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Necesito relajarme y acudo a mi vecino Miguel
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Tiempo de lectura: 4 minutos

El domingo pasado no pude ver a mi novio porque estuve todo el día haciendo quehacer en la casa; barriendo, trapeando, lavando ropa, cambiando ropa de cama, planchando, etcétera. Anochecía y estaba cansadísima, necesitaba relajarme, pero también cargarme de energía, porque el lunes empezaría una semana de mucho trabajo. Necesitaba sexo, necesitaba una buena cogida, así que le mandé una foto enseñando las tetas a mi vecino Miguel, diciéndole: “Será que te puedas escapar de tu esposa para darme… un masaje?”. No tardó en contestarme: “Voy, putita”.

Dejé la puerta abierta de la casa y le escribí: “Abierta y esperando; solo entra”. Así que me acosté completamente desnuda y masturbándome un poco. Miguel no tardó en llegar, entró a mi recámara, se paró al pie de la cama viéndome completamente desnuda y masturbándome.

-Te ves deliciosa, Ana.

-¿Te gusta verme?

-Mucho.

-¿Te gusta ver cómo me masturbo?

-¡Un chingo! Quiero ver cómo te vienes mientras te masturbas –enseguida me toqué para venirme en poco tiempo-.

-Quítate la ropa –empezó a desvestirme mientras yo me masturbaba-.

-Qué rica carita pones, putita… estás ardiendo, Ana.

-Quiero que me cojas, Miguel; quiero tu verga, vecino.

-Por supuesto que te la voy a meter, puta, pero primero quiero ver cómo te vienes, Ana –me agarré las tetas, me pellizqué los pezones, eso me pone a mil y me vengo más rico; estaba lista para venirme-.

-Ay, no mames, me voy a venir, vecino.

-Sí, vente, putita –él se masturbaba viéndome, se hincó entre mis piernas viendo como me venía-.

-Ay, no mames, qué rico… -mis espasmos reflejaban lo intenso de mi orgasmo- ¡puta madre, qué delicia!

-Ahora sí ahí te va, perrita –me abrió más las piernas, restregó su verga en mi panochita, la golpeteó y luego me la ensartó de una estocada hasta el fondo- ándale, cabrona; ¿eso querías, verdad, Ana?

-Ay, cabrón, ¡qué rica verga tienes!

-¿Te gusta, putona?

-Puta madre, me encanta tu verga, vecino.

-Te calienta que le pongamos los cuernos a tu güey y a mi vieja, ¿verdad puta?

-¡Un chingo! ¿Te acuerdas cuando fui a llevarle cosas la vez que estaba con el bicho y me cogiste, cabrón?

-¿Cómo no me voy a acordar Ana? Mi vieja en cuarentena en la recámara y tú mamándomela y dándome las nalgas en la sala, canija.

-¡Ay, me cogiste delicioso! Cómo siempre que me coges, Miguel; no manches.

-Me encanta la pinche cara de puta que pones cuando te entra, Ana.

-Ay, es que tu verga es deliciosa, vecino; está durísima, no manches.

-¿Sí la sientes?

-Puta, la siento cabrón, Miguel. ¿Cojo más rico que tu vieja?

-Estás mucho más rica, Ana y coges de poca madre. Tienes unas pinches tetas y unas nalgas espectaculares, cabrona… y los sabes, putita. Por eso te coges a tanto cabrón –me puso de lado para darme de tornillo, creo así le dicen- mira nada más estas nalgas, culona –me dio una nalgada y siguió bombeándome- me encanta cogerte así, pinche Ana; te agarró las nalgas y las tetas.

-Cógeme como quieras, vecino, nada más no dejes de metérmela.

-Por supuesto que no Ana; de pendejo dejo pasar este culo –empezó a dedearme el culito mientras seguía metiéndome su verga en mi panochita- además eres bien cogelona, mamita. No mames, qué suerte tener una vecina tan rica y tan putona.

-Ay, no chingues, me fascina tu verga, vecino.

-Jajaja cómo aprovechamos esa cuarentena de mi vieja, Ana.

-Sí, vecino; cogimos como conejos, ¿verdad?

-A veces nomás ibas a mamármela, Ana. Tomaste muchos mecos, ¿no?

-Me encanta cómo sabe tu lechita, Miguel.

-¿Te gusta que te dedeé el culito, Ana?

