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Mis amigas (III): Sheila
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Tiempo de lectura: 15 minutos

Mucho tiempo atrás, en tiempos de mi juventud tuve mi primera experiencia con una madura llamada Sheila. Fue ella quien me enseñó muchas cosas nuevas que contaré algunas a continuación.

Regresando a mi época cuando tenía 18 años, al acabar el verano, mis amigos y yo comenzamos nuestras carreras universitarias con la diferencia que todos ellos se matricularon en el turno de mañana y sólo yo en el turno de la noche con la intención de seguir jugando a los videojuegos durante el día. Lo que yo no había anticipado es que no iba a tener con quien jugar. Como se podrá recordar, en mis tiempos -unos veinte años atrás-era muy poco común tener las consolas en casa sino que teníamos que ir a los llamados “vicios” del barrio, en mi caso era la casa de la Sra. Sheila.

Sheila es una señora que en esa época tenía 31 años, ya estaba casada y tenía 2 niños, el mayor iniciaba el colegio y el otro apenas tenía unos pocos meses de nacido. Ella era bajita, unos 150 cm, de tez blanca cabello pintado de castaño claro, de contextura delgada pero algo llenita (recién estaba recuperando su figura después de su último hijo), pechos grandes (y en ese tiempo más grandes porque estaba dando de lactar) y un culo grande para su talla sin llegar a la exageración. En resumen, se había convertido uno de los motivos por lo que mis amigos y yo pasamos casi todo el verano jugando ahí.

Habían acomodado su patio y su sala para las consolas, En el patio eran mesas grandes para jugar en grupo y en su sala, a un lado, dos módulos individuales tipo cabinas de internet para para quien quiera jugar tranquilo y también había colocado una pequeña cuna para colocar a su bebé. Así le permitía atender los alquileres y hacer sus cosas de su casa. Su esposo se encargaba de transportar encomiendas así que no tenía horario fijo y también podía pasara varios días de viaje.

Yendo a los días de los hechos, En uno de los primeros días de universidad me desperté temprano y sin tareas que hacer decidí ir al “vicio” eso de las 9 de la mañana, toque la puerta y me abrió Sheila.

-¿No tienes clases o te has tirado la pera? -me preguntó algo sorprendida.

-No, estudio en las noches y me mataba el aburrimiento así que quise venir a ver con quien podía jugar. -le respondí.

-Pero aquí no hay nadie jugando. Tus amigos están en la universidad y los más chicos en el colegio.

-¡Asu!, es cierto. Me había olvidado. ¿Entonces no estás atendiendo?

-Eh… no pensaba abrir aún pero si quieres pasa, así juegas un rato. Pero, ¿no te importaría quedarte sólo un rato? Voy a llevar a Enrique -su hijo-al colegio y vuelvo.

-Está bien. Me quedo jugando.

Me acomodé en un lugar en el patio y comencé a jugar. A los pocos minutos Sheila se preparó para salir con sus dos hijos.

-Ya vuelvo.

-Está bien. -concentrado en el juego.

Más de media hora después volvió Sheila, había aprovechado para hacer unas compras. Al verla me levanté a ayudarla con los paquetes.

-Gracias -me dijo-llego con lo justo para darle de comer a mi bebé.

-De nada.

Le llevé las cosas hasta su cocina mientras ella se fue a su cuarto a cambiarse. Se había puesto una camiseta holgada negra sin mangas -No traía sostén -y un short blanco y se sentó en la sala con su bebé. Me llamó y me dijo:

-Mejor juega aquí que está más fresco.

-Pero perdería todo mi avance.

-Anda, pasa te doy más tiempo y de paso me haces compañía.

-Bueno, si me vas a dar más tiempo está bien.

Entré y me acomodé en el lugar que estaba frente ella. Mientras cargaba el juego conversamos de algunas cosas mientras ella le daba de lactar a su bebé y yo hacía esfuerzos por no mirar directamente. Su bebé jugaba con la camiseta y poco a poco la fue jalando y llegó a descubrir casi todo su otro pecho gracias a su camiseta holgada, tenía una aureola oscura y adornando al centro un pezón grande. Pasó un par de segundos antes de que se diera cuenta que estaba con el pecho al aire pero lejos de sobresaltarse tomó la mano de su niño para que suelte su camiseta de lo más natural y luego recién cubrió su pecho… fue tiempo suficiente para que quedara bien grabado en mi memoria. Hasta olvidé lo que me había preguntado.

