participar en todas las proposiciones de trabajos que me llegaban. Realmente no fue hasta cumplir los 18 que tuve el poder de decisión y en parte porque decidí independizarme.

Desde los 16 años, cuando la cosa ya se consolidó como algo profesional, me vi obligado a trabajar mi cuerpo. Sesiones de gym casi diarias, salir a correr por las mañanas, beber batidos con mil mierdas (verduras y huevos casi todo), etc. Al final se agradece tener el cuerpo tonificado, pero cuando se empieza… durísimo.

En ese primer año de “independencia” me salieron trabajos de todo tipo. Sesiones de fotos en bañador, en ropa interior, desfiles de moda y muchos más. Pero por desgracia, uno se da cuenta de lo que cuesta la independencia una vez contrastas lo que te pagan con lo que te cuesta el alquiler. Menos mal que compartía piso con otros chicos (también modelos y españoles) porque… dudo que entonces hubiese podido pagar yo sólo el alquiler de una casa entera. Además, el vivir en Paris resultaba de todo menos barato.

La historia que os contaba antes empieza aquí, en mi pisito compartido, con mis 3 compañeros de piso y amigos de profesión (JJ, Max y Arnau), desayunando en la mesa del salón y yo con mi cara de sueño recién levantado.

-Chicos, me ha llegado una oferta de una empresa de eventos. Buscan 6 modelos con buena percha, atractivos, que sepan entender bien inglés y que sepan servir mesa y cóctel para un evento de alto standing privado.- Dijo Arnau

-Tiene pinta de que buscan antes camareros que modelos- contesté pensando en la oferta

-Pues me han dicho que pagan 800€ la noche por 6 horas de trabajo. Cuando acabe de desayunar me inscribo de cabeza.- Contestó de nuevo

A todos se nos abrieron los ojos como platos. ¿800€ por 6 horas de trabajo? Era algo difícil de creer pero a la vez muy atractivo para nuestros bolsillos.

-Lo único es que te hacen hacer entrevista previa a pesar de ver tu photobook antes, es decir, deduzco que a lo mejor nos hacen hacer equilibrios con copas y platos. Pero… por probar… – Siguió Arnau.

Nuestros dotes de camarero no es que fuesen muy recatados pero, por otro lado, todos gozábamos de un buen porte y facilidad para conectar con las personas; así que decidimos apuntarnos, tirar solicitud y esperar a la llamada.

En apenas una hora ya nos habían convocado a los cuatro a una oficina del centro. Nos duchamos uno tras otro, nos vestimos elegantemente y nos dirigimos a la entrevista.

Al llegar a la entrada del edificio de la agencia nos encontramos con menos gente de la que esperábamos; unos 20 modelos a groso modo. Uno a uno íbamos pasando a una antesala donde se nos hacía firmar el típico consentimiento para gestionar nuestros datos personales y se nos pedía sentar en unas butacas a la espera de ser llamados.

Mientras esperábamos me fijé en los demás participantes. Había algunos bastante atractivos y, como hoy en día diría, extremadamente follables. No me malinterpretéis. Siempre he sido bisexual, pero por aquel entonces no había salido del armario e incluso seguía dudando de si lo era; mis relaciones sexuales se habían limitado sólo a tías hasta ese momento.

Finalmente me llamaron a mí, después de ver cómo entraban mis compañeros y esperar un buen rato sentado. Estaba claro que habían llamado por orden alfabético del primer apellido porque, teniendo en cuenta que el mío empieza por “z”… me habían dejado para el final.

-¿Cómo les debía haber ido a los demás? No habían salido por la misma puerta por donde habían entrado. ¿Cómo iba a ser la entrevista? ¿Estaría nervioso?- pensaba mientras me desplazaba en dirección hacia la puerta.

Al entrar en la sala, había un pequeño despacho. Un hombre con un claro acento británico me pidió que tomara asiento y, entonces, empezó a preguntarme cosas en inglés. Poco después de empezar la entrevista entró una mujer con una bandeja repleta vasos con hielo y una botella de whisky. Mientras seguían preguntando cosas, me hicieron levantar, coger la bandeja y servirles lo que me fuesen pidiendo entre pregunta y pregunta mientras contestaba.

Mi nivel de inglés era más que suficiente para tener una conversación adecuada con alguien, pero servir copas… debía gestionar el equilibrio de la bandeja con una mano, la coordinación con la otra mano para servir el whisky sin pasarme ni quedarme corto y a la vez ir conversando con el señor británico. Fue un estrés que casi me desespera, pero milagrosamente todo salió bien.

Cuando la entrevista parecía haber terminado y ya me disponía a salir por la puerta con el cartel de “exit”, los entrevistadores me indicaron que tomase otra puerta para la siguiente fase.

En la siguiente habitación había 3 personas sentadas frente a una mesa alargada. El centro estaba presidido por un hombre de pelo canoso, rondando los 60 años, con gafas cuadradas y vistiendo un traje negro con adornos florales rojos en la americana. Por otro lado, en los extremos, estaban dos chicas jóvenes vestidas con el uniforme de la agencia.

-Buenos días, soy Claude y estas son mis ayudantes Xesca y Mar. Soy el encargado de la selección del personal para el evento privado NEXT GEN; que se pretende realizar el próximo domingo y que supondrá una contratación para 6 horas de trabajo con un salario neto de 800€.- Dijo el hombre leyéndolo directamente de un papel y mirandome intermitentemente por encima de sus gafas – Muy bien. Eres Tobías ¿no?

-Sí, así es. Mejor Tobi, si puede ser- Contesté

-De acuerdo, Tobi. Te voy a explicar un poco en que va a consistir el trabajo y las peculiaridades del mismo. Si en algún momento no entiendes algo no dudes en frenarme y volveré a explicártelo. También tienes todo el derecho de parar la entrevista en cualquier momento, si no te sientes cómodo o si hay algo en lo que no estés de acuerdo, y declinar la oferta de empleo. ¿Lo entiendes?

-Perfectamente

-Ok. El trabajo. Consiste en servir copas y bandejas con canapés para los invitados de dicho evento. El contratante nos ha especificado que se trata de una fiesta de máscaras y que, por ello, los empleados que sirvan deberán llevar una máscara y un atuendo que os facilitará el mismo anfitrión. Luego te enseñaremos el conjunto, pero ya te adelantamos que es ligeramente atrevido.

-Por favor, defíname atrevido.- Le pregunté cortando su monólogo

-Se trata de un atuendo sin pantalones, boxers negros y con una camiseta de malla negra con transparencias. Y por otro lado la máscara que cubre la cara entera dejando ver sólo los ojos y parte de la mandíbula.- Dijo xesca enseñándome una foto del atuendo y poniendo sobre la mesa la máscara.

-Menos mal que estamos en verano- Contesté sacándole una sonrisa a la misma chica- De acuerdo, mientras no vaya desnudo no supone ningún problema.

-De acuerdo. Prosigamos.- Dijo Claude- El contratante ha impuesto unas normas directas para la concesión del empleo. Deberán seguirse al pie de la letra y en caso de no llevarlas a cabo o incumplirlas se podría rescindir el contrato sin necesidad de abonar salario alguno. Son 4 normas. 1 El empleado deberá abstenerse de hablar con ningún invitado siempre y cuando no se le invite a hacerlo o se le pida alguna cosa que requiera contestación. Y el idioma de contestación será siempre el inglés. 2 El empleado no podrá retirarse la máscara en público durante el laxo de tiempo que dure el evento. 3 Se seguirán de forma exacta todas las directrices que el gerente de sala marque durante su turno. 4 Para mantener la confidencialidad del evento, en ningún momento se podrá dar detalle de su localización y posteriormente no podrán hacerse declaraciones de lo sucedido en el mismo.

