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Mirón
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Tiempo de lectura: 7 minutos

A esta historia la título "Mirón". Eran días muy calurosos, y en casa estábamos haciendo unos arreglos y algunas reformas. Teníamos dos obreros trabajando en un espacio que se convertiría en una terraza.

Ese día hacía por lo menos 33 grados. El calor era insoportable. Los muchachos estaban empapados de sudor. Uno de ellos vestía una remera vieja con algunas manchas de trabajo y un pantalón de jean cortado tipo capri, un poco ajado y gastado del uso intensivo. El otro muchacho vestía una remera con una publicidad de una pinturería, también en un estado un poco maltrecho, y un pantalón deportivo de las tres tiras.

Ya no se aguantaba el calor que hacía. Elizabeth tenía la frente transpirada, realmente estaba acalorada. Se podía percibir que unas gotas de sudor se hacían camino por el seno de sus tetas.

Los muchachos estaban preparando cemento. El calor era tal que uno de ellos, el que estaba de jean, se saca la remera mostrando un torso bastante trabajado por el mismo oficio. El sol estaba tan fuerte que este agarra la manguera y se moja sin más su cabeza para refrescarse. El agua recorría todo su pecho, mojando parte del pantalón. Se podía apreciar, que a pesar que tenía un jean, tenía un bulto considerable…

Una ventana da justo hacia donde estaban los obreros. En ese momento Elizabeth estaba acomodando algunas cosas, y ve esa escena del obrero, como si fuera en cámara lenta… no pudo dejar de ver…

Su cabeza comenzó a fantasear con esa imagen.

De reojo miraba al muchacho, lo relojeaba sin que se diera cuenta…

Ella vestía una remera de entre casa, muy escotada. Donde se podía apreciar la unión de sus pechos, y que los muchachos no dejaban de ver con carpa.

Tanto Elizabeth como ellos se espiaban; casi podríamos decir que los tres estaban fantaseando tener algún acercamiento.

La mirada cómplice de los dos obreros, el cuchicheo señalando el escote de Elizabeth y las ganas de poseerla estaban en sus mentes.

Ella también se estaba poniendo caliente, viendo como el obrero sin remera mostraba su torso desnudo y mojado entre el agua y el sudor.

Después de un rato, casi llegando al mediodía. Los muchachos pararon para comer algo y descansar. Uno de ellos el de la remera de la pinturería, sale a comprar y el otro se queda descansando debajo de la sombra de un alero.

Sentado en el piso apoya su espalda en la pared flexionando sus rodillas. Esa posición mostraba que en su entrepierna tenía un agujero en el pantalón.

Elizabeth no podía creer lo que estaba viendo…

El muchacho no llevaba ropa interior y se veía como los testículos estaban a la vista.

Ella no podía despegar su vista, miraba una y otra vez…

El obrero se da cuenta de lo que pasaba y baja las piernas con un poco de vergüenza. Pero percibe que Elizabeth le clavó la mirada en sus huevos…

Los pensamientos de ella iban a mil. Solo el hecho de que estuviera sin ropa interior hacía que su cabeza fantaseara…

Se imaginaba tocar con sus manos ese torso musculoso y mojado bajando su mano lentamente hacia su miembro y los huevos, mientras lo mira a los ojos mordiéndose sensualmente sus labios y apenas mostrando un poquito la lengua como queriendo algo más para degustar con su boca….

El timbre del portero la saca de la fantasía. Era el compañero que fue a comprar…

Los muchachos estaban por comer unos sándwiches. Uno de ellos se incorpora para pedirle a Elizabeth un cuchillo y un par de vasos.

Ella le pasa el pedido y el muchacho queriendo y sin querer roza sus manos cuasi en forma de histeriqueo, los dos se acariciaron sus manos mutuamente. Las miradas se cruzaron y los dos percibieron que se tenían muchas ganas.

-muchas gracias señora… (Dice el obrero)

-de nada… Hace mucho calor, si necesitan agua fresca me avisan….

Más que el agua, ella quería tener a ese hombre montándosela…

Después de un rato el obrero manda a su compañero a comprar unos materiales al corralón. Eso demoraría un buen rato…

Aprovechando de que su compañero no está, trata de acercarse a Elizabeth… El obrero entra a la casa, le pide a ella agua fresca…

-cómo no! ya te sirvo. (Dice ella)

Le sirve un vaso de agua… El obrero toma el vaso, el ambiente estaba muy caliente, por la temperatura y por la calentura que los dos tenían…

El obrero se atreve, le toma una de sus manos y se la lleva a su torso, a sus pectorales bien formados, que tenían un brillo muy sensual del sudor y el agua. Elizabeth ya sin vergüenza, acaricia los pectorales del hombre y con la punta de su lengua comienza a saborear los pequeños pezones del obrero…

-mmmm… Que rico papito!! -dice ella.

