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Nada como un buenos días con gemidos
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Tiempo de lectura: 24 minutos

Hola, me llamo Edmundo. Debo comenzar diciendo que esta es la primera vez que voy a contar mi historia a alguien, elegí este medio por la confidencialidad y el anonimato. Mi historia es con una mujer casada de nombre Soledad, es mi compañera de trabajo.

Todo empezó hace tres años cuando ingresé a la empresa donde actualmente laboro, ella llevaba poco trabajando en esa oficina, por lo tanto se podría decir que entramos casi al mismo tiempo. Comenzamos a llevar una amistad bastante bonita, muy abierta, en la cual, poco a poco comenzó a nacer más y más confianza. Con el paso del tiempo me enteré que tenía un hijo adolescente, lo cual me impresionó mucho porque ella es muy joven, apenas tiene 34 años, yo tengo un año menos que ella, pero sigo solterito y sin hijos. Lo que más me impresionaba era el cariño que le tenía a su hijo y como lograba sacarlo adelante sola. Estas cuestiones fueron logrando que comenzara a sentir algo más que aprecio y admiración por ella.

Aunque aún se llevaba bien con el papá de su hijo, no tenía relación alguna con él, sin embargo comenzó a salir con un tipo de nombre Alejandro, su amigo desde la escuela. Esto me agradó ya que ella necesitaba una persona que la quisiera y respetara bien. Cuando platicaba con ella de su relación con Alejandro, le preguntaba que, en la cuestión sexual como se sentía, y generalmente contestaba con una risa o simplemente me decía que todavía no intimaban. Esto era algo que me sacaba muchísimo de onda, ¿cómo era posible que alguien no quisiera comerse a esta mujer?, más aun siendo su novio y teniendo oficialmente permiso para hacerlo.

Aquí haré un paréntesis para describirla, ella es bajita, mide aproximadamente 1.60 m de altura, es delgada, tiene facciones bonitas, cabello corto castaño claro tirándole a pelirroja y ojos de color café, pero su mejor atributo son sus piernas, aunque por ser una mujer discreta no las luce mucho. Solo dos veces ha ido a trabajar de falda y créanme que se sintió tan acosada por medio mundo, que no le quedaron ganas de llevar falda de nuevo. En fin, yo no entendía porque un hombre no querría de menos darle un faje salvaje, mi conclusión es que al final cada cabeza es un mundo.

Seguimos llevando nuestra amistad de manera excelente, yo salía con una chica, después con otra y no me afligía no tener una pareja definitiva, de hecho entre mis amigos (ya casados todos), soy el eterno soltero. Todas mis aventuras (con lujo de detalle) se las contaba a Sol, ella al final siempre terminaba con una sonrisa o un simple “eres tremendo, que bárbaro”.

Hace más de dos años se casó con Alejandro y de vacaciones se fueron por crucero al caribe, el destino romántico por excelencia. A su llegada le pregunté que como le había ido y cuando esperaba un relato súper cachondo de lo que había pasado, me encontré con un “bien, estuvimos bien”. Eso me sonaba raro. Al paso del tiempo comencé a notar que ella ya no estaba tan sonriente como solía estarlo y cada vez se quejaba más de Alejandro, claro siempre en tono de broma, nunca lo hizo de manera abierta. Pero la queja era la misma, sobre todo cuando le preguntaba que cual era su posición favorita con él para hacer el amor, respondía “uy, solo le sale la de misionero y por un ratito”. El colmo fue que ella llegó al punto de pasearse desnuda frente a él sin que el hiciera nada, absolutamente nada, más que decir “tapate te vas a enfermar”.

Esto me afectaba, no era justo que una mujer bonita y linda como ella tuviera una frustración sexual tan grande, sobre todo siendo tan joven. Me daba la impresión de que este señor tenía otra mujer, lo cual me parecía todavía mas injusto y tonto.

Hace un año y dos meses pasó algo que cambió nuestra relación, resultó que Alejandro estaba en Costa Rica por cuestiones de trabajo y se iba a pasar un mes completo en ese país. Me enteré que ese primer fin de semana sin su marido, el papá de su hijo se llevaría al niño todo el fin de semana de campamento a un lago que está a 5 horas de la ciudad.

Cuando supe de esto, les juro que sentí un brinco en mi estómago, de inmediato le propuse a Soledad que saliéramos el viernes para platicar y que ella se distrajera un poco. Le propuse ir a comer, caminar un poco, platicar y después ira a bailar. Ella aceptó gustosa, es mas yo diría que hasta emocionada. Yo estaba igual.

Llegó por fin el viernes, que por cierto, se me hizo el día mas largo de mi vida. Nos salimos a las 4 pm, una hora antes de la salida oficial, cada uno argumentó una excusa con cada uno de nuestros respectivos jefes. Ese día Sol, trajo un vestido que le resaltaba la figura, pero mas sus piernas, no era un vestido apretado, sino todo lo contrario, suelto y de tonos obscuros, le llegaba abajo de la rodilla, traía medias negras y zapatillas abiertas. El vestido tenía un escote discreto en forma de V, que dejaba ver la línea de separación de su busto, se veía hermosa. Cada quien se salió por su lado y con 10 minutos de diferencia. Dejamos su auto en una pensión cerca del trabajo y nos llevamos mi coche.

Lo prometido, fuimos a comer y al final de la comida no le permití pagar nada, le recordé que estaba con un caballero, ante eso ella se sintió alagada y su actitud comenzó a cambiar, ya que como me dijo, se sentía incomoda por ser un persona casada, le dije que no se preocupara, que estaba con un amigo, ¿qué podía pasar?… la verdad es que todo, pero no nos adelantemos.

