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Mi sobrino (Parte VII)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Nos fundimos en un largo beso con sabor a semen, nuestras lenguas se entrelazaban buscando los restos, nos besamos hasta no dejar ni rastro. Laura y yo caímos rendidas en los brazos de Mario, una a cada lado, mientras él nos abrazaba, nosotras teníamos entre nuestras manos su polla, algo blanda y caída, pero normal, esa polla llevaba unos días dándolo todo. Y así, acariciando el miembro de Mario nos quedamos los dormidos.

Desperté la primera, serían las 12 del mediodía, hacía calor. Me levanté me puse unas braguitas y un pantalón cortito y nada más, me quedé con los pechos al aire, me puse a recoger un poco mientras Mario y Lau seguían durmiendo. Estaba todo de lo más alborotado, los platos de la cena, vasos, restos de porros, y bueno, el olor a sexo que impregnaba toda la casa era tremendo, una de las veces cerré los ojos y respiré profundo, me vinieron a la mente las mil posturas con las que había follado con Mario, Mati, Lau, Mario con Lau, Mati con Mario.

Después de recoger un poco, el calor iba en aumento, así que me metí en la piscina solo con las braguitas puestas. El agua estaba riquísima, y me hizo sentir en la gloria en un segundo, después de unos largos, me las quité para nadar un poco desnuda… uffff. Es una sensación de lo más agradable, al poco salí, totalmente desnuda me tumbé un una de las tumbonas, un poco alejada de la casa y cerré los ojos.

Al poco, escuché un ruido, era como algo que estuviese rozando, en movimiento. Entreabrí los ojos y me encontré entre los arbustos que separan las viviendas, al vecino mirándome disimuladamente mientras se estaba pajeando.

La escena me excitó, el saber y claro, ver que se estaba tocando, me excitaba, así que entré en el juego, comencé a separar las piernas y a mostrar mi coño descaradamente, a pasarme las manos por encima acariciándolo con los dedos suavemente.

Apenas nos separarían medio metro, pero ahí estaba el arbusto que hacía de biombo haciéndonos creer que estábamos solos e íntimos. Me incorporé a la tumbona, él se paró, y entonces yo me metí la mano por encima del coño hasta hacer desaparecer el dedo anular, y vi cómo se movía a un lado para verme mejor, qué a su vez, yo también le veía mejor también. Se agarró la polla y comenzó a masturbarse, yo también, siguiendo el juego, sin parar. Metiéndome los dedos, me puse en pie, me acerqué al arbusto y alargué la mano, me llegaba justo, con la yema de los dedos acaricié la punta del capullo.

Le pasé los dedos repetidas veces, notando como el capullo estaba duro y mojado, me acerqué más, todo lo que podía sin hacerme daño hasta que se la pude coger entera, comencé a masturbarle, mientras me metía con la otra mano un par de dedos. Se la movía con energía, rápido, sentía como soltaba fluidos, que de vez en cuando me llevaba a la boca.

Así estuve un rato, hasta noté que se corría, su leche me llenó la mano, sentí sus fluidos car entre mis dedos. Saqué la mano del follaje y me limpié un poco.

Se quedó mirándome un rato hasta que desapareció, y fui cuando cogí las bragas del suelo y me metí de nuevo en la casa.

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