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Natalia: Una cogida intensa
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Conocí a Natalia en una de esas casualidades de la vida, pero a la vez en ese mismo momento sentí desconocer quien realmente era yo, pues no recuerdo el haberme comportado de esa manera anteriormente. Natalia trabajaba en ese momento en un restaurante mexicano en el cual llegué poniendo mi orden a través del intercomunicador para no entrar al restaurante. Llegué a la ventanilla donde se paga y uno recoge la comida y es cuando la veo por primera vez. Me saluda, le doy mi tarjeta, hace la transacción y hasta el momento todo va normal.

Me pareció una chica que rondaba los mediados veinte, quizá acercándose a los treinta, realmente soy malo para estos cálculos, pero convincentemente tenía facciones bonitas, con una cabellera negra que le llegaba a la espalda. Llevaba un brillante en la nariz, otras dos piedras pequeñas en cada oreja y en su brazo izquierdo delgado y de tez morena clara, un tatuaje que parecía como una guía con pequeñas flores que prácticamente le cubría todo el brazo. De repente la vi bostezar y fue cuando iniciamos una plática que conllevaría a todo lo que pasó esa tarde:

-¿Cansada?

-Si… No pude dormir toda la noche.

-¿No pudiste dormir o no te dejaron dormir toda la noche? -le dije en un sentido morboso.

-¡Qué va! Me hubiese gustado que no me dejaran dormir, pero de eso nada… ¡Quizá eso es lo que necesite… una buena…!

Lo último no lo escuché, pues lo murmuraba y también había dado vuelta alejando su juvenil rostro de mi vista. La orden se tomaba su tiempo, pero no importaba y nos dio el suficiente tiempo para intercambiar algunas otras palabras.

-¿El novio o el esposo no se han tomado el tiempo para relajarte y hacerte realmente cansar?

-No tengo novio… quizá eso es lo que necesite.

-¿Pero imagino que si tienes esposo?

-Si… pero no me cansa lo suficiente como usted dice y es por eso por lo que le digo que a lo mejor necesite algún novio por ahí.

-Bueno, si necesitas un novio, te invito a algún lugar por ahí y nos tomamos algún refresco… una piña colada o margarita. ¿Quieres?

-¿Realmente me está proponiendo que salga con usted?

-Si. Soy un hombre muy discreto. -le dije.

-Mire, si gusta me puede esperar en el estacionamiento. Salgo en quince minutos.

No me lo creía, aunque ya había tenido experiencias con chicas desconocidas, pero mucho mayores y en diferentes circunstancias. Ya iban a ser las cuatro de la tarde y realmente nadie me esperaba en casa y no tenía ningún plan para ese día. A los minutos apareció tocándome el cristal de la ventana. Sube y me mira de nuevo y su primera expresión es hacer obvia mi altura: ¡Wow… uste si es un hombre alto! – Yo mido un metro ochenta y ocho, pero para una chica de un metro sesenta, creo que le parecía alto.

Vestía pantalones jean del típico color azul con una manga al nivel de las rodillas rota, pues creo que es cuestión de moda. Llevaba una blusa blanca y se le podía ver su brasier también de color blanco que sostenía unos pechos de una copa C. Se le miraba un bonito y redondo trasero y se subió a mi coche y luego me preguntó:

-Y usted… ¿Cómo se llama?

-Disculpa… pensé ya te había dicho mi nombre. Tony, mi nombre es Tony.

-Y bueno Tony… ¿a dónde piensa llevarme?

-Tu dime, estoy dispuesto a tus sugerencias. ¿Qué te parece algún lugar donde tomar algo y que haya música?

-Pensé que sería usted el que me haría cansar y de esa manera poder dormir por la noche.

-Ah… Ok. Bueno en ese caso vámonos hacia mi lugar. ¿Te parece?

-Me parece bien, siempre y cuando no nos encuentre su mujer.

-No te preocupes, a ella la meto en una habitación y no sale de ahí si no se lo permito.

Ella rió por lo último, pues se lo decía en forma de broma. Llegamos a la colonia y ella vio las casas, las cuales son bastante grandes. Para no darle la impresión de que yo era el dueño, tenía en mente llevarla a la casa de huéspedes la cual está atrás y tiene una bonita vista hacia el río. Le dije que yo rentaba la casa de atrás y pasó admirando la piscina y los jardines. Entramos a la casa y la cual es bien acogedora y siempre tiene lo básico en su refrigeradora. Me aceptó un tequila y con el cual brindamos con la excusa de Natalia quien según me decía, era para calmar sus nervios. Caminó alrededor de la sala y abrimos las cortinas y pensé que buscaba algún elemento que le indicara que existía otra mujer o que alguna mujer vivía ahí. Ella me preguntó:

-¿Vas a comer? Se te va enfriar la comida.

-De solo imaginar lo que podría pasar entre estas paredes entre tu y yo me ha quitado el apetito y me ha puesto ansioso. -le dije.