Les debo explicar que tenía un plan hecho y pensado, no solo para ese viernes, sino para todo el fin de semana, no podía dejar de aprovechar la oportunidad.

Comimos en una zona que tiene muchos bares y sex-shops circundantes, el restaurante era de comida de frutos del mar, hubo vino blanco (un poco mas de lo normal) y platica amena, roces y caricias discretas en su cara, manos y piernas, sobre todo piernas.

Saliendo del restaurante caminó tomada de mi brazo porque se sentía un poco mareada, le dije que un poco de aire le caería bien, mi plan seguía, llegamos frente a uno de los sex-shops mas grandes que hay en la ciudad y que tiene dos características principales, que está súper escondido y que tiene un surtido de artículos que van desde ropa hasta juegos de mesa para adultos pasando por todo tipo de dildos, cremas, estimuladores, lubricantes, juguetes para parejas, videos porno, literatura erótica, etc.

– ¿Alguna vez has entrado a un sex-shop? -le pregunté.

– Ay no, ¡cómo crees! – me contestó Sol.

– Entonces vamos a pasar a este, para que lo conozcas.

Por respuesta se sonrojó y asintió con la cabeza. Entramos a este lugar, no había nadie mas que nosotros y solo de ver su expresión de asombro, no pude evitar sentir coraje y rabia contra su marido, que se notaba y era mas que claro que la tenía súper abandonada. Al llegar de inmediato se acercó uno de los vendedores a ofrecernos ayuda, le comenté que si lo necesitábamos lo buscaría; mientras Sol hojeaba una revista, le dije al vendedor en voz baja que si no molestaba y estaba atento a mis señales, se llevaría una venta y una propina bastante grande; entendió el mensaje perfectamente.

Soledad parecía niño en dulcería, estaba asombrada de que hubiera tantas cosas. Comenzamos por ver la lencería, me excitaba imaginarla con alguno de los atuendos que había allí. Noté que se le quedó viendo y hasta tomó para revisar bien, un par de conjuntos en particular, un disfraz de colegiala y un coordinado de liguero negro divino. Los dejó en su lugar y seguimos a las parte de los consoladores y estimuladores. Se quedó mirando un consolador con una forma muy curiosa, de goma, tomamos el que estaba de muestra y lo revisamos, era de goma, largo y flexible, se indicaba como estimulador vaginal y anal. Sol no dejaba de estar roja, ya no sabía si era por el vino o por la emoción del lugar. Vimos cerca de 20 consoladores vaginales y anales, unas bolitas unidas por cordel para estimular y relajar el recto y lubricantes que con solo untarlos comienzas a sentir calor. Particularmente me (o debiera decir nos) gustó uno que además de relajar, calentar y lubricar, permite mantener mas tiempo la erección. Ese fue el primer artículo de mi lista.

Después pasamos a la zona de cabinas.

– ¿Qué es esto?- preguntó Sol.

– Son cabinas – le respondí.

– Orale y ¿cómo funcionan?

– Mira, eliges una película de acá afuera, la que quieras, pagas por el tiempo que quieres que te dejen verla y eso es todo. ¿Alguna vez has visto una película porno, Sol?

– No, la verdad nunca, bueno, una vez mi hermano llevó una a la casa y la escondió abajo de su colchón, pero un día que no fui al escuela, la puse para verla pero luego llegó mi mamá y casi me agarra con la película, la guarde y la puse de nuevo debajo del colchón de la cama de mi hermano, de vuelta.

– Jajaja, o sea que no has visto una escena completa, ya no digamos una película. ¿Quieres ver una?

– No no, es… no, yo – tartamudeaba, eso me dio ternura.

– No te preocupes, mira ven, veamos esta – tomé una película del estante de sexo anal y le pedí al encargado que nos pusiera la película. Le pedí que nos dejara el mayor tiempo posible y nadie molestara (guiñándole un ojo y dándole un billete), entendió perfectamente.

Cuando entramos a la cabina, rocé su mano y estaba helada, le dije que no tuviera miedo, que era normal que estuviera obscuro, se rio un poco y eso relajó la situación. Afortunadamente el sillón dentro de la cabina era lo suficientemente grande para los dos (aunque ella se sentó pegada a la pared sobre el brazo del sillón), así que nos acomodamos mientras le decía que no se preocupara, que todavía faltaba mucho tiempo para la entrada al salón de baile. De pronto empezó la película, pasó la primera escena y Soledad seguía como petrificada, la segunda escena y lo mismo; nunca me había percatado que repetitiva y hasta aburrida puede ser una porno si no te masturbas. En la tercera escena le pregunté:

– ¿Y bien, qué te parece tu primera película porno?

– No lo sé, es extraño.

– ¿Qué es lo extraño?

– Ver a otra mujer mientras… le dan.

– Oye, a ustedes las mujeres, ¿no les excita ver estas películas? – yo sabía que a muchas sí.

– Mmm, pues no lo sé.

– ¿A ti te excita? – le pregunté directamente mientras me acercaba a ella y notaba como sus ojos se ponían vidriosos. Eso significa que estaba excitada.

– Pues es raro, pero como que si, un poco.

– Oye, ¿no te sientes incomoda sentada en un brazo del sillón?

– Si un poquito – contestó mientras reía nerviosamente.

– Ven siéntate conmigo.

La tomé de su mano que seguía un poco fría, la levante y tomándola de las caderas la senté sobre mí, mientras la abrazaba diciéndole

– ¿Tienes frío? – al mismo tiempo dejaba que sintiera mi erección debajo de ella.

– No, no tengo frio – contestó Sol.

– ¿Y por qué tienes tus manos tan frías? – al mismo tiempo tomaba ambas manos y las frotaba con las mías. Sentía temblar a Sol.

