Me casé joven de 20 años, el sexo con mi marido era regular, él duraba poco y no tenía una verga muy grande, la verdad que eran solo 15 centímetros y algo delgada y pocas veces me llevó al orgasmo. Después vinieron los hijos, dos varones y al pasar de algunos años supe que mi marido salía con otras mujeres y no tardó en dejarme, con mis dedos buscaba el sexo que me faltaba, a veces usaba algo como estimulador, un cepillo de pelo con mango grueso u otra cosa que mi imaginación me pedía.
Soy de un metro setenta de estatura y en esa época de mi vida tenía un poco de sobrepeso, pero con buenas nalgas y tetas que mis amigas envidian y algunos hombres miraban por mi escote en el bus. Mi ex me dejo una buena mantención lo mismo que mis padres, por lo que no necesitaba trabajar, aun así lo hice y retomé mis estudios de alta cocina logrando un trabajo de medio tiempo. Buscaba pareja, pero no encontraba nada. Un día me miré desnuda en el espejo y vi lo que los embarazos y el tiempo habían hecho en mí, así que busqué un buen gimnasio. Después de algunos meses había logrado bajar algo de peso y tener más tonicidad, pero lo mejor era que me sentía muy bien y con ganas de gozar, que aplacaba con algunos vibradores.
Mis padres habían dejado una casa en el sur, cerca de una ciudad, con mis ahorros la arreglé y puse en venta. A provechando unos días de vacaciones viaje a recoger una pocas pertenecías que allí habían quedado, al llegar vi que cerca de la casa había un complejo deportivo nuevo con un gran estadio, me acerque y vi que estaban entrenado rugby un grupo de jóvenes, al pasar por el acceso había un letrero pidiendo una cocinera por unos días, así que, sin pensarlo, fui a ofrecer mis servicios.
No era cocinar para muchos ni menos hacer los platos exquisitos que hacía en mi trabajo de medio tiempo y tenía a un señor muy mayor de ayudante por lo que el trabajo era solo de unas horas al día.
Los entrenadores y otros ayudantes eran muy mayores y después del entrenamiento se iban a tomar a un bar cercano, los jugadores como buenos rugbistas eran altos y fornidos y estaban en primer año o segundo en una universidad, algunos me miraban con lujuria, pero yo no les ponía atención ya que eran muy jóvenes.
El último día estaba en la cocina entregando todo limpio y ordenado cuando el más grande de ellos se me acercó y me tomó de las caderas, sentí como un calor que me subía por las piernas y se concentraba entre ellas.
-Te tengo una propuesta –me dijo-, algunos de mis amigos son vírgenes y si tú quieres ganar algo de dinero extra teniendo sexo con ellos dímelo sino aquí no ha pasado nada…
Yo al comienzo no sabía que decir, después pensé en mandarlos a la mierda, pero sorpresa, de mi boca salieron las siguientes palabras…
-Bueno, me gustaría, pero no solo con tus amigos vírgenes sino con todos Uds!!!
No sabía lo que decía, era como si otra persona hubiera tomado el control de mí, sentía que mi cara se ponía roja, también mi cuello y mis piernas tiritaban por la excitación y el nerviosismo, del comedor vinieron a la cocina todos ellos, reían y se miraban entre ellos con una lasciva complicidad.
Me llevaron a un camarín, juntaron dos bancos largos y pusieron unas toallas sobre ellos haciendo una improvisada cama.
Todos hablaban al mismo tiempo, algunos intentaban sacarme la ropa, otros con poca suavidad me toqueteaban, pensé en salir corriendo, estaba algo arrepentida, pero el calor que se me había subido a la cara y el resto del cuerpo iba en aumento. Sin perder la compostura les grite:
-O se ordenan o me voy… A ver, quién va a ser el primero en tener sexo conmigo?
Les dije con fuerza y autoridad lo que me sirvió para poner orden.
-Tu nos dices… -dijo uno.
No los había contado, pero eran más diez y después se sumaron otros más, mi excitación estaba subiendo, sentía como mi vagina se iba humedeciendo hasta mojar mi ropa, mi clítoris se ponía duro y los labios vaginales se abrían esperando lo que venía.
-¿Ok, pero se me ordenan y me tratan bien, quienes son los vírgenes? -les pregunte.