-¿Qué me dijiste? -tratando de concentrarme nuevamente en la conversación.

Dio una sonrisa.

-¿Qué pasó? Te quedaste mirándome… ¿Acaso tengo algo en mi camiseta? ¿Me he manchado o algo? -me preguntó mientras de tomaba el pecho por -encima de su camiseta. -a veces me mancho cuando le doy pecho.

-No, nada -apenas respondí- es el juego que no carga -fue lo primero que se me ocurrió.

-Ah bueno, espera un momento y lo reviso.

Su bebé se había quedado dormido así que lo dejó en su cuna y luego fue a donde estaba.

-A ver, déjame revisar. -me dijo.

Me estaba parando para darle espacio pero me dijo que no era necesario que me pare, así lo podía revisar. Se inclinó hacia adelante para ver la pantalla. Con eso pude ver una buena porción de sus pechos que colgaban dentro de la camiseta.

-¿me escuchaste?

-Si claro, siempre lo configuro así. -dije saliendo del trance en el que estaba y sin haber escuchado lo que me había dicho.

Me quedó mirando para luego decirme

-Hoy estas muy distraído no sé qué te pasa.

-No es nada… es que aun ando con un poco de sueño -respondí inventando cualquier excusa.

-Bueno, te decía que mejor te cambies de cabina para que pruebes la otra consola.

-Está bien -dije poniéndome de pie y ubicándome en el otro lugar

Sheila no me quitaba la vista como si estuviera pensando o tal vez dándose cuenta del porqué estaba tan distraído y luego se acercó a la otra cabina y nuevamente se inclinó hacia adelante según ella para revisar la consola. Mis ojos nuevamente de fijaron en la parte de sus pechos que se veían por el escote de su camiseta. Ella fingía mirar la configuración del juego pero en realidad veía a través del reflejo de la pantalla y comprobó hacía donde iba mi mirada.

-Ah ya. Creo que encontré el problema -dijo.

-Que bien -le dije cambiando la dirección de mirada rápidamente.

-Dame un momento para dejarlo listo -dijo mientras se inclinaba aún más y ponía su brazo hacia adelante.

Ahora tenía una vista clara y completa de sus pechos que podía ver por la abertura de las mangas y a una muy corta distancia. Demás está decir que ya tenía mi pene totalmente erecto.

-Listo. Eso debe ser suficiente para que funcione -me dijo -si vuelve a ponerse lento me llamas.

-Ok. Te avisaré -le dije y traté de concentrarme nuevamente en el juego.

Estuve dándole a la consola como una hora o más sin mayor problema salvo que perdía en cada partida porque no se me iba de mi mente aquellos pechos de Sheila. Me arriesgué y la llamé nuevamente.

-Sheila, otra vez esta lento.

-Ok. Ya voy.

Se acercó e inclinó, nuevamente sus pechos quedaron a la vista para mi deleite. Estuvo algunos minutos así y manejando el control de la consola. Me di cuenta entraba a las opciones al azar y en realidad no hacía nada. Después de un rato dijo que ya estaba listo. Le agradecí y nuevamente me puse a jugar. Después de eso la llamé dos veces más solo para seguir mirándola.

Después de la última vez que la llamé ella miró la hora y se fue hacia su habitación. Pasados unos instantes regresó. Se había cambiado de ropa. Vino con una blusa que la tapaba mucho más y ahora si traía sostén. Unos diez minutos después llegó su esposo y con eso mis oportunidades para seguir ganándome con el panorama. Al cabo de un rato le dije que ya me iba. Le pagué y me dirigía a la puerta cuando me dice:

-¿Vienés mañana?

-Si. Vengo igual temprano.

-Ok. Hasta mañana entonces.

Llegué a mi casa y fui directo al baño para descargar toda la tensión de la mañana.

Al día siguiente fui más temprano. Toqué el timbre y salió su esposo y ante mi cara de sorpresa me pregunta que necesitaba, le dije que venía a alquilar la consola. Como era conocido del barrio me dejó pasar sin problemas, igual le expliqué que estudiaba en las noches así que se me daba tiempo para jugar en las mañanas aunque no tenía con quien.