Mientras estábamos en esa posición, pude sentir sus nalgas contra mi verga, haciendo que creciera mas todavía. Yo estaba a cien, ya quería tomarla, pero sabía que tenía que esperar un poco mas. Mientras frotaba sus manos, también frotaba sus piernas. El contacto con sus piernas me puso todavía mas excitado. Ella respiraba un poco más rápido. Me pegué a su nuca y le pregunté si se sentía bien. Como respuesta ella se estremeció toda y rozó mi boca con su mejilla. Esta era la señal.

Sin mas, levanté su vestido y comencé acariciar sus piernas, empecé por la rodilla y fui subiendo, mientras besaba su nuca y su espalda, mordía un poco sus hombros, ella levantaba sus brazos para acariciar mi cabello y mi cara. De pronto mi manos pasaron a sus senos, que para sorpresa mía, eran mas grandes de lo que creía, cabían en mi mano exactos. Cuando una de mis manos tocó su entrepierna, noté que estaba súper húmeda.

En ese momento la hice girar, la acomodé sobre mí y de frente a mi, con las piernas apoyadas en el sillón, nos comenzamos a besar, sin mas, mientras aflojaba un poco el vestido y su bra para poder besar sus senos, y así lo hice, en el momento que coloqué su pezón derecho en mi boca, soltó un gemido de adolescente que me hizo prenderme mas aún. Con el ruido de la película no se escuchaba nuestra respiración agitada. Tomé sus medias sobre la vagina y las rompí, hice un hueco del tamaño de un pelota de soccer, eso la calentó más, porque comenzó a morderme el cuello y los hombros, estaba irreconocible. Hice a un lado su panty y cuando toqué su vagina, me encontré con que estaba no mojada, sino nadando en néctar. Le metí dos dedos y salieron llenos de líquido de Soledad, me los chupe, lo bebí todo, eso la perdió. Acto seguido tomó mi pantalón le bajó el cierre y me sacó la verga, la comenzó a acariciar y descubrió que yo también estaba muy húmedo.

Lo orientó a la entrada de su vagina y sin mas avisos se sentó en mi miembro, se lo metió todo. Al momento recordé que tenía puesto todavía el pantalón así que me lo quité (no quería manchas que evidenciaran que estábamos haciendo) y de igual manera, me salí de ella rápido para quitarme el bóxer, tras lo cual, ella se lo volvió a meter. Era increíble, me estaba cogiendo a mi amiga Sol, le estábamos poniendo el cuerno al imbécil de su marido. Era fantástico. De pronto sus movimientos fueron mas frenéticos, mas rápidos, subía y bajaba a una velocidad increíble, de pronto empezó a temblar y para reprimir su grito, me mordió en el hombro, la mordida mas deliciosa de toda mi vida, sentía como su jugos resbalaban sobre mis huevos, bañándome todo.

De pronto se desfalleció sobre mí y pasó algo que no me esperaba, comenzó a llorar. Me quedé sin palabras. En ese momento, el hecho de no haber terminado fue el menos importante, mi amiga estaba llorando. Me sentía culpable.

– Sol, ¿qué tienes? ¿qué pasó? pensaba que estábamos bien. Mira no te culpes, no te sientas mal por haberle sido infiel a Ale, acepto toda la culpa de esto. Y te lo digo de verdad, si después de esto estás molesta y no quieres que te dirija la palabra de nuevo, me dolería mucho, pero lo haría.- Le comenté a modo de disculpa a Soledad.

– No no es eso – me dijo entre sollozos.

– ¿Entonces? – le pregunté intrigado.

– Es solo que… ¿es esto tan difícil? – me respondió.

– No entiendo Sol – le dije.

– Si mira – me dijo, un poco mas tranquila – he esperado esto de un hombre, por mucho tiempo, alguien que me trate bien, alguien que me seduzca, que me haga sentir esto que sentí hoy. No lo hizo el papá de mi niño, no lo hace Alejandro. Eso me hace sentir frustrada, me hace sentir poco mujer, me siento fea. – Y comenzó a sollozar nuevamente. Sentí rabia contra los dos imbéciles que habían sido parte de su vida. Los odié.

– Pero no eres fea, al contrario, mira esos ojos – le dije mientras se los besaba-, mira esos senos, son hermosos aún después de haber tenido un niño -aproveché para acariciarlos-, mira esta cintura y estas piernas -en este punto ya las acariciaba apasionadamente y sentía que me excitaba de nuevo y regresaba mi erección-. ¿y te digo algo más?, me excitas y te me antojas, te quiero seguir haciendo el amor, ¿tú quieres?

– Je -rio un poco-, si pero, esto no volverá a suceder.

– ¿Y porque no?, solo dime en este momento si quieres que esto pase de nuevo y te prometo que lo haremos durante todo el tiempo que tu me permitas y quieras que siga pasando.

Sol se quedó callada un momento, mientras se tranquilizaba y al final dijo:

– Si, si quiero que esto pase, muchas veces más. Me gustas mucho y deseaba esto desde hace mucho tiempo.

– Tú también me gustas y también lo deseaba. ¿Quieres ser mi amante? – le dije.

– Sí, quiero ser tu amante, tu esclava y tu perra si quieres… seré para ti la mas puta de las mujeres cuando estemos juntos.

– ¿Estás segura que eso quieres Sol?, porque puedo ser muy salvaje y rudo y puedo tratarte así y más, hacerte sentir la mas sucia y deseada de las mujeres al mismo tiempo.

– Si eso quiero – me dijo gimiendo mientras volvía a agarrarme la verga y comenzaba a sobarla.

– Entonces harás lo que yo diga. Ponte de a perrito.

