Cuando la curiosidad por descubrir los más profundos secretos de tu pareja, asaltan la monotonía de una relación estable y un tanto aburrida; las increíbles sorpresas descubiertas te sumergen en una cruel confusión y un tormentoso dilema.
La evidencia se reproducía una y otra vez en el teléfono junto con recuerdos y planes en una infinita línea de tiempo; que no ofrecía pista alguna para justificar el presente evento. El vídeo de la cámara oculta que eficientemente plante en el baño captó con perfecto encuadre la normal rutina de mi esposo al igual que el morboso motivo de su antojo.
De pie frente al inodoro y con brutal lascivia frotaba su miembro erguido hacia su ombligo mientras observaba un peculiar vídeo porno en su tablet de trabajo. Convulsiones de fulgor lo sacudían al sentirse identificado con el personaje masculino, succionando el ímpetu de una shemale que sin compasión alguna violaba las profundidades de su garganta.
Mi razón vagando en un limbo de incertidumbres y dudas ignoro la reacción primitiva surgida bajo mis bragas. Erróneamente adjudicada al reencuentro con imágenes de pasiones pasadas.
-Sabes que me gustaría hacer ahora…
Esa fue la llave que me abrió la puerta a su boca tímida y reservada la primera vez que nuestros cuerpos se entregaron. Sus nerviosos labios recibieron los míos respetando límites no impuestos que fui expandiendo con cada iniciativa.
Lo sorprendió mis manos traviesas trasteando en su bragueta la inmoralidad encerrada tras sus jeanes; para liberarla en el calor y húmedo rincón de mi boca. Los bordes de su imperante estaca fueron bordeados de arriba abajo y viceversa por la sensibilidad de mi lengua y el interior de mis mejillas.
Torpe y tembloroso embistió enseguida la desnudez ofrecida por mi espalda mientras mis pechos, víctimas de sus manos, le servían de agarre para sostener el galope a tiempo acompasado de sus ansias reprimidas buscando satisfacer las mías. Su inocencia lujuriosa, dudosa inexperiencia y persistente disfrute del sexo, activaron conexiones de profundas perversiones en mi cerebro y profanas sensaciones se extendieron a lo largo de mi piel.
Desde entonces hasta ahora hemos perfeccionado el arte de amarnos sin censura, urgencias o egoísmos. En la búsqueda del placer ajeno encontramos el propio goce ilimitado. Hemos sido fervientes amantes ocasionales, mejores amigos en pijamada algún que otro sábado en la noche, cotidianos compañeros de vida y completos extraños de viaje.
Sobreviví al caos en mi cabeza tejiendo ideas descabelladas y entregándome por completo a las perversiones en la red. Allanando las cumbres de la indecencia; abandone la pureza limitante que aún conservaba de doctrinas retrógradas impuestas al crecer. En la libertad de sentir a rienda suelta con imágenes depravadas y pecaminosas- citando a cualquier vieja religiosa- sin darme cuenta fui caminando calzando los zapatos de mi esposo sobre un camino oscuro, angosto y lleno de miradas despectivas, crueles comentarios, chistes homófobos.
Comprendí el silencio en el que entallas trajes a tu figura sin ser hechos a tu medida. Y con temor desgarrador al solitario y doloroso rechazo huyes de quien eres, luchas contra ti mismo en un cuadrilátero sangriento de culpa, desesperanza, desamor y desasosiego.
Me prometí ser e intentar hacerlo feliz volando sin arrepentimiento las planicies del pecado. Mejor arder auténtico en el infierno que bailar enmascarado en el paraíso.
Lo aborde después de un desfile de coronas de forma sutil pero directa como quien habla del clima en un lunes a la mañana. Sus evasivas disfrazadas con fingidas carcajadas a supuestas bromas fueron aplaudidas por la calma mejorada de un buen humor y confesiones de mentiras recreadas. Firme como mías fantasías ajenas fingiendo despertarle curiosidades ya satisfechas.
Sus ojos destellaron de deseo cuando al correr la cortina de la ducha me presenté vistiendo una de esas bragas de silicona con consolador incluido. Como gato desconfiado que quiere el premio pero espera en la distancia se limitó a observarme de lejos jugar con el miembro falso como si fuera mío.
Parada frente a el clave mis ojos en los suyos con una mirada penetrante y usurpadora mientras lo obligaba a arrodillarse ante mi. Con dominante frialdad sostuve su cabeza para penetrar su boca como respuesta a la suplicante expresión de su rostro. Se aferró a mis caderas bebiendo la vid de sus sueños reprimidos para nacer en agonizantes gemidos desbocados.
Comenzó mi pulso a saltar en la vagina que se consumía en latente fuego al observarlo devorar con intensidad plena la tan realista verga. Casi podía disfrutar las lamidas intercaladas de su puntiaguda lengua a lo largo de aquel miembro que con cada húmeda inmersión se volvía más mío, lo sentía profundamente mío.
En la comodidad de la cama espere con delicada paciencia el momento adecuado para penetrar su virginidad y amarnos luego en total desenfreno. Por primera vez nuestras almas se pertenecieron al entregarse en esencia y oscuros pecados; al divulgar secretos ocultos sin vergüenzas ni moralismos.