—Que te ha dicho?
—Que viene para acá!
—Que bien! Podremos pasar esta lluviosa tarde los tres juntos!
Aquello me dejó algo perplejo, pensaba que Marta me quería follar de nuevo, pero con Laura presente iba a ser difícil.
Acabamos de comer y recogimos los platos. Ya en la cocina, mientras ella los fregaba, la cogí por detrás rodeándola la cintura y la susurré al oído.
—Os he visto!
—Que has visto?
—Como tu padre te empotrada por detrás!
—Y te ha gustado?
Me preguntó con naturalidad.
—La verdad es que si! Llevo con la polla dura todo el día!
—Ufff, me encanta que me empotre diciéndome todas esas cosas!
—Te gusta que te diga eso?
—Claro, se lo pedí un día y viendo cómo me ponía de guarra, ahora ya me lo dice siempre!
No sé cómo ni por qué, pero ya le estaba sobando los duros muslos bajo el corto vestido.
—Me estás poniendo caliente! Quieres empotrarme tu también?
Me dijo al sentir subir mis dedos hasta su culo.
—Ah, no, es que… bueno, me he dejado llevar!
—Y no quieres… seguir?
—Mejor no. Laura estará a punto de llegar!
Me sentí adivino al oír el motor de un coche entre el rumor que provocaba la lluvia al caer. Marta fue a abrir la puerta antes de que llamara.
—Date prisa que te vas a mojar!
Le gritó Marta. Laura corrió hasta la puerta pero no pudo evitar mojarse. Llevaba una camisa rosa pálido y una falda tableada hasta la mitad de sus contorneados muslos. Con su acostumbrada coleta me pareció una colegiala. La camisa se le había mojado y se transparentaban parte de sus grandes tetas al moverse, sobre todo sus gordos pezones.
Se dieron un abrazo y un beso en los labios, algo que me sorprendió un poco. Después se agarró a mí reventando sus tetas contra mi pecho y me dio un potente morreo.
—Que tal lo has pasado con Marta?
—Pues muy bien! Hemos estado viendo sus ovejas!
—Solo las ovejas? Preguntó con sonrisa pícara.
Creo que me puse colorado por como rieron las dos, al final pude balbucear algo.
—Bueno, es que llovía y no pudimos ver más!
—Estáis solos? Preguntó Laura.
—No, está mi padre arriba, pero creo que no bajará en una hora, jajaja!
—Que pena, quizás una hora sea poco!
Comentó Laura.
Yo las miraba un poco desconcertado, no sabía exactamente de lo que estaban hablando aunque tenía claro que tramaban algo.
—Podemos ir al cobertizo de atrás! Sugirió Marta.
—Buena idea! Vamos! Asintió Laura.
Me cogió de la mano y salimos por la puerta trasera. La lluvia no paraba y el cielo seguía totalmente cubierto.
—Nos vamos a mojar! Le dije dejándome llevar.
—Bah! Solo será un poco!
Corrimos sorteando árboles y arbustos hasta llegar a una caseta que había al fondo del extenso jardín. Había una especie de porche tres escalones más alto que el suelo y nos quedamos allí hasta que llegó Marta. Ella corría menos, parecía que no la importaba mojarse. Su corto vestido se le pegaba al cuerpo y se le marcaban las tetas y pezones de una manera escandalosa. La camisa de Laura ya se había mojado por completo y se pegaba a sus tetas haciendo que la visión fuera sublime.
Entramos en la pequeña cabaña de madera donde la visibilidad era escasa, tan solo una pequeña ventana dejaba entrar la poca luz que procedía del exterior. Estaba dividida en dos partes, en un lateral parecía haber otro compartimento al que se accedía a través del hueco de una puerta cubierto por una cortina. Una mesa cuadrada de madera, dos viejas sillas, un mueble destartalado y un camastro era su contenido, muy similar a la otra cabaña. La chimenea dominaba el frontal, con el suelo también cubierto de pieles.