-No sé si entiendo muy bien lo de las máscaras. ¿Por qué no nos las podemos quitar?

– El contratante no ha especificado el motivo de ninguna de estas normas. Se puede sobreentender que el anfitrión busca que todos los asistentes puedan mantener el anonimato y así disfrutar de la velada sin prejuicios ni condicionantes. Son invitados con un nivel adquisitivo muy elevado y cada uno tienes sus peculiaridades.

-Entiendo. Creo que no habría ningún problema para seguir estas normas.- dije

-Muy bien. Ahora le pediremos que se quite la ropa y se quede en calzoncillos para examinarle, tomar nota de sus características físicas y hacer algunas fotos. Este material solo será usado para este proceso de selección y serán eliminadas adecuadamente una vez finalice.

Fue todo muy frío. Asentí, me quité los zapatos y los calcetines, me quité la americana y la camiseta y posteriormente me bajé los pantalones largos quedándome en slips frente a los tres. La chica que no había dicho nada hasta el momento, Mar, se levantó y se acercó a mí con una cámara fotográfica.

-Tiene los ojos muy bonitos. Buena altura. Cuerpo muy bien trabajado. Abdominales… Pectorales… Brazos… Yo lo veo muy bien.- Dijo Xesca mientras Mar sacaba fotos de las partes que iban mencionando los de la mesa.

-Sí sí. Por delante yo lo veo todo muy bien.- Dijo el hombre mirando por encima de las gafas que reposaban sobre su nariz, señalando al bulto de mi paquete con el manojo de hojas de papel que sujetaba en una de sus manos y haciendo reír a las chicas.

Su comentario me puso tenso. Me sacó de mi área de confort provocándome una risita nerviosa y haciéndome involuntariamente mover las manos a mi paquete para taparlo en señal de vergüenza.

Por favor, date media vuelta.- Me dijo el hombre riéndose también por mi reacción.- El trasero… también lo tiene bien marcado.

-Yo le veo muy buena simetría. Probémosle la máscara.- Dijo Mar siguiendo con la sesión fotográfica.

Me puse la máscara que aparentemente parecía ser una especie de premaqueta de prueba y que parecía encajar perfectamente con mi rostro.

-Por mí ya está. ¿Algo que objetar?- Preguntó Claude a sus asistentes. Y sin dar tiempo a contestar finalizó.- Ya puedes vestirte Tobi.

Me vestí de nuevo mientras los dos de la mesa tomaban notas y Mar volvía a su asiento.

-Muy bien. Te voy a ser sincero Tobi. Los demás aspirantes también tienen cualidades físicas muy buenas, pero aparentemente parece que te ajustas perfectamente al perfil que el contratante busca. La última decisión la tiene él, pero por nuestra parte vamos a formular un informe bastante positivo de tus características.- Dijo Claude- Ahora toma esa puerta donde encontrarás a los demás aspirante. En unos minutos os daremos los nombres de los seleccionados. Suerte.

-Muchas gracias- Contesté abrochándome los pantalones y apresurándome a salir por la puerta.

Ahí estaban Arnau y Max sentados uno frente a otro. Faltaban casi la mitad de los aspirantes.

-¿Qué ha pasado? ¿Y JJ dónde está?- Pregunté

-Se ha ido a casa. No ha pasado la primera fase.- Dijo Arnau

-¿Qué le ha pasado?

-Se le han caído todas las copas al suelo y ya no le han dejado seguir a la siguiente fase.-Contestó Max- ¿Ves esa puerta? Es la del despacho inicial. Todos los que han salido por ella son los que no han superado esa primera fase.

Puede parecer de mala gente, pero me alegré que quedara tan poca gente. Las probabilidades de ser uno de los seleccionados se habían ampliado en gran medida.

-¿Y qué os han dicho los de la segunda fase?

-Pues a mí me han dicho que tenía muy buen cuerpo, pero que la morfología de mi cara no se adecuaba demasiado bien a la máscara. Me quedaba bastante desproporcionada y se me caía.- Me dijo Arnau.

-A mí me han dicho que el trasero lo tenía un poco plano y que podía ser un hándicap para que me seleccionasen. Que el contratante buscaba a gente bien trabajada tanto por delante como por detrás. Y mira que me mato a hacer sentadillas… pero bueno. Ya veremos- Dijo Max

No quise darles detalles de lo bien que me había ido para no caldear el ambiente ni desanimar a ninguno de mis compañeros. Les conté lo incómodo que me había sentido al tener que desnudarme delante de ellos sin aviso previo (cosa en la que parecíamos estar todos de acuerdo), pero que a simple vista les había gustado.

De un momento a otro salió Claude, el seleccionador, con una carpeta en la mano.

-Primero de todo, gracias a todos por participar. Ha sido una decisión bastante complicada de tomar pero finalmente, a continuación, iré mencionando los nombres de los 6 seleccionados. Si no sois uno de ellos, agradecería que os marcharais. Gracias.

Claude empezó a dar los nombres y…, después de dar 3, dijo el mío. Me inundó una felicidad suprema. 800€ por 6 horas de trabajo. Que chollo pensé.

Desgraciadamente ninguno de mis compañeros fue seleccionado. Se despidieron de mí con un abrazo, me dieron la enhorabuena y me dijeron que me esperaban fuera.

A partir de ahí. Una vez estábamos solo los seleccionados, se nos hizo pasar por una mesa para firmar el contrato, nos llevaron a unos vestuarios individuales y se nos pidió que nos quedáramos de nuevo en calzoncillos. Una vez me hube quitado la ropa, entró un hombre con un metro y empezó a tomarme las medidas del cuerpo, incluidas las de la cara, las del culo e incluso las del bulto del paquete. Ya después de eso me pude ir a casa.

A los cuatro días recibí en casa un paquete certificado con el nombre de la agencia. Suscitó mucha curiosidad entre mis compañeros de piso, por lo que tuve que abrirla delante de ellos (en parte también me sentía obligado a compartir ese momento por solidaridad, ya que me daba pena que ninguno de ellos hubiese podido conseguirlo como yo).

Entregado en una caja de cartón dura, de color negro y letras doradas. Al abrirla lo primero que destacó de entre las demás cosas fue una caja de madera oscura. A su lado estaban las prendas de ropa del atuendo, pero mi atención estaba ya puesta en esa caja. Al abrirla pudimos ver la máscara, igual a la que nos habían enseñado en la entrevista pero con unos acabados claramente diferentes. La mitad de la máscara estaba hecha de una madera negra, de textura seca y con vetas grises y la otra mitad brillaba de un dorado metalizado en el que nos reflejábamos.

Sorprendido por el espectacular aspecto de la máscara, procedí a levantarla para probármela. Pesaba mucho más de lo que lo hacía la de la entrevista. Mientras, Max cogió una tarjeta que se encontraba en el fondo de la caja de madera y empezó a leer.

-Máscara Next Gen para empleados. Fabricada y diseñada por joyería bla bla bla bla. Materiales madera de ébano (base) y 50g Oro 24K.