Esta rico y saladito!!!

-cómo me ponés!! Estoy muy caliente!!!

El la acaricia recorriendo todo su cuerpo con las manos, mientras ella le sobaba y besaba el torso del hombre bajando hacia los abdominales bien marcados.

Las caricias del muchacho eran muy sensuales, se notaba que eran manos de trabajo, su piel estaba bien curtida… No eran caricias suaves sino al contrario, duras, rústicas…

Para Elizabeth, sentir ese tipo de caricias, la estaban poniendo cada vez más caliente.

Su conchita de a poquito se estaba mojando.

El muchacho le saca la remera a ella, le arranca el corpiño de un tirón y deja en descubiertos esos hermosos pechos, los pezones estaban bien duros de la excitación…

-mmmm mamitaaa, que lindo par de tetas, te las voy a chupar toda…

-desde que te vi hoy quería tener estos pechos en mis manos y mordisqueártelos…

-estoy recaliente… Tengo la pija que me explota!!!

El hombre aprieta los pechos con sus manos y acerca su boca a esos pezones respingados y se los empieza a chupar, iba y venía de una teta a otra. Una y otra vez.

-mmm que ricooo!! Te gusta?

-asiii papito, asiii. Chupame las tetas!!! mmmm!!

Elizabeth se incorpora y se abalanza sobre la cintura del hombre. Con la vista puesta en sus ojos, desde abajo, le baja suavemente a cremallera de su Jean, ella recuerda que el hombre no tenía calzón, eso la éxito mucho más!!

Baja el cierre y una tremenda pija dura como un mástil aparece…

-ahhh papito que pedazo de pija!!!

La toma con una mano y de a poquito sube y baja, propinándole una paja. De a poco acercó su boca a ese glande y lo comenzó a besar una y otra vez, sus labios rozaban ese pedazo de carne, despacito se lo metió en la boca y comenzó a chupar de una forma increíble…

Iba de paja a chupada, paja y chupada…

-ahhh…. Que bien que me chupas la pija, se nota que te gusta mamita!!! Mmmm asiii, siii, siii.

-Que rica pijaaa!! Cómo me gusta papito!! Mmmm.

Ellos se encontraban en la cocina, pegados a mesada.

En ese instante llego yo a casa, abro la puerta sin hacer ruido, quería sorprender a Elizabeth con mi llegada…

Entro y me dirijo a su encuentro, caminando hacia la cocina, escucho unos gemidos…

Así que me acerco con sigilo. Abro un poco la puerta y espío lo que sucedía. No podía creer lo que estaba viendo.

Mi mujer le estaba haciendo una tremenda mamada al albañil…

Mi corazón iba a mil!! Sensaciones de desesperación y morbo recorrían mi ser. Por un lado estaba como enojado pero por otro, quería ver cómo Elizabeth se estaba comiendo la pija del obrero.

Ella seguía chupando una y otra vez esa tremenda poronga…

El muchacho la sienta en una silla y con la pija empieza acariciar los pechos de ella. Aprovecha un poco de aceite de la cocina, le tira un poco en esos pechos y pone su pija entre medio. Elizabeth aprieta esa pija entre sus pechos y comienza a subir y bajar, haciéndole una paja con esos dos hermosas tetas.

-mmm como la tenés… Te gusta así papito? Qué lindo!!

-ahhhh. Sos tremenda hembra…

El la levanta por la cintura con esas manos firmes de trabajador, le baja el pantaloncito que llevaba puesto y con sus dedos duros y de piel curtida comienzan a tocar la conchita por arriba de la tanguita diminuta que llevaba puesta. A esta altura Elizabeth estaba muy mojada. A cada caricia de esos dedos, se le escapaba un gemido de placer…

-ahhhh, asiii, siii, mmm…

El obrero sentía con sus yemas, toda la tela de la tanga empapada, con la otra mano le baja la ropa interior, la agarra de la cintura apretándola hacia él y le mete la lengua en su boca, comiéndosela en un beso mojado y caliente. Las lenguas iban y venían como una excitación increíble.

La levanta mientras se besaban y la sienta en la mesada fría de la cocina. Él le levanta las piernas y acerca su cara a la concha…

El muchacho comienza a besar esos labios hermosos y sensuales de la vulva de Elizabeth…

Su lengua iba y venía, de a ratos se frenaba en el clítoris y luego volvía a arremeter en los labios y en el interior de su concha.

-ahhh, asiii, cómeme la concha. Asiii.