-Estos tres -indicando a los más jóvenes, dijo uno.
-Empezaré con ellos, así que sáquense la ropa.
No termine decir esas palabras cuando ya todos habían empezado a desnudarse rápidamente, los que ya estaban desnudos me empezaron a quitar la ropa.
-Con suavidad, no se apuren -les dije.
Se notaba la ansiedad en sus caras y la excitación, me miraban con deseo cuando me sacaba las ultimas prendas, quedando solo con ropa interior, ellos estaban desnudos y mi excitación seguía subiendo, varios ya tenían sus penes erectos, duros y brillantes, nunca había visto a tantos hombres desnudos, los mire a cada uno, conté 15, todos jóvenes con una buena musculatura y con sus penes con unas buenas proporciones, algunos erectos hacia arriba, otros hacia abajo encorvados y otros con penes derechos, habían cuatro de ellos que tenían medidas descomunales, la excitación me aceleraba el corazón, mi cara, mi cuello y el interior de mis piernas se sentían con un calor extremo y mi vagina ya no podía estar más mojada.
-Pepe, Felipe y Miguel, uds. primero, a debutar se ha dicho -dijo uno.
Los tres se acercaron y tome sus penes con mis manos, dos lo tenían grande y otro aun algo flácido, los acaricies un buen tiempo, hasta que me decidí y los lleve a mi boca uno por uno, a medida que succionaba vi cómo se ponían más duros. Los otros me acariciaban y empezaban a sacar mi sostén y tiraban de mis bragas bajándola con algo de brusquedad. Seguí mamando esos penes ya muy duros, uno no aguanto y su semen me llego profundo en mi garganta, tragándomelo todo, un extraño gusto algo dulce y salado quedo en mi boca.
-Esta perra me dejo seco! -gritó.
-Hey! cuidado con tus palabras sino no hay nada más para ti! y eso va para todos -les dije.
Me recosté sobre las toallas y los dos primeros se peleaban por empezar a penetrarme, uno se puso sobre mí y me encendió aún más, su pene era de buenas proporciones y empezó a entrar con brusquedad al principio, pero estaba tan mojada con mis líquidos que su pene entraba y salía sin problemas, al mismo tiempo que varios otros ponían sus penes cerca de mi boca para que se los mamara, otros succionaban mis pezones ya duros y muchas manos acariciaban todo mi cuerpo.
Después de unas embestidas, termino dentro de mí, ya estaba muy excitada, como nunca en mi vida, el siguiente se puso encima mío y también termino rápido, todos estaban muy excitados, empujándose y peleándose por penetrarme. Yo continuaba mamado la verga más cercana a mi boca.
-Se me ordenan! -les grite- hay para todos y los voy a satisfacer a todos!
El tercero que me penetro me dejo casi en el éxtasis su chorro de semen caliente lo sentí en lo profundo de mi vagina.
-El siguiente! –grité.
Mi excitación seguía subiendo, el próximo que me penetro tenía un pene muy curvado hacia arriba y muy grueso, era lo que necesitaba para un gran orgasmo, el que vino con su chorro de semen y fue muy explosivo con estertores y contracciones en mi cuerpo con oleadas de calor y los espasmos de mi vagina hacían que expulsara el semen, solté los penes que tenía en mi mano y abrace al joven con fuerza.
-Así se hace! -le grité- denme más! quiero más háganme gozar muchachos! -les gritaba.
Dos más terminaron dentro de mí y empecé a excitarme de nuevo camino a otro orgasmo, seguía mamando los penes que esperaban, mi segundo orgasmo vino con el séptimo joven, no la tenía muy grande pero el chorro caliente y constante de su semen me llevo a las nubes, volví a estremecerme de nuevo con otro orgasmo de fuertes espasmos y contracciones en mi vagina y todo mi cuerpo. Me sentía en el cielo.
Uno de los jóvenes más corpulento me dijo:
-Ponte en cuatro que quiero hacerlo a lo perrito.
Me di vuelta, me incline sobre las toallas, el semen me salía a borbotones gruesos de mi vagina y corría por mis piernas hasta mis rodillas, el comenzó a penetrarme, su verga durísima era una de las más grande, me hacía doler ya que con esta posición entraba hasta lo más profundo de mi vagina, pero la excitación era más que el dolor y el joven termino rápido, su orgasmo fue muy largo llenándome de nuevo toda por dentro.
