Cuando Lilian, mi hermana, se fue a vivir con su novio, me dejó a mi “cuidado” a Mariel. La pendeja le había tomado el gusto a la joda, gozaba tanto con hombres como con mujeres. Teníamos un acuerdo: Podía traer chicas a casa, pero no hombres. Cada tanto cuando bajaba a desayunar me encontraba con una pendeja medio desnuda que me miraba con cara de horror en la cocina. Mariel, para tranquilizarla le decía:
-Es mi tío, tranqui, y si te interesa, un día te recomiendo probarlo.
Muchas chicas se iban despavoridas, otra simplemente se reía. Fue un sábado a la mañana que al bajar encontré a Mariel con una rubia verdaderamente impresionante. Mediría 1.7 m, flaca, un busto espectacular y cuando se paró a saludarme con un beso, pude alcanzar a ver que tenía un culo tan espectacular como sus pechos. Después supe que también tenía 18 años, como Mariel.
Mariel repitió el mismo chiste:
Mariel: Clau, es mi tío, tranqui, y si te interesa, un día te recomiendo probarlo.
Clau: bueno, acepto la recomendación, pero con una condición: Que vos también estés Mariel.
Mariel: Guau, tío, que lanzada esta chica. Claro que si Clau, no te voy a dejar solita.
Broma va broma viene, fue que como vivía sola, se quedó a almorzar. Yo tenía que salir a comprar algunas cosas para la casa. Cuando regresé las encontré a las dos en las reposeras, tomando sol desnudas, para beneplácito de un vecino fisgón.
Cuando se dieron cuenta, no se molestaron en taparse, me saludaron y siguieron charlando. El almuerzo fue por demás de picante, ya que yo estaba con un short de baño y ellas dos solamente con una bombacha. Almorzar viendo cuatro pechos hermosos, realmente llena el espíritu.
Al terminar, Mariel me dijo que me quede tranquilo, que ellas limpiaban y lavaban la cocina. Me fui al living, puse una peli, y me senté de forma de ver a esas mujeres lavando casi en bolas.
Clau alcanzaba los platos y Mariel lavaba. Cuando Clau no tuvo nada más que hacer, se puso atrás de Mariel y le metió la mano entre las piernas, por encima de la bombacha, al tiempo que se apretaba una teta. Mi sobrina, la miró con una sonrisa, separó un poco las piernas y siguió lavando. Cuando terminaron de lavar-juguetear vinieron al living, Mariel me sirvió mi clásico whisky de después de las comidas y se sentaron una a cada lado.
Mariel: creo que es hora de empezar, no les parece. Tío, hagamos de cuenta que sos nuestro invitado, de que tenés ganas?
Yo: Lo sabes bien, de todo. Siempre tengo ganas de todo
Mariel: Vos Clau, querés hacer algo en especial?
Clau: No me animo, me da vergüenza. Pero, me calienta pensar que el tío esté ahí sentado, y de a una nosotras bailemos para él, después juntas, me da mucho morbo solamente pensar en volver loco a un hombre mayor. A los pendejos, los miras y se calientan. Nunca lo hice con un hombre como él.
Mariel: Pues, que así sea, y te aseguro que vas a descubrir un nuevo mundo, como yo. Aunque a veces sea un poco duro aprender como me pasó a mí por boluda. Querés que empiece yo?
Clau: Dale, así tomo coraje.
Mariel salió disparada a su dormitorio y bajó con su bolsa de “juguetes”. Clau se sentó a mi lado y apoyo su cabeza en mi hombro. Con cierto temor tomo mi mano y entrelazó los dedos. Mariel puso música y comenzó.
Se movía rítmicamente mientras acariciaba su propio cuerpo. Mojaba sus dedos con saliva y los llevaba a sus pezones. Al mismo tiempo, su otra mano se ocupaba de su vagina, que ya estaba húmeda. Mojaba su clítoris y jugaba con él. Estaba tan excitada de ver a su amiga apoyada en mí, que más que rápido sacó los consoladores de la bolsa y se puso a chupar uno mientras se metía el otro en la concha.
Clau, aunque seguía recostada en mí, había llevado su mano suelta a su entrepierna y se acariciaba lentamente. Cuando vio que Mariel tomó los consoladores, instintivamente apretó mi mano clavándome las uñas. Cuando vio cómo se metía el segundo consolador en el culo, la miré y estaba con la boca abierta, y un hilo de baba le caía por la comisura del labio. Solté su mano y la llevé sobre mi bulto, que ya estaba tomando volumen. Cuando se dio cuenta lo miró con los ojos bien abiertos y comenzó a acariciarlo.
Mariel se excitaba cada vez más y llegó a un buen orgasmo, bien intenso.
Mariel: Clau, ahora es tu turno amiga.
Clau: bueno, pero sepan que yo no… digo, no tengo experiencia, quizás no los caliente.
Yo: tranquila. Aprende algo: no lo hagas para calentarme a mí ni a Mariel, busca tu propio placer y goce.
Mariel: escúchalo, sabe y lo que te dice es cierto. Para ayudarla Mariel puso música lenta.
