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Mis amigas tramposas: Liz y su esposo en silla de ruedas
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Me llamo Liz, estoy casada con un hombre maravilloso que me ha invitado por mi cumpleaños a una peña, que es un tipo de discoteca para gente de 30 para arriba donde puedes bailar salsa, cumbia y bailes folklóricos.

Pero la cosa no es tan sencilla, actualmente tengo 38 años y mi esposo 60, cuando nos casamos yo tenía 22 y el 44, él era un hombre atlético y la verdad me hacía feliz pues es súper responsable, trabajador y les cuento que en el sexo era un tigre que me dejaba totalmente satisfecha, todo esto fue hasta hace un año en que tuvo un derrame cerebral, que le dejo paralizado la mitad izquierda del cuerpo, con mucha rehabilitación podía caminara despacio, pero el cuándo salía prefería su silla de ruedas.

Demás está decirles que en este año ha envejecido 20 años su pelo se ha encanecido, lo que más le ha afectado es la depresión, tuvo que dejar su trabajo, por lo que cuando me dijo para ir a la peña no quise contradecirlo, me dijo que también había invitado a mi hermano y a su esposa. Quise arreglarme para él y me puse un vestido que le gustaba mucho era uno rojo vueludo, que tiene un gran escote adelante y atrás, antes que se enfermara nos gustaba ir a las peñas, para bailar, tomar y siempre terminábamos en la cama con un sexo salvaje, demás esta decir que ahora con su enfermedad solo tenemos algo que se puede llamar sexo cada tres meses y eso. Soy bajita mido 1.60 m pero la verdad es que tengo bastante de adelante y atrás, sino que lo digan mis compañeros de trabajo y hasta mi jefe que me fastidian siempre y los bandidos no pierden la oportunidad para invitarme a salir, demás esta decir que siempre lo tome a la broma y me reía con ellos. Bueno termine de maquillarme, peinarme mi pelo negro lacio y ponerme un par de zapatos con taco 10 para lucir un poco más alta.

Mi hermano nos recogió en su carro, llegamos a la peña a eso de las 11 pm, teníamos una mesa reservada y mi esposo pidió una botella de wiskey con una cuba de hielo, yo invito que esta noche quiero que todos tomemos bien por el cumpleaños de Liz, lleno las copas y brindando dijo que por ser el primer brindis debíamos tomarlo hasta secar el vaso, todos lo hicimos. El no debía tomar pero no quise contradecirlo, más aun viéndolo tan animado.

Las horas pasaron rápido pues nos divertíamos con las ocurrencias de mi esposo y mi hermano se turnaba para bailar con su esposo y conmigo, yo que era muy bailarina me divertía, solo me daba pena que mi esposo solo miraba y como se quedaba en la mesa tomaba bastante, y así todos nosotros, a eso de las 2 de la mañana ya estábamos mareaditos, en eso mi esposo le pidió a mi hermano que lo acompañara al baño, él lo ayudo empujando la silla de ruedas, cuando me quede sola con mi cuñada, ella levanto su vaso y me dice:

– sabes brindo por ti que eres una sacrificada con un esposo invalido, como haces con el sexo, porque no creo que él te pueda hacer nada, a si tu hermano se quedara así, yo hace rato que le hubiera sacado los cuernos, yo no soy una santa como tú.

Yo la miré y le dije que estaba loca que como le iba a hacer eso si el siempre había sido un buen esposo, ella me miro y me recalco

– tú lo has dicho, ha sido.

En eso regresaron mi esposo y mi hermano, al vernos conversando, se ríe y nos dice:

– que estarán conversando las tías.  

Mi cuñada se picó y le dijo:

– mira Luis aquí el tío eres tú, más bien cuida mucho a Liz que hay muchos lobos que pueden querer la carne que tú no comes.

Mi esposo solo se rio, y mi hermano me dice:

-no le hagas caso a la loca vamos a bailar.

