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Natali, mi princesiña
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Después de varios días chateando, de forma muy caliente, con una niña de dieciocho añitos mi esposa se acabó enterando.  Acto seguido me pidió el divorcio y aún peor… no me dejaba ver a nuestra hija. Menos mal que no trascendió al instituto en el que yo daba clases.

A Natali la olvidé rápido, pero tras varios meses intentando reparar mi matrimonio vi que era una tarea imposible, así que aprovechando el cambio de curso decidí irme lejos y empezar de nuevo.

Yo soy del norte de España y me fui al sur, lo más lejos que pude. Me habían dado plaza en un instituto de un pueblo pequeño donde quería estar tranquilo.

Me trasladé a mediados de verano, para instalarme tranquilo. Todo parecía ir bien hasta que fui a comprar comida y me pareció ver a Natali, pero… era imposible!!! Si de verdad existía no podía estar allí. Me dijo que era de México y sus palabras eran típicas de allí. Creí alucinar, tal vez era aquel calor del sur.

Después de un par de días dando vueltas al asunto determiné que era imposible, una casualidad que aquella chica se pareciera a Natali.

Estuve tranquilo el resto del verano hasta empezar el curso. EI primer día llegué tarde y mis alumnos ya estaban en clase. Eran de bachillerato y un tanto bravucones. Cuando entré estaban haciendo un concurso de pulsos, pero al ser yo nuevo se sentaron rápidamente. Empecé a pasar lista y llegué a una tal Natalia y en ese momento me dio un vuelco el corazón pues era Natali… mi princesiña la llamaba yo en el chat. Ella estaba muy tranquila, pues no conocía mi cara, pero yo no sabía que hacer pues la angustia me paralizó. Les pedí que hicieran unos kahoot que me servirían para determinar su nivel. El resto de la clase me la pasé mirándola, era tan bonita como en las fotos que me enviaba.

Me fui a casa con un nudo en el estómago. No sabía qué hacer. Pensé hasta en renunciar a mí plaza. Pero llamé al centro y dije tener síntomas del covid para ganar un poco de tiempo.

Ésta argucia no me salió muy bien, pues con el test de antígenos me dijeron, casi inmediatamente, que no tenía el virus, así que tuve que ir a dar clases.

Poco a poco fui templando mis nervios y controlando el torbellino de sentimientos que me invadía. Los días se sucedían y todo parecía ir bien pero verla cada día y no poder decir quién era me llevaba a los infiernos.

Después de un mes la vi por la calle, caminando con otras dos chicas, y sin pensar dije "hola princesiña". Ella se paró en seco, se giró y al verme me saludó con la mano. Continuó caminando pero se giró a mirarme dos o tres veces y dejó de charlar con sus amigas.

Cuando llegué a casa tenía un correo electrónico, en el portal de educación, en el que sus padres solicitaban una tutoría conmigo y respondí que me dijeran una hora para realizar un videochat, pero en pocos minutos respondieron que exigían una tutoría presencial o se verían obligados a hablar con el jefe de estudios. Después de pensarlo no me quedó más remedio que acceder. Rápidamente solicitaron verme al día siguiente antes de empezar las clases así que los cité a las 08:00. Luego recé para que todo saliera bien.

Al día siguiente fui hecho un manojo de nervios al instituto. Al poco de llegar llamaron a la puerta, mandé pasar y entró Natali. Pregunté por sus padres y me dijo que no venían, que aquella tutoría era cosa suya. Cerró la puerta y se quedó allí parada, con su falda de colegiala, calcetines hasta las rodillas y una camisa blanca que le quedaba pequeña y dejaba ver su sostén entre los botones. Yo pregunté el motivo de aquella tutoría y casi corriendo se abalanzó sobre mi y me agarró por la pechera.

-Eres un tonto!!!

-Por qué?

-Vienes a chingarme?

-Por qué dices eso?

-Solo hay una persona que me llame princesiña

-Y?

-Me buscaste? Viniste a chingarme?

-No… Solo huía del mundo que se me derrumbó a tu paso. Es mala suerte que coincidamos aquí.