Yo estaba espiando desde el refilón de la puerta. Y veía todo esa escena, tremenda por un lado, pero que me estaba comenzando a excitar. Me estaba calentando ver a mi mujer gozando… Comiéndose esa poronga, ver cómo ella gemía de placer, por la chupada de concha que el hombre le estaba haciendo…

Después de unos minutos, mi pija estaba realmente dura, tenía la necesidad de pajearme mientras veía ese espectáculo…

Nunca había vivido algo así, jamás me hubiese imaginado que esa escena me calentará tanto…

Me bajo el cierre del pantalón y saco mi pija, comienzo a pajearme, la punta ya la tenía mojada de la excitación…

El obrero, tenía una considerable altura así que, tranquilamente ella sentada en la mesada, él le acerca la pija a la concha y la introduce sin problema. Primero la cabeza de la pija se la apoya entre los labios y con unos suaves movimientos se la mete… Los gestos de placer de Elizabeth eran tremendos, los ojos cerrados y la respiración entrecortada, hacían notar que no podía más de placer.

-cogeme, cogeme, que buena pijaaa, ahhhh, mmmm. Asiii.

El hombre bombeaba sin parar!! La poronga se perdía en la concha de mi mujer…

Yo ya no daba más! La paja que me estaba haciendo era increíble. Ya tenía unas ganas de acabar tremenda!

El obrero la agarra de la cintura y sin sacar su miembro de la concha de Elizabeth, la levanta tipo monito, y la sube y baja, la coge de parado. Ella agarrada de su cuello y con las piernas aprieta la cintura del hombre como queriendo sentir bien adentro esa tremenda pija…

Ya los gemidos de mi mujer eran tremendos más que una respiración fuerte, eran pequeños gritos de placer…

-ahhhh si si si cogeme. No saques la pija… La quiero toda todaaa.

El obrero la baja de esa posición, la da vuelta, la empuja contra la mesada y con el culo de Elizabeth hacia él, le mete la poronga otra vez pero en posición de perrito parado. La agarra con las manos por la cintura y bombea con fuerza una y otra vez. Una y otra vez…

Se notaba que mi mujer estaba enloquecida de placer.

Nunca la había visto yo así. Estaba realmente muy pero muy excitada.

-cogeme cogeme, asiii fuerte fuerte!!! Quiero tu leche, quiero tu leche.

Se notaba que Elizabeth estaba por acabar con la tremenda cogida que le estaban propinando!

-ahhhh, ahhhh, ahhhh. Voy a acabar

-Asiii, asiii asiii. Ahh

El cuerpo de mi mujer se estremeció, como si todo su ser le hubiera agarrado y gran shock electrónico, acababa con movimientos violentos de su vientre.

Mientras el hombre sigue bombeando. Ya casi por acabar también…

Yo ya no daba más quería acabar también, mi mano iba y venía ya con fruición sobre mi pija. La cabeza de la pija ya latía de las ganas de liberar la energía de un lechazo. No aguantaba más…

El albañil, saca la pija de su concha, la da vuelta, y la pone de rodillas… La pija a la altura de la cara de Elizabeth, se la pone en la boca. Ella le chupa una y otra vez ese mástil duro y caliente, a punto de explotar…

El hombre agarra su miembro por la base mientras la cabeza de la pija está en la boca de mi mujer…

Se sigue haciendo una paja…

El muchacho se contorsiona, se agita su respiración, saca la pija de la boca de Elizabeth y en ese instante un increíble chorro de leche sale y le cae en el cuerpo de mi mujer en el cuello y en los pechos de ella.

-ahhhh ahhhh. -Gime en obrero!

Chorros tremendos salen disparados de la pija sobre mi mujer…

Una imagen que me calentaron tanto que explote con tremendo chorros de leche de mi pija… Yo estaba acabando al unísono con el obrero…

Terminé tan exhausto como ellos.

Mi mujer se esparcía el semen del obrero sobre sus pechos mientras lo miraba a los ojos. Esa mirada cómplice de hembra caliente.

Yo me incorporo, y me voy a otro lado de la casa. Quería bajar la excitación experimentada viendo esa escena.

Al ratito suena el portero. El compañero llega del corralón y continúan con su trabajo. Mientras tanto, mi mujer se arregla como si nada hubiera ocurrido.

Después de unos minutos, ingreso como si recién llegara.

La saludo a Elizabeth con un beso y le apretó un cachete de su cola con una mirada cómplice…

Cómo proponiéndole tener una noche movidita.

Esa situación me calentó tanto que solo pensaba en hacerle el amor, y que ella se convirtiera en mi puta en la cama…

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