-Gracias por otro finde maravilloso
Nos dimos un beso y se marchó.
Con ella nunca sabía cómo podía ser el finde, se sometía completamente a mi, así que podía improvisar que siempre lo aceptaría. Un regalo difícil de obtener.
Nunca pensé cuando la conocí que esto fuera a terminar así. Fue una de las veces que volví a casa, a Galicia, de donde soy originario. Volví, visitas de rigor, y a mi casa a descansar. La Coruña es un sitio tranquilo para vivir y siempre era una buena opción desintoxicarse del ruido de mi vida habitual. Después de un par de días coincidí con los vecinos de enfrente. La última vez que estuve vivía una chica soltera con su hija, con la que también tuve un affaire aunque no tenía contacto con ella, así que me sorprendí de los nuevos vecinos. Una pareja con una niña, nada extraño. Ella era dominicana, alta y con un cuerpo bastante bueno para sus 40 y pico años. De cara era muy normal, pero siempre llevaba tacones así que mi radar empezó a funcionar.
Su marido estaba bastante fuera de casa, más tarde supe que trabajaba de camionera y de pescador así que pasaba días fuera. Ella era limpiadora aunque estaba en el paro. Tras un par de encuentros en la escalera, llegó el día en que nos cruzamos tomando un café en el bar de enfrente del portal. Charlamos un rato, donde me dio toda esa información antes mencionada. Todo quedo ahí, sin más, eran charlas agradables pero a mi cada vez me ponía más cachondo. Seguí con mi vida relajada de vacaciones.
Hasta que un sábado la casualidad nos llevó a donde estamos. Yo estaba en casa aburrido, mis amigos estaban ocupados y decidí que bajaría a tomar una cerveza viendo el partido. Me quedaba una semana en casa y me apetecía salir un rato. Estaba casi listo cuando escuché la puerta de enfrente. Se oían un par de voces así que aproveche para salir y forzar un encuentro.
– Hey hola que tal?
– Hola Giani, cómo estás? Mira este es mi vecino, un chico majísimo. Ella es mi hermana
-Hola encantado
Su hermana venía a recoger a su hija. Su marido llegaba el domingo y ella iría a buscarle así que la hermana cuidaría de su hija hasta el día siguiente.
-Genial, pues yo bajo a tomar una cervecita enfrente que dan el partido.
-Muy bien pues disfruta guapo.
Baje al bar y me quede pensando en si debería de haber sido más sutil o tirarle alguna indirecta. Pero bueno, lo hecho, hecho está así que me pedí una cerveza y me puse a ver el partido. Unos 20 minutos después escuché el ruido de unos tacones entrando al bar, me giré, y allí estaba ella.
– Hola Giani, me puedo sentar? Me aburría en casa…
– Si claro, por favor
Empezamos a hablar. Primero temas sin importancia, pero poco a poco empezamos a entablar conversaciones más profundas, hasta que empezamos a hablar de sexo. Llevábamos unas 3 cervezas y la lengua empezaba a soltarse:
-Llevo tanto sin que mi marido me satisfaga de verdad…
-Pues si quieres yo esta noche te hago sentir eso que hace tanto que no sientes
…no sé qué paso por mi cabeza. Fue decirlo y arrepentirme. Y si solo estaba charlando? Como miras ahora al vecino?
Pero no… no estaba charlando. Sin contestarme pidió la cuenta:
– Sube en 5 minutos.
Esperé impaciente los 5 minutos y subí. Entré a casa primero, me eché colonia y cogí unas esposas y un rollo de cinta que guardé en el bolsillo.
Timbré y abrió la puerta. Ahí estaba ella, con esa piel de ébano, el pelo suelto, un conjunto de sujetador, tanga y medias y unos tacones negros altísimos. La besé y nos fuimos besando hacia el cuarto.
Llegamos y la tire encima de la cama:
-Te apetece jugar de verdad? -le pregunté
Solamente asintió.
Empecé a buscar con la mirada y vi unas medias encima de una silla. Las cogí y le vendé los ojos. Se le escapó una sonrisa.
Acto seguido, le subí los brazos hasta el cabecero y le esposé las manos. Ella respiraba agitada.
La empecé a besar, de abajo a arriba. Pies, piernas, ombligo, tetas, hasta que volví a su zona íntima. Le quité el tanga y la empecé a comer. Mi lengua lamia su clítoris mientras mis dedos la penetraban. Empecé a lubricar su ano con sus propios fluidos y la empecé a penetrar también con un dedo. Sus piernas temblaban y su respiración era cada vez más agitada.