Por la hora solo quedaban pocas parejas en la pista de baile, estábamos conversando cuando no pude evitar mirar fijamente a un hombre que pasaba junto a nosotros, era blanco y robusto casi igualito a mi esposo en la época en que nos casamos, fui tan evidente que él se dio cuenta y me sonrió y me guiño un ojo con una mirada cómplice, sentí que me moría de vergüenza y me ponía roja al pensar de que debía pensar que yo le estaba coqueteando, en eso termino la salsa, y mi hermano nos dijo para irnos, mi esposo les dijo que vayan, que nosotros nos íbamos a quedar a escuchar salsa y a ver como otras parejas bailan, que después pedíamos un taxi, le dije a mi hermano que tuviera cuidado al manejar pues el también estaba mareado por el wiskey, mi esposo si estaba bien mareado y me pidió que hiciéramos otro brindis por los buenos tiempos, no pude rechazarlo, estábamos terminando nuestro trago, cuando me quede con la boca abierta, al ver que se acercaba a nuestra mesa el hombre que había mirado fijamente mientras bailaba con mi hermano, él se acercó directamente a mi esposo y haciendo una reverencia le dice:

– Caballero me llamo José, me permite bailar con su hija.

Me puse nerviosa por la manera en que iba a reaccionar mi esposo, no era la primera vez que la gente nos confundía de esa manera, era tanto lo que había el había envejecido en este año, pero para mi sorpresa me miro sonriéndome divertido, diciendo:

– Por supuesto José, baile con mi hija que a ella le encanta bailar y además es su cumpleaños y como se dará cuenta yo no puedo bailar más bien brindemos.

Y llenando los vasos tomamos, el me tomo de la mano y me llevo al otro extremo de la pista de baile, estaban tocando una salsa Idilio de Willie Colon, que es una salsa media lentona, y el sin más me tomo por la cintura, bueno sentí su mano caliente en mi piel pues mi escote en la espalda era bien bajo, y no pude evitar estremecerme, más aun cuando me atrajo hacia el pegando su cuerpo al mío, se movía muy bien, yo no sabía qué hacer, y solo me dejaba llevar en el baile sentía que todo mi cuerpo temblaba, como si fuera una chiquilla, el pego su cara a la mía que quemaba

– feliz cumpleaños Liz, desde que te vi no pude dejar de pensar en ti, que bueno que era tu hermano el que bailaba contigo, yo pensaba que era tu esposo, no quiero parecer aventado pero tienes un cuerpito de infarto, la verdad es que con una mujer como tu es muy difícil contenerse.

Era increíble lo descarado y aventado que era, en otras circunstancias lo hubiera dejado bailando solo pero lo único que hice fue reírme y decirle tímidamente

– Ay José eres terrible, no me aprietes tanto que nos van a ver.

Eso fue como darle permiso pues sin más se pegó más a mi poniendo sus dos manos en mi espalda, yo no podía evitar estremecerme, pero no hacía nada por separarme, el licor también hacia que mi cuerpo flotara, pego su cara a la mía y me dice:

– Pero que hombre se va a aguantar con una mujer como tú, además tu papa esta durmiéndose y no se da cuenta de nada.

No podía dejar de temblar al sentir esas manos calientes tocando mi piel, me di cuenta que poco a poco iban bajando llegando casi a mis caderas, con lo último de pudor que me quedaba le quite una mano de mi cintura y mirándolo con cara molesta le dije:

– No hagas eso que aquí nos pueden ver.

Él se rio y volvió a sujetarme de la cintura, y cantaba en mi oído es parte de la salsa "y así muy juntos volver a sentir que se funden tu alma y la mía en un abrazo un idilio de amor…", en la realidad sentía como su cuerpo se fundía con el mío y sentía como oleadas de calor en mi cuerpo que hace tiempo no sentía, en eso termino la salsa regresamos a la mesa, mi esposo se dormía, al vernos nos abrazó a los dos, y nos dice:

– Liz vamos a brindar por la juventud y por tu cumpleaños para que te sigas divirtiendo.

Y volvió a llenar los vasos y brindamos los tres, yo por un lado me sentía mal por estar disfrutando del baile con otro hombre mientras él se quedaba solo, pero por otro lado no podía evitar estremecerme por el parecido de José con mi esposo, y las sensaciones que mi cuerpo recordaba cuando pegaba su cuerpo al mío, me sentía que le era infiel con el pensamiento.

