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Musa (temp.1 cap.1)
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(…) yo no era nadie y no lo sabía, no es que lo suela decir por jactarme de un poco de autocompasión, es que no tenía nada que me hiciera más especial que cualquiera a mi alrededor… ¿Dinero? Si, tal vez una buena fortuna amasada gracias a… mi sangrienta, humillante y asesina familia… si ya sé que no escogemos a nuestra familia… Y es que a veces lo común suele no importarle a aquellos que viven siempre abrumados, lo común a mí no me importaba, hasta que yo pasé de ser la figura más codiciada a una pieza polvorienta en un rincón oscuro (…)

—¡Shawn, necesito que te pongas las pilas parce! —su acento colombiano era inevitable de evadir.

—Si me pongo pilas como dices —sonríe la joven de cabello negro, colocando bruscamente su gorra hacia atrás.— Pero Fer, no creas que lo que estoy haciendo es trabajo fácil ¿vale? Así que no me incomodes más o te pondré debajo del auto a ver qué carajos puedes hacer aparte de quejarte —gruñe arqueando su espalda para acomodarse. El joven por su parte mira hacia los lados como si temiera que alguien llegara y coloca sus manos detrás de la espalda tocando lo que parece ser su única defensa, un revólver.

La joven parecía algo contrariada por la situación, su cara estaba llena de grasa de auto, y su chaqueta un desastre.

Se escucha sonar un celular al fondo del lugar.

—¿Hello?, Señor Hudson, su hija si, bueno ella, ellos no han llegado —tartamudea aquel hombre de casi dos metros, casi dormido, y luciendo el típico traje de guardaespaldas— señor, su hija está arreglando el coche de seguridad donde se encuentra el joven Fernando.

—¿Cómo carajos fue a parar mi hija de mecánica de ese auto para que se supone que te pago un sueldo? Sabes cómo están los negocios, saca a Shawn de la calle ahora o te patearé tu trasero —se percibían los gritos salientes de la bocina del celular.

Aquel hombre colgó la llamada y con paso lento pero firme se dispuso a acercarse a la joven debajo del coche. Con voz grave susurra: —Señorita me temo que no vamos a poder continuar ayudando al joven Fernando. Sus guardaespaldas deben estar de camino y su padre la necesita en casa.

El chico al percatarse de la situación y conociendo lo terca que era su mejor amiga, sonrió de lado, le puso la mano en el brazo a aquel gigante y se acercó a Shawn lentamente, mientras ella intentaba ganarle a aquel testarudo auto que se averió en el peor momento. —Pequeño demonio gringo, ya basta de esto, llevas casi dos horas intentando y nada, si sé que te apresuré pero no debes estar fuera de casa ahora —el joven la ayuda a salir del fondo del coche. La chica, haciendo un suspiro de total derrota, se saca lentamente su chaqueta de cuero color gris, y mira con odio el auto mientras se deshace de su gorra negra.

—Deberías deshacerte de esa mierda Fer, ¡Por Dios! Mira como estoy y al final tendré que irme —reprocha en lo que su celular comienza a vibrar en su jean ajustado.— Si, habla la señorita Conti —sonríe al saber que se representa socialmente con el apellido de su difunta madre— ¿Cómo? No puede ser —exclama sorprendida y una pequeña lágrima se escapa de aquellos ojos grises que miraban con reproches al cielo.

—¿Shawn que pasa parcerita por qué lloras? Me estás preocupando.

—Fer, se acaba de morir la abuela, mierda Fer que tristeza tan profunda. Había planeado un viaje para verla.

—Tranquila, puedes tomar el primer vuelo que salga para Italia, y ahí estarás dándole el último adiós —la consuela dándole aliento.

—¿Qué harás tú? Vente conmigo a casa, no creo que a papá le importe mucho la muerte de la abuela y así me haces compañía y no estarás solo aquí. No tenías que haber salido así en el auto Fer —le reclama Shawn, intentando contener las lágrimas y su voz entrecortada.