Me entró un escalofrío que me rizó todos los pelos del brazo.

¿queee?- dijimos JJ, Arnau y yo al unísono.

-¿Que cojones? ¿50 gramos? ¿Oro de 24k? Eso es un pastizal.- Dijo Arnau

-Unos 2500€ aprox.- Siguió JJ tras buscarlo con el móvil

Dejé la máscara con cuidado en la caja y me quedé pensativo mirándola. Era una auténtica locura.

-No sé si me da muy buena espina esto.- Dije pensando en voz alta.

-¿Leíste bien el contrato antes de firmarlo? Que no sea que hubiese letra pequeña y eso.

-Sí, lo leí de principio a final y no ponía nada raro. Solo que…

Fue en ese momento cuando caí en el último de los puntos del contrato.

-Mierda. Ya sé dónde está el problema. Bueno, no acabo de saber si es un problema, pero ponía que en caso de incumplir alguna de las normas del contratante no se me pagaría el salario y que debería reembolsar el coste de la indumentaria para el evento. Es decir, si la cago… ¿me tocará pagar 2500 pavos?

-Eso parece, Tobi.- Dijo Arnau poniéndome una mano sobre el hombro.

-Y eso sin contar los calzoncillos a medida y la camiseta de rejilla, que también tienen pinta de ser caros- Añadió JJ

-Ok. Don’t Worry. No tiene por qué pasar nada malo. Sólo tengo que seguir las normas al pie de la letra y todo saldrá bien.- Dije convenciéndome a mí mismo, cerrando la caja y guardándola en mi habitación.

Después de eso, mis compañeros de piso evitaron hablar más del tema para no ponerme aún más nervioso. Pero aun así, esa noche no pude pegar ojo pensando en lo que estaba por venir al día siguiente.

Ya estaba listo. Tal como ponía la carta que había llegado junto al paquete certificado: A las 16:00, en la puerta de la agencia, maleta en mano con el atuendo y la máscara en su interior, aseado, vestido con ropa de calle y con el pase identificativo colgado del cuello. A partir de ahí la carta ya no daba más indicaciones.

Como era de esperar, estábamos todos los seleccionados allí esperando a las puertas de la agencia (supuestamente donde se suponía que nos recogería un minibús para llevarnos al lugar donde se celebraba la fiesta).

Mientras esperábamos el transporte, aprovechamos para conocernos un poco entre nosotros. Aunque parezca el principio de un chiste, casi todos éramos curiosamente de nacionalidades diferentes. Un alemán, un danés, dos franceses, un ucraniano y yo el español.

Haciendo corrillo hablamos sobre la máscara. Todos coincidíamos en lo absurdo que suponía llevar casi dos sueldos de cualquiera de nosotros colgando de la cara.

-¿Realmente era necesario?- Nos preguntamos todos.

Uno de los franceses dedujo que los invitados llevarían máscaras mucho más lujosas y que, para no despuntar, el anfitrión había decidido estirarse y darnos un atuendo un poco más exclusivo.

Finalmente llegó el autobús. Durante el trayecto, de aproximadamente unas 2 horas, estuve con los auriculares puestos y mirando la carretera. Los demás hablaban con sus compañeros de asiento, pero el mío (el ucraniano) no parecía querer entablar conversación.

Llegamos a una finca gigantesca escondida entre bosques. En el centro cruzamos un camino ancho con adoquines de piedra y con unos jardines espectacularmente cuidados en ambos lados. Al final del camino, una mansión imponente se levantaba sobre una escalinata de piedra blanca vestida con una alfombra roja carmesí.

El autobús se paró justo frente a ella invitándonos a bajar, tomar el equipaje y comenzar el ascenso hasta la puerta central, que se encontraba abierta de par en par. Nada más cruzar el umbral de la puerta, al fondo del ancho recibidor, apareció Mar (la chica de la entrevista) con un cuaderno en la mano y haciendo gestos acelerados con las manos para que nos apresuráramos y la siguiéramos.

No sé cuántas puertas pudimos llegar a cruzar, pero esa casa era un auténtico laberinto. Finalmente accedimos a una estancia que habían habilitado como vestuario, añadiendo en un lado cortinas para cambiarnos y taquillas donde dejar nuestras cosas. En el otro lado esperaban unas estilistas para acabar de peinarnos y darnos algunos retoques de maquillaje.

Mar parecía nerviosa y preocupada por el tiempo. Fue poner un pie en esa habitación y ella nos empujó a cada uno a un vestidor distinto para que nos apresuráramos a cambiarnos.

-Tienes 3 minutos- me dijo cerrando la cortina para darme intimidad.

Me desnudé, me puse la camiseta y cuando ya estaba subiéndome los calzoncillos fue cuando Mar nos llamó para que saliéramos. Nunca unos calzoncillos me habían sentado mejor; se adaptaban perfectamente a mis nalgas y mi pene y escroto quedaban perfectamente sujetos sin ejercer mucha presión pero a la vez perfilando el bulto para que se viera bien relleno.

-Tobi, tú aquí. Coge también la máscara.- Me dijo Mar señalando una de las sillas nada más abrí la cortina.

Me senté y dos estilistas se acercaron para empezar su trabajo. Una de ellas empezó por el cabello peinándolo hacia un lado, levantándolo con el secador y dándole laca para generar volumen. Mientras, la otra, empezó a maquillar ligeramente mi cara hasta dejarme tintando alrededor de los ojos con el mismo color negro y dorado de la máscara. Para acabar, yendo con mucho cuidado de no estropear el trabajo que habían hecho anteriormente, las dos me pusieron la máscara ocultando el elástico entre mis cabellos rubios. Hasta en el color del elástico habían pensado para que se camuflase bien.

-Muy bien chicos. A partir de ahora ya no os podéis quitar las máscaras. Si necesitáis beber en algún momento, tendréis a vuestra disposición unas botellas con unas pajitas en la cocina para que podáis hacerlo sin quitárosla.- Dijo Mar una vez estuvimos preparados todos.- Recordad las normas que os dijimos y todo saldrá bien.

Entró un hombre trajeado con un smoking blanco y una máscara igual que las nuestras pero completamente dorada. Su llegada enmudeció por segundos a Mar.

-Señores, este es vuestro gerente de sala. Os dirigiréis a él por “Monsieur le gérant” o “le gérant”. Si tenéis alguna duda lo tendréis a él para resolvérosla y daros las indicaciones oportunas para cada situación.- siguió Mar dándole paso.

-Mi Jefe, propietario de esta mansión y anfitrión de esta fiesta, me ha hecho llegar la importancia de que todo salga acorde a las expectativas que él ha puesto en este evento. Son 20 los asistentes que van a acudir; 16 invitados y algunos acompañantes de ellos. Todos se alojarán en estancias como estas. “Les serviteurs” serán los encargados de recibirlos, acompañarles a sus habitaciones y llamarlos una vez sea la hora de empezar el evento. Ellos tienen prohibido mantener conversación alguna con los invitados. Ningún empleado, a excepción de ustedes, tendrá la oportunidad hablar directamente con ellos. É ahí la importancia de que ustedes sepan mantener las composturas y atender a las peticiones de los invitados que surjan durante el convite. Yo les iré dando las pautas a seguir y ustedes deberán acatarlas.- Dijo el gerente en inglés.

Desde ese momento supimos todos que nuestro turno acababa de empezar.