Clau comenzó directamente de rodillas, acariciando su entre pierna, sus pechos y siempre con los ojos clavados en los míos. Por momentos pasaba su mano por su vagina, la impregnaba de jugos y luego la llevaba a su boca para saborearla. Cuando vio mi sonrisa, fue que se tranquilizó que su “trabajo” gustaba. Se humedeció con saliva un dedo y poniéndose de costado a nosotros lo bajó por su espalda y jugó con su ano. No se animaba a meterlo. Pero era evidente que el deseo estaba.
Mariel al ver esto, secó mi pija del short, y comenzó a pasarle la lengua como si fuera un chupetín.
Mariel: Mira Clau, que linda que se la estás haciendo poner. Seguí, goza viendo como un hombre se calienta con vos.
Fue escuchar esto que Clau aumentó sus movimientos en la vagina, se estiró un poco y tomó el consolador más grande y lo comenzó a chupar, imitando los movimientos de Mariel. Me pareció ver un gesto de Mariel, a lo que Clau respondió pegando el consolador en el piso y metiéndoselo de a poco. Entró no sin dificultad por la cara que ponía, tomo otro consolador y lo chupaba con ganas. Era evidente que quería llegar al orgasmo y no podía.
“Te ayudo?” le dijo Mariel a lo que Clau respondió afirmativamente con la cabeza. Mariel se acercó, la hizo poner nuevamente frente a mí, pero más cerca, de forma que si yo me movía un poco, podría meterle mi pija en su boca. Mariel se colocó detrás, untó sus manos con aceite y fue acariciando cada centímetro de la espalda de Clau, sus pechos, sus nalgas, mientras le daba besos en el cuello. La cabalgata en el consolador y las caricias de Mariel surtieron efecto y llegó al orgasmo.
Quiso correrse del consolador pero Mariel no la dejó. Siguió acariciándola, pasó a los pechos y los besaba y mordía mientras su mano jugaba con el clítoris de Clau. No necesitó mucho para que se excitara mucho más que antes. Los movimientos de Mariel cada vez eran más intensos, le provocaban mayor excitación.
Yo no daba más, me corrí unos centímetros y mi pija quedó totalmente al alcance de la boca de Clau.
Mariel: Ahora, Clau, goza vos chupando esa pijota. No pienses en él, olvídate de él, chúpala para tu placer, tu goce.
Clau se fue metiendo mi pija en su boca, lentamente, vio que el tamaño era suficiente para ocupar toda su boca y comenzó a subir y bajar aprovechando el movimiento para darse placer con el consolador. Mariel seguía acariciándola, mordiéndola toda, como pudo se acomodó y empezó a meterle la lengua en el ano a Clau. Ella dio un respingo, pero cerro los ojos y siguió con lo suyo. Por momentos solamente pasaba la lengua y por momentos se la metía toda en la boca.
“Mírame”, le dije. Abrió los ojos y estos delataba el placer que estaba sintiendo. Sus gemidos eran suaves pero profundos. La cadencia del sube y baja con sus tres agujeros ocupados la estaba volviendo loca.
Mariel, adivinando el final, le puso los dos brazos en la espalda, embadurnó uno de sus dedos con crema y lo puso de forma que cuando Clau fue hacia abajo, ella misma se lo enterró de a poco. Abrió los ojos al máximo, emitió un quejido pero no paró de subir y bajar. Mariel tomo el consolador más chico, se lo puso en la mano y la guio para que ella misma se lo meta. Dudó un poco, pero la confianza que le daba Mariel hizo que lentamente se lo meta.
Mi sobrina se acercó al oído y le dijo: “Ahora, dale, suelta toda la calentura, llénate la boca con el elixir del tío. Saborea el placer de hacer gozar a un Vete”
Mariel se sentó a mi lado, abrió las piernas y se empezó a meter dedo en la conchita que estaba más que húmeda. Miraba a su amiga, y a mi pija. Se apretaba los pechos con furia y sus dedos iban y venían en su concha. Clau, sosteniendo con una mano el consolador que ocupaba su culo, acercó la otra a Mariel y le metió dos dedos en el orto.
Mariel: Guau, seguí, vamos a acabar los tres juntos.
Dicho esto, sacó mi pija de la boca de Clau y me empezó a masturbar con todo. Clau seguía pasando la lengua, su sube y baja era a todo ritmo, como la entrada de sus dedos en el orto de Mariel.
Mi esperma salió disparado hacia el rostro de Clau, que con la lengua trataba de rescatar lo que podía. En ese instante Mariel la tomo de la cabeza y enterró mi pija en su boca. Fue en ese instante que acabaron las dos.
Unos segundos después, cuando Clau se hubo sacado los consoladores, se paró, se sentó en mi falda, se metió mi pija, en su concha y me besó profundamente, la acercó a Mariel y le dio un beso igual. Nos quedamos los tres abrazados y compartiendo besos un rato.
Clau: Por Dios, nunca goce así. NUNCA. Ningún hombre me dio semejante placer. Nunca me imaginé que me iba a meter dos consoladores e iba a gozar tanto.
Mariel: Y esto recién empieza. O me vas a decir que se te fue la calentura ya?
