Este relato comienza después de que yo regresara de vacaciones a dónde nací. La conocía desde pequeño y no cambié mucho al crecer por lo que al llegar, mi vecina me reconoció al instante. Me abrazó y platicamos un rato sobre nuestras vidas. Después de un rato la invité un café y le dije que iría a casa después de instalarme (mis padres lastimosamente ya no están conmigo).
Me alisté y salí para ir con mi vecina -ambos tenemos 25 años-. Ella salió muy sexy llevaba un vestido que se pegaba a su cuerpo y podía ver sus grandes pechos y enorme culo. Después de que llegamos al café y de mucho platicar me lancé a preguntar:
-¿Y tienes novio?
Ella agachó su mirada algo triste y respondió:
-Lo tuve, pero me engañó con alguien más, dijo que yo lo aburría.
Yo me sentí muy mal por ella así que acaricié su mejilla y le dije:
-Pero mira el lado bueno, de tu lado se fue alguien que te hubiera hecho mucho más daño y él se perdió a una mujer maravillosa y sexy.
Ella se sonrojó, sonrió y me respondió:
-Eso es lo más lindo que me han dicho en mucho tiempo.
La conversación iba muy tranquila aunque yo le lanzaba indirectas de que me estaban dando ganas de darle duro, hasta que ella me dijo:
-Creo que se cayó mi arete puedes mirar si está debajo de la mesa?
-Claro que sí -dije y me agaché a ver, ella abrió sus piernas lentamente frente a mí y podía ver sus pantis transparentes mostrándome todo su coñito depilado. Pronto ella dijo:
-Oh creo que ya lo encontré.
Yo me levanté y ella me miraba fijamente, se acercó un poco a mi oído y dijo:
-¿Te gustó la vista?
Le respondí rápidamente que me encantó y si quería ir a casa mejor. Aceptó y nada más abrir la puerta comenzó a besarme de forma apasionada y yo tomándola de su cintura la llevé hasta el cuarto.
Pronto empecé a desnudarla y ella hizo lo mismo, me detuvo y me dijo:
-Desde que teníamos 18 tenía ganas de que me rompieras el culo -ella se giró y puso en cuatro y me decía- todos mis agujeros son tuyos métela toda.
Tomé su cintura y la acerqué a mí y se lo metí por su húmedo coñito, se sentía como el paraíso. Empecé a embestirla y ella no dejaba de decir “ohh sii dame con todo, no te detengas, lléname con esa dulce leche”.
Seguimos hasta que ambos nos corrimos
Pero yo seguía duro y su ano aún no había sido cogido así que le susurré…
-¿Te la puedo meter por ese dulce anito que tienes?
Me besó y respondió “hasta el fondo”. Así que se lo metí en su ano, era tan estrecho y delicioso, mientras yo le daba con fuerza por el ano y le daba nalgadas, ella gemía cada vez más fuerte y no dejaba de decir “llénamelo de tu leche rompe toda la noche”. Seguí dándole cada vez más duro hasta que le llené todo el culo de mi semen.
Desde entonces ella y yo tenemos sexo cada vez que podemos y lo hacemos hasta no detenernos.