Después de esa noche que por fin el vecino nos vio hacer el amor, yo moría de vergüenza al día siguiente de encontrármelo.
Después de esa noche que el vecino nos vio coger pasaron unos días sin ninguna novedad, no lo noté más detrás de la ventana, aunque yo seguía paseándome totalmente desnuda, realmente no sé si el vecino de alguna manera también estaba avergonzado, y tratábamos de evadir otro momento de esos, aunque solo pensarlo me excitaba. Hasta que un día paso otra situación.
Una tarde sola, acababa de pasar por mi regla por lo que no se me antojaba masturbarme, saliéndome de bañar, escuche afuera ruido, y abrí un poquito la cortina para ver si el vecino estaba espiando, cuál fue mi sorpresa que si era él buscando para ver si lograba ver algo, quizá esperando verme desnuda, puse atención y pude ver que también él estaba desnudo en la habitación con su pene duro, acariciándolo y sacando toda la cabeza, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al ver aquella verga blanca, una cabeza grande.
Inmediatamente mi concha respondió, lubricándose, mis pezones se paraban, sin pensarlo dos veces abrí más las cortinas y mi vecino inmediatamente oculto su preciosa verga con las manos, yo haciéndome a la sorprendida solo abrí los ojos, él se quedó mirándome a los ojos con su verga en la mano, yo no sabía qué hacer, obvio no quería que se fuera, pero tampoco quería que se hiciera falsas esperanzas que me iba a coger, sin embargo el cómo buen macho atendió lo que esta hembra quería, escaneo todo mi cuerpo y soltó esa verga maravillosa que tenía en sus manos para mostrármela, cuando la vi más detenidamente mis piernas empezaron a temblar y mi respiración se hizo entre cortada y agitada.
Comenzó a masturbar su pene mostrándomelo todo en su esplendor, yo como todo una hembra me retire y me senté a la orilla de la cama, abrí mis piernas para mostrarle lo que él estaba provocando, mi conchita súper mojada respondiendo a él, pare mis tetas y el miraba mis pezones, miraba mi vulva, me miraba a mí y me mostraba su delicia de verga, en eso empecé a masturbarme, y no le despegaba la vista a su preciosa verga.
Quería mamársela, quería que me penetrara, quería que me pusiera esa verga linda en mis nalgas, que frotara mi clítoris, me recosté en la cama y levante mis piernas separándolas lo más que pudiera, el seguía masturbando su verga y me miraba a los ojos, yo acariciaba mis tetas con una mano y con la otra aun le daba masaje a mi vulva y pasaba mis dedos por mis labios vaginales.
Vi que el empezó a agitarse y me dijo:
-¿Mira mami como me has puesto la verga, mira mamita quieres ver cómo le sale la leche?
-Oh si bebé dale a mami tu lechita dámela la quiero ver papi.
-Si mamita hay te va ohhh.
En eso vi como soltaba abundante leche, que caía un poco en el piso y otro poco quedaba en su mano, termino de venirse y sin más se dio la vuelta y se marchó.
Yo me levante y quedé recordando todo aquello que instantes antes me acaba de pasar, recordaba esa cantidad de semen abundante que me había regalado el vecino, como me hubiera gustado sentir esa leche en el interior de mi vagina, en mis tetas, en mi boca, ese semen blanco y espeso hermoso, como me hubiera gustado que el olor de ese semen se me hubiera quedado en mi vulva, en mis manos. Pero aún no era el momento.
Espero les haya gustado este relato amigos, y ya les iré contando que más pasó.