—Encenderé el fuego para secarnos!
Comentó Marta acercándose a la chimenea. Laura volvió a abrazarse a mi cuello para darme un beso largo y jugoso.
—Ufff, he estado pensando en ti toda la mañana!
—Ah, si?
—Si, tú no has pensado en mí?
—Pues… no me ha dado tiempo!
—Jajaja, te ha tenido Marta ocupado, ehh!
—Pues bastante, no te voy a mentir!
—Ni quiero que lo hagas porque ahora lo vamos a pasar muy bien los tres!
—Los tres?
—Joder, no sabes contar? Que yo vea, somos tres!
—Pero… tu y Marta… las dos… juntas…
—Esto es un pueblo pequeño y hay que divertirse con lo que sea!
Dicho esto, mi prima se desabrochó la blusa mojada y sus dos impresionantes tetas llenaron la estancia como si no hubiera ninguna otra cosa. Marta, que ya se había descalzado y pisaba sobre las pieles junto al fuego, la imitó dejando caer su vestido al suelo. Nunca había visto cuatro tetas a la vez y mis ojos viajaban de un lado a otro como en un partido de tenis.
Las dos rieron al unísono al ver mi reacción. Laura se acercó hasta Marta y abrazando su cuello la besó con una lascivia que me puso más cachondo que si me hubiera besado a mí.
Veía como sus tetas desnudas se frotaba entre sí y mi polla parecía querer estirarse más. La falda tableada de colegiala que llevaba Laura le tapaba justo el culo, un culo que deseaba desde que lo vi. Marta se había quedado tan solo con sus pequeñas bragas, todavía mojadas por el semen de su padre que no se había molestado ni en limpiar.
—Hueles a polla! Le susurró Laura
—Mi padre me acaba de soltar un buen chorro de leche en la cocina!
Laura bajó una mano y la metió entre los muslos de Marta.
—Ufff, estás empapada! Que pena habérmelo perdido!
Laura la soltó para volverse hacia mí.
—Ven primo, te vamos a enseñar las cosas que nos gustan!
Me desbrocho los pantalones y los dejó caer al suelo. Metió la mano entre los bóxer y abrazo la polla que llevaba todo el día como una estaca. Se inclinó dándole el culo a Marta. Dio un par de lamidas a mi capullo y se lo introdujo en la boca. Di un leve suspiro al sentir la primera chupada y vi como Marta le levantaba la falda. Después le sobo el culo apenas tapado por el tanga con la lujuria dibujada en su cara.
—Vamos puta, chúpale bien la verga!
Le gritó a la vez que le daba unos azotes. Mi mente volaba sin saber dónde concentrarse, no sé si me estaba gustando más la mamada o ver cómo Marta la calentaba el hermoso culo.
Después de varios azotes, buscó el coño de Laura y comenzó a meterle los dedos. Yo sentía las chupadas de mi prima y miré para ver cómo se la tragaba entera.
—Fóllale la boca a esta zorra, que le encanta! Me gritó Marta sin dejar de pajear a su amiga.
Volví la vista a la cabeza de Laura y vi sus dos coletas de colegiala. Por un momento pensé que si se las había hecho para que se las agarrara. No lo pensé dos veces, me agarré a ellas y comencé a bombearle la boca.
—Así, así! Gritaba Marta como una posesa.
De repente, dejo de masturbarla y se puso a mi espalda. Sentí como me restregaba sus tetas, y sobre todo sentía sus pezones, esos pedazo de pezones que me habían vuelto loco chupándoselos. Bajó restregándose por toda mi espalda hasta llegar a mi culo. Lo abrió con sus manos y noté como su lengua comenzó a lamer mi agujero.
—Diosss! Grité al sentirlo con toda la polla dentro de la boca de mi prima.