Y así lo hizo, Sol se puso de a perro sobre el sillón, yo estaba tan excitado que hasta me dolían los huevos por la cantidad de leche que tenía para darle. Le alcé el vestido, moví de lado su panty que todavía tenía puesto, me acomodé en la entrada de su panocha y sin más se la dejé ir toda. Gimió de lo más lindo y rico. Empecé a darle una y otra vez, hasta que empezó a tener una contracción y otra más, y de pronto estaba mordiendo el sillón para no gritar, venía su orgasmo, pero también el mío, aceleré las embestidas y cuando ella empezaba a estremecerse toda, le solté toda mi leche dentro de ella, se la dejé inundada, hasta se escurría el semen por su pierna. Su calzoncito estaba súper mojado.

Nos sentamos un momento en el sillón, los dos sin aliento y sin decir ninguna palabra. Nos dimos otro beso y la abracé un momento. La película terminaba y comenzaba a pasar el detrás de cámaras, me puse los bóxer y el pantalón, me acomodé la camisa y me arreglé el cabello mientras ella seguía en el sillón sentada, como soñolienta. La levanté, se acomodó el bra, yo le ayudé con el vestido y le recomendé que se quitara su panty porque estaba muy húmedo. Así lo hizo, se quitó las medias y el panty, se limpió las piernas con las medias y guardó todo en su bolsa de mano.

Salimos de la cabina y para sorpresa mía, seguíamos siendo los únicos en la tienda, en algún momento me preocupó que nos fueran a escuchar pero, después me valió madres.

– Entonces, ¿hoy eres mi esclava? – le dije bajito al oído.

Ella asintió con la cabeza.

Entonces, fuimos a la parte de lencería y tome el conjunto que había visto y el disfraz de colegiala, le dije que si ese era su número, se empezó a reír y le dije, que tomara su número porque se lo iba a comprar. De nuevo dijo que sí y así lo hizo, buscó su número y nos fuimos a los probadores. Mientras se cambiaba, elegí unas bolitas con cordel para estimular el recto, un consolador con forma de pene (busqué uno de un tamaño parecido al mío) y el vibrador que a ella le había llamado la atención, el lubricante que vimos al principio y se lo di al vendedor diciéndole que me fuera apartando esa mercancía y que si era posible que no nos molestaran en los probadores, mientras le daba otro billete, él dijo que si, que en ese momento cerraban la sección (que estaba hacia el final de la tienda y hacia la izquierda, un poco escondido). Mi plan seguía en marcha.

Me acerqué al probador, había una chica que me dijo que ya le había pasado la talla correcta, que si necesitábamos algo le gritáramos, acto seguido se fue. Dejándonos solos.

Toqué a la puerta del probador, le dije a Sol que era yo, me abrió y lo que ví me dejo sin aliento, el liguero le quedaba mas que perfecto, se veía como toda una reina porno. Mi reina porno. Sentía como me comenzaba otra erección y cuando me acerqué a ella y la tomé por la espalda, le di un arrimón que se lo hizo saber. Le dije que ahora se pusiera el de colegiala. Después de unos minutos me llamó de nuevo y me preguntó que me parecía. Yo estaba boquiabierto, que deliciosa cadera y que buenas nalgas se le notaban con ese atuendo.

No pude menos que hincarme y besarle las piernas y las nalgas, la empiné y comencé a lamerle la vagina, metiendo mi lengua, tenía pocos pelitos en la pucha pero de todas maneras tenía ganas de depilársela toda, yo seguía con mi plan, era todo o nada. Yo iba por todo. Seguí lamiendo un rato mas hasta que comenzó a gemir otra vez. Me detuve, ella se volteó se hincó ante mi, me bajó el cierre y me dio la mamada de verga mas rica de toda mi vida, Sol estaba irreconocible, mamando hasta el fondo, pasándose la verga por toda la cara, lamiéndome la cabecita, masturbándome, en fin, yo estaba en la gloria, así siguió hasta que alguien llamó a la puerta. Era la chica del probador. Le dije que el problema de ese disfraz es que no trae panty, así que le pedí que nos trajeran un panty negro, de hecho les pedí una tanga de hilo dental negra para que se la pusiera. Eso nos dio tiempo para que ella se volviera a cambiar (enfrente de mi, por supuesto) y nos preparáramos para ir a bailar.

Cuando le trajeron el panty negro, salí del probador y fui pedirle al encargado un rastrillo para afeitar y me dio un paquete con cremas para antes y después de afeitar, rastrillo para mujer y una toalla. Le pedí que lo incluyera a la cuenta. Para terminar le solicité un paquete para realizar limpieza de recto y ano, afortunadamente tenían uno, de hecho el último. Yo iba por todo con Sol. Mientras llegaba Sol, le solicité al encargado que agregara la ropa que acababa de probarse y que todo lo pusiera en una bolsa cerrada. Cuando por fin me alcanzó Sol, me pregunto que era esa bolsa, le contesté que una sorpresa, que luego le platicaba. Regresamos por el carro al restaurante y nos dirigimos a nuestro siguiente punto en la lista de mi plan.

La siguiente actividad del plan era ir a bailar, pero en realidad era una cena-baile y se llevaría en un hotel muy famoso que hay en mi ciudad. Ya tenía lista la reservación de una suite en el piso 8, solo lo mejor para esta ocasión. Cuando llegamos al hotel, estaba muy emocionada, yo estaba mas. Me dijo que iría al tocador, que necesitaba maquillarse y darse una “manita de gato”, ya saben, cosas de mujeres. Le comenté que mientras ella estaba en el tocador yo iría a dejar el paquete en recepción. La realidad es que lo que hice fue el registro de llegada al hotel y me dieron la llave de mi habitación; de inmediato subí a dejar el paquete en la suite. Bajé para esperar a Sol en el lobby, cuando apareció, no cabía en mi asombro, se veía radiante.