En eso comenzó a tocar un bolero, y José hizo un gesto a mi esposo como pidiéndole permiso, el asintió la cabeza, me tomo de la mano y yo lo seguí como una robot hasta el otro extremo de la pista como para que no pudiera vernos, quedaban solo cuatro parejas bailando, si con la salsa el estrechaba mi cuerpo, con el bolero prácticamente nuestros cuerpos estaban totalmente unidos, mientras sus manos descaradamente acariciaban mi espalda y por momentos se iban a la zona de mis glúteos, el ya no se controlaba en lo que me decía:

– Que rico culito tienes Liz, como me gustaría comerte aquí mismo…

Yo no sabía cómo reaccionar solo atinaba a decir cosas como.

– José sube tu mano que nos están viendo, mi papa se va dar cuenta, aquí no…

Ya no hacía nada para apartarlo, solo me reía, lo cual lo incentivaba a seguir, prácticamente bailaba con sus dos manos encima de mi cola, y las frotaba al ritmo de la música, no podía evitar que mi cuerpo ardiera y mi corazón latiera a 100 con esos estímulos que hace tanto tiempo no sentía, lo mire hacia arriba como una niña rogándole que no continuara, y el aprovecho para pegar sus boca a la mía, intente tímidamente forcejear para liberarme pero sus labios calientes húmedos y sus manos que no paraban de acariciarme, me hicieron ceder y comencé a corresponderle, a los segundos nuestras lenguas ya estaban comiéndose, yo me sentía que era un loca, yo besándome con un extraño que me manoseaba descaradamente, mi mente me decía que estaba mal, pero mi cuerpo quería mas, mi cuerpo no me obedecía y se editaba más y más, y pego su boca a mi oído para decirme

– Liz vámonos a otro sitio ahora…

En ese momento termino la pieza y como que desperté de un sueño, lo mire a los ojos y le dije mientras el seguía sujetando mis dos manos.

– No puedo tengo que llevar a espo… a mi padre a la casa no lo puedo dejar solo.

Él me miro y se sonrió me tomo de la cintura y caminamos hacia la mesa, yo le trataba de quitar la mano, tenía miedo que nos viera mi esposo y su reacción, a medida que nos acercábamos deje de resistirme pues me di cuenta que mi esposo estaba dormido con los brazos en la mesa, nuevamente mire a José y me estremecí al sentirme tan débil con él, pero pude decirle:

– Ves, no puedo irme contigo mira como esta mi papa tengo que llevarlo a su casa

Delante de mi esposo me tomo por la cintura y mirándome a los ojos me dice.

-Mi amor tú lo has dicho, no puedes, pero si quieres, eso es suficiente para mi.

Me solté de su abrazo todavía temblando y le dije:

– Voy al baño, cuida un ratito a mi padre regreso para pedir un taxi, lástima que no hayamos podido continuarla…

No podía creer las cosas que estaba diciendo, me dirigí a los servicios que estaban en el segundo piso del local que era una zona media oscura, los baños de hombres y mujeres estaban uno frente a otro, me metí en el de damas y me sentí muy tranquila al orinar, me acomode la truzita negra que tanto le gustaba a mi esposo, me arregle un poco la cara, abrí la puerta y en ese momento sentí un mano que me jalaba violentamente, era José que sin más prácticamente me cargo hasta dentro del baño de hombres, sentía el olor a orines, me recostó contra la pared y comenzó a intentar besarme, yo me resistía, pero no podía con tremendo cuerpo

 – Que haces José estás loco, déjame ir, no seas malo…

Tenía su cara pegada a la mía y mi cuerpo contra la pared, me daba miedo su mirada de loco hambriento.

– Mi amor como voy a ser malo, Liz tú lo dijiste no podías por tu papa, no me dijiste que no querías, me dijiste que no querías que nos vieran aquí nadie nos ve.

Y entonces sin más sentí que una mano me levantaba el vestido y se metía dentro de la trusa, sus dedos buscaban mi conchita

– No no no sigas, déjame no lo hagas, no me hagas dañooo…

Ya había metido un dedote dentro de mi vagina, y eso no lo podía ocultar estaba totalmente mojada, el me miro con una sonrisa de triunfo.

– Ya ves mi putita linda estas mojadita, tú te mueres por verga, me di cuenta desde que me miraste cuando bailabas, te la voy a meter todita.

