El sobrino de Mario, Mati y yo nos fuimos directos a las tumbonas del jardín. Bueno, yo primero me di un chapuzón, tenía mucho calor. Solo me metí en el agua unos minutos, lo que tardé en cruzar la piscina, al salir por el otro lado, me fijé en que Mati se había quedado desnudo y parecía adormecido.
Me hice un poco la despistada, aunque a mi mente me venía el momento en el que le vi cómo se pajeaba mirando cómo le chupaba la polla a Mario, y la verdad, que el solo hecho de recordarlo hacía que me excitase.
Me acerqué a donde estaban las tumbonas, sin dejar de mirar a Mati, desnudito, sin nada encima, mientras me iba secando con la toalla, me percaté de que la polla de Mati se estaba poniendo durita, le estaba creciendo por momentos cuando de repente, se puso la mano en el paquete y me dijo:
– Tía, que bien se la chupaste ayer al tío Mario.
Me quedé de lo más cortada, sin palabras, sí que sabía que nos había visto, pero no esperaba ese comentario.
– ¿Me la chuparías a mi igual que al tío? me encantaría correrme en tu boca.
Ni me lo pensé, me acerqué a él, me puse de rodillas a pie de la tumbona y sujetándosela con una mano mientras permanecía tumbado, comencé a lamerle su hermoso miembro, 18 cm de polla dura, gordita, venosa, depilada, uf, vamos, lo que es una polla divina.
Mientras se la chupaba, él me metía mano, me pasaba las manos por el culo, el coñito, sin dejar de meter y sacar el dedito, notando como cada vez estaba más mojada y cachonda.
Me quitó el bikini, o mejor dicho, me lo arrancó. Se tumbó en el césped y tumbado, me senté encima de él, le puse mi coño en su cara para que también me lamiese, le chupeteaba como nadie lo había hecho, sentía como me metía la lengua, los dedos, me retozaba sobre él notando como a la vez me metía un dedo por el culo a lo que respondí con un gemido bastante sonoro, que creo que fue lo que despertó a Mario, porque al poco apareció.
Bueno al poco, (o al rato), bueno, el caso que cuando estábamos en pleno éxtasis me di cuenta de que Mario estaba ahí, mirando sorprendido y excitado, nos miraba con una mano en su paquete, por dentro del bañador, tocándose, acariciándose.
Se acercó un poco, y fue cuando le dije con la polla de Mati entre mis labios:
– Cariño, No te quedes ahí parado, ven y únete, ya le comenté cómo pensamos nosotros.
Bueno, pues el resto ya sabéis, acabamos los tres follando como locos, los tres nos corrimos y acabamos tumbado en el jardín como tontos, cuando entre risas, Mati, que estaba tumbado entre los dos, dijo:
– Pues parece que se avecina un buen fin de semana, ¿no creéis?
Nos dijo con una mano en la polla de Mario y la otra en mi coñito empapado.
Volvimos a reírnos a carcajadas a sabiendas de lo que habíamos hecho, no había vuelta atrás, nos esperaban unos días de sexo y lujuria. Pero eso lo contaremos en otro capítulo.