Entramos al salón donde se llevó a cabo la cena-baile, la velada transcurrió de lo mas tranquila y amena, a partir del momento en que nos sentamos a la mesa, ella era mi novia. Nos besábamos, le acariciaba la pierna, el hombro, mordía su oreja, nos tomábamos la mano, nos sentíamos de maravilla. Como es de esperarse, solicité mas vino y la comida (de nuevo) fueron de nuevo frutos del mar. Terminó la cena y comenzamos a bailar desde la primera canción, esto fue cerca de las 22 horas aproximadamente a la 1 de la mañana, decidimos retirarnos, no sin antes haber bailado tres piezas calmaditas abrazados y besándonos. Cuando se dirigía al lobby le pregunté:

– Sol, ¿a dónde vas?

– Pues cada quien a su casa, ¿no?

– No, hoy tu casa no está fuera de este hotel.- se quedó mirándome como extrañada.

– ¿Cómo?, no te entendí – me dijo con su carita de desconcierto.

– Hoy eres mi novia, y vivimos en la suite 803. – Sonrió al momento, pero de inmediato se puso muy seria.

– Mira Edmundo, te agradezco todo lo que has hecho por mi hoy, me la he pasado muy bien, pero yo creo que ya debemos irnos.

Ese comentario me dejó helado

– ¿Por qué Sol?

– No sé, yo… no sé.

– Sol, mereces disfrutar esto y mas. Mira, hagamos un trato, dame 30 minutos allá arriba, si en esos 30 minutos no te sientes a gusto y decides que debemos irnos, así lo haremos. No digas no a algo que aún no conoces. ¿Se puede, 30 minutos?

– De acuerdo, solo 30 minutos.

– 30 minutos… (Pensé que eso era suficiente para convencerla de pasar todo el día allí).

De la mano, tomamos el elevador y subimos al octavo piso, y después caminamos a la suite 803, al entrar, vimos que era bastante grande, con jaccuzzi y comedor. Sobré el buró estaba la bolsa negra con todos los juguetitos y las “sorpresas”. Lo que hicimos fue sentarnos en la mesa del comedor, dejó su bolsa de mano sobre la mesa y acto seguido tomé su mano y le pedí que fuera mi novia. Este gesto provocó una carcajada de parte de ella con lo cual se aligeró muchísimo la tensión del momento. Le dije:

– Te propongo lo siguiente, si pasas lo que queda de la noche y el próximo día conmigo, te juro que te haré cosas que ni te imaginas y no sentirás mas que placer desenfrenado. Cumpliré todos tus deseos. ¿Te gustaría? – Mientras se lo decía me acercaba más y más a su cara, buscando un beso.

– Sí – me respondió mientras nos besábamos.

Después de un par más de besos le propuse darnos un baño, pero antes, tenía que hacer algo de suma importancia, le tenía que rasurar la vagina a Soledad.

Lo primero fue quitarle el vestido y su bra, y eso fue genial porque pude morder todo su cuerpo mientras la desnudaba, sus senos, sus nalgas, sobre todo sus piernas.

Fuí por una toalla al baño y la senté en la cama sobre la toalla, y saqué de la bolsa el equipo para depilar, Sol no sabía de que se trataba, cuando lo vio no supo que decir, pero se dejaba llevar y eso era lo importante. Le fui quitando la tanguita poco a poco mientras acariciaba su panochita. Cuando terminé de bajar su tanga negra, metí mi cabeza entre sus piernas y comencé a mamar esa vagina de ensueño. Pude comprobar que efectivamente era castaña clara natural. Empezó a gemir, así que decidí seguir hasta que tuviera su orgasmo y así fue, de pronto sentí que sus piernas comenzaron a temblar, entonces metí un dedo y tallé su punto G para que terminará a gusto.

Ya mas relajada, llevé otra toalla mojada y comencé por ponerle crema para afeitar en todos sus pelos, y empecé a rasurar la panochita, el rastrillo lo iba limpiando con la toalla, fue algo relativamente rápido, no me llevó mas de 10 minutos, lo que es un hecho es que al final Sol estaba empapada en sus jugos, chorreaba mucho, estaba muy excitada. Puse un poco de la crema para después de afeitar y dejé que se acostumbrara a la sensación.

Le propuse que nos diéramos un baño, ella aceptó, pero me dijo que tenía que pasar al baño primero. Pensé para mi mismo “mejor todavía”, mi plan estaba siguiéndose al pie de la letra. Le agradecí a mi Dios del sexo. Cuando escuche la descarga del inodoro, entre al baño con el equipo para la limpieza del ano y del recto. Cuando vio el equipo no salía de su asombro.

– Vamos a tener sexo anal, pero como debe de ser. – le comenté.

– Oye, nada mas con cuidado, porque nunca he tenido sexo anal.- me dijo en tono de advertencia y súplica al mismo tiempo.

– No te preocupes, confía en mi, además hoy eres mi esclava y te ordeno recibir todo el placer carnal que te sea posible. – como respuesta solo se rio.

La acomodé de frente a la caja del baño sobre el inodoro, con el ano hacia mi, la empiné un poquito y puse un poco del lubricante en su entrada, deje que hiciera efecto mientras llenaba el émbolo con agua. Ella me veía con cara de extrañeza, no sabía que seguía. En un momento lo supo, le levanté un poco el trasero y le introduje con cuidado la punta del émbolo en su ano, se quejó un poco, pero pronto comenzó a disfrutar la sensación de agua entrando en su recto. Rellené de nuevo el émbolo y lo volví a meter, y de nuevo otra descarga de agua.

