Mis padres no sabían lo que yo había hecho en aquella playa, y en parte yo quería que así se quedará, no quería imaginar cuál sería su reacción si se enteraran que su hija se acostó con un hombre el cual tenía la edad de su padre, pero yo sabía que no siempre iba a poder mantenerlo en secreto.
Después de haberle dado mi número a Omar, seguimos hablando mediante mensajes, nuestras conversaciones siempre solían hablar de sexo y sobre las cosas que le gustarían hacerme a mi, pero también hablábamos sobre nosotros y lo que sentíamos.
Omar confesó que después de aquel día, el no pudo dejar de pensar en otra cosa que no fuera yo, y la verdad es que yo tampoco pensé en otra cosa durante un muy buen tiempo. Pero aunque quisiéramos volver a hacerlo, una gran distancia nos lo impedía, pues yo vivía en la Ciudad de México y el vivía en Acapulco, así que lo único que podíamos hacer para matar la calentura era hacer videollamada y masturbarnos juntos.
Tiempo después, mis amigos volvieron a organizar otro viaje a Zipolite para celebrar mi cumpleaños número 19, así que yo me emocioné porque sabía que volvería a ver a Omar, sin pensarlo ni un momento, organice mis maletas y le mandé un mensaje a mi hombre diciendole que me mandará la ubicación de su casa. Les pedí a mis amigos que de favor me dejarán en aquella ubicación, ellos al principio se quedaron algo confundidos, pero les menti diciendo que era la casa de un amigo que no había visto en un largo tiempo, ellos accedieron.
Me bajé del auto donde veníamos, el lugar donde vivía Omar era un fraccionamiento llamado "Las Gaviotas", era un fraccionamiento bonito, bien cuidado, el ya me estaba esperando en la entrada, lo saludé dándole un largo y apasionado beso, el me correspondió el beso y proseguimos a caminar a su casa, al llegar lo primero que hicimos fue recuperar el tiempo perdido, nos desvestirnos mientras nos besábamos, el chupaba mi cuello y de mi cuello pasaba a mis senos, los agarraba con sus manos y los chupaba, yo lo tumbe en la cama y empecé a chupar sus pies, Omar me había contado que uno de sus fetiches era que le gustaba que le chuparan los pies, fui subiendo lentamente besando sus muslos, y al ver su pene duro como una piedra empecé a hacerle sexo oral, olía sus testículos, ese olor a hombre me ponia más cachonda, me los metía a mi boca, esas bolas pesadas y llenas de fértil semen me volvían loca.
– Ya te extrañaba mi amor – dijo mientras agarraba mi cabeza
Durante todo el tiempo que estuvimos separados yo fui practicando sexo oral con plátanos, era lo más parecido a un pene, fui entrenando mi garganta para recibir el tremendo falo de Omar, así que cuando le estaba haciendo sexo oral, de sus 27 centímetros me pude tragar al menos 19. Sentía como mi vagina estaba mojadita, así que deje de mamar su pene y me puse arriba de el para montarme en tremenda verga.
– ¿Sin condones? – preguntó
– No se siente lo mismo – le dije excitada
– ¿Segura que quieres hacerlo sin condón mi amor? – dijo con un tono dulce
– Si… por favor – le dije
Agarre su pene y empecé a sentarme lentamente en el, sentía como las paredes de mi vagina se iban estirando para recibir ese trozo de carne. Sé que los hombres sin circuncisión tienen el glande más sensible que un hombre circuncidado, así que recordando eso me enfoque en qué su glande recibiera más placer. Lentamente fui metiendo toda su verga en mi, hasta el punto en qué su glande tocó mi cérvix.
– Tienes unas tetas hermosas Nataly – dijo con un tono dulce
– Gracias. – le dije mientras le daba sentones
El agarraba mis nalgas y me daba nalgadas no tan fuertes, pero que me hacían volverme loca en aquella verga.
Mis gemidos empezaron a volverse más fuertes conforme yo fui acercándome al orgasmo, y finalmente me corrí, empapando sus piernas con mis jugos. Sentía como mis piernas temblaban.
– Dios… que rico – le dije mientras intentaba recuperarme de aquel intenso orgasmo
– Eso fue lindo bebé, pero a ese paso al que vas no creo llegar al orgasmo – contestó
Se acomodó bien, y empezó a darme duro en la misma posición, yo gemia como loca, la verdad no me importaba si alguien nos oía, lo único que me importaba era darle a mi hombre un rato feliz. Podía sentir sus testículos golpeando mis nalgas, yo me volví a correr. Por la cara de Omar supe que el se estaba acercando a el orgasmo así que empezó a bombear más lento hasta que sentí su semen inundar mi vagina. Tanta fue la cantidad de semen que eyaculó que gran parte se salió de mi vagina, cuando yo me levanté para sacarme su pene vi como el resto de su semen salia de mi.
– Si que tenías tiempo sin eyacular – le dije sorprendida
– Es que no tengo mucho tiempo para masturbarme –
– Se nota – le dije
Me acosté a su lado, el me beso y me preguntó
– Entonces… ¿que somos tu y yo?
– Yo te dije que si tú querías podíamos intentar ser una pareja
– A mí me encantaría pero… la gente nos mirará raro – me contestó algo preocupado
– ¿Y? Mientras tú y yo nos queramos lo demás no importa
– Me encanta ese optimismo que tienes – me dijo mientras me daba un beso en mi frente
– ¿Cuánto tiempo te quedarás?