El gerente nos mandó seguirle hasta el salón principal. Era inmenso. La izquierda estaba llena de mesas altas blancas que contrastaban con las paredes ornamentadas en un color dorado y ocre; pero la derecha destacaba por una gran chimenea decorada con figuras de mármol y envuelta de unos sofás y butacas de piel en los que perfectamente podrían caber todos los asistentes y aun así sobrar sitio.

“Le gérant” nos indicó cómo nos colocaríamos para la recepción de los invitados al salón y de qué nos encargaríamos cada uno. A mí me tocó servir whisky y otras bebidas alcohólicas junto con uno de los franceses. Dentro de lo que cabe era una las tareas más complicadas, pero me permitiría no tener que estar yendo y viniendo toda la noche de la cocina al salón en busca de cosas.

En la misma sala, detrás de donde se situaría el gerente, habían colocado una estantería repleta de vinos, champanes, whiskys y licores de primerísima calidad. Sería él quien me daría las botellas en función de lo que me fuesen pidiendo los invitados durante la noche.

Ya sabíamos qué hacer. Sólo nos quedaba esperar en los vestuarios a que llegasen los invitados y se hiciese la hora marcada. Por una de las ventanas íbamos viendo llegar Lamborghinies, Ferraris, Aston Martins… Cada cual, mejor. Sus propietarios aparcaban uno al lado de otro bajando ya con las máscaras puestas y siendo recibidos a los pies de la escalinata por el encargado de Les serviteurs.

-¿Creéis que entre ellos se conocerán?- Preguntó uno de los franceses

-No creo que sea la primera fiesta que celebran ellos. Incluso te diría que a lo mejor ya se reconocen por las máscaras. Mira cómo se saludan entre ellos cuando coinciden varios en la escalera de la entrada. No tiene pinta de que sean desconocidos.- Dijo el otro francés.

Poco a poco se fue haciendo de noche. Ya estaba dispuesto todo para que saliésemos y nos desplazáramos a la sala de fiestas. Cada uno colocado en su puesto y yo junto a la estantería de licores, permanecíamos a la espera de la entrada de los invitados.

Un cuarteto de cuerda, dispuesto junto a las mesas, afinaba sus instrumentos y ensayaban canciones para calentar los dedos y recibir así a los invitados con música en vez de en silencio.

Mientras que a nosotros se nos veía un poco nerviosos, “Le gérant” permanecía frio como una piedra; sin decir ni una palabra y quieto como una de las estatuas del jardín. Pero… fue abrirse las puertas y despertó de su letargo como si le hubieran dado al interruptor, acercándose apresuradamente a la puerta y dando la recibida a los invitados.

Por la puerta entraron mujeres y hombres vestidos de gala con máscaras exuberantes y llamativas de todo tipo. Ninguna se parecía a otra y todas brillaban de distintos colores, algunas de platino, otras de oro rosa, amarillo, blanco e incluso algunas con joyas incrustadas.

“Le gérant” hizo señales para que empezáramos a movernos con las bandejas con copas de champagne. Los invitados iban agarrándolas hasta que no quedó ninguna.

De un momento a otro se abrieron de nuevo las puertas y entró claramente el anfitrión porque todos lo recibieron entre aplausos y vítores mientras él se acercaba a saludar a cada uno de ellos.

La velada fue evolucionando poco a poco. Se fueron formando corrillos y nos iban llamando para rellenar las copas o para servir licores específicos.

En una de estas, me llamó el anfitrión, que estaba acompañado de dos personas más: un hombre claramente adulto (por su tono de voz y sus michelines que abultaban bajo el traje) y uno más joven y delgado.

-Tráenos un Dalmore doble a cada uno y para el chaval un Romanée Conti – Dijo poniéndole una mano en el hombro del joven.

El gerente me preparó las botellas y las copas para poder servirles delante. Fue entonces, cuando me acerqué, que pude oír el final de la conversación que mantenían los tres.

-… si, fue bien, gracias tío.- Dijo el chico joven

– Haz caso a tu padre que él sabe muy bien cómo van esas cosas- Dijo el anfitrión señalando al otro hombre y finalizando esa conversación al percatarse de mi presencia.

-Algo estaba claro. Los tres eran familia.- pensé

Le serví primero el vino al chico joven, que me miraba fijamente a los ojos. Tras llenar los vasos de Dalmoure y dárselos a los dos mayores, vi al chico como su mirada se desplazaba de arriba abajo analizando mi cuerpo para acabar finalmente de nuevo en mis ojos.

Sin realizar ningún movimiento brusco y con el permiso de los tres, me retiré a mi posición de la sala. El chico empezó a hablar de nuevo con su tío pero echando vistazos de vez en cuando hacia mí y haciendo percatarse de ello al anfitrión, que también desplazó su mirada hacia mí, curioso de saber qué llamaba la atención de su sobrino.

Por un momento pensé que algo iba mal. Miradas demasiado directas y sin motivo alguno…

-Algo no pinta bien. ¿He hecho algo mal?- pensé

“Le gérant” miraba hacia el anfitrión a la espera de si era llamado por cualquier cosa y efectivamente, pocos segundos después le llamaron. Se acercó a ellos aproximándose lo máximo posible y susurrando para no llamar la atención entre los demás invitados.

Entonces el chico susurró una cosa a su tío y se acercó hacia mí.

Intentaba mirar al resto de la sala para que no se notara mi inseguridad por lo que estaba sucediendo.

-Me llamo Ethan- Dijo el chico acercándose a mí.

– No estás nada mal… pero… ¿qué gracia tiene un buen cuerpo sin una cara bonita que lo acompañe?- siguió él– Puedes hablar. No te voy a morder.

-Perdón. Es que no sé muy bien qué decir.- Dije con la boca seca y temeroso.

-Pues dime tu nombre.

-Me llamo Tobi.

-Encantado Tobi. Y… una cosa, relaja el culo que se te nota más tenso que el cable de tender la ropa.- Dijo riéndose- Quítate la máscara para que vea cómo eres.

-No puedo. Si me la quito me puedo meter en problemas.

-Y si no te la quitas puedo ser yo quien te meta en problemas.

-Por favor. No me pongas en un compromiso. Si me la quito delante de los invitados no me pagarán el sueldo y me harán pagar la indumentaria.- Le supliqué

-Bueeeno, si es por dinero… no te preocupes. Yo te doy el doble de lo que te iban a pagar por esta fiesta y te pago el atuendo. Si de todos modos iba a pedirte comprártelo.

Me entró una risa nerviosa.

-Lo siento. Aquí no puedo. Por favor no me insistas.

-De acuerdo. No te preocupes. Ahora le digo a tu jefe que no me gusta tu atención.- Dijo amenazándome y girándose para ir de nuevo hacia el anfitrión.

En ese momento, por instinto, le agarré del brazo impidiendo que diera un paso más.

-De acuerdo, pero no puedo quitármela aquí. Delante de todos.- Le dije

-Entonces quítatela en privado y te doy 5.000€.

Tragué saliva.

-No puedo dejar la fiesta sin atender.

-Si es por eso, tampoco te preocupes. Yo me encargo.-Dijo soltándose el brazo, retirándose y hablando de nuevo con el anfitrión.

De ahí ya no salía vivo, pensé. Estaba claro que 5.000€ era mucha pasta y más por sólo quitarse una máscara, pero… No me daba muy buena espina ese chaval.

