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Mi realidad deseada
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Lo logré, viajé a mi realidad deseada. Básicamente, una realidad deseada es un universo en donde todo lo que quieras está y se cumple ahí, tienes que realmente desearlo y entrar al subconsciente, ser persistente, claro está (sí, hasta a mí se me hace raro). Yo viajé a mi realidad deseada, y ahora el mundo está a