-Puedes decirle a Sheila para que te rete. Le he estado enseñando algo pero no sabe muy bien. Al menos podrás practicar tus jugadas con ella. -me dijo.

-No creo que quiera jugar conmigo -le dije- además de que debe estar ocupada.

-No, que va, después de dejar a Enrique y con Benjamín durmiendo todo el día ya le queda poco por hacer. Yo le digo si tú quieres.

Antes que le conteste siquiera llamó a su mujer,

-Gorda, aquí está Alonso, va a jugar un rato a la consola. Está buscando rival, ¿qué dices? Le juegas unas partidas?

-Uy pero no soy tan buena jugadora -llegó diciendo- debe jugar con alguien que tenga más práctica.

-Así practicas tú también. Además me ha dicho que te va a dar ventaja en el juego -le replicó su esposo.

-Bueno vale, dejo a Enrique en el colegio y jugamos, ¿ok? -me dijo

-Está bien -contesté- pero tampoco quiero que deje lo que tenga que hacer.

-No te preocupes -me dijo su esposo- ya vas a ver que le va a poner ganas.

-Ok, voy jugando hasta que regreses -le dije a Sheila. Me ubique en una de las consolas del patio

Se fueron alistando para salir. Primero se fue Sheila a dejar a su hijo y al rato su esposo.

-¿No hay problema si te quedas un rato? Sheila ya debe estar por regresar.

-No ninguno. Aquí voy jugando.

-Vale. Nos vemos -me dijo saliendo.

Sheila regresó después de unos minutos, igual que ayer le ayudé con las compras. Llegó, puso a su bebé que se había quedado dormido en la cuna y se fue a cambiar. Esta vez regreso con buzo de algodón y una camiseta normal con un sostén puesto para mi decepción.

Hizo sus algunas cosas rápidamente y luego se acercó donde estaba y me dijo que ya está lista para jugar. Estaba con un juego de carreras, habilite el segundo player y le di. Las carreras no eran su fuerte. Le gane todos los circuitos incluso con ventaja. Al notar un poco su aburrimiento, le pregunté:

-¿Qué juego has estado practicando?

-Uno de peleas que voy peleando con varios rivales por el mundo.

-Ah ya se a cual te refieres, entonces ¿jugamos ese?

-Si, mejor. En esto de las carreras no doy ni una.

-Jaja, así pasa a veces.

-Pero juguemos en la sala para así estar al tanto de mi bebé.

-Ok. Vamos para adentro.

Cambiamos y comenzamos con el juego. Si bien ella sabía de algunos ataques continué con mi racha de victorias.

-No puede ser que no te gane ninguna.

-Es cuestión de práctica -le dije -a mi me costó mucho aprender. En un par de años tal vez me ganes una -le dije en todo burlón.

Me quedó mirando como si estuviera tramando algo y luego dijo:

-Ya sé. Ya vuelvo. -Prácticamente me dejó con la palabra en la boca y el juego a medio combate.

No me lo esperaba pero, ¡se había ido a cambiar de ropa! Ahora estaba con unos leggings negros que delineaban sus piernas y resaltaba su cola, una camiseta ploma sin mangas con escote un poco más grande a la del día anterior y se había quitado el sostén. Me quede sorprendido al verla.

-Listo, ya estoy más cómoda. Ahora si, a jugar. -me dijo con una sonrisa y su tono de voz había cambia a más suave.

Solo atiné a sonreír. Nos sentamos nuevamente y continuamos con las partidas. Como era de esperarse mi concentración cayó por los suelos, pero aún ahí me daba maña para seguir ganando, ella comenzó a vivir cada una las batallas. Se movía de su asiento dando pequeños brincos haciendo botar sus senos como si quisiera dejar en claro la ausencia de sostén. Incluso hubo momentos en que se paraba y se inclinaba hacia adelante para taparme la pantalla y no pueda ver a donde dirigía mis golpes pero si mi mirada. Tanto era la distracción a la que estaba sometido que comencé a perder varía veces seguidas.

-Ya ves, sólo era cuestión de que me ponga más cómoda.

-Si, que buena estrategia usas… -comenté.

-Si, nunca me falla. -me dijo divertida

Entonces se le ocurrió hacer un pequeño torneo al mejor de 7 peleas.