No tardó ni un minuto para volver hacia mi junto con “Le gérant”.

-Arreglado, vayamos a mi habitación. El gerente te sustituirá para el resto de la fiesta sin ningún problema.- Me dijo haciendo desplazarme con él bajo la atenta mirada del anfitrión y el gerente a ambos flancos.

Salimos por la puerta principal del salón y nos dirigimos hacia una de las habitaciones contiguas a donde los modelos nos habíamos cambiado. Al entrar, no tardó nada en quitarse la americana y tirarla sobre la cama.

-Muy bien, Tobi. Aquí tienes.- Dijo sacando un fajo de billetes.- Tus 5.000€. Quítate la máscara.

Me levanté la máscara poco a poco hasta dejar mi rostro al descubierto.

-Mírate. Cara de ángel y cuerpazo de tío bueno. Pero si estás buenísimo.- Me dijo

-Gracias. Yo ya he cumplido. ¿Me puedo ir señor?- le dije convencido de cuáles eran sus intenciones posteriores.

-Por favor, llámame Ethan y… ¿No me quieres ver a mí?- Me dijo quitándose la máscara y sin darme tiempo a contestar.

Sus facciones le aparentaban un chico más joven que yo, pero su forma de tratar conmigo y su forma de hablar me desconcertaban.

Hay que decirlo. El chaval estaba buenísimo: aparentemente delgado, de ojos verdosos, cabellos rubios, cara juvenil y de tez morena, etc. pero aparentaba ser un adolescente.

-¿Pero cuántos años tiene este chico?- pensaba desconcertado

-Sé lo que estás pensando. No, no es lo que parece. Tengo 18 recién cumplidos.- Aclaraba Ethan.- De no ser así, ni mi padre ni mi tío me hubiesen dejado venir a la fiesta.

-Perdóneme Ethan. Es que por un momento pensaba que tenía unos 16 años.

-¿No te he dicho que me tutees? Aquí solo estamos los dos.

-De acuerdo. Perdona Ethan.

-¿Y qué te parezco Tobi? ¿Te gusto?

En ese momento no supe qué contestar. Me puse nervioso, avergonzado y rojo. Como antes les contaba, sí, me sentía atraído por algunos chicos (como estaba sucediendo en ese preciso momento), pero nunca se me había presentado una situación como esa en la que tener que confirmar que me gustaba un chico. Así que… me quedé callado pensando y sin saber qué decir.

El chico empezó a quitarse la camisa dejando ver un torso tonificado y con unos abdominales y pectorales marcados. Prosiguió bajando sus pantalones y quedándose solamente en boxers, donde se escondía su pene claramente grande y erecto. Al ir a dejar la ropa a una de las butacas, pude ver también su culo, bien abultado y redondito.

Para ese momento yo ya estaba más que excitado y, aunque Ethan seguramente ya se había dado cuenta, no me decía nada al respecto. Se acercó a mi oreja y yo me quedé casi paralizado.

-Ahora sólo depende de ti. Si te apetece, lo podemos pasar bien. Nadie tiene porqué saberlo. Y… si no quieres, puedes salir por esa puerta y aquí no ha pasado nada.- Me dijo susurrando.- Pero viéndonos… creo que lo podemos pasar muy pero que muy bien.

Si os soy sincero, no recuerdo muy bien lo que contesté. A lo mejor incluso no llegué a decir nada, pero lo siguiente que hice fue empezar quitándome la camiseta de malla, los zapatos y calcetines; tirándolos al suelo, y me acerqué a él para darle un buen morreo.

Nuestros labios entraron en contacto tan apasionadamente que nos dejamos caer sobre la cama. Nuestras lenguas se entrecruzaban la una con la otra rozando entre sí.

Poco después, Ethan se incorporó sobre la cama mientras yo permanecía boca arriba para seguidamente bajarme los calzoncillos y desnudarme así por completo.

Mi polla estaba tan empinada que permanecía levantada en ángulo sin sujetarse en ningún lado. Ethan se acercó a ella, la agarró y empezó a masturbarme poco a poco.

Sentí el tacto de su mano rodeándome la base de mi pene y moviéndola arriba y abajo haciendo que la piel de mi prepucio llegara hasta la punta.

-Dios mío, es muy grande. Voy a intentar metérmela toda, a ver si puedo.- dijo poniendo los labios sobre ella, empezando a chupar la punta e introduciéndola poco a poco en su garganta.

Sentía un placer inmenso. Notaba como la cabeza de mi polla se abría paso dentro de él entre paredes húmedas y lubricadas de saliva. Mientras yo le acariciaba los cabellos, el poco a poco lo introducía más tomándose pequeños momentos para respirar; hasta que le vi preparado, que fue cuando decidí ayudarlo a acabar su tarea agarrándolo de la cabeza mientras él me acariciaba los abdominales y sumergiéndolo todo hasta que mi pene desapareció en la boca de Ethan y con sus labios acariciando mi pubis.

Él se la sacaba toda, lamía la punta como si fuese un caramelo y se la volvía a meter entera como si el juego consistiera en alcanzar la máxima profundidad de penetración posible. Por un momento, incluso se le pasó por la cabeza introducir mis huevos a la vez en su boca pero, tras un intento, se dio cuenta que sería tarea imposible. El pobre por poco se asfixia intentándolo.

Estuvimos varios minutos así. Era un placer indescriptible. Su forma de succionar me hacía enloquecer y gemir de placer. Poco a poco sentía que me iba a venir en nada.

-No te vayas a correr aun, que sólo acabamos de empezar.-Me dijo respirando con fuerza tras tomarse un descanso mientras proseguía masturbándome.

-Lo voy a intentar. Pero no te prometo nada. Si seguimos a este ritmo no creo que pueda durar mucho… más…..- Le contesté quitando su mano rápidamente para no correrme.- Buff. Por poco.

-Muy bien. Tu turno.- Me dijo bajándose sus calzoncillos y sentándose sobre mi pecho con su polla encañonando mi cara.

Tenía un pene incluso más grande que el mío. Una flecha gruesa y larga, muy erecta y cubierta de venas. El bello, era apenas perceptible en todo su cuerpo (rasurado al 0 y rubio como yo)

-¿Te puedo ser sincero?- le pregunté- Es mi primera vez con un chico. No sé… cómo…

-No te preocupes. Déjate llevar.- Me dijo posicionando su pene sobre mis labios…

En primer lugar le di un lametón para testear el sabor e ir probándome. Seguidamente seguí lamiendo de la base a la punta sin acabar de introducirla en mi boca; pero, apenas 30 segundos después, decidí metérmela. Tenía un sabor extraño, pero me encantaba ver al chaval sobre mí y su vaivén de cadera; así que agarré de su trasero para acompañar su movimiento mientras palpaba sus nalgas.

Él poco a poco iba introduciendo más y más su polla en mi garganta hasta que sin previo aviso la metió hasta la base provocándome una arcada que me hizo empujarle con las manos hacia atrás.

-Perdona. Es que casi vomito de la arcada.

-Perdóname a mí, que te la he metido entera a traición. ¿Quieres intentarlo tú poco a poco hasta donde puedas? Agárrame del culo y estira hacia ti a tu ritmo y hasta donde puedas meterla.- Me dijo dándome un beso en los labios y reposicionándose de nuevo con la polla frente a mi cara.