Clau: Sabes que no, pero ahora sé lo que es gozar, me siento libre. Y hasta ahora, el no hizo nada. No me quiero imaginar.
Mariel: ahora viene un juego más fuerte, te animas o queres parar acá Clau?
Clau: si, me animo.
Dicho esto, Mariel tomo sus cosas, las puso en el bolso y fuimos a mi habitación.
Me tiré en la cama, Clau se tiró a mi lado y comenzamos a besarnos. Mis manos recorrían su cuerpo, todavía con crema, entraba en su vagina, salía, lo mismo en el ano. Ella no oponía ninguna resistencia.
Mariel se tiró y Clau fue derecho a chupar su vagina, mientras yo le ofrecía a mi sobrina para que chupe mi pija. Cuando sintió que la tenía bien dura, se levantó, le puso el arnés a Clau y al oído le susurro:
Mariel: Clau, todo sigue igual, si vos gozas con lo que haces vas a hacer gozar al otro. No te detengas, hace lo que sentís.
Dicho esto se acostó a mi lado, abrió sus piernas y la miró a Clau y esta entendió. Dirigió el consolador a la conchita de Mariel, y lo enterró de una. Empezó a bombear, primero despacio, luego algo hizo un clic y empezó con todo, le apretaba los pechos, los escupía, de pronto le dio una cachetada en la cara y le preguntó a Mariel: “Te gusta que te coja así, putita?” Mariel no contestó lo que excitó más aún a Clau. Le retorció los pezones, hasta hacerla gritar. “Dale putita, grita tranquila” “Tío, por qué no me metes esa pija hermosa en mi conchita”
Esas palabras me pusieron a mil. Fui detrás de ella y de un solo golpe la enterré, ajustamos el paso y Clau no paraba de hablar “Ah, que placer, me cojo a esta putita y a mí me dan con todo. Tío postizo, sos un macho tremendo, cógeme toda, reviéntame la concha”
Le daba con todo, la tomé del pelo, tire su cabeza para atrás y le dije “Putita, vos movete, cógenos a los dos.” Tras lo cual golpee su culo con fuerza. Eso hizo que los movimientos fueran bestiales, Mariel no daba más, se apretaba las tetas con fuerza, y levantaba con todo las piernas para que ese consolador entre hasta el fondo.
De pronto y sin aviso, me separé, tomé con violencia del pelo a Clau y la saque, haciendo que se ponga de rodillas mientras me la chupaba. Mariel se levantó. Se paró al lado mío y me comenzó a besar. Clau movía su mano por el consolador como si estuviera masturbándolo. Le dije a Mariel que se ponga ella el arnés y que se acueste en la cama. La subí a Clau, le ensarté el consolador en la concha y le puse mi pija en la boca.
Las dos se movían como locas. Una bombeaba de abajo y la otra saltaba sobre el consolador. Las dejé unos segundos y busqué la crema. Embadurné mi pija, y me puse detrás de Clau. Mariel la atrajo hacia ella, y la tomo de la cabeza, dándole un profundo beso. La abrazó y yo de un empujón metí toda mi pija en el culo de Clau. Dio un grito de dolor, me pidió que pare, cosa que no hice, y empecé a bombearla.
Mariel: Ahora quien es la putita, eh Clau? Sentí el tronco que te estas comiendo por el culo, y a mí no me dejaste meterte ni un dedo anoche.
Al rato, la hice salir a Mariel, y ahora tenía a las dos en cuatro. Iba de un culo al otro, cuando lo dejaba, le metía el consolador y lo movía a mi ritmo. Las dos gritaban de placer. Cuando estaba por acabar, ordené que hicieran un 69 mientras le daba a culo de Clau.
Yo: chúpala bien Mariel, y las gotas que se le caigan son tuyas. Ah, hoy te toca terminar con los dedos de Clau en el culo, así que movete.
Mariel: si tío, acabale bien adentro a esta putita.
Fueron 10 bombeadas más y le llené el intestino de leche, ella también acabó con un grito ahogado por la concha de Mariel. Y cuando la saque, parte cayo en la boca de Mariel que chupaba con ansias.
Al rato bajamos, nos sentamos en la cocina y tomamos algo.
Clau: Juro que nunca goce tanto. Hasta que me rompieras el culo así gocé. Ahora entiendo lo que es dar placer para recibir más placer. Si me cuentan que yo hice esto, no lo creo ni en un millón de años.
Mariel: Es que no necesitamos contártelo para que nos creas.
Fue arriba, buscó la notebook y bajó. La puso en frente a Clau y le mostro el video que la cámara de mi cuarto había tomado. La cara de Clau fue de sorpresa primero y de horror después.
Mariel: Tranquila, somos gente seria. Si querés te doy una copia así jugueteas un poco. Lo grabamos por seguridad alguna de las chicas quiera hacer quilombo. Es para nosotros. Y si querés la próxima lo vemos juntas en vez de ver las páginas de mierda.
Clau: Ah, pensé que me iban a chantajear. Sepan que cuando quieran me llaman y vengo. Los dos o cualquiera de los dos.