– Ya no aguanto, salte para que pueda hacer del baño – me dijo Sol, un poco apenada.

– No mi reina, no me voy a salir, tengo que dejar ese culito muy limpiecito. Me propuse que ibas a gozar como nunca y así será, confía en mi.

– Es que me da pena – esta vez, la ignoré. Llené de nuevo el émbolo y le volví a introducir una descarga de agua en su interior. Esta vez ya no aguantó y aventó al inodoro una evacuación de agua sucia con el contenido de su recto y su intestino. Repetí el procedimiento 3 veces más. Esta vez el agua salió prácticamente limpia. Una descarga más y quedó lista. Cuando limpié con una de las toallas el agua restante, y dejé bien seco todo su culito, me la llevé a la cama y comencé a lubricarlo y no solo su culo sino que también puse aceite en sus senos, vagina, cuello y piernas, para que toda ella fuera entrando en calor, en los puntos importantes. Pero lo que me importaba era terminar de estimular ese culito antes de meternos a bañar.

Comencé por ponerla de a perrito y sobar cerca de 5 minutos el esfínter, al mismo tiempo, con la otra mano, le acariciaba la espalda, para que se relajara. De pronto introduje mi dedo meñique en su culito, afortunadamente compramos la botella grande de lubricante, porque ocupamos muchísimo, de hecho, casi nos la terminamos. Después del meñique continúe con el dedo anular, siempre lubricando, alternaba con besos y mordidas en sus nalgas y por supuesto, mi lengua dentro de su ano. Mientras metía todo el anular en su orto, mi lengua hacía lo suyo al rededor del esfínter. Cuando sentí que mi dedo giraba sin problema, saqué el vibrador de plástico de la bolsa y después de lubricarlo, empecé a meterlo poco a poco, primero 5 centímetros, después ya le estaban entrando 10.

Entre el lubricante relajante y la vibración del juguete, de pronto ya le estaban entrando los 15 centímetros del vibrador hasta la base, que era de unos 4 centímetros de ancho. Todo marchaba sobre ruedas o ¿debiera decir, sobre lubricante? Tomé el otro consolador, el de forma de pene y lo introduje en su puchita recién rasurada, esa era una imagen hermosa, mi amante con sus dos hoyitos rellenos y vibrando. Le saqué el vibrador de la vagina y se lo empecé a meter en su culito, poco a poco, con suficiente lubricante, primero entró la cabeza y después fue resbalando hasta llegar a la base, que era mas gruesa que el otro y bueno, este consolador es mas duro también. Sin darme cuenta había invertido cerca de 45 minutos estimulando y penetrando su ano, pero había valido la pena, el vibrador estaba entrando y saliendo como si se tratara de una puta profesional. No resistí la tentación, así que mientras la masturbaba analmente, le metí la verga en su puchita y les aseguro que la sensación de sus labios rasurados es maravillosa, y a esto súmenle que se sentía la vibración del consolador que tenía en su recto entrando y saliendo.

Los gemidos de Sol comenzaron a ser más entrecortados, empezó a arrugar las sabanas de la cama y a estremecerse, estaba a punto de tener un orgasmo anal, así que me incliné sobre su espalda y le di una mordida en la nuca que provocó un grito y un espasmo vaginal que casi me hizo venirme y casi expulsó el consolador con forma de pene del interior de su culo.

Se tumbó sobre las sabanas, desfallecida, momento que aproveché para retirarle el consolador y deleitarme unos minutos metiendo y sacando mi lengua de su culito, que delicioso sabía. Ya que estaba un poco mas repuesta, la volví a poner de perrito y aproveché para sacar de la bolsa del sex-shop las bolitas con el cordel, les dicen bolas thai creo. Después de lubricarlas, y de volver a lubricarle el culito, fui introduciendo las 6 bolitas, que para este punto entraron sin tanta complicación, dejando afuera el soporte para poderlas sacar. La puse boca arriba en la cama y le besé todo el cuerpo, principalmente sus senos. Ahora, estábamos listos para darnos un baño, así que me desnudé por completo y nos metimos al baño.

El baño se podría decir que fue algo mas bien tierno, lento, hubo besos, muchas caricias, básicamente yo la bañe a ella, y ella aunque estaba un poco apenada, también me ayudó a bañarme. Algo bueno de todo esto es que mientras nos bañábamos Soledad no dejaba de sonreír.

Salimos de bañarnos y mientras me secaba le pregunté que se pondría, si el conjunto de lencería o el disfraz de colegiala, ella me miro un momento, se quedó pensando y al final me contestó que los dos y que le llevara también las zapatillas. El solo pensar en el resultado final una vez que estuviera arreglada me provocó de nuevo una erección. Mi eyaculación la estaba reservando para el final, porque quería venirme en su boca y que se tragara todo el semen que fuera capaz de darle.

Le pasé los conjuntos a Sol, sus zapatillas y le pedí que no jalara de las bolitas, que eso lo haríamos juntos y que lo mas importante era que no se pusiera los calzones que venían con el disfraz. Ella aceptó. Esperé recostado en la cama, aguardándola con una buena erección.

Tardó cerca de 15 minutos en salir, pero créanme que valió la pena. No sé si alcance a describir a la diosa que salió del baño, pero lo intentaré de cualquier manera. Empezaré de abajo hacia arriba, llevaba sus zapatillas negras y sus medias con liguero negro, sobre el liguero y las medias una faldita de cuadros rojos, sobre sus senos, un brassier de encaje de color negro y sobre este una blusa pequeña que se amarraba al frente, parte del disfraz de colegiala. Ella llevaba el cabello recogido hacia atrás todavía un poco mojado, su cara sonrojada un poco por la pena, un poco por la excitación.