Le agarré del culo, tomé aire y fui estirando su culo hacia mí poco a poco mientras su pene iba trazando su camino hacia mi garganta. Sentía como me venían arcadas y espasmos en la barriga, pero cuando pude darme cuenta ya tenía mis labios en el pubis de Ethan. En esa posición, agarré de su cadera y empecé a moverlo unos centímetros atrás y adelante para que gozara como lo había hecho yo antes.

No os voy a mentir; fueron unos segundos un poco agonizantes. Sin poder respirar, teniendo arcadas, sintiendo como mi garganta hacía ruidos cada vez que la polla de Ethan llegaba a la altura de mi nuez desplazándola hacia fuera, etc. Pero estaba tan excitado que era completamente sumiso.

-Para ser tu primera mamada, has llegado mucho más lejos de lo que otros han aguantado… -Me dijo sacándola toda untadita de saliva.

-Gracias.- Dije tomando aire y dejando caer mi cabeza sobre la almohada agotado.

-Date la vuelta.- Me dijo volteándome y dejándome tumbado boca abajo.

Ethan salió de la cama, se acercó a unas butacas que estaban en una equina de la habitación y cogió 3 cojines mientras yo le miraba con curiosidad. Se acercó de nuevo a la cama y posicionó los cojines uno sobre otro bajo mi a la altura de la pelvis.

-Ponte cómodo.- Me dijo abriéndome las piernas y dejando mi culo levantado.

A continuación, se tumbó él detrás de mí con su cara a la altura de mi culo. Ayudándose de las dos manos, agarró mis nalgas abriéndolas y dejando mi orificio al descubierto y empezó a lamerlo con delicadeza.

Era una sensación escalofriante que nunca antes había sentido. Su lengua daba vueltas rodeando el perímetro hasta que sentí que intentaba introducirse por el centro. Era raro, pero me gustaba. Sentía humedad y presión.

Poco después Ethan se incorporó, sacó de su maleta lubricante y me advirtió de que me relajase. Fue entonces cuando, después de tirar un chorretón de lubricante en mi agujero, empezó a introducir lentamente un dedo.

Mi primera reacción fue cerrarme y apretar el culo inconscientemente a modo reflejo provocándome un poco de dolor y obligando a Ethan a sacarlo.

-Relájate. Es normal. No te preocupes. La primera vez cuesta mucho y el cuerpo reacciona así. Por eso te he metido un dedo, para que el cuerpo se vaya acostumbrando poco a poco hasta que estés preparado.- Me dijo besando mi espalda.- Colócate boca arriba con las piernas flexionadas.

Me puse en la posición que dijo dejando mi culo levantado al cielo por los cojines. Ethan de nuevo empezó a introducir un dedo y aunque mi reacción fue la misma, el impulso no fue tan fuerte permitiendo mantener el dedo dentro. Mi culo se abría y cerraba como si fuesen palpitaciones.

Tras un minuto de permanecer con el dedo dentro y después de que mi ano se relajase un poco, Ethan empezó a meterlo y sacarlo con suavidad.

-Creo que estás preparado para avanzar un poco más- dijo introduciendo un segundo dedo.

El segundo no generó apenas complicaciones; pero, cuando intentó un tercero, me vino una punzada de dolor que me hizo soltar un quejido. Ethan rápidamente sacó ese tercer dedo y se mantuvo con los dos restantes dentro bastante más tiempo jugando con la profundidad, el vaivén y su velocidad. Finalmente, sin darme cuenta, Ethan ya había vuelto a introducir ese tercer dedo que se metía con fuerza en mi ano dilatándolo y lubricando bien las paredes del interior.

-Tendrías que verte el culo. No creo que nunca haya estado así de abierto.- Me dijo

A esas alturas ya había metido un cuarto dedo y su palma se deslizaba hacia mi interior hasta la parte inferior del dedo pulgar de su mano. Sentía una punzada de dolor cada vez que mi ano dejaba pasar sus nudillos hacia mi interior. Ethan lubricaba y lubricaba como si quisiese acabar la botella.

-Creo que ya estás más que preparado- Me dijo sacando la palma, abriendo las nalgas y mirando bien el agujero abierto de par en par.- Pon la mano y sentirás lo abierto que está.

Ethan se acercó a un tocador donde estaba su móvil y, mientras yo palpaba mi orificio, él me hizo una foto y un video de cuerpo entero desde los pies de la cama para enseñármelo.

-¿Has visto lo hermoso que eres por fuera y por dentro?- Me dijo riéndonos los dos sorprendidos por el diámetro de apertura de mi ano.

-Bueno. Creo que ya estás preparado. ¿Estás listo para que te folle?- Me dijo manteniendo la sonrisa picarona.

-Sí, pero hazlo despacio y con cariño eh.- Le dije juguetón pero asustado.

Ethan no se lo pensó dos veces. Pareció un niño a punto de estrenar su juguete nuevo. Se apresuró a colocarse con su pene frente a mi agujero mientras yo permanecía tumbado boca arriba en la misma posición.

Empezó por introducir la cabeza de su pene y siguió poco a poco hasta meterla enterita. Sus trabajos de dilatación previos habían hecho muy bien su función porque no sentí ninguna molestia mientras centímetro a centímetro iba penetrándome. Aun así ese momento permanecí mirando a la nada (al techo), temeroso de sentir algún dolor.

Con toda su carne dentro de mí, se incorporó tumbado sobre mi pecho y morreándome empezó a desplazar la cadera haciendo un vaivén de penetración. Aunque al principio sus movimientos eran lentos y pausados, fue cogiendo velocidad y fuerza. Notaba cómo su pene frotaba en mi interior provocándome tal placer que hasta deseaba que Ethan fuese más rápido y más duro.

-Más rápido, Ethan. Más adentro.- Le decía gimiendo de placer

-Como tú mandes mi príncipe.- Dijo aumentando su dureza

-Sí… Sí… Así.- Le susurraba aireadamente.

-Ponte a cuatro patas.- Me dijo sacándola.

Me levanté poniéndome a 4 patas en la esquina de la cama y dejando mi culo a merced de Ethan, que ya se había colocado de pie para volver a meterla de nuevo hasta sus huevos. Sentía y oía su pelvis chocar contra mis nalgas con cada golpe de cadera. Su líquido preseminal goteaba de mi culo cada vez que la sacaba por completo de mi interior.

Y yo, excitado y caliente como una perra, abría con las dos manos mi culo para que él apurase hasta el último milímetro de pene.

La intensidad del placer se iba incrementando según iba pasando el tiempo hasta llegar a un punto que era incapaz de controlar mi cuerpo. Gemía, sentía escalofríos, se me tensaban los músculos, mi cadera se movía por si sola.

-Ethan, más… más…

Ethan lo entendió sin hacer falta acabar la frase. Empezó a taladrar tan apresuradamente mi culo, que me produjo tal orgasmo que me corrí sobre la cama saliendo una cantidad abismal de semen sin necesidad de tocar mi polla. Una de las mejores corridas de mi vida. Yo seguía gimiendo fuertemente con cada andanada de Ethan.

-Tobi. Yo también me voy a correr.- Me dijo

-Hazlo.

-¿Dentro?

-Sí. Puedes.- Le dije eufórico y caliente.