-Si yo gano, -me dijo -me ayudas a traer las compras por una semana.

-Ok. ¿Y si yo gano? -le pregunté.

-Si tú ganas, te regalo horas gratis

-Está bien. -dije

Comenzamos con las partidas y fuimos alternando victorias. El marcador iba 3 a 2 a mi favor. Estaba a una partida de ganar el torneo. Empezamos la sexta pelea iba tomando la delantera cuando ella intenta quitarme el mando. En su afán, ella se apoya en mi y pude sentir como mi brazo quedaba entre sus dos pechos. Comenzamos a forcejear a modo de broma y entre risas logré poner pausa la pelea. Cuando nos detuvimos, uno de sus pechos había quedado fuera de su camiseta por la manga.

Yo me quede mirando directamente a su pecho desnudo. Ella se dio cuenta y con una sonrisa se agarró el pecho y lentamente lo colocó dentro de su camiseta.

-Uy, se me escapó. ¿Te gustó la vista? -me dijo con una sonrisa pícara.

-Si, de lo mejor.

Continuamos el juego y nuevamente ella de intentó quitarme el mando. Sentía como sus pechos se refregaban en mi. Aproveché y también comencé a jalar de su camiseta al tiempo que buscaba quitarle el mando, se giró dándome la espalda para evitarlo por lo que yo comencé a buscar el mando al tanteo sin mirar hasta que agarré uno de sus pechos.

Nos quedamos quietos por un instante, luego nos acomodamos nuevamente para volver nuestra postura inicial, ella al girarse, seguía con el pecho al aire. Al notar nuevamente mi mirada se lo guardo lentamente.

-Discúlpame -trataba de no arruinar el momento.

-Este juego se ha puesto más divertido -me dijo.

Bajó su mirada y vio como había un bulto entre mis piernas. Levantó la mirada y con una sonrisa me daba la impresión de que estaba pensando en algo.

-Sabes, mejor cambiemos los premios. Ahora que sea por partida ganada. Si tú ganas -me dijo-te mostraré mis pechos. Y…

-¿Y si tú ganas? -le interrumpí rápidamente en señal de que estaba de acuerdo-

-Y si yo gano… me limpias todas las consolas antes de irte.

-¿Está esto realmente pasando? -Me pregunté para mi. -está bien -finalmente le respondí.

-¿Tenemos un trato? -Me dijo extendiendo su mano en señal de cerrarlo.

-Si -le respondí entusiasmado.

Nos dimos la mano y aprovechó para acercarse a mi oído y decirme “prepárate” en un tono que se me erizo toda la piel.

A pesar de todo mi esfuerzo, mi falta de concentración hizo que perdiera la pelea. No lo podía creer.

-¡Gané! -dijo en tono victorioso mientras se acercaba para darme un abrazo de consuelo

-¡Demonios! -Exclamé al mismo tiempo que me ponía de pie y giraba hacia ella para poder salir de ahí, haciendo que finalmente su cara, en lugar de apoyarse en mi hombro, quedara apoyada muy cerca de mi pene.

-¡Hey cuidado que me das en el ojo! -me dijo divertida mientras miraba directamente a mi entrepierna que mostraba una gran erección -que tenemos aquí me dijo con una voz ronca mientras pasaba su mano por encima de mi paquete.

Unos breves instantes bastaron para que se diera cuenta que lo que estaba haciendo no estaba correcto (para ella) y retomó un poco la compostura y se alejó un poco.

Con un poco de vergüenza por cómo estaba empalmado, no me quedo otra que Irme.

-Creo que mejor me voy. -le dije.

-Si, creo que es mejor. -me dijo matando las pocas esperanzas que tenía de continuar. Aunque sea para quedarme limpiando las consolas como había apostado.

Me dirigí a su puerta para salir cuando me dice que espere. Volteo a verla y su expresión había cambiado. Nunca la había visto así. Como de excitación.

-No le digas a nadie lo de la apuesta. No quiero que se enteren que aposté las tetas.

-No te preocupes -le dije resignado. -Igual, he perdido.

-Es verdad, no te puedes ir aún. Debes cumplir con el trato.

-Está bien. Ahora comienzo.

-Pero cambia ese puchero. Venga anímate.

-He perdido una gran oportunidad -le llegué a decir.

-¿De ver mis tetas?