-¡Ay, mucho… se siente riquísimo! Síguele que me voy a venir, vecino.

-¿Te vas a venir, putita?

-Sí, vecino… ay, no mames, qué rico, qué rico.

-¿Te gusta que te dedeen el culo, Ana?

-Ay, sí, ¡sí… es delicioso!

-Vente, putita, vente, Ana –en ese momento me vine riquísimo; después de unos minutos me puso boca abajo y me la metió así-tienes un pinche culote delicioso, Ana.

-Ay, no mames, ¡qué rico me coges!

-¿Te acuerdas qué rico cogimos en el estacionamiento cuando la fiesta del condominio, putita?

-Sí, Miguel, me llenaste las nalgas de tu semen, no manches; regresé toda embarrada a la fiesta.

-Puta madre, me encantan tus nalgas, pinche Ana –después de unos minutos, puso una almohada debajo de mi cadera, me puso lubricante en el culito y me la metió poco a poco para que mi ano se adaptara a su verga dura-.

-Ay, qué rico, vecino.

-Te gusta por el culo, verdad, ¿Ana?

-Me encanta que me den por el culo –me bombeaba con firmeza pero suavidad-.

-No sabes cómo me gusta metértela en el culo, Ana.

-Tu esposa no se deja, ¿verdad?

-No, solo una vez, pero no le gustó.

-No sabe de lo que se pierde; es riquísimo –le apreté la verga con mi culito-.

-Hija de la chingada, qué rico me la aprietas, putita.

-Quiero que me lo llenes de tu semen, Miguel.

-¿Te gusta sentirlos en el culo, zorrita?

-¡Es riquísimo sentir cómo me llenan el culo de lechita!

-Eres una puta golosa, culona; ¡me fascinas!

-¡Necesitaba una cogida así! ¡Qué rico, no mames!

-¿Y qué nueva verga te has comida, Ana?

-Al sobrino de mi jefe… vino a cogerme hace unas semanas.

-¿Sabes que el nuevo velador quiere darte, putita?

-Me encanta tu verga, vecino. ¿El chavo?

-Sí; estuve platicando con él y está loco por tus tetas y tus nalgas –aceleró un poco sus embestidas-.

-Ay, vecino, dame tu lechita, ¿sí? Vente en mi culo.

-¿Te lleno el culo de mis mecos, putita? ¿Quieres mi lechita, Ana?

-Sí, por favor, Miguel; quiero sentir cómo me llenes de tus mecos.

-Eres una perra exquisita, pinche Ana.

-Me encanta tu verga, vecino; soy tu puta… me voy a venir otra vez, no mames.

-Yo también voy a acabar, putita –segundos después acabamos juntos; fue riquísimo cómo me llenó el culo de su semen mientras yo tenía mi segundo orgasmo- ¡ay, cabrón ahí te van, Ana… aaah… puta madre!

-Ay, sí, amor, vente… ay, no mames… qué rico, carajo… -después de venirse me la sacó del culo y acabó de vaciarse en mis nalgas; se acostó a mi lado- no mames, estuvo delicioso… es justo lo que necesitaba,

-Delicioso, no chingues. Eres una bomba, pinche, Ana. Me encanta cuando andas así de caliente.

-Ahora sí voy a poder dormir a gusto. Gracias, vecino.

-Cuando quieres, vecina. Es un pinche placer cogerte, Ana.

-Mmmm… riquísimo.

Minutos después se fue y yo me quedé acostada; me dormí en minutos. Fue justamente la cogida que necesitaba para descansar y estar lista para una semana de mucho trabajo. Es una bendición tener vecinos tan atentos y buenos en la cama jejeje.

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Autor
AnaOG1984
AnaOG1984
40 años, tres parejas, tres separaciones y varios amantes en mi haber. Independiente, sexosa.

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Comentarios

2 COMENTARIOS

  1. Excelente!! es el segundo relato tuyo que leo, me encantas, se aprecia que disfrutas del sexo como muy pocas, eres toda una mujer, una hembra real, te felicito, como no poder formar parte de tus relatos? sería maravilloso cogerte, mamarte las tetas, comerte los jugos de tu concha, lamerte el culo, darte verga por la concha y el culo, que me la mames, darte mi leche blanca y espesa en tu boca de puta…. huy como me enciendes; eres divina Anita.

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