-¿Y qué quieres que pase? Sí es lo que pienso yo entonces pasemos y nos damos un baño juntos. ¿Te parece?

Asistí tomándole de la mano y caminamos hacia el baño, el cual no es tan grande como el de mi habitación. Ella me ayudaba a quitar la camisa y luego el pantalón y me decía que le gustaba como olía. Me dejó con solo el bóxer y entonces comencé a desvestirla. Le removí su blusa y el brasier y descubrí unos pechos redondos y de mediano tamaño los cuales besé en el momento delicadamente y esto me provocó que el falo comenzara a tomar grosor y elevarse. El pantalón le quedaba ceñido a su esbelto cuerpo y se lo bajé con la paciencia absoluta y con la seguridad que esa panochita era pan comido. Llevaba un calzón estilo bikini que parecía metálico, brillante de un color dorado con estampas negras el cual contrastaba con su piel más clara. Se lo bajé y ya comenzaba a humedecerlo, aunque no había habido mucho contacto más que esos cortos besos que le había dado a sus pechos. Su panochita estaba depilada con solo un pequeño arbusto en su parte superior y lo que me sorprendió fueron su labios gruesos atípico para una chica de este tipo de cuerpo. Tenía otro tatuaje a un costado de su abdomen al lado izquierdo también, como si ahí nacía aquella planta que se extendía por todo su brazo. Ella me removió el bóxer y exclamó: ¡Oh, Dios mío… que ver-gota tienes!

En ese momento no sé si le asustó o la excitó, aunque yo siempre he pensado y por lo que me han dicho algunas mujeres, grande es mucho mejor, aunque grande y grueso es mucho más que mejor. Me la tomó con sus pequeñas manos y me haló de la verga conduciéndome a la tina del baño. Reguló la temperatura del agua, nos enjabonamos y una vez me había removido el jabón de mi cuerpo, comenzó con un oral divino. Fue al grano de lo que Natalia quería y en ese momento supe que necesita de una verga que satisficiera esa necesidad de mujer fogosa que resultó ser esta pequeña mujer.

A esta chica le encanta dar y recibir sexo oral. No creo que haya tenido alguna técnica o patrón a seguir, pero definitivamente era muy intensa. Intentó tragarse mi verga completamente en varias ocasiones en los cuales sus ojos quedaban vidriosos por la sofocación que experimentaba, pero que de alguna manera le excitaba porque ese sentido de tortura que era para mí, ella lo repetía y lo repetía. Entre todo eso, me chupaba los huevos, me los masajeaba y mi verga si no estaba en su boca, ella me la masturbaba con sus manos y se la ponía entre sus pechos. Yo pensaba corresponderle en esos momentos que presentía que me iba a mandar al paraíso, pero ella me lo pidió de esta manera sacando mi falo de su boca: ¡Córrete que quiero saborear tu leche! -Me tomaba de los testículos con su mano y siguió mamando hasta que me hizo correr. Parte se lo tragó y parte quedó alrededor de su boca y pechos. Me la siguió mamando, incluso cuando ya estaba flácida y pudo metérsela toda a la boca.

Nos volvimos a mojar y a secar y en esta ocasión nos dirigimos a uno de los cuartos. La llevaba cargada entre mis brazos y luego la elevé para acercar su panochita a mi boca y amenazarla con comérmela. Realmente me gustaba como se miraba esa panocha con labios gruesos, que ya en el último round le pedí si le podía tomar una foto de recuerdo. No quería, pero luego aceptó con la condición de que la foto no mostrara su rostro ni tatuaje. Le di una mamada a esa chica que ella le llamó la super mamada. Creo que se la pasé chupando media hora y donde alcanzó un par de orgasmos muy intensos. Era exquisito escuchar sus gemidos, la manera que fruncía los labios, como movía el pelvis frotando su conchita en mi boca y, la manera de cómo emanaba jugos vaginales, era realmente espectacular. En su segunda corrida me pidió eróticamente que la penetrara, me pedía que desease sentir mi verga y le apunté mi falo y comencé con un poco de tacto e iba sintiendo como esas paredes se iban abriendo… literalmente se sentía esa vibración de su vagina excitada experimentando un orgasmo. Gemía con los ojos cerrados y me pidió que le pompeara la panocha con mas intensidad. Parecía un orgasmo de cinco o siete minutos y al final solo me dio una sonrisa de satisfacción. Yo quería seguirla penetrando, pues me gustaba ese apretar de su vagina, pero se fue a limpiar y me llevó una toalla húmeda para limpiarme mi boca que estaba llena de sus jugos.