-Mi príncipe. Estoy a tus órdenes.- me contestó.- Voy a rellenarte entero hasta preñarte

Empezó de nuevo a taladrar con fuerza mi ano hasta que sentí como él gemía acabando dentro de mí. Al sacar su polla, chorreó toda su leche caliente derramándose de mi culo completamente abierto en canal. Su boca se apresuró a recoger todo el semen que iba saliendo de dentro de mi para tragárselo hasta no dejar ni una gota.

Después de dejar mi culo completamente limpio, Ethan se acercó a mí para besarme, tumbarnos en la cama y achucharnos un buen rato mientras ambos recuperábamos las fuerzas.

-Has estado espectacular- Me dijo.- No parece que haya sido tu primera vez.

-Tú también has estado genial. Nunca me había sentido así de bien. El orgasmo me ha durado mucho más que haciéndome una simple paja.- Le contesté acariciándole sus cabellos mientras permanecíamos desnudos.

Una hora después, cuando todo parecía haber acabado y yo estaba a punto de dormirme, Ethan se volvió a poner juguetón. De nuevo me volvió a dar un morreo, se bajó al pilón para chupar mi pene y, cuando ya estaba erecto, empezó a introducirse algunos dedos en su culo.

-Te toca a ti ahora. Métemela toda.- Me dijo acercándose a mi pene y sentándose lentamente sobre él. Su culo apretado iba bajando mi pilón hasta que se ocultó en su interior. Movía su cadera dando vueltas y levantándola para aumentar la fricción con mi pene.

Fue en ese momento cuando desperté y decidí llevar la iniciativa. Lo tumbé boca arriba con sus piernas sobre mis hombros y se la metí de un pollazo provocándole un gemido fuerte. Se la metía con la misma fuerza con la que él me había penetrado antes mientras él me miraba con cara de placer y excitación.

Veía que desgraciadamente no tendría tanto aguante como él había tenido conmigo, así que decidí agarrar del pene de Ethan y masturbarlo para acabar los dos a la vez. Y así fue. Empecé a sentir como su respiración se aceleraba con la mía, aumenté mi velocidad de penetración, sus músculos se tensaron, su culo se apretó y se corrió sobre su barriga. Yo saqué mi pene de su culo y lo llevé a su boca para correrme dentro de ella mientras él succionaba y tragaba.

De nuevo nos abrazamos en la cama.

– Tobi, eres genial. Quédate conmigo esta noche.- Me dijo

– Es que no sé si puedo. Se supone que estoy trabajando.

– Mi tío no te pondrá ningún problema por quedarte a dormir conmigo. Además, no quiero que pienses que esto ha sido un simple polvo y ya está.

– Para mí no ha sido un simple polvo. Si por mi fuera me quedaría aquí contigo toda la semana.

-Toda la semana no sé, pero 3 días podríamos quedarnos.- Me dijo

-Bueno. Empecemos por esta noche. Que primero tenemos que conocer un poco más de cada uno.- Le dije llevando los pies al suelo.

Permanecimos gran parte de la noche hablando de nosotros, de lo que nos gustaba, de nuestras vidas, etc. Hasta que los dos caímos rendidos de sueño.

A la mañana siguiente nos despertó “Le gérant”, que entró por la puerta sin máscara y sin avisar previamente. Ethan y yo seguíamos desnudos sobre la cama.

-Señorito Ethan, su tío quiere que desayunen juntos- Dijo el gerente.- Los demás invitados ya se han marchado.

Mi primera reacción fue coger uno de los cojines para taparme las partes, pero Ethan se levantó a por su ropa sin taparse ni nada, incluso rascándose una nalga descaradamente.

-Pon un cubierto para Tobi también.

-No sé si su tío estará de acuerdo…

-Tobi está conmigo y, aunque sea pronto para definir nada, es mi amigo y mi tío entenderá que esté en nuestra mesa.- Dijo Ethan.-Por cierto, manda cambiar las sábanas y traed las cosas de Tobi aquí.

-Lo que usted mande.- Contestó “le gérant” saliendo de la habitación.

No supe qué decir. Todo había sido tan rápido que me parecía demasiado extremo el hecho de presentarme ante la familia de Ethan como alguien importante para él. Pero me hacía sentir querido esa forma de actuar, así que me dejé llevar.

-Venga, vístete, desayunamos algo y luego nos volvemos aquí a jugar un rato más si te apetece- Me dijo acercándose a mi aún desnudo, quitándome de las manos el cojín que había utilizado para taparme y agachándose a besarme el pene.

Le cogí la cara para acercarla a la mía y besarlo en la boca.

-No sigas por ahí, que a este paso no vamos a ir a desayunar.- Le dije sonriendo

-Ahí, en ese armario tienes varios trajes míos. Pilla el que más te guste y nos vestimos.

Ethan y yo teníamos medidas similares, por lo que su ropa encajaba perfectamente con mi cuerpo. Elegí un traje Brioni, que me pareció elegante y adecuado para no desentonar frente al tío de Ethan, y nos fuimos al comedor privado.

A partir de aquí los detalles de lo sucedido durante el desayuno no tienen importancia, solo comentaros que la frialdad con la que se había desarrollado la fiesta desapareció junto con las máscaras. Me trataron como uno más de la familia.

Ethan y yo permanecimos los 4 días siguientes juntos, follando a todas horas. Su tío nos dejó la mansión para nosotros solos. El servicio también estaba por la casa, pero actuábamos como si no existiesen. Follábamos en la habitación, en el baño, en el bordillo de la piscina privada, en la sauna, en la entrada principal, etc.

Uno de esos días Ethan ni se molestó en vestirse. Se levantó de la cama, me agarró de la mano y estiró de mí hacia fuera de la habitación sacándome. Ambos estábamos desnudo y, aunque me incomodaba ir así frente a desconocidos, ninguno de los sirvientes pareció impresionarse o avergonzarse. Poco después, tras desayunar, nos levantamos de la mesa y nos fuimos a la escalinata de la entrada a tomar el sol.

Tumbados en el descansillo, el sol rozaba nuestras pieles desnudas calentándolas y haciendo que el bello de los brazos y las piernas se levantase. Mis dedos de la mano acariciaban el abdomen de Ethan trazando un recorrido ascendente hacia sus pechos. Ethan por momentos se excitó, levantándose su pene lentamente y quedar erguido. Entonces fue cuando me pidió que se la chupara. Bajé 2 escalones, él abrió las piernas y se la empecé a comer. De un momento a otro “le gérant” salió por la puerta pillándonos en plena faena y, aunque mi reacción fue parar avergonzado, Ethan me dijo que siguiese; que no pasaba nada, que no parase.

-Tráenos lubricante.- Le dijo al gerente, que desapareció por la puerta hasta volver con lo que Ethan le había pedido.

“Le gérant” permanecía a la espera mientras yo seguía chupándole el pene a Ethan.

-Tobi, follemos un rato. Levanta.- Me dijo dándome la vuelta, lubricando sus dedos y empezando a meterlos en mi culo.

Al estar follando cada poco tiempo, mi culo se dilataba mucho más deprisa; por lo que, sin haber metido casi los dos dedos, me hizo sentarme sobre su instrumento mientras él permanecía sentado en el escalón.

Empecé a cabalgar su polla sintiendo como se metía en mi culo ansiosamente. Sentía un poco de escozor debido a la prolongada “fiesta” de los días anteriores, pero se sentía tan bien… Yo gemía con cada penetración. El sol caía sobre nuestras pieles haciendo mezclar el sudor, el líquido preseminal y el lubricante entre nuestros cuerpos. Ethan se lubricó la mano y devolvió el bote a “le gérant”, que se mantenía mirando la escena sin mediar palabra.

