Le pedí a un cuate con el que cogía seguido que me contara de sus aventuras ahora que se fue a vivir a Francia.
“A veces, los días viernes cuando salgo del trabajo me voy con mis colegas a tomar algunas copas de vino. El alcohol, como a muchas personas, me prende y me pone querendón. Ya ambientado, cuando termina la fiesta con mis colegas, me voy a buscar desmadre.
Donde vivo, hay muy buenos lugares de Cruising. A mi me gusta mucho uno que se llama Krasbar ubicado en el pleno corazón del barrio gay de Paris: Le Marais.
Lo que me gusta de ir a ese bar es la emoción que siento. Cuando llegas nunca sabes lo que vas a encontrar o lo que vas a hacer. Sólo sabes que vas con un objetivo: tirar los mecos.
La mejor hora de llegada es a eso de la media noche. Para llegar, tienes que tocar el timbre y luego atravesar un pasillo completamente negro que te saca al bar; pido mi cerveza o mi botella de agua gaseosa, dejo mis cosas en el guarda-ropa (abrigo, saco, mochila…), me remango mi camisa y me dispongo a ir a la parte baja del lugar. Es inevitable ver alguna de las cuatro pantallas con porno gay que, obvio, me hacen entrar en calor y tocarme la verga para ajustarme mi calzón tipo speedo. Después de bajar las escaleras, me encuentro en un arduo sótano que incluye, un lavatorio de culo, un sanitario, un gran mingitorio, un espejo, una zona de glory holes, Dark room y claro, mi buen amigo el columpio.
Yo tengo la verga enorme. Todos aquellos que me la han visto, siempre me la han chuleado. Es uno de mis atractivos y claro, me encanta enseñarla. Yo siempre he dicho que mi verga es filantrópica porque todos tiene derecho a verla, tocarla pero pocos a sentirla, lo cual la hace exclusiva como toda verga de vergón que se respeta y que se da su lugar.
A mí me gusta mucho siempre caminar y ver todo el paisaje, me gusta cazar y asechar a mi víctima. Siempre repito este mismo ceremonial. Cuando veo a mi presa, me hago notar. Me recargo donde me vea y me empiezo a tocar mi verga sobre el pantalón hasta pararla rico. Si aún no viene a mi, acto seguido, me abro los pantalones (generalmente de mezclilla) y me dejo ver el enorme bulto de mi verga.
Para este punto mi pasivo sediento de verga ya está tocándomela. Y él solito la saca y le encanta. Me la empieza a tocar y ver. En éste momento ya tengo a mínimo cinco tipos alrededor mío, de todas las edades, razas, tamaños y colores. Todos masturbándose o tocando vergas alrededor de la mejor: la mía.
Yo, como todo un pavo real, la exhibo, la muestro con orgullo, bien dura, peluda y venuda, gorda y de gran cabeza. Con dos enormes “guevos” que cuelgan rico. La luz daal color moreno y prieto de mi verga un tonalidad que hace a cualquiera querer mamarla. Y es así como comienza la mamadera de mi verga. He llegado a tener filas de tipos esperando su turno para mamarme el pito. Estoy orgulloso de eso. Soy un biberón con patas. Yo sólo debo mostrarme, relajarme y dejarme dar placer. Y lo mejor, es que me excita que me vean.
A ésta altura de la noche, ya hay uno dos vergones como yo hablando conmigo con los ojos para hacer un duplo o un trio de vergones. Esa historia te la voy a contar por teléfono.”
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