Suena el teléfono, me pregunto ¿Quién será? Saco el dispositivo celular de mi bolsillo y veo en la pantalla refleja el nombre de María, una buena amiga de trabajo.
Yo: ¡Halo! –Contesto.
María: Como estas, buen día, disculpa ¿me puedes venir a ver a mi casa? -Ella responde, con un tono de voz muy agudo.
Yo: Claro, en seguida salgo. –Contesto, despidiéndome rápidamente de ella.
Tome mi chaqueta, seguidamente me puse en camino hacia el lugar citado, con la incógnita mental de saber que le acontece a María, por la preocupación delatada en ella me imagine que debía ser algo muy comprometedor.
No tarde mucho en llegar a su casa, al tocar el timbre se abrió la puerta ¡oh sorpresa! María se encontraba frente a mí con un aspecto muy demacrado.
Antes de continuar con esta narración, debo indicar que María es una chica jovial, de 22 años de edad, de contextura delgada y alta a la vez, dueña de un color azabache perpetuo en su piel, hereditario de su raza afrodescendiente; cuyo rostro angelical es cubierto por una larga cabellera muy rizada, de una mirada risueña que emerge de aquellos ojos grandes y saltones. Siempre sonriente con aquellos labios carnudos llenos de insinuación a ser besados; y, a pesar de su vestimenta acorde a su figura, se podida distinguir que en su pecho se formaba unos senos grandes y redondos, cuyos pezones puntiagudos pretendían romper la tela que los cubría. Más en parte inferior, como buen explorador se divisaba un vientre plano, del mismo que nacía su cintura de avispa y sus sobresalientes caderas; este detalle peculiar se puede corroborar cuando María vestía con ropa deportiva camisetas al cuerpo y licras, ahí se observaba que era dueña de una vagina muy definida, y que su ropa de preferencia era los hilo, pequeños triángulos de tela que cubrían descaradamente su sexualidad.
Yo: – Amiga que te paso.
María: – Amigo, te he llamado porque sé que solo tú me puedes ayudar, tengo una dolencia inexplicable, siento que mi vida se va, ya me examino el medico supuestamente es una infección, me tome las medicinas sin tener resultados, pero adicional a todo esto, tengo pesadillas que alguien me toca y me posee siento todo su peso encima de mi cuerpo, eso me asfixia.
Yo: – Tranquila amiga, relájate, con el poco conocimiento que tengo veré que puedo hacer.
María estaba al corriente del conocimiento en ciencias ocultas que poseía, sugiriéndole que nos dirijamos a su habitación para conversar un poco más detallado el tema; a paso que daba sentía la energía negativa emitida desde le interior de su espíritu; en estos casos es mejor analizar el comportamiento y el actuar de la persona, para definir si es solamente energía o un estado de posesión maléfica; en esos momentos María llevaba puesta como vestimenta una camiseta y short transparente, a simple vista sin ropa interior; por el cual se podía observar una parte de su anatomía femenina como la espalda, nalgas y muslos, además frontalmente, se lograba apreciar el esplendor de sus senos y su zona púbica. A pesar de estar enferma, su cuerpo se movía rítmicamente al son de la lujuria, incitando a desviar la razón de estar ahí; no me imagine pensar todo esto, ya que María la consideraba una amiga o hermana, pero en estas circunstancias deje a un lado todo esto.
Sabes, he visto en ti un espíritu maligno poseso en tu cuerpo, ¿hay solución?, si la hay, pero es un poco comprometedora, dependerá de ti si aceptas o no:
María: ¿Cuál es? Ya no aguanto más esta dolencia.
Yo: Mira, te respeto mucho, somos amigos, hay que canalizar tu energía, pero en tu cuerpo totalmente desnudo.
María: ¡Que! Creo que estas abusando de la situación
Yo: No quiero abusar, solo ayudar, el proceso debe ser así, por que la desnude significa la pereza, si no quieres no hay problema, yo me retiro
María: Espera, es que te considero mi amigo, te confieso no me he desnudado frente a un hombre (por un momento pensé que María era aún pura y casta)
Yo: Espero que no confundas las cosas, solo quiero ayudar.
María: ¿Espera, puede ser en ropa interior? (como si no se diera cuenta que por la transparencia de su vestimenta he visto mas de lo que esperaba)
Yo: A la pregunta me quedo pensando (Era válida la petición, pero era la única oportunidad de verla desnuda a María, así que aproveche) Mira el proceso es así, lo tomas o lo dejas.
María: No me queda más, acepto, pero por favor no divulgues lo que va a pasar aquí y dime lo que necesitas para la sanación.
Yo: necesito tabaco, alcohol e hiervas de monte. Apaga las luces, cierra ventanas de esta manera crearemos un ambiente de conexión con lo desconocido.
Larga fue la espera y es así, que de pronto del interior del baño, se observa la silueta de María tratando de cubrir su desnudes con una sábana blanca, que era traslucida a la luz de una vela encendida que sostenía su mano derecha; con pasos desequilibrados avanzaba hacia mi buscando sanación a su malestar; se frenó, bajo su cabeza en señal de no querer continuar.
Yo: -Tranquila, acércate, olvídate de tu desnudez, deja que fluya la pureza de tu ser, desde tu cabeza a tu intimidad.