Me quede muda y vencida, el sin más me bajo la trusa, yo incluso levante los pies para ayudarlo, él se la metió por la nariz aspirando sus olores, para luego guardarla en su bolsillo.

– Que rica conchita me voy a comer, y que rica verga te voy a meter.

Sin más me levanto una pierna y entonces sentí como una carne caliente ingresaba violentamente en mi conchita, debía ser muy grande pues si bien estaba mojadita, sentía como como las paredes de mi vagina tenían que estirarse para dejarla entrar totalmente, sino hubiera estado tan bien lubricada de seguro me habría rasgado

– No no sácala no por favor, no sácala, sacaaa…

Ya lo tenía toda adentro, y el comenzó a meterla y sacarla una y otra vez, con cada envestida mi cuerpo golpeaba contra la pared.

– Ah ah ah que rica concha, ah ah, estas ajustadita, se ve que nunca te has comido una verga como esta, te gusta ah ah ah, te gusta mi putita, ah ah ah, dilo o me voy, dilo mi putita ah ah.

En ese momento había perdido el control completo de mi cuerpo y mente no podía creer lo que las palabras que salían de mis labios.

– ug ug ug, si papi me gusta tu verga, no no no la saques, dame más mas…

Él seguía metiéndola y sacándola, bufaba como un cerdo, sus manos atenazaban mis glúteos metiendo un dedo en mi ano , en ese momento mi cuerpo exploto en un orgasmo tremendo, sentía que me desmayaba, el me llevo al suelo que lo sentí húmedo y con olor a pichi, me puso en posición de perrita, y levantándome el vestido me la volvió a meter violentamente, y empezar a bombear otra vez y otra vez, no me había dado cuenta que el había ya bajado el cierre del vestido, y mientras me la metía, se aferraba a mis grandes senos, me sentía como una perra en celo que quería mas y mas

– Que rica conchita ajustadita, que ricas te totas, se ve que tu marido no te tiene al día, mi putita linda, pero no te preocupes que yo te voy a dar lo que el cachudo de tu marido no te da.

El seguía y seguía bombeando como un perro, me vino un segundo orgasmo tan o más violento que el primero, él se dio cuenta

– Ya ves mi perra, como te vienes con mi vergota, anda ah ah ah, dime que mi verga te gusta más que la de tu marido cachudo ah ah dilo dilo puta ah ah.

Me daba pena por mi esposo, pero en ese momento solo era una perra que obedecía a su macho que le daba tanto placer .

– si si papi, ug ug ug, tu verga es más rica métemela mas, mas mas, ug ug uuu…

Entonces sentí que se ponía rígido.

– ah ah mi puta, no puedo aguantarlo más, me vengo, me vengo, aaag…

Sentí como un chorro de líquido caliente inundaba mi vagina, mi macho como que convulsionaba y vino un segundo chorro, para luego sentir que se iba relajando y esa vergota se iba saliendo de mí, la saco y se quedó sentado apoyado en la pared, cuando volví en mi lo vi sentado respirando profundamente, entonces recién pude ver esa vergota a pesar de estar toda flácida y empapada de nuestros líquidos, les digo que la verdad es que nunca me ha gustado chuparla, pero ahora me sentía como una perra agradecida y gateando me acerque y tome ese monstruo con mis dos manitas y sin más me la metí en la boca, solo cabía la mitad, y comencé como loca a comérmela metiéndola y sacándola de mi boca y tragando esos líquidos medios salados y dulces, la chupaba una y otra vez, nunca lo había hecho con tanto gusto.

– ah ah ah mi putita linda que rico me la chupas, ah ah, más mas sigue.

Para mi sorpresa esa serpiente comenzó a crecer y ponerse dura, me volví loca chupándola y masturbándolo con mis manitas, hasta que después de unos minutos, mi boca se llenos de semen, al principio medio que me ahogue, pero después comencé a tomármelo, era riquísimo, lo chupaba y chupaba.

– Carajo eras una mamona profesional ah ah mi putita linda.

Lo mire agradecida cuando todavía chorreaba un poco de semen por la comisura de mis labios.

Él se levantó y se subió el pantalón, yo también me arregle, no me devolvió mi trusa ni se la pedí, salimos, encontramos a mi esposo dormido en la mesa, el llamo un taxi y nos embarcó. Nunca lo volví a ver.

 

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