Habíamos viajado a Cuzco a visitar a mis suegros. En ese viaje nos habíamos quedado en su casa, que es muy amplia. En el patio de la parte trasera, la hermana mayor de mi esposa había construido un departamento dúplex donde vivía con su esposo, mi sobrina Liz, de 20 años y dos hijos más.
Fue un excelente viaje y tras más de 5 días en Cuzco donde la pasamos realmente bien, el domingo, antes de volver el lunes a Lima, decidieron ir todos de paseo a Urubamba, en el Valle Sagrado. Por tener un informe pendiente, que debía entregar el lunes, al volver de las mini vacaciones, no pude acompañarlos y tuve que quedarme en la casa trabajando en la computadora. Mi sobrina veinteañera Liz también se quedó en su departamento por un trabajo de la universidad.
Partieron todos hacia las 10 am y yo me quedé trabajando en la sala de la casa, donde la internet tenía mayor potencia. Hacia las 12.30 se apareció Liz, vestida en una minifalda blanca medio translucida, que permitía apreciar su tanga negra en contraste absoluto y una blusa gris igualmente translucida que permitía ver sus senos y pezones pues no llevaba brassiere.
Mi sobrina es gordita, subida de peso, con un culo grande pero redondo, una barriga que seguro con los años será muy voluminosa y unos senos grandes, de mujer rolliza. Es muy muy blanca y pecosa, de cabello castaño, simpática de cara, pero por ser gordita nunca le había prestado mucho la atención, además de verla muy poco, eventualmente cuando viajábamos a Cuzco y se nos ocurría quedarnos donde mis suegros.
Pero así vestida, claramente en una actitud sexual, me movió rápidamente. Me excité solo con verla y a sus primeras palabras con voz picara y claramente caliente. Pero igual no imagine nada fuera de lo común.
– Tío, ¿Qué vas a almorzar?
– No lo sé Liz, pensé pedir un delivery.
– Podemos comer juntos, ¿me invitas?
– Claro, ¿qué te provoca?
– Hummm, no lo sé quizás sushi.
– Ok, me parece bien. ¿Puedes pedir tú y cuando vengan yo cancelo?
– Perfecto tío.
Y se fue. Pasado el incidente, no volví a hacerme ilusiones pues su rápida partida me hizo pensar era sólo una joven de look sensual, sin más que eso.
Cuando llegó el delivery lo recibí, pagué. Ella, que había escuchado el timbre, vino rápidamente y estaba muy alegre. No había pedido bebidas, pero ella me dijo “tío no te preocupes, mis abuelos siempre tienen en la refrigeradora, ¿vienes para escoger lo que quieres tomar?”. La seguí a la cocina, abrió la refrigeradora y cierto, había varias marcas de cerveza y de gaseosas.
Adrede se inclinó en 90 grados para recoger la gaseosa que se encontraba en el anaquel más bajo de la refrigeradora, al hacerlo se levantó la minifalda y pude ver sin restricciones su enorme culo blanco con una sensual tanga negra entre sus nalgas. Se hizo la desentendida y me preguntó que quería y sin dudarlo le dije “lo mismo que tú”.
Cuando volvió a inclinarse tan provocadora no me resistí y sin más le cogí las nalgas. Ella no dijo nada e intencionalmente se demoró una eternidad en recoger la botella de gaseosa. En esa eternidad, mis manos ya habían ingresado entre sus nalgas, puesto de lado su tanga y empezado a explorar su culo.
Se levantó, se volteó, me miró y sin más me dijo “´tío me quieres coger”. No respondí y sólo mis manos fueron hacia su tanga, se la bajé sin problemas, dejándola sólo en su minifalda. En el mismo momento ella se sacó la blusa y me dejó a la vista sus enormes pechos, con los pezones rosados y pequeños, de mujer aún sin hijos. Así, de pie, comencé a lamerle los pezones, uno y otro, mientras mis dedos la masturbaban.
Seguimos unos minutos así y pronto deseé corrérsela por el culo también y le metí al culo uno de mis dedos ya muy húmedo de su jugosa vagina. Ella dio un gritito. Claramente era un culo con poca experiencia aún. Pero lo soporto. Corriéndola por culo y vagina y mamando sus pezones tuvo un primer orgasmo, que la hizo gemir con discreción.
Sin darle tiempo a reaccionar y la posibilidad de que todo termine al haber ella llegado, jalé una silla de la mesa de la cocina, la incliné hacia adelante, apoyando sus cabeza y hombros en ella, lo que me dejó su inmenso culo a merced. Comencé a cogerla por su aún estrecha vagina y volvió a llegar rápidamente. Seguí bombeando y ella ya gemía sin ningún recato.
La levanté y la llevé al sofá de la sala que era contiguo, unos 15 segundos de caminar. La puse en 4 patas sobre él y seguí disfrutando su vagina. Volví a estimular su culo, primero con un dedo, luego con dos. Sentí como se iba dilatando y sabía que mi leche se descargaría allí dentro.
Sin sacar mi verga de su vagina la acomodé un poco más hacia abajo, cosa que podía cogerla por el culo sin problemas. Ella se dio cuenta y me dijo “tío por el culo no, me duele”. Sólo le respondí “tranquila princesa, te va a gustar”.
Para que hubiera menos fricción, con mis dedos ensalive lo más que pude su culo mientras seguía cogiéndola por la vagina y luego la saqué y empecé a rozar su culo, de poco uso, con mi pene. Recorría toda su entrenalga con mi verga y le dedicaba más segundos a rozar su ano. Cada vez más intensamente hasta que, sin mucho esfuerzo, la cabeza de mi verga logró ingresar.
Ella tembló y me pidió que la sacará, pero le dije “princesa ya entró, tranquila”. Y por un buen rato sólo tuve la cabeza allí, sintiendo como ella se iba dilatando y relajando. Poco a poco empecé a empujar y ella a gemir. A pesar de su poco uso, su culo ya sabía recibir verga. Hasta que la tuve toda dentro. Ella gemía un poco de dolor y cada vez de más placer. Cuando empecé a bombear, ella llegó, su primer orgasmo anal (me lo comentó luego) y yo seguí, no se me ocurrió cambiar de posición pues tener su enorme culo blanco pecoso a mi vista y uso era mega excitante.
Finalmente ella volvió a llegar y sus contracciones me hicieron llegar. Nos pusimos las prendas que nos habíamos sacado y fuimos por el almuerzo. Mientras comíamos me dijo que era la primera vez que llegaba por su culito. Al terminar de comer, recogió las cosas, las tiró a la basura y volvió a su departamento a seguir con su trabajo de universidad. Yo seguí el mío.