– Una semana – le dije
– ¿Y a qué debo el placer de volver a verte?
– Vine a celebrar mi cumpleaños
– ¿Tu cumpleaños? Jamás me dijiste cuando era tu cumpleaños. Pude haber preparado algo para ti
– La verdad se me olvidó decirte, pero este ha sido el mejor regalo que alguien me ha dado
El me abrazo y me felicitó.
– No estás en tus días fértiles, ¿Verdad? – preguntó preocupado
– No – le dije – No tienes porque preocuparte
– ¿Segura? Por qué puedo comprarte una de esas pastillas anticonceptivas
– No estoy en mis días fértiles Omar, tranquilízate
El se veía preocupado, pero yo le dije que no había nada de lo que preocuparse. La verdad es que no sabía si estaba o no en mis días fértiles, jamás he llevado un control de mi periodo, solamente se que soy regular, así que si quedaba embarazada o no sería cuestión de suerte.
Después de esa jornada de sexo nos bañamos y nos pusimos nuestros trajes de baño para ir a la playa. Nos metimos en el coche y fuimos a la bahía de Acapulco.
Una vez ahi Omar se ofreció a llevarme a dónde el trabajaba. Había varios botes pequeños, dónde solo cabían maximo dos personas, el agarro sus cosas y fuimos a pescar. Tardamos casi todo el día, y al terminar Omar fue a hablar con sus demás compañeros, cuando terminó se dirigió a mi y me dijo que había que irse a casa.
Cuando llegamos a su casa yo le prepare algo de comer, no sé si soy buena cocinera pero a Omar pareció gustarle, ambos comimos y después nos fuimos a acostar.
Así pasaron 5 días.
Un día antes de que yo me marchara Omar me dijo algo que jamás pensé que diría
– Nataly… ¿puedo hacerte una pregunta?
– Claro –
– ¿Te gustaría… tener hijos? – dijo algo nervioso
– ¿Que si me gustaría? Claro que sí, pero… no se si sería una buena madre – le dije con un tono algo triste
– Serías una excelente madre, Nataly
Lo que me dijo me hizo sonreír y sonrojarme
– ¿Por qué la pregunta? – le dije
– Bueno… últimamente he estado pensando en qué ya voy a cumplir 50 y aún no tengo hijos, y bueno… se que tú y yo solamente tenemos un año de conocernos pero yo siento como si nos hubiéramos conocido toda la vida, tu forma de ser conmigo es muy linda, te preocupas por mi, me haces sentir bien, y yo… quería preguntarte si tú quisieras ser la madre de mis hijos – dijo nervioso
Yo me quedé atónita. Omar me estaba proponiendo ser la madre de sus hijos. No supe que decirle, mi corazón decía que le dijera que si, pero mi mente decía otra cosa. Mi amor por el era intenso, así que sin dudarlo le dije que si.
Vi que Omar sonrió de oreja a oreja. Yo me acerque a él y le dije
– Entonces… ¿porque no intentas preñarme?
– ¿Ahora?
– Si… ahora, semental
Omar agarro mi mejilla y con una sonrisa me dijo que me amaba, me besó y ese beso se fue convirtiendo en algo más apasionado, no habíamos tenido sexo en 2 días, así que sus testículos tenían una carga de fértil semen, comenzamos a desvestirnos y cuando ambos estábamos desnudos el me cargo haciéndome poner mis piernas en sus hombros, dejando mi vagina indefensa a su tremenda verga negra, de lo duro que estaba Omar su pene no tuvo dificultad para abrirse paso por mi vagina.
Cada embestida se sentía genial, oírlo gemir a el era muy excitante para mí.
El me acostó en la cama y continuo haciéndomelo, a él le gustaba mucho sentirse en control, así que agarro mis piernas y las flexionó al punto en qué mis pies estaban a la altura de mi cabeza. El me besaba y me decía lo mucho que me amaba.
Me encantaba ser cogida en la posición de misionero, me encantaba ver la facilidad con la que hacia desaparecer la verga de Omar, además de que el contraste de su piel con la mía lo hacía mil veces más excitante.
Noté que el se estaba acercando a el orgasmo debido a que sus embestidas empezaron a ser más lentas, yo cruce mis piernas para no dejar que Omar sacara su pene, aunque él no tenía intenciones de hacerlo, no quería arriesgarme.
– ¿Lista para ser madre? – dijo con un tono pícaro mientras con sus dos manos agarraba mi cabeza
– Hazlo dentro, por favor – le rogué excitada
– ¿Segura? Aún puedes cambiar de…
No lo deje finalizar, le puse mi dedo en su boca y le dije
– Embarazame – le dije – Estaré orgullosa de tener a tus hijos
El sonrió y empezó a embestirme lento pero fuerte, su glande tocaba mi cervix pero ya no dolía tanto como aquella vez.
Cuando mi hombre eyaculó pude sentir como su fértil semen llenaba mi útero, era una sensación única, una que jamás había sentido.
Yo miraba a Omar con admiración, y el me miraba como ningún otro hombre me ha mirado antes, era la mirada de un hombre realmente enamorado.
– Los hijos que quieras… yo estaré dispuesta a dartelos
– Gracias, vida mía – me contestó y besó intensamente
Supe en ese momento que no quería nada más en la vida que estar con el y darle hijos, todos los hijos qué el quisiese. Realmente estaba enamorada de ese hombre, y me hizo sentir feliz que nuestro primer hijo había sido concebido con amor.