—Parcerita, me quedaré aquí ok, ellos llegarán y apenas llegué a mi destino te llamo para saber de ti —se acerca a ella y la abraza fuerte, se podía apreciar la calidez que emanaba de ese abrazo. No existía un deseo ni una lujuria oculta, era un cariño simple y puro.

—Claro está que me voy a preocupar por mi traficante favorito —Shawn alza una ceja pronunciando su desagrado con el tema, Fernando ríe— Pero no puedo convencerte de que vayas conmigo y si, solo llegaré a casa haré una pequeña maleta y me iré a Italia, quizás hasta por un tiempo, la abuela era lo único que me quedaba de mamá, eran tan parecidas, en cambio mi tío…

La joven agacha la cabeza y comienza a sollozar profundamente, el dolor se percibía en un llanto que no encontraba la más mínima consolación. Era un dolor profundo, y lleno de matices que encubrían rasgos de mentiras camuflajeadas con la "familia perfecta" para la socialité.

Fernando le da un beso en la frente y la joven camina con la chaqueta grasienta hasta la camioneta 4×4 con cristales polarizados y a prueba de balas y es que no se podía esperar menos para cuidar a la única heredera de la enorme fortuna de la familia Hudson-Conti. La joven ocupa el último asiento del vehículo, quizás el más alejado. Fernando se acerca sutilmente a la ventanilla tomándola de ambas mejillas la observa con sus ojos negros y le habla con voz entrecortada:

—Parcerita, te voy a extrañar todo el tiempo que estés lejos, no te vayas a olvidar de mi, no tenemos la sangre igual pero tenemos el corazón —el joven colocó su frente junto a la de la chica que lo miraba triste y extrañada. De repente, el tiempo se detuvo, se siente como un coche viene derrapando si temor alguno de ser escuchado, se bajan de el a toda prisa 5 hombres portando pasamontañas y trajes oscuros, sin pensarlo y en fracciones de segundo comienzan a disparar al auto donde estaban Shawn.

Se sentía el sonar de los casquillos golpeando el pavimento a la velocidad de la luz, el ruido de las ametralladoras era como una bomba y resonaba por todo el vecindario.

El rostro de Shawn se cubrió de la sangre de su amigo, de su compañero de toda la vida, y lo vio desvanecerse lentamente hasta caer cocinado a balazos.

Antes de que el guardaespaldas pudiera reaccionar, uno de los hombres enmascarados se acerca a la parte delantera del vehículo y propina un balazo de gracia en la frente de aquel hombre que partió, con la mirada estupefacta de una muerte inminente y de un coche que solo protegía a medias.

—Veremos que tenemos aquí —dice el hábil asesino sacando a la fuerza a Shawn del coche. Ella, intenta luchar como puede, pero en el desafiante forcejeo una bala se escapa del arma que cambiaría el rumbo de esta historia para siempre.

—¡Hijo de puta que carajos has hecho imbécil! —se escucha una voz gruesa reclamar a lo lejos. Un hombre alto y fornido se acerca corriendo sin su máscara— ¡Ella es la hija del jefe tarado! Acabas de asesinar a Shawn Hudson Conti, solo era al traficante no a ella ni al chófer ya el trabajo estaba más que hecho imbécil.

La joven estaba completamente tumbada en el suelo con un balazo en su abdomen que cada vez hacía que perdiera más y más sangre… Shawn sentía como cada segundo que pasaba se alejaba más de este mundo…. escuchaba voces alrededor suyo, veía rostros enmascarados y resaltaba en particular el de un hombre que le parecía familiar…

—¡Abran paso! —grita aquella joven enfermera que llevaba la camilla dónde Shawn estaba muriendo.— Tengo a una joven con impacto de bala en la parte baja del abdomen, con pérdida significativa de sangre y no tiene casi consciencia —explica nerviosa a la doctora que se acerca velozmente y comienza a preparar a Shawn para la intervención quirúrgica. De repente la doctora hace una expresión de sorpresa al verle el rostro: —¡Oh Dios mío es Shawn! —exclama nerviosa mientras mira sus manos ensangrentadas y escucha como el monitor marca los pocos signos vitales de la joven.