Me chupaban por delante y por detrás y aquello era irresistible. La punta de la lengua de Marta cada vez se insertaba más, y Laura comenzó a sobarme los huevos pidiendo que la llenará la boca. Fue como si abriera el grifo, mi polla comenzó a soltar leche y ella a tragársela. Era increíble mamando y tragando, podía sentir cada trago que daba, y no cesó hasta dejarme seco.
—Como me gusta este sabor! Susurró limpiándose los labios con el dorso de la mano.
Increíblemente, mi polla seguía como una puta estaca, aquello no bajaba ni obligándolo. Me miró con una sonrisa preciosa y me animo con su mano para que me arrodillara entre sus piernas. Se había quitado las bragas y se había tumbado boca arriba con las piernas flexionadas. La mata de pelo que guardaba entre sus muslos afloraba majestuosa, aquello era digno de perder unos segundos para admirarlo.
Me arrodillé y dirigí la polla entre la mata de pelo hasta encontrar su raja. Apenas me costó empujar para meterla, Marta había hecho un buen trabajo, pero aquello no quedó ahí.
—Ven Marta, quiero saborear la leche que guardas de tu padre!
Si todavía no estaba pasmado, aquella frase lo culminó. Marta se arrodilló frente a mi poniéndose con las piernas abiertas sobre la cara de Laura. Su enorme maraña de pelo casi le tapó la cara. Al momento oí las chupadas de Laura lamiendo como una perra, y comencé a bombear su coño. Marta se inclinó hacia delante y agarró los muslos de Laura por detrás para levantarlos y facilitar mi penetración. Sus tetas habían quedado en el sitio preciso para que se las sobara, y eso hice. Mis manos se hundieron en sus tetas a la vez que presionaba los pezones con los dedos. A los pocos segundos los tres nos movíamos acompasados como un perfecto ballet.
Marta abría su enorme boca y jadeaba a la vez que me daba lametazos en los labios y en la cara. Podía sentir la lujuria de su aliento penetrando en mi boca.
—Vamos, dale fuerte! A esta zorra le van las pollas grandes! Con la de mi tío se vuelve loca!
Otra vez salía el puto tío a relucir.
—La vas a asfixiar! Le dije viendo cómo movía la mata de pelo por la boca de mi prima.
—Que va! Está disfrutando como una perra! No es la primera vez que me come el coño lleno de semen!
Joder que guarradas me decía la puta tímida! El caso es que me ponían cachondo, si es que me podía poner más.
Mi prima empezó a temblar y su coño se empapó. Yo ya estaba al límite, le apreté a Marta las tetas con ganas y bombee con mi polla el coño de Laura cómo si lo fuera a taladrar.
—Vamos cabron, llenarle el coño de leche que yo ya le lleno la cara!
Sentía a Marta cada vez más zorra, y eso me ponía más frenético. Ya le daba pollazos a mi prima cómo si la fuera a reventar cuando varios chorros de leche saltaron de la punta de mi capullo llenado su vagina. Al instante todo empezó a salir por su raja. Ya era un chapoteo total cuando pare de embestir sin aliento y Marta casi no me dejaba respirar con sus lamidas pero no paraba de hablar.
—Estoy como loca porque me la metas en el culo y me lo revientes! Me dijo entra lamida y lamida.
El ballet se detuvo y Marta retiro su coño de la boca de Laura. Parecía que le acababan de derramar un cazo de leche de soja sobre la cara.
En ese momento sólo el móvil de Marta.
—Joder, es mi tío! Callaros ahora!
—Hola tío! Contestó al descolgar.
—Donde estas?
—Pues en casa!
—Pues yo estoy en tu casa y no te veo!
—Es que me he venido a la caseta a leer un rato!
—Vale, pues voy para allá!
—Joder, ahora viene mi tío! Tenéis que esconderos!
—Donde? Preguntó Laura levantándose.
—Ahí, en el sobrado! Dijo señalando la cortina que daba acceso a otro pequeño espacio dentro de la caseta.