Bajé de la cama, mi excitación estaba al límite, ya no podía contenerme más, la imagen de esa mujer tan hermosa, hizo que me arrodillara ante ella y besara sus piernas, subiera por su abdomen, besara y mordiera sus senos, luego su cuello y al final llegué a sus labios, que me recibieron con el mas húmedo y delicioso beso de toda mi vida. En ese momento solo pensaba en tomarla de todas las formas posibles. Me senté en la orilla de la cama, la hice girar a manera que me diera la espalda, levante la falda y abrí sus nalgas, solo para comprobar que seguía con las bolitas metidas en el culito, y así era. Que espectáculo tan delicioso, insisto.

Me levanté de la cama, y aprovechando la música de ambiente del cuarto, bailamos un momento, mientras le mordía el cuello, y los hombros, algunas mordidas eran con fuerza, mismas que provocaban un gemido.

Mientras bailábamos, bajé mi mano izquierda a su panochita y como era de esperarse, estaba babeando incluso se escurría un poco de líquido hacia la pierna. La llevé hacia la cama y la senté. Le abrí las piernas y le chupé la vagina de una manera frenética, lamía, mordía, besaba, metía la lengua, me bebía sus jugos, al final comencé jugar con la lengua justo debajo de su clítoris mientras lo pellizcaba, no tardó mucho en llegar su siguiente orgasmo.

Yo ya sentía que estaba a punto del orgasmo, así que decidí que le daría la leche en su boca. Aprovechando su apertura de piernas se la metí en su puchita y después de un rato, empecé a escuchar los gemidos de Sol, de nuevo, y esta vez su orgasmo venía acompañado del mío. Le dije que le daría mi leche en su boca y cuando contestó que sí, que se la diera, se la saqué de la vagina y se la puse en la boca, la puse a mamar, no tardé mucho en sentir que me venía, la tomé fuerte de la nuca y le aventé toda mi descarga de semen directo en la garganta, casi se ahoga, pero aun así, no se sacó la verga de la boca, era impresionante, tenía junto a mi a la mujer mas ardiente, golosa, perra, sucia y deliciosa que jamás había conocido, y lo mejor es que era mi amante. Ya lo decía yo, Soledad era una piedra en bruto, solo había que pervertirla.

La eyaculación fue copiosa, clarito escuché como pasaba por la garganta un gran trago de mi leche. Todavía, tomó mi verga y la succionó hasta no quedar ni una gota, se tragó todo. Después de eso quedé mas que en la gloria.

Esta última demostración de calentura de Soledad, me puso más caliente, así que la volví a poner de perro sobre la cama y empecé a sacar las bolitas de su culo, con cada bolita que salía, Sol exclamaba un gemido, una vez que salieron las 6 bolitas, me puse lubricante en los dedos y primero fueron dos, al final le estaba metiendo 6 dedos, 3 de cada mano en el culo, era mete-saca con giros, que la tenían loca y la habían puesto a pujar de placer, era increíble, que rico se quejaba mi nueva perrita. Otra vez bien aceitadito y relajado el culo, empecé a jugar con el consolador en forma de pene. Se lo metía y sacaba rápido, Sol tenía los ojos desorbitados. Le saqué el consolador y empecé a lamerle el culo, metiendo la lengua muy adentro. Tomé las bolitas y se las volví a introducir en el culo.

Se tumbó en la cama, descansamos un momento, para este punto, inclusive mis besos en los hombros y en el cuello hacían que se estremeciera. Era genial. Me acerqué a su oreja y le pedí que se desnudara para mí, que me hiciera un striptease y que al final le daría una sorpresa.

Un poco insegura se paró de la cama, le dije que comenzara a moverse de manera cadenciosa, y que se tocara donde mas le excitara. Se empezó a mover y a tocarse toda ella, de lo mas sensual que he visto, Sol era otra mujer. Le pedí que se desabrochara su blusa de enfrente, después que me diera la espalda, abriera un poco su falda y la fuera bajando si doblar las rodillas, así lo hizo. Ya tenía de nuevo una erección lista para la sorpresa final.

Le pedí que se acercara para quitarle el bra y dejarla únicamente con su liguero, sus medias, sus zapatillas y las bolitas thai metidas en el culo.

Le pedí que se subiera a la cama y cabalgara mi verga un rato, como buena esclava obedeció de inmediato. Se me subió y comenzó a montarme como toda una amazona, mientras le apretaba los pezones y la nalgueaba, le preguntaba que quien era mi perrita, y me gritaba que ella, que era mi perra, que era mi puta sucia, que le hablara sucio y así lo hice, y lo que es más, así la traté, hasta que llegó otro orgasmo, uno de verdad húmedo, cuando desfalleció sobre la cama no le di tiempo a nada, fui a la mesa por su bolsa y saque las medias que estaban mojadas, regresé a la cama.

La puse de a perro con la cara contra la sabana y puse sus manos en la espalda y con las medias se las amarré. Estaba lista para el gran final.

Tome el cordel de las bolitas thai y la acomodé abriendo sus piernas, de manera que el culo estaba abierto, comencé por sacar las bolitas thai, una por una, lento y una vez que salieron todas, le volví a lubricar todo por dentro y fuera, y volví a meter las bolitas, una vez mas, en esta ocasión las saqué mas rápido. Era mi turno, lubriqué mi verga y la acomodé en la entrada del ano, sin mas la empecé a meter.