Me pidió que me acostara, que ella quería montarse y comenzó con un galope endemoniado. Sus tetas vibraban como resortes de alta presión, su pelvis se encorvaba y yo solo le tomaba de las nalgas y le correspondía con un taladrar incesante. Le vi una gota de sudor en su frente a pesar del aire acondicionado, su piel se ponía eriza y ese ruido como chasquido tan alto en decibeles me parecía exagerado, del golpeteo de mi verga entrando y saliendo de esa linda panocha. De repente ella se tomó de los pechos y parecía que se los masajeaba ella misma sin parar las sacudidas violentas de su pelvis contra mi verga. Sentía sus jugos llegar a mis testículos, ella no paró un instante hasta que se fue en contra de mi rostro y sentía su respiración profusa de otro orgasmo más y Natalia gritaba, gemía, a veces parecía que lloraba y de todo lo que decía lo único que lograba entender era esa palabra “dame”, con una cantaleta como si fuese de esos que conllevan los anuncios en las subastas.

Parecía cansada, pero a los minutos me preguntó: ¿Cómo quieres que me ponga? -Le pedí que siguiera montándome, pero en esta ocasión a la inversa. Después de una primera corrida, en la segunda tengo mucho mejor control y a mi edad y ya ver un culo lindo como el de esta chica, es cuestión de rutina, aunque uno siempre lo disfruta, pero ya no hay esa ansiedad de acabar, es cuestión de disfrutar ese momento, esa cogida. Natalia se puso a la inversa y ella se llevó mi falo a su conchita. Que delicia es ver como se hunde en su cueva, como la apretaba esta chica y como seguía emanando jugo vaginal que a los minutos estaba nuevamente empapado de nuevo. Yo comencé a sobar su culito, a masajear su ojete llenando mi pulgar de sus propios jugos. Ella me preguntó:

-Ah pícaro… ¿quieres entrar por ahí?

-¡Me encantaría! ¿Está disponible?

-¿Tú que crees?

-¡Me gustaría que estuviese disponible! -le dije.

-Te lo voy a dar… solo ve con mucho cuidado.

No cambiamos de posición y Natalia solo se sacó mi falo de su conchita y se lo llevó con sus manos a su ojete. Intentó en esa posición y luego prácticamente se acurrucó sobre mi verga y ella se dejó caer poco a poco hasta sentir que su rico culo me había atrapado parte del pene. Luego se acostó por sobre de mi y mi verga se fue hasta el último centímetro en ese rico y apretado culo. Ella había gemido de dolor, pero ella llevaba el control de la penetración. Solo recuerdo su expresión: ¡Tienes una enorme verga… sí qué se siente!

En esa posición, ella sobre mi dándome las nalgas, le comencé a sobar su clítoris y con otra mano le tomaba de uno de sus pezones. Ella me lo aprobó diciendo: Si Tony, así… dame así… que rico se siente. – Como ella movía mucho su pelvis en contra de mi verga, yo le tomé del otro pezón y le apretaba todo el contorno de sus pechos. Eso le excitó mucho a Natalia que ella me lo pedía: Masajéame las tetas y apriétame el pezón. – Lo hice por algunos minutos y explotó con un orgasmo que me hizo acabar en su culo. No era solo como lo movía, sino como le vibraba aquella entraña que al igual nos fuimos en una corrida espectacular.

No sé si por instinto o porque sabía esta chica las condiciones de mi edad, pero ella quería más. No le importó que mi verga haya estado en su culo y comenzó a mamarla hasta volverla a poner erecta de nuevo. Yo quedé al igual admirado, pues mi falo había reaccionado a su estimulo y fue cuando me lo propuso:

-¿Qué te parece si llamo a mi novio y me hacen doble penetración?

-¿Tu novio estará de acuerdo?

-Se lo he propuesto, pero el me dejó la opción que fuese yo que buscara el momento.

-¿Es tu novio o tu esposo?

-Vivimos juntos, pero no estamos casados.

-¿Y… esta es tu fantasía?

-Si… quiero sentir dos vergas dentro de mi… Quiero que tú seas quien me de por el culo. -me dijo.

Le propuse que lo dejáramos para otro día y seguimos follando hasta sacarle otro par de orgasmos a esta chica. Tenía unas condiciones físicas para cansar a cualquiera, pero yo tenia la experiencia y también las condiciones para sobrellevarla, pues me alimento bien y al igual me ejercito. Me la volví a coger días después y nunca conllevamos esa doble penetración pues eso de un trío con solo una mujer, no va conmigo. No puedo compartir a una misma chica en el mismo momento… no son parte de mi fantasía. Ella insistió para llevar a cabo sus lujurias, pero bloqueé su número y le colgué cuando me habló por otros teléfonos. Eso no es lo mío: puedo hacer un trío con dos mujeres, pero nunca dos hombres y una mujer… no me atrae para nada. Ese día le pedí sus calzones metálicos de recuerdo, pero no aceptó, pero me dejaría una tanga roja en el segundo encuentro. Natalia es de esas chicas que te agotan sexualmente, pero creo que las dos veces que me la cogí, ella era la agotada y de seguro durmió bien esos dos días.

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