-Si -le respondí algo avergonzado.

-Vaya diablillo. Así que te gustaría verme las tetas.

-Si. Se ven muy buenas y grandes.

Después de una pequeña pausa me dijo:

-Hacemos algo. Te voy a dar otra oportunidad de ganar.

-¿En serio?

-Si, de verdad.

-Ok -le dije entusiasmado.

Nos ubicamos nuevamente para pelear. Al inicio del combate intenté atacarla con todo lo que sabía pero no esperaba que ella se iba a poner de pie y prácticamente puso sus pechos en mi cara, que por la sorpresa, perdí referencia del juego lo que ella aprovechó para masacrar a mi jugador a golpes. Había perdido otra vez.

-¡Gané! ¡Gané! -celebraba saltando al igual que sus pechos y con una sonrisa traviesa.

-No es justo. No me dejaste ver. -le dije algo descolocado.

-Pero si sólo te estaba dando algo de motivación -me dijo con una voz pícara.

-Se debe repetir el juego -le dije.

-Pero te gané, además… nunca dijimos nada de que no se podía distraer al oponente -dijo sentándose en mis piernas. -debes aceptar que perdiste.

-Pero…

-No te pongas así -me dijo con voz melosa mientras me rodeaba por el cuello con sus brazos.

-Está bien -dije sucumbiendo a la situación.

-Además falta que te diga lo que he ganado

-¿Y qué has ganado?

-A ti. -dijo con una voz que nunca le había escuchado antes y continuación me dio un beso.

Movió sus caderas y su cola se refregaba sobre mi paquete que ya llevaba buena rato parado dejando escapar un suspiro. Se puso de pie y se levantó su camiseta quedando sus pechos al descubierto a los que me apresuré en tocar con ambas manos y comencé a apretarlos con suavidad. Luego llevé mi boca a uno de ellos y comencé a pasarle mi lengua por su pezón que estaba duro.

-Espera -me dijo -Primero quiero cumplir una fantasía.

-Lo que tu quieras -le dije sin dejar de la apretar sus pechos.

-Quiero hacerte una mamada mientras juegas.

-¿Cómo?, ¿esa es tu fantasía?

-Si.

Y sin más se agachó y se puso en el espacio debajo de la cabina que estaba todo cerrado por los otros tres lados de forma que no se veía si había alguien ahí abajo. Aunque ahora pensando no sé cómo entro ahí… seguro por su baja estatura.

-Listo -me dijo -siéntate y juega. Lo demás déjamelo a mi. Pero eso si… si quieres más, debes ganar las partidas

-Ok. -respondí entusiasmado a más no poder.

Me senté y Sheila no demoró en bajarme el pantalón lo suficiente para liberar mi pene que estaba al máximo de su erección. Tomó mi pene con una mano y con la otra acariciaba mis testículos. Unos segundos después sentía como el calor de su boca se iba apoderando del glande mientras comenzaba un suave movimiento con su mano.

No le prestaba atención al juego sólo disfrutaba de la mamada que me estaba dando Sheila. Sentía claramente como recorría con su lengua toda la longitud de mi falo para luego metérselo en su boca succionando con ganas. Llevaba un par de minutos en esa faena cuando de pronto se escucha que se abre la puerta. Era su esposo que regresó antes de tiempo.

Sheila y yo nos quedamos inmóviles de la sorpresa. Pude ver la mirada de terror de sus ojos mientras tenía mi pene en su boca. Sin tiempo para salir de ahí

-Hola, ¿y Sheila? -Me preguntó mientras pasaba directo a su cuarto.

-Esteee -tartamudeé- ha ido a la farmacia -fue lo primero que se me ocurrió.

-Ah ya. ¿Está mal?

-No, creo que fue por pañales. No la escuche en realidad. Me dijo que no demoraba.

-Ok. Ok. La esperaré un momento entonces. -no paraba de ir de un lado a otro como buscando algo.

-¿Todo bien? Le pregunté.

Se acercó y se puso al frente mío donde podía ver sólo mi rostro ya que la tele tapaba la parte de arriba. Si se hubiese puesto a mi lado hubiese sido hombre muerto.

-Si. Todo bien. Es que tengo que salir de viaje por varios días. Me han asignado un trabajo de última hora y vine por un poco de ropa.

