Cómo un error puede ser muy excitante y cuando te das cuenta del error te excitas aún más.
Tenía yo 19 años cuando se organizó una reunión familiar con todos los miembros, hasta aquellos que vivían en la provincia y el extranjero. Se organizó en un restaurante que nos reservó la mitad del lugar y la otra seguía abierta al público.
Yo traía un vestido largo con un escote pronunciado y una abertura desde la cadera.
Una reunión lenta y aburrida conociendo familiares que quizás no volvería a ver; saludando tías ancianas y primos con barros.
Estaba tomándome un vodka y descubrí a un muchacho en la sección abierta que no paraba de mirarme; maduro, con una mirada que podía yo sentir como sus ojos trataban de leer mi mente.
Me levanté a lavarme las manos y al salir del servicio, él estaba ahí; esperándome.
Me dijo su nombre y me pidió bailar con él; la siguiente hora, estuvimos juntos bailando y conversando en la barra del bar.
En determinado momento, me sugirió salir a fumar un cigarro y despejarnos de la multitud.
Su auto se encontraba en un lugar apartado y poco alumbrado; sentí su mano en mi cintura, atrayéndome hacia él; mi corazón latía desbocado, mientras su boca se acercaba a la mía.
Correspondí el beso de manera efusiva; podía sentir su sabor y me excitaba ese sabor; sus manos acariciaban mi espalda y se acercaban a mis nalgas; no supe porqué pero mi pierna subió, el la tomó y la acariciaba también; ese beso me estaba provocando que me humedeciera y entre más duraba el beso, mi humedad se incrementaba; creí que mi panty no contendría tal humedad; pude percibir el aroma de mi propio sexo pidiendo el clímax; no sé si fue mi imaginación; pero, sus fosas nasales se abrieron, percibiéndolo también.
Terminó el beso y delicadamente me sentó en el asiento trasero del auto; me colgué de su cuello atrayéndole hacia mí; pude sentir su peso sobre mi cuerpo.
Quitó los tirantes de mi vestido, dejando al descubierto mis senos; los pezones se levantaron, esperando ser chupados.
Bajó su boca y empezó a mamar uno con maestría, mientras acariciaba el otro; me estaba excitando más, nunca imaginé estar a punto del orgasmo tan sólo con ser acariciada. Mi vagina escurría, mi panty estaba desbordada.
Al oírme gemir de placer, su mano entró por la abertura de mi vestido y encontró mi panty. Al sentir su mano en mis labios vaginales, no pude reprimir un jadeo de placer. Acarició mi panty, sintiendo mi humedad; recogió mi jugo con sus dedos y los llevó a su boca saboreando mi líquido.
– Que delicioso sabor tienes… tengo que tomar todo ese elixir… -me decía mientras bajaba hacia mi vagina.
Abrió la abertura de mi vestido, hizo a un lado mi pequeña panty y su lengua empezó a recorrer mi rajita, recogiendo todo mi líquido; el verlo mamandome, provocó una nueva ola de líquido; él lo tomó todo con fruición, buscando más.
Su lengua acarició mi clítoris, sus labios empezaron a mamarlo. Ya no podía contenerme, estaba a punto de venirme.
– Quítate, me voy a venir… – le dije tratando de quitarlo de ahí.
– Es lo que estoy buscando, que te vengas en mi boca… – me contestó, moviendo la lengua más rápido.
– Chúpalo todo, entonces… – le dije agarrando su cabeza y pegándola a mí.
Perdí el control de mis piernas, me estaba vaciando, yo gemía, jadeaba, respirando rápidamente; el tiempo no pasaba, el orgasmo no terminaba.
Cuando se quitó, yo seguía soltando jugo; yo temblaba; mis manos arañaban el asiento.
Abrió el cierre de su pantalón, mientras me veía temblar de placer. Su falo saltó de su prisión; era grande, la cabeza me parecía gigantesca; una gran gota transparente manaba de la punta.
– Soy virgen… – alcancé a decir mientras seguía temblando por los estertores del orgasmo.
– Ahora te lo voy a quitar… – me contestó mientras acariciaba mi entrada con la cabeza de su verga.
Pude sentir mi vagina palpitar al contacto con ese falo que me iba a penetrar.
Metió la cabeza sin problema por lo mojada que estaba y comenzó a empujar. Sentía que me partía en 2, era un dolor delicioso; estaba gozando la intromisión de esa verga. Parecía no tener fin, clavaba mis uñas en su espalda mientras él avanzaba dentro de mi. Cuando llegó a mi himen, sólo continuó avanzando; sentí un desgarro que se combinó con el placer de la invasión.
La mata de vello de su verga rozó mi depilada vagina y di un suspiro de placer. Estando dentro de mi, se movió en círculos, llenando su falo de mi jugo. El bombeo inició, el tronco de su verga rozaba delicadamente mi clítoris, provocándome una vez más. Todo su peso estaba sobre mi, jadeaba y bufaba en mi oído excitandome una vez más.
– Me voy a venir otra vez… – le dije mientras me temblaban las piernas.
– Estoy por acabar yo también… – me contestó y trató de salirse.
– Vente adentro… échame la leche dentro… quiero saber que se siente la leche adentro… – dije y lo tomé de las nalgas hacia mi.
Eso lo excito más y bombeo más rápido. Se clavó hasta el fondo y comenzó a inyectar su jugo. Sentía su verga palpitar en mi clítoris; las sensaciones combinadas me provocaron otro orgasmo.
Se salió de mi y los jugos cayeron sobre el asiento, el carro se llenó de un penetrante olor a sexo.
Terminamos de acomodarnos y regresamos a la reunión.
Cuando llegamos mi padre me preguntó:
– Ya conociste a tu tío?
Ahora cada vez que recuerdo cómo y quién me desvirgó, me masturbo porqué me vuelvo a excitar como esa ocasión…