-Tráenos unas bebidas y luego puedes retirarte.- Le dijo aireadamente, agarrando mi pene con la mano recién lubricada y empezándome a masturbar al ritmo de penetración.

El gerente nos dejó unas limonadas frescas junto a unas mesitas de terraza con sillas de metal y se marchó adentro.

Sin sacar el miembro de Ethan de mí, me di la vuelta para darle la cara mientras lo cabalgaba. Los dos respirábamos aceleradamente mientras nos besábamos. Volví a la posición inicial (de espaldas a él, un escalón más abajo y él abierto de piernas), que era la que mayor comodidad presentaba para los dos. Seguimos, seguimos y seguimos hasta que noté que me iba a correr. Sin que Ethan soltara para nada mi pene, siguió masturbándome hasta que se me tensaron los músculos, gemí y salió disparado un chorro de esperma que llegó hasta 5 escalones más abajo de nosotros.

Unos segundos después, Ethan culminó también dentro de mí, dejando su pene dentro hasta que salió por sí sólo al ponerse flácido. Al principio no salió su semen de mi interior; pero, tras sentarme a su lado en el mismo escalón, tumbarme y tomar aire, poco a poco fue saliendo, derramándose de mi culo al escalón y a su vez goteando en el siguiente escalón. Había sido una corrida bastante abundante y líquida, porque dejamos una buena mancha de semen en la escalinata.

Nos desplazamos a la mesita donde estaban las limonadas y me senté en una de las sillas de metal. Mi culo seguía goteando semen de la silla al suelo, pero “le gérant” compareció de nuevo para limpiar el estropicio que habíamos hecho en la escalinata y para ofrecerme unas toallitas húmedas de aloe calientes para limpiarme el ano y calmarme así la irritación de la penetración.

-Puedes ir preparando otras toallitas de estas. Que antes de comer voy a ser yo quien las necesite.- Le dijo al gerente mirándome a mí y riéndose.

-Déjame que recupere y luego te doy lo tuyo.- Le contesté agarrándome los huevos y guiñándole un ojo.

La siguiente vez tampoco defraudó. Aunque se podría decir que fue casi una copia calcada del anterior polvo (cambiando los papeles), esta vez lo hicimos sentados en uno de los bancos del jardín para que nuestro semen cayera sobre el césped y no en una superficie que luego se tuviese que limpiar. “Le gérant” también estuvo en esa ocasión para acercarnos lubricante de nuevo e indicarnos que la comida ya estaba preparada, algo un tanto inapropiado cuando te la están comiendo.

-No te preocupes, de momento yo voy servido.- Le dijo Ethan sacándose mi pene de su boca y sonriendo.- Retírate.

Ya luego podéis imaginaros cómo evolucionó el polvo… Se la metí sin previo dedeo mientras él estaba a 4 con el pecho reposando sobre el respaldo del banco. Le di tan duro que por un momento me pidió que bajara el ritmo y me parara. Sentía sus espasmos anales presionando el tronco de mi polla. Proseguí con el vaivén de cadera más lentamente hasta alcanzar de nuevo velocidad de crucero. Sacaba de vez en cuando mi pene para observar su ano completamente dilatado y escupir en su interior. A los pocos minutos, sabía que Ethan ya estaba a punto de caramelo por sus gemidos cada vez más agudos y aireados; entonces, decidí darlo todo. Aumenté la velocidad de cadera, la sequedad de los golpes y la profundidad de penetración, hasta que los huevos de Ethan descargaron la poca leche que había dado tiempo a generar seguido de un gemido fuerte y desgarrado mientras yo pellizcaba y frotaba sus pezones con los dedos. Fue tal el orgasmo que sintió, que sus piernas se quedaron temblando y sin fuerzas por segundos. Mientras él se quedaba como un flan, aproveché para meterlo más y más. Apretaba su barriga para sentir cómo mi rabo trazaba su camino por dentro de Ethan mientras él seguía gimiendo. Finalmente no pude contenerme más y rellené su interior de corrida calentita.

Nos besamos apasionadamente sobre el césped mientras mi leche iba saliendo del culo de Ethan y finalmente, cuando el goteo viscoso hubo terminado, nos levantamos para irnos a dar una ducha e ir a comer. Esa sería el último polvo de esos increíbles 4 días, ya que, poco después de acabar el postre, “Le gérant” nos avisaría de la llegada inminente del tío de Ethan.

Ya era hora de volver a casa y recuperar la normalidad, pensé. Ethan se propuso llevarme a casa en su coche (un Lamborghini aventator) y durante el trayecto (esta vez mucho más rápido) se me pasó por la cabeza la gran diferencia que había en el viaje de ida y de vuelta. Todo había empezado muy frío, con nervios e inseguridad; y ahora volvía a casa lleno de vida. Mientras hablábamos, cada vez me daba más cuenta de que Ethan me hacía sentir feliz y que lo quería. Nadie me había aportado tanta seguridad en tan poco tiempo; incluso estaría dispuesto a comérsela en ese momento mientras conducía, algo impensable 4 días antes.

Mis compañeros de piso andaban bastante preocupados. Se suponía que tenía que volver la misma noche que me fui, pero… 4 días después seguía sin aparecer y sin dar señales de vida. Estaban por llamar a la policía. No contestaba a mi móvil ni a los mensajes porque, claramente, estaba ocupado (bueno, ya sabéis porque).

Cuando llegué, JJ estaba en la terracita mirando en dirección a la calle. Al verme bajar de ese cochazo, llamó a los demás compis que sorprendidos miraban hacia mí sin que yo me hubiese percatado. Ethan bajó del coche, se acercó a mí y me plantó un beso con lengua apasionado y con un breve magreo de manos en mis nalgas.

-Hablamos por teléfono esta noche. Recupera fuerzas y, si quieres, mañana nos podemos volver a ver.- Me dijo Ethan, mirando arriba hacia mis compañeros de piso y haciéndome mirar riéndose.- Creo que nos vigilan.

– Te quiero, Tobi. Ya hablamos.- Me dijo despidiéndose con un piquito y marchándose con el coche.

Los 3 me miraban desde la terraza poniendo caras de incrédulos y de sorpresa; a lo que yo contesté levantando los hombros en señal de “es lo que hay señores”.

Claramente, al entrar por la puerta de mi piso, tuve que dar muuuchas explicaciones. Primero explicar que me gustaban también los tíos, luego explicar quién era Ethan y por qué había estado tanto tiempo fuera incomunicado. Y, aunque al principio fui reacio a contar la historia, finalmente cedí hablándoles de lo sucedido durante la fiesta y posteriormente. Ninguno me echó en cara mi orientación ni mis acciones, sólo se quejaron de que no hubiese avisado de que no volvería hasta pasados unos días.

Y bueno. Con Ethan pasaron muchas cosas más, pero creo que contaros los siguientes días y semanas de aventura harían este relato más largo de lo que ya es; por lo que dejaré un punto y seguido para, si eso, más adelante poder acabar mi historia. Sólo decir que esa fiesta fue, en parte, el detonante de lo que soy hoy. Y… que… de ella conservo la excitación y una máscara que me recuerda que todo aquello, aunque lo pareciese, no fue un sueño.

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