-Ah ya. Sino yo le diré que viniste y todo eso. -le dije ya un poco más calmado ya que su regreso inesperado era por un caso fortuito y no para matarme. Sheila también debió calmarse porque comenzó nuevamente a succionar mi pene aunque levemente. Intenté disimular que estaba jugando.

-Si, por favor dile eso.

La situación de tener al esposo ahí enfrente y su mujer debajo de la mesa chupándome el pene cada vez con más entusiasmo fue extrema. Ya no aguantaba más. Estaba a punto de eyacular.

-Voy por mi maleta. -me dijo

-Ok

Apenas se dio media vuelta para ir a su cuarto explote y comencé a llenarle boca a Sheila con una abundante cantidad de semen. Tratando por todos los medios de disimular la situación.

Un momento después, el esposo salía ya con sus cosas y al pasar por donde estaba se detuvo y me dijo

-¿Me haces un favor?

-¿Cuál? -le respondí un poco a la defensiva.

-Puedes venir todos estos días para que ayudes a Sheila con las consolas. A la gorda no se le da estar al tanto de los juegos. Y podrías ser de ayuda. A cambio juegas a lo que quieras.

-Claro, no te preocupes yo me encargo de todo.-respondí tratando de disimular mi emoción al mismo tiempo que sentí una leve mordida en mi pene que me hizo dar un respingo.

-¿Que te pasó? -Me preguntó.

-Nada -respondí pensando que nos había descubierto -casi me caigo de la silla.

Se estaba acercando a ver cuando se escuchó el claxon de un auto que le pasaba la voz.

-Bueno. Eso lo veré después. -dijo mientras se daba media vuelta.

-Está bien -respondí aliviado

-No te olvides de darle una mano a Sheila.

-No te preocupes, vendré todos los días -le dije al mismo tiempo que recibía otra mordida en mi pene a la vez que apretaba mis testículos con su mano.

Finalmente, se fue su esposo y al fin respiraba aliviado. Traté de pararme pero Sheila no me dejó. Seguía aferrada a mi pene chupando sin parar. Como pude me paré y traté de darle espacio para que salga pero Sheila no soltaba el pene y avanzaba a gatas. Seguimos avanzado poco a poco siempre con su boca aprisionando mi pene. Hasta que llegamos al sillón. Me empujó para hacerme sentar. Una vez que logró su cometido soltó mi pene y se subió, se sentó encima de mí, me dio un beso de lengua y luego me dijo:

-Así que te encargó que me cuides a cambio de que puedas jugar a lo que quieras. Está bien. Entonces vas a jugar conmigo y jugarás a ser el hombre de la casa y como tal debes cumplir con todas las obligaciones y disfrutar de los derechos.

Me sacó el polo, tiró de mis pantalones hasta los tobillos dejándome prácticamente desnudo. Como pude me saqué el pantalón y me dijo que me pare. Me paré y ataqué sus pechos y los amasaba con frenesí.

-Vamos. -me dijo tomándome del pene- una de las obligaciones del hombre es mantener a su mujer satisfecha. -y me llevó así desnudo tirando de mi pene hacia su habitación y yo aproveché para magrearle su cola en el camino

Llegamos a su habitación la abracé por detrás y comencé a apretar fuertemente sus senos al punto que comenzó a salir poco de leche. Baje una mano a su entrepierna y la atraía más hacia mi haciendo que mi pene de restregara en su cola por encima de sus leggings. La empujé levemente hacia la cama y le quité los leggings y su pequeña tanga dejando su sexo al descubierto protegido solo por una pequeña mata de vellos bien recortados. Pase dos dedos para recoger los flujos que salían de su vagina y los llevé a mi boca. El olor y sabor de sus jugos aumentó mi excitación al punto que me subí encima de ella la besé y me dispuse a penetrarla.

-Espera -me dijo -en la cama mando yo.

Me hizo recostarme boca arriba y sin esperar se subió encima y llevó mi pene a la entrada de su vagina. Pasaba la punta de mi glande a lo largo de sus labios vaginales, Unas tres pasadas y lo apunto directo a su entrada y sin más se dejó caer enterrándose mi pene hasta los testículos. Un fuerte gemido salió de su garganta para luego dar varios suspiros mientras tenía los ojos cerrados. Al cabo de unos minutos abre los ojos, me mira con una amplia sonrisa y comienza a cabalgar lento al inicio pero fue acelerando el sube y baja mientras sus pechos botan fuera de control. Yo le agarré de sus nalgas y le ayudé con el vaivén de su cabalgada.