María: – ¡No puedo, ningún hombre me ha visto así!
Yo: – Deja caer lentamente la sabana que llevas puesta, deja ver tu belleza – (ordene por segunda vez). Para que la luz de la vela cauterice lo negativo de tu cuerpo, ya que hace tiempos un hombre al cual no le cumpliste de entregarle tu virginidad, te maldijo; aquel hombre es casado y su esposa se enteró.
La clave fue manifestar esta aclaración, para que esta doncella de ébano dejara caer la sabana al suelo, quedando su cuerpo como Dios le trajo al mundo, mis ojos disfrutaron de lujuria extrema al ver a María en esas circunstancias, que afirmo todo el morbo que ella me causaba en soledad; era perfecta en todo su anatomía como las mismas ninfas detalladas en las novelas griegas, sus pezones respingones cubiertos de una aureola redondas parecían como fresas en chocolate desando ser saboreados, anclados en unos senos firmes y carnudos que a cualquier movimiento se movían como olas del mar. En mi mente decía: que hermosa cintura de avispa del cual nace un vientre lleno de placer, cuyo final es una vagina rasurada como una concha abierta, sus labios vaginales mayores y menores eran los anunciantes del capullo llamado clítoris.
Empecé la limpia energética, frotando las hiervas por su cuerpo conjugado con el humo de un cigarrillo, mis ojos disfrutaron de este momento y mis manos de forma reservada tocaban su piel, tratando de evitar tener contacto con sus senos y vagina, ya que se me produjo una erección; creo que el frote de las hiervas le causo un leve placer a María, ya que empezó a dar pequeños movimientos libidos acompañados con gemidos poco sonoros. Al ver que contraía su pelvis y nalgas a la vez, acerque mi boca a su oído como queriendo besarla, le ordene que abra sus piernas; no se opuso, abrió hasta dejar ver los que sus labios vaginales escondían, los cuales estaban húmedos goteantes del néctar femenino, un líquido viscoso y transparente que provenían de su manantial.
Aproveché esta ocasión ubicándome tras de su espalda, era ahora o nunca, bote las hiervas y el cigarrillo para atravesar con mis manos su cintura, que erótico momento cuando con mis manos pude palpar aquel vientre deseado; al ver que no se opuso, como un rayo me desvestí dejando a flote mi pene erecto, me coloque nuevamente en la misma posición, solo que esta vez mi miembro viril se encontraba en la mitad de sus nalgas, a esto María se arqueo y dejo escapar su primer gemido. Con más confianza, una de mis manos fue directamente en busca de sus senos para jugar con sus pezones que ya estaban firmes de la excitación, a esto besaba su cuello, orejas y espalda, a la vez empujaba mi pene tratando de perforar sus nalgas; a esta acción, María colaboro abriendo más sus piernas y su espalda arqueo hacia adelante tratando de que sus nalgas broten y sea más factible la penetración. Empuje con más fuerza mi pene abriendo camino un poco en su cavidad vaginal, ella se estremeció y grito, puso una de sus manos para que no continuase, pero se incorporó nuevamente.
Para preparar mejor el camino, mis manos se posesionaron de su vagina, acariciándole suavemente su vulva, labios y clítoris que se encontraban súper mojas de líquidos femeninos, el olor a su sexo me sedujo y al ritmo de sus gemidos que eran muy excitantes, fui lentamente introduciendo mis dos dedos en su orificio vaginal, hasta que llegué a un obstáculo que me impedida seguir perforando, ahí comprobé que María virgen.
A tal descubrimiento no sabía qué hacer, si continuar o dejar ahí, era mi amiga y creo que llegué hasta el límite, en segundos de tiempo decidí que debo continuar; y sin pensar dos veces con fuerzas rompí aquel impedimento introduciendo todo mi miembro en su estrecha vagina.
María pego un grito que fue silenciado con suaves besos en el cuello, tocando sus senos y diciéndole a su oído que es una mujer muy sexy y hermosa; resulto este cortejo, espere un poco sin sacar el miembro de la vagina desvirgada y suavemente empecé a sacar y meter mi pene, hasta que maría cogió también el ritmo y ayudo con suaves movimientos de cintura.
María disfrutaba gemía y sentía dolor a la vez, hasta que dijo me orino, respondiendo que no era eso, si no que estaba por terminar, mientras continuaba con almete y saca de mi miembro yo también sentía que mi pene quería estallar, hasta que sin pensar le llene de semen su vagina seguidamente ella termino con orgasmos múltiples tirándose de forma repentina al piso, ahí reposo abierta las pierna dejando al descubierto y en todo su esplendor su vagina recién desvirgada, de la cual empezó a salir una mezcla de líquidos sexuales, semen y sangre de acompañado a olor a sexo.
Luego de esto no hubo cruce de palabras se fue al baño, se escuchó la ducha y yo me vestí saliendo sin despedirme y avergonzado por lo que hice. No hablamos por un tiempo, pero me alegre al verla de lejos que recupero su salud y todo su ánimo por seguir viviendo y disfrutando de los placeres de la vida, por terceras personas me entere que luego de mi proceso místico y erótico a la vez María sano, proporcionándole méritos a su médico tratante y no a mí.
Queridas lectoras y lectores espero que sea de su agrado esta pequeña historia.