Cuando creí que era el punto, cogí la cinta y le tapé la boca. Gire su cuerpo, quedando las esposas cruzadas, se puso a cuatro patas y empecé a follarla. Perdí la cuenta del tiempo pero fui alternando entre culo y coño. Me corría, y jugaba con ella hasta que volvía a estar a tono. Hasta 3 veces pude correrme. Entremedia, para recuperar el tono, la miraba, la azotaba… le saqué fotos, vídeos, me restregaba por todo su cuerpo. La última vez le cambié las esposas del cabecero y la espalda, se puso de rodillas y me la chupo hasta que vacíe lo poco que quedaba en su boca. Después de eso la solté. Me dijo que se iba a duchar y que podía hacerlo yo si quería también. Aunque yo vivía al lado y mi idea era ducharme en casa. Ella se duchó primero mientras me vestía, me iba a ir pero me ofreció un vino, así que me duché finalmente y cuando salí había preparado un picoteo.
-No sabía que te gustaba el sexo duro -me dijo ella.
-Si… la verdad que es difícil encontrar gente con quien compartir estos gustos.
-Ay papi, pero lo haces muy bien, hacía años que no sentía esto. Siempre me he sentido muy atraída por ser sumisa y a mi marido no le gusta mucho.
Charlamos un rato, me comentó que tenía que disimular cuando estuviese su marido y nos cruzásemos, que era muy celoso y que sospecharía de cualquier actitud extraña, aunque le conté que en unos días me tendría que marchar de vuelta a Londres.
– Y cuando volverás? Me gustaría volver a verte
– Pues no sé cuándo tengo vacaciones, pero intentaré venir pronto.
– Y tienes novia Giani? O eres soltero?
– Pues llevo un tiempo soltero, es difícil encontrar una persona afín.
– Haces a menudo estas prácticas con las chicas con las que estás?
– Alguna que otra vez siempre que se dejan.
Entonces, ya me preparaba para irme cuando me pide que espere. No esperaba su reacción, pero algo despertó en ella que creía que no podía dejar pasar:
– Mira Giani, yo llevaba mucho tiempo buscando algo así. Quiero ser sumisa, que me traten como una perra, que me follen de todas las maneras, que me torturen sexual y físicamente. Tengo una vida que no puedo romper pero si estás dispuesto podemos vernos de vez en cuando. Buscar un sitio discreto, un hotel o algún sitio. Yo buscaré una excusa para escaparme unos días de aquí. Que te parece?
Ese fue el comienzo. Un nuevo mundo de abrió ante mí. Una auténtica sumisa, una mujer dispuesta a ser dominada por mi, durante un periodo largo. No una sesión, no un polvo duro, una sumisa. Sin ataduras, sin celos, sin relación, vernos 3 días y dedicarlos al bdsm.
El sueño se hacía real, tenía tanto mi casa en Londres, donde estaba currando más en invierno, como la de Mallorca. Así que le propuse vernos de vez en cuando. Yo montaría algo en un cuarto vacío en el piso de Londres, y ella buscaba una excusa para escaparse unos días. Nos intercambiamos el teléfono y me fui.
Al día siguiente recibí un mensaje:
-Estoy deseando comenzar.
Pasó esa semana y me marché. Llevaba unos días trabajando. Había pensado en ella varias veces, aunque estaba ya con nuevos objetivos cuando recibí un nuevo mensaje:
– Ya tengo excusa.
Decidí esa misma tarde ir a un sex shop y comprar algunas cosillas. Llegue a casa y prepare el cuarto para que se volviese lo más cálido posible en cuanto a temática bdsm:
– Ya tengo espacio. Ven cuando quieras
No pasaron ni 10 min cuando me contesto:
-El próximo martes llegó, a las 11:00. Tu sumisa necesitará que la recojan.
Llegó el día y la fui a recoger. Le di un beso en la mejilla y fuimos en metro a mi casa. No nos habíamos dirigido la palabra, hasta que en el metro le di una mochila. La abrió y miro lo que había. Sin decir nada, saco las muñequeras y el collar y se los puso. Seguimos sin hablar nada hasta llegar al portal. Nos montamos en el ascensor, y ella enganchó una cadena que había en la mochila al collar, y me la ofreció. Tras cogerla, se puso de rodillas. Así salió del ascensor y así entró en el piso.
Ese día comenzaron nuestros encuentros, los que contaré en otro relato.