-Mala suerte

-Un poco si

-Pero no viniste a buscarme?

-Te repito que venía huyendo

-Pues no lo parece

-Tranquila que también voy a irme de aquí. Acabo de darme cuenta de que es lo mejor.

En aquel momento ella soltó mi camisa, cerró los puños y empezó a golpearme el pecho. Yo conseguí sujetarla por las muñecas y ella empezó a llorar

-Creí que venías a por mí!!!

-Sabes que eso no puede ser

-Dejaste de escribir!!!

-Y tú también

-Pero…

-Ni pero ni nada. Yo estaba casado y ahora no puedo ni ver a mi hija!!!

-Pero ahora podemos…

-No podemos nada!!!

Ella se tapó la cara y siguió llorando desconsolada. Yo la abracé para intentar calmarla y ella aprovecho para girar su cabeza y besarme. Yo sentí subir al cielo y me deleite con aquel momento. Sin darme cuenta estaba sentado en mi silla con ella a horcajadas sobre mi. Bebíamos el uno de la boca del otro y mis manos acariciaban sus muslos debajo de su falda. Se desabrochó la camisa y yo besé su pecho mientras magreaba aquel culo tan rico. Ella bajo su sostén y arrimó mi cabeza hasta que alcance a lamer sus tetas, jugando con mi lengua alrededor de sus pezones, pero de repente ella se retiró y vistiéndose dijo que iba a tocar el timbre y se fue.

Durante la jornada no dejaba de mirarme poniéndome ojitos y a mí se me hacía la boca agua, pero sabía que no era buena idea.

Al salir del instituto intenté marcharme para no verla, pues poco a poco me había dado cuenta de que no debía hacer lo que mi corazón anhelaba, pero al bajar del coche una moto paró junto a mi y de pasajera venía ella. Me empujó dentro del portal y me di una retahíla de besos

-Ya no me quieres?

-…

-Contesta perro!!!

-Bufff…

-Mira papi… si el destino nos volvió a juntar será por algo

-Puede ser

-No puede ser, lo es!!!

-Pero esto puede ser mi ruina

-Tu ruina lo seré yo como no me hagas feliz. Cuál es tu casa?

Abrí la puerta y sin miramientos me empujó hacia dentro.

Me tumbó en el sofá y después desabrochó mi camisa, besó mi pecho acariciando mi torso. Me regaló otros dos besos en los labios mientras desabrochaba mi pantalón y mi verga dura salió como un resorte. Se abalanzó para chupar pero yo no la dejé.

-esos labios son para mi boca, sólo para mí boca.

Muy despacio se subió sobre mi y vi que ya no tenía bragas. No sé cuando se las quito, pero me volvió loco ver aquel jardín. No estaba rasurada pero tenía la cantidad justa de pelo.

Apoyó sus manos en mi pecho y muy despacio se fue sentando sobre mí polla. De repente paró, parecía no poder respirar y su cara denotaba placer. Pensé que mi polla no era tan grande como para provocar aquello, pero rápido lo entendí. Miré y estábamos los dos manchados de sangre. Me asusté un poco pero se me pasó cuando ella me besó y poco a poco empezó a moverse suave y sensual.

Yo estaba en el séptimo cielo. Los besos se sucedían, los gemidos no paraban… el sudor bajaba por nuestros cuerpos y a cada movimiento ella me abrazaba más fuerte. Mis dedos acariciaban su culo deleitándose con su suave tacto y de vez en cuando ella se erguía para que yo lamiera sus pechos. Me llamaba "papi" una y otra vez y sus tetas botaban a cada embestida. Yo intentaba no acabar pero me parecía imposible con semejante diosa cabalgando sobre mi. De repente aumentó el ritmo y me besó hasta casi dejarme sin aire. Y justo cuando ya no pude aguantar más ella mordió mi labio entendido yo que ella también había terminado.

Yo estaba exhausto y ella se acurrucó junto a mi mientras me abrazaba. Debimos de quedarnos dormidos porque a eso de las seis de la tarde me desperté y ella seguía allí, abrazándome como si no quisiera que me escapara.

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