Le avisé que ya estaba por acabar, ella aceleró sus movimientos y luego de un salto su vagina abandonó mi pene y su boca tomó su lugar para de cuatro succiones fuertes me hiciera soltar todo mi semen que fue nuevamente a dar dentro de su boca tragándoselo. Sheila siguió mamando sin detenerse. Mi pene no perdió rigidez por lo que estaba listo para continuar.

Sheila se echó boca arriba en la cama. Me puse entre sus piernas y apunte mi pene nuevamente a su vagina y la comencé a penetrar y a un ritmo rápido. Comenzó a gemir con cada embestida que le daba y con sus piernas me jalaba hacia ella para para que la penetración sea más profunda.

Al cabo de una minutos, tuvo su orgasmo, yo continué con mis embestidas haciendo que su cuerpo comenzara a temblar sintiendo dos nuevos orgasmos uno a continuación del otro. Baje la velocidad de mis penetraciones, saque mi pene y apunté a sus pechos que recibieron la descarga de semen que expulsaba mi pene. Luego con sus manos esparció el semen por todos sus pechos.

-Ha sido mejor de lo que me esperaba -dijo aún con respiración agitada.

-Tenía que esforzarme. Oportunidades así hay que aprovecharlas al máximo.

-No te preocupes, tenemos varios días para repetirlo. Recuerda que estos días serás el hombre de la casa y mantenerme satisfecha es tu obligación.

-Totalmente de acuerdo -le dije entre risas. -Aunque no me explico porque me dijo que te ayudara en su ausencia.

-Ah es que le comenté hace unos días que de todos tus amigos era en ti en quien más confiaba porque siempre me ayudabas y aparentaba ser el más correcto jajaja… el más correcto y mira como me has dejado toda llena de semen… jajaja cuídate de los tranquilos siempre dicen, jajaja.

-Jajaja, seré tranquilo pero también tengo mis fantasías.

-Ah si, ¿y que fantasías tienes?

-Bueno, una ya la cumplí que era llenarte los pechos de semen jajaja.

-Mira ve, tremendo me saliste, ¿alguna otra?

-Si. -le dije dándole unas palmadas en su cola.

-Que miedo contigo… jajaja… y yo que pensaba que no matabas ni una mosca… jajaja

-Jajaja… entonces, ¿se podrá cumplir esta fantasía?

-Tenemos varios días… ya veremos. Vamos a bañarnos -me dijo mientras me tomaba otra vez del pene y le llevaba a la ducha.

-vamos -le respondí mientras miraba con deseo su cuerpo desnudo y me dejaba jalar.

-Puedes creer que el cornudo de mi esposo me dice gorda. Odio que me llame así.

-Para mi estas bien. Por delante y por detrás jejeje

-Hay, eres un amor -me dijo dándome un beso.

En la ducha tuvimos relaciones nuevamente y acabé esta vez en su cara y en sus pechos. Luego, nos alistamos y ella se fue a recoger a su hijo y yo me fui a mi casa quedando en volver al día siguiente.

Los días siguientes fueron de puro sexo por toda su casa, habitaciones, sala, cocina hasta encima de las mesas de las consolas. Aprendí muchas cosas con ella. Me comentó que su esposo iba a regresar el próximo domingo. Así que me dijo que me iba a preparar una sorpresa.

El viernes antes de que volviera su esposo, hizo arreglos para que sus hijos se quedaran con sus abuelos con lo que me invitó a pasar la noche con ella lo cual acepté sin dudarlo. Aquella noche cumpliría mi fantasía de penetrarla analmente y nos quedamos dormidos casi a las 5 de la mañana. Fue el gran cierre para las casi dos semanas llenas de puro sexo.

Continuamos teniendo relaciones siempre evitando ser descubiertos durante algún tiempo. Meses después se fue con su familia a otro país por iniciativa de su esposo para buscar un mejor futuro. Ahora, durante la cuarentena pude ponerme en contacto con ella después de muchos años. Conversamos por videollamada muchas veces y recordamos estas vivencias del pasado.

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