Sol empezó a pujar y gemir como toda una profesional, eso me calentó muchísimo y me pudo mas que otra cosa, esa imagen de mi verga saliendo y entrando de su culo y los gemidos de Sol, eran maravillosos. Le decía cosas como te gusta mi verga, que rico culito tienes, quien es mi putita, te gusta por el culo y cosas por el estilo. Soledad de pronto no contestaba, y era porque estaba en el paraíso, tenía los ojos en blanco y babeaba como puta en celo, de pronto se empezó como a convulsionar y hacer un sonido impresionante, como poseída, y su recto empezó a apretarme la verga de una manera increíble, su culo también se estaba cerrando todo a un ritmo acelerado, de pronto ya no pude mas, Sol dejó de moverse pero yo ya sentía que venía mi orgasmo, así que no iba a parar, seguí, mis embestidas eran cada vez mas rápidas y de pronto, sentí una descarga de leche que salió de mi verga, pero bastante abundante, se la dejé dentro un momento mas, y nos recostamos de lado, pero no se la sacaba, todavía estaba dura y yo seguía muy excitado, así que la desamarré, la puse boca arriba y le ordené que abriera las piernas y con las manos se abriera el culo, me obedeció. Así que se la deje ir por el culo otra vez, pero ahora de a misionero, de nuevo comenzaron los gemidos de Sol y después de un rato de estarle dando por el culo, tome el vibrador en forma de pene y se lo metí en la vagina, y el vibrador largo delgado también se lo metí por el culo, así que por el culo le estaban entrando dos.

Me acerque a su oreja y le pregunté que sentía tener 3 pitos dentro de ella. Solo alcanzó a murmurar que era riquísimo. Con la vibración de los dos consoladores (y uno de ellos metido conmigo en su culo), la sensación era indescriptible, después de un rato sentí que venía de nuevo mi orgasmo y de nuevo le quería dar mi lechita en su boca, así que se la saqué rápido del culo, dejando el vibrador. Justo a tiempo, llegué a su boca para vaciarle un buen tanto de leche, que recibió con gusto y que se volvió a tragar toda.

Sol, estaba casi desmayada, no importaba la parte de su cuerpo que tocara se estremecía toda, así que para relajarnos, le mordí todo el cuerpo, mientras seguía jugando con los vibradores en sus hoyitos. Llegó el momento en que Sol me grito “ya, ya, no más, ya no puedo, no sé ni como me llamo, ya por favor”, me reí, le dije que todavía faltaba, pero que estaba bien, que por el momento íbamos a para para poder dormir un poco. Me levanté de la cama para contemplarla completa, con leche escurriéndole del culo y de la boca. Con el liguero, las medias y las zapatillas puestas, salpicadas de lubricante y semen, se veía para foto de una revista porno.

Le quité las zapatillas y nos acomodamos debajo de las sábanas para dormir un rato, la verdad es que los dos estábamos exhaustos. Para este punto ya eran las 6 de la mañana.

Despertamos cerca de la 1 de la tarde, y no les puedo mentir, tenía hambre, pero tenía mas ganas de seguírmela cogiendo, y así lo hice. Desperté a Sol con una mamada de concha que no veas. Nada como un buenos días con gemidos.

Ya que la puse en ambiente, le dije que se pusiera lubricante en el culo, que me iba a cabalgar, y de inmediato obedeció, le dije que se volteara para que me dejara ver como lo hacía. Era increíble, tenía a mi propia reina porno del sexo anal en la cama conmigo, eso me puso súper caliente. Le pedí que se pusiera en cuclillas dándome la espalda, que se le metiera en el culo y que así me montara, en esa posición nos pasamos un buen rato, hasta que le empezaron a temblar las piernas por el cansancio. Entonces la volví a poner de a perrito y se la seguí clavando, y de nuevo llegó otro orgasmo de Sol. Esta mujer era una fiera.

Le quité el liguero para poderle dar unas nalgadas que sonaran sabroso, la dejé en medias y mientras se la metía en el culo, la nalgueaba, no tardó mucho en tener las dos nalgas bien rojas. Esto provocó en Sol un cambio notable, porque perdió toda noción de sumisión y empezó a tomar el control de las cosas, se la sacó del culo y la empezó a mamar, toda, nos pusimos en posición del 69 y mientras sentía como entraba hasta la garganta, le metía el consolador con forma de pene por la pepa, al mismo tiempo le lamía el clítoris. Ya no pude más y le aventé otra descarga de mecos, pero esta vez, se los embarró en la cara y en la boca, alcanzó a tragar algunos, pero la mayoría los tenía en la cara. Para este punto ya me dolían los huevos y la verga de tanto clavar, Sol también se veía un poco cansada e irritada de todos lados, nos abrazamos un momento, mientras le quitaba el semen con el dedo y se lo daba en la boca, ella se lo comía como si fueran caramelos. Le propuse ir a buscar algo para comer y caminar un poco antes de regresar por nuestras cosas, ella accedió.

La tarde transcurrió tranquila, no hablamos nada de lo sucedido en el hotel, sino hasta que regresamos por su carro, me pregunto qué haríamos con los juguetes, la ropa y el lubricante. Le pedí que se los llevara, pero ella no quiso por temor a que su marido se oliera una infidelidad. Entonces, acordamos que me los llevaría yo, pero que quería verla de nuevo, que esos juguetes eran para usarse, no para guardarse.

Pensó un rato y por fin me preguntó que haríamos el próximo fin de semana, le respondí “hacerte el amor, ¿que te parece eso?”, solo respondió: “Me parece perfecto”.

Después de eso hemos seguido saliendo, en ocasiones gracias a las salidas de su esposo, todo un fin de semana. Sol ha cambiado mucho a raíz de ese fin de semana, ahora es mas abierta, cuando nos escapamos al hotel, me pide posiciones nuevas, me habla sucio, propone juegos y me lo pide así, sin vueltas, solo “cógeme”.

Hasta la próxima.

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