El siguiente me dijo: -Quiero tu culo.
-Bueno -le dije- pero hazlo con algún lubricante.
Mientras lo iba a buscar seguía mamando algunos penes, algunos terminaban en mi boca, trataba de expulsar el semen, pero siempre terminaba tragándolo, otros eyaculaban en mis pechos. A esa altura ya estaban más en confianza y ordenados, sabían que estaba dispuesta a darles lo que querían.
El que fue a buscar lubricante llego rápido.
-Ya está lubricado.
-No es solo para tu verga -le dije- es para mí culo.
Me pusieron el lubricante entre varios metiendo sus dedos en mi ano, yo nunca tuve relaciones anales con mi esposo, pero ya a esa altura no pensaba nada, no guiaba mis acciones ni mis palabras, era tal la excitación que después de cada orgasmo quería más y más.
Me puse en cuatro de nuevo y empezó a penetrarme por mi ano en forma lenta y suave, sentía como a cada embiste mi ano se expandía, su glande lo sentía grueso, el lubricante facilito que entrara por completo, al comienzo era algo doloroso, pero después de varias metidas sentía como entraba y salía con una sensación de placer y excitación que iban en aumento, su chorro caliente me llego muy adentro, rápidamente se puso otro que la tenía más grande aun, con esa verga y sus movimientos hicieron que acabase otra vez.
En un momento me levante y de mi ano y vagina continuaba saliendo semen. Me había propuesto dejarlos a todos satisfechos y aún quedaban varios con sus penes duros, los que habían terminado descansaban sentados en otros bancos conversando y riendo relajados.
Puse a uno acostado sobre las toallas, la tenía grande y su glande era muy grueso, me subí sobre él y empecé a cabalgar sobre su verga, con los movimientos circulares de mis caderas acabo pronto. Llamé a otro y también los puse acostado y me subí a su verga, esta también era descomunal y gruesa, con lo que mi excitación volvió aumentar de nuevo.
Otro de los jóvenes me tomo de las caderas y puso su pene entre mis nalgas buscando penetrar mi ano que no opuso resistencia, ahora tenía un pene en mi vagina y otro en mi ano y los dos eran grandes, entre los dos empezaron a penetrarme rápidamente, junto con el movimiento de mis caderas que buscaba mantener ambos penes dentro y la excitación de ellos nos llevó a los tres al orgasmo simultaneo, para mí fue grandioso, sentía que las convulsiones y espasmos en mi vagina se expandían a mi ano y de ahí a todo cuerpo, este orgasmo fue estremecedor desde mi pelo hasta los dedos de mis pies, sintiendo que todo en mi cuerpo era placer, yo gritaba: “quiero más, quiero más”, poseída como loca. Los otros jóvenes que observaban la escena de penetración doble se entusiasmaron nuevamente volviendo a sus embestidas, continúe con las dobles penetraciones cambiando unos arriba y otros abajo y con mis mamadas trataba de mantener sus penes erectos para que continuaran metiéndolos, yo seguía con mis orgasmos, algunos más intensos que otros.
Ya habían pasado algunas horas y ya estaba agotadísima, pero algo en mi pedía más y más, después de otros orgasmos míos y de ellos no vi más penes erectos, los quince ya estaban sin fuerzas, felices y relajados como yo.
-Eres lo máximo -me decían- queremos volverte a ver -decían otros.
Les explique qué venía de lejos y debía regresar, estaban tristes por la partida, pero todos quedaron más que satisfechos y me pagaron una buena suma de dinero que juntaron entre ellos.
En el viaje de regreso a en mi ciudad pensé mucho en lo que había hecho, nunca me había sentido más amada y deseada, también muy liberada de tantas cadenas, aprendí que se puede ser multi orgásmica y que eso se puede controlar si realmente se quiere.
Volví a mi trabajo y al gimnasio. Con la decisión de sentirme más libre, aunque no creo que por eso mis historias deba contarlas a alguien, la gente comenta demasiado y la discreción en este tema debe ser total. Con el tiempo decidí buscar centros swinger u otros donde hay orgias con muchos hombres que disfrutar o también mujeres por qué no, pero he mantenido un perfil bajo y mis pasiones en secreto que he podido liberar cuando yo he querido. Eso se los contaré en otra historia.