—¡Doctora Collins ya está todo listo! —gritan desde el otro extremo del pasillo.

La doctora, se apresura a trasladar a Shawn al quirófano lo antes posible, mientras mira sus ojos casi cerrados y vidriosos. —Por favor mi amor no te duermas, no te duermas —acaricia su cabello mientras una lágrima sale del rostro de la joven herida— Ya estamos casi llegando yo no puedo entrar pero te dejare en buenas manos y estaré fuera esperando— las lágrimas corrían incansablemente por las mejillas de la doctora que intentaba no responder a las preguntas "acaso le conoces" "no puedes operar, estás muy afectada ya el doctor está en quirófano" y a pesar de toda la tensión corría llevando la camilla por aquel interminable pasillo.

Que caprichoso el destino, Shawn había acabado en el hospital donde Helena Collins, su ex novia de 5 años, había comenzado a trabajar hacia tan solo 14 días.

—¡No por favor tu no Shawn, tú también no! —exclamaba Helena en llantos de dolor mientras el reloj marcaba las 8:41 de la noche.

Tal y cual buitres esperando carroña, la prensa fuera estaba ávida de información ya fuera cierta o no.

—¿Cómo carajos supieron que estaba aquí? —pregunta el jefe de los Médicos en el hospital esa noche— Necesito que los mantenga a raya y establezca un perímetro de seguridad hasta llamar a las autoridades —le ordena a los guardias de seguridad del recinto.

Llovía, y hacia algo de frío.

Comienza a sonar un teléfono celular, en aquel lujoso apartamento. La joven que estaba media dormida, se retuerce un poco en las sábanas para intentar amedrentar el sueño y al fin responder.

—Oh amore mio, ¿si può essere più inopportuni? —exclama aquella belleza italiana.

—No te llamará Kiara si no fuera importante —se escucha una voz masculina seria del otro lado del teléfono.

—Ok, Fabio, dime de una buena vez por qué me llamas a estas horas —miro su celular y eran las 3:20 de la mañana en Italia.

—Shawn está en el quirófano, herida de bala en el abdomen y está en un mal estado, te llamo por si pasa lo peor, aún no sabemos quién pudo haberlo hecho.

—¿Cómo? —exclamó la joven saltando de la cama— Dime que eso no es cierto Fabio ¡NO JUEGUES ASÍ CONMIGO! —grita a todo pulmón.

—Estoy aquí en el hospital como agente del FBI. Así que dile a tu padre que se prepare, quien quiera que haya hecho esto, le acaba de declarar la guerra directa a los Conti.

—Sabes que mi padre está en muy mal estado después de la muerte de la abuela y que no tiene roces con Hudson y menos con Shawn —habla nerviosa la chica mientras enciende un cigarrillo y se recuesta desnuda a los pies de la cama.— Pero, ¿ella está bien? Voy a tomar un vuelo a América ahora mismo —afirma decidida.

—Kiara, lo mejor que puedes hacer es preparar todo allá en el bufete, eres la abogada de la firma Conti, y si el FBI y la INTERPOL comienzan a investigar no voy a poder hacer nada.

—Quiero estar con ella, cuidarla, ella va a necesitar de mi —habla mientras se coloca una bata de dormir y se dirige al ventanal de cristal de la habitación.

—Por favor —refunfuña el hombre del otro lado del teléfono— No le puedes decir a nadie que tienes un romance con tu prima, omite los sentimientos y céntrate en los negocios te mantengo al tanto de su estado de salud.

—Fabio si me fallas, juro por todo lo que existe que te asesinaré con mis propias manos —habla enojada mientras apaga el cigarrillo.

—Kiara, no son necesarias las amenazas, a veces se te olvida que soy tu hermano.

—Medio hermano —corrige Kiara con tono de voz seco.— Da igual Fabio, te pago bien y papá y yo mantenemos tu cuenta forrada de ceros, así que me llamas ante cualquier cambio, estaré rezando por mi amore —habla la chica con voz entrecortada mientras acaricia una foto de revista donde aparece Shawn en una moto de carreras.

—Oh cara mía, ¡no pares! —gime Kiara aferrada a la espalda de Shawn. Besaba su cuello mientras intentaba controlar sus gemidos.

—Shhh, habla bajo que nos van a oír —ríe.

—Entonces déjame bajarme el vestido —habla juguetona la italiana y entrecortado por las embestidas que le daba Shawn con el arnés.

—¿Cómo es que traes esto a diario en tu bolso? —le pregunta a Kiara riendo mientras miraba por el espejo y la embestía cada vez más rápido a lo que la italiana no podía parar de gemir y evocar a todos los dioses del universo.

—No pares de cogerme y te respondo —sonríe la italiana.

Shawn comienza a moverse más rápido, sacándole los jugos a Kiara, en pleno baño del restaurante donde habían ido a cenar por negocios. La italiana se retuerce del placer. Shawn, saca del interior de la vagina el juguete, se saca el arnés y se lo pone en la boca a Kiara, que lo lame gustosa.

—Estuvo delicioso, como siempre —asiente y se ríe pícaramente guardando el juguete nuevamente en su bolso.— Respondiendo a tu pregunta lo traigo a la cena porque sé que lo usaré contigo.

—Oh bien, respecto a lo que dijiste al inicio parece que me evalúas y eso no me gusta —habla Shawn mientras se dirige a los lavabos con la camisa desabrochada, la corbata en un bolsillo y la cremallera abierta.

La italiana despampanante, se baja de la meseta que estaba cerca de los lavabos y toca seductoramente el pecho tatuado de Shawn. La besa despacio mientras sus lenguas danzan a un ritmo perfecto.

—No sé que me haces, pero me gusta, no puedo parar de desearte.

—Entonces no pares, no hay por qué —le dice Shawn con sus ojos grises clavados en su alma, para apretarla contra su cuerpo, bajar sus manos hasta sus glúteos y apretarlos, a lo que la italiana responde con una risita y un leve gemido.

—Señorita Conti, ya están todos reunidos en la mesa. Su padre espera —dice en tono bajo un señor mayor detrás de la puerta del baño.

—Gracias Fiore, en un instante me uno —exclama la modelo y abogada Kiara Conti Szart.

—Dale mis saludos a mi querido tío Giorgio —se burla Shawn, a la vez que se nota tristeza en su rostro.

—Ey cara mía —la besa Kiara— Verás que todo se soluciona, ¿cómo está Helena?

—Nos vamos a divorciar —responde secamente, tomando su celular y las llaves del coche— Mañana, viajo a Seattle a recibir una entrega de papá y necesito acabar de salirme y ubicarme en mi carrera de piloto, Fernando me va a ayudar.

—Amor, tu nunca has querido estar involucrada en los negocios de la familia, puedes alejarte cuando quieras nadie te va a reprochar.

—Ki, tengo más sangre en mis manos en estos meses que probablemente mi padre en todos estos años. Tengo la sangre de mi propia hija en mis manos como consecuencia de mis actos, ¿acaso quieres mayor tortura?…

—¡No vas a morir cara mía! Aún tienes que vengar a tu hija, aún tenemos muchas cosas de que hablar —sonríe Kiara secando sus lágrimas en la habitación recordando aquella noche junto a su amada prima Shawn.

Mientras en el hospital, la prensa comenzaba a hacer suposiciones capciosas sobre los negocios no tan lícitos de la familia Hudson. Ya hacían más de 3 horas que Shawn estaba en el salón de operaciones y no había una respuesta sobre su evolución. Helena no hacía más que caminar de un lado a otro, acompañada de un agente del FBI, el cual ella no sabía por qué se preocupaba tanto por el estado de su ex pareja.

Estaban compañeros de trabajo de Shawn, amigos, y…. su padre alejado de todos y rodeado de guardias de seguridad. El hospital era un caos, pura conmoción y desconcierto… hasta que las puertas del pasillo se abren bruscamente y se escucha:

—¿Familiares de la señorita Shawn Hudson Conti? Acérquense por favor…

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