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Mi vecino de al lado
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Mi nombre es Samara, pero todos me dicen Sam, soy una chica normal trabajo para una revista de modas como columnista por lo que llevo una vida muy agitada y cabe resaltar que eso no me impide ser una loca fiestera. Aunque no lo crean salir a menudo de fiesta me hace tener historias interesantes para publicar tanto en la revista como en mí blog personal. Vivo sola, tengo veintinueve años, un perro hermoso más bien un intento de perro es un Pomerania miniatura bellísimo mí compañero de vida y lo amo.

Vivo en un pent-house fabuloso y perfecto para una diva soltera como yo, al lado hay otro pent-house donde vive mi vecino Jaycob, un hombre alto, indio, extremadamente sexy y varonil. Tiene algunos treinta y cuatro años, viste de manera muy formal lo que lo hace ver aún más interesante.

Casi siempre nos vemos en la mañana cuando vamos de salida al trabajo. Es un tipo extraño nunca lo había visto con una chica hasta hace unas semanas, pero no lo vi directamente! Eran como las cuatro de la mañana yo llegaba de la disco y saliendo del ascensor me encontré con una mujer bellísima que imagino salía del apartamento de Jaycob porque vamos no hay que ser tan inteligente para deducirlo y en medio de mi borrachera solo le dije a la chica:

-Buen polvo amiga.

Ella solo sonrió mientras escondía la cara. Ya en la puerta de mi apartamento sentí curiosidad de echar un vistazo a la casa de mí vecino y vaya vergüenza la que pasé me caí justo frente a su puerta y como no era suficiente salió Jaycob sin camisa me quedé idiotizada mirando sus sixpack él como todo un caballero salió y me ayudó a levantarme diciendo:

-La pequeña Sam se confundió de puerta.

Yo muerta de vergüenza sin nada que decir solo me salió:

-Disculpa el atrevimiento venía entrando y justo escuché un ruido extraño salir de tu casa.

El mirándome a los ojos con su mirada profunda, penetrante e intimidante. Sinceramente en mí cabeza solo pensaba tierra trágame y vomítame en su cama, pero la postura ante todo o no?

Él se percató de que no estaba muy en mis cabales y se ofreció a hacerme un café, yo le dije que no era necesario ya que debía dormir pues tenía que llegar temprano a mí trabajo y como era obvio yo no había dormido nada aun. Él me dijo que no tenía sueño y que estaba hambriento yo le dije que en casa tenía algo en mi refrigerador que se lo daría sin problema, pero estás fueron sus palabras:

-Tienes sueño ve a descansar, yo tomaré café y me leeré un libro así que dulce sueños pequeña Sam.

Yo me quedé tipo QUÉ??? O sea este macho alfa primero me coquetea, se me insinúa y luego me manda a dormir como si yo fuera una niña? O sea que le pasa está ciego o no ve como se marcan mis curvas con este vestido que se me ve hasta el alma.

Pero repito la postura ante todo, abrí mí puerta con la esperanza de que el hijo de puta se me acercara y me cogiera justo allí, pero no fue así, él si se me acercó, pero para preguntarme al oído que había en mi nevera y aunque no lo hice notar me enojé mucho porque estaba completamente ebria y quería sexo, mucho sexo por lo que para desquitarme le dije que solo tenía helado, nutella y jarabe de chocolate, a lo que él me dijo:

-Felicidades Sam estás bien preparada para una noche erótica. -Como no estaba segura de lo que había escuchado entré y me hice la loca más él repitió- Buenas noches Sam.

Al fin un nuevo día amanecí con resaca y un desorden en mi cabeza, todo era muy confuso, pero algo si tenía claro y era el oso enorme frente a Jaycob. Siete y cuarenta suena mí puerta. Yo automáticamente:

-Quién? Ya voy, voy voy voy.

Cuando abrí la puerta no lo podía creer era Jaycob vestido, con una taza de café y desayuno para mí. Me dijo:

-Buenos días bella durmiente es hora de desayunar.

Mi cara era un poema apenas me podía mantener de pie y mi vecino favorito estaba en la puerta limpio, oloroso, tan caballeroso y con desayuno que más se le puede pedir a la vida un lunes? Lo invité a pasar y desayunamos charlamos un poco sobre nuestros trabajos en eso el reloj marcó las ocho treinta y salimos juntos al parqueo.

El resto del día trascurrió normal, no fue un día tan pesado como lo imaginé incluso adelanté trabajo y para las cuatro ya estaba en casa, me pegué una ducha de agua fría, me tumbé en la cama completamente desnuda y empecé a tocarme, me fascinan mis senos y más cuando tengo los pezones erectos. Amo tanto mi cuerpo y es que el cuerpo humano es la creación más perfecta, mientras me tocaba me imaginaba a Jaycob pasando sus manos en cada tramo de mí ser, imaginaba su boca en mi sexo y me estremecía de pensar que algo así pudiera pasar.

Al terminar quedé exhausta tanto así que caí rendida hasta las seis y treinta, no fue mucho, pero me sentó de bien esa siesta. Al despertar me puse creativa en la cocina, hice unas papas salteadas con mero al vapor y jugo de naranja. Pensé llevarle cena a Jaycob no con segunda ni tercera intención, solo quería devolverle el favor por el desayuno y el café de la mañana, lo pensé varias veces, pero algo pasó cuando me decidí salir.

Una morena preciosa estaba entrando a su apartamento. Yo me quedé tranquila cerré mí puerta y puse lo que le había servido en la nevera. Rápidamente encendí mi laptop y me puse a ver Netflix, pero no conectaba con nada en ese momento así que aproveché que era temporada de pelota, me puse un vestido negro corto, unos tenis y una chaqueta jeans azul.

Me fui para un bar a ver el juego y a tomarme unas cervezas, ahí me encontré con mi ex de casualidad, allí nos quedamos hablando como media hora hasta que alguien puso su brazo sobre mí hombro y cuando miré hacia arriba era Jaycob, saludó y se sentó con nosotros fue raro aunque no me desagradó para nada. Me dijo:

-La pequeña Sam es una chica sexy y muy traviesa.

Yo sonreí y le brindé una cerveza sin embargo me dijo que no. Que prefería vino y yo…

-Ok señor finolis yo me la tomo por usted míster aburrido.

A lo que él me preguntó de manera muy seria:

-De verdad piensas que soy aburrido?

Yo me pegué un trago y le dije:

-No estoy segura, pero eres reservado, no tomas cerveza y no eres para nada espontáneo.

El sonrío y me dijo:

-No soy fanático de los antros, pero te puedo demostrar que no soy para nada aburrido, puedo ser muy espontáneo y tan atrevido que te enamorarías de mí.

Yo solté una carcajada y sarcásticamente le dije:

-Sí claro señor Grey.

-Pensé que la pequeña Sam sería más audaz.

Le extendí la mano y dije:

-Que comiencen los juegos del hambre…

Claramente no tenía idea de en qué me estaba metiendo y me di cuenta de eso cuando me dijo:

-Ve al baño y quítate las bragas. -Yo lo miré sorprendida y me dijo- No me hagas caras y mueve tu lindo trasero. Él no contaba con mi locura miré a los lados, me tomé la cerveza que quedaba en la botella y sin pensarlo mucho allí sentada me los quité y se los di en la mano. Me dijo- Vamos a casa pequeña Sam que el juego acaba de empezar -eso lo acompañó de una risa malvada.

-Puedes dejar de decirme pequeña Sam?

Para mi desgracia me dijo que no, pero puedo vivir con eso. Caminando hacia mi carro veo que su jeep está estacionado junto a mi auto y le pregunté si había tenido sexo en público, pero su respuesta fue ponerme en el espacio de nuestros vehículos, subió mí falda, acarició mí trasero y me besó el cuello mientras su mano estaba en mí entrepiernas… “Espero que eso conteste tu pregunta” y se chupó el dedo que había enjuagado en mis fluidos.

Fuimos a casa, nos besamos en el ascensor, él estaba tan caliente y su pene estaba tan duro que podía sentirlo, entonces decidí llevar este juego a otro nivel. Entramos a su pent-house y empezó a desvestirse eso me excitó tanto, pero mis ganas de enseñarle a jugar fueron más grandes y le dije:

-Buenas noches pequeño Jaycob.

El sonrío y me dijo:

-Si sabes que me las vas a pagar?

Asentí con la cabeza y le dije “dulces sueños pequeño Jay”.

Entré a mi apartamento y solté un suspiro intenso, me hice una paja como nunca y apuesto que él estaba en las mismas.

Al día siguiente no lo vi, ni al otro tampoco, se sentía raro, pero era algo normal, no era que nos veíamos todos los días, pero me encantaba ese hombre y no podía evitar sentirme extraña.

Así llegó el jueves y era noche de chicas con mis amigas entre cosmopolitan y tragos de colores nos pusimos hasta la madre de alcohol, hasta me besé con mi amiga Cristal jajaja, pero esas cosas pasan.

Yo estaba muy ebria y no podía conducir por lo que pedí un Uber. Al llegar al edificio vi la luz prendida de su balcón y sé que él estaba allí sentado esperándome yo podía sentirlo, pero no daría mi brazo a torcer así que con mucho cuidado y según yo sin hacer ruido abrí la puerta y entré.

El viernes no tenía trabajo pues se casaba una compañera de trabajo y la revista completa estaría allí. Me puse un hermoso vestido rojo elegante y muy sexy, maquillaje sencillo pues no soy de esas que se pintan como payaso, ya en la boda todos andaban en pareja menos yo. Vamos que soy una soltera codiciada y no tengo planes de casarme o tener bebés por ahora, soy más de tragos que de relaciones serias.

El novio me dijo que quería presentarme al padrino de la boda que para mí sorpresa era mi ex, sí ese ex al que me topé en el bar donde fui a ver el juego de pelota. Bailamos algunas canciones hasta que pusieron música romántica, todos bailando como idiotas enamorados, no está mal que se amen, pero o sea yo era la única mujer sortera allí eso daba pena, pero al menos tenía alcohol y ese querido amigo nunca te deja solo, pero sinceramente ya no me sentía cómoda y me fui a casa.

Cuando llegué encontré un ramo de rosas enorme, aquello era majestuoso. Cuando encuentro la tarjeta decía “Para mí pequeña y escurridiza Sam”.

No estaba borracha ni nada por el estilo, pero me puse a llorar como una magdalena, tal vez estaba emotiva por la boda, quizás me sentía sola o me había enamorado de mí vecino que aparentemente era un mujeriego y aquello me estaba afectando.

Sinceramente no puedo explicar que era aquello que me sucedía solo sé que era viernes, nueve de la noche y yo en casa con un hermoso vestido y echa un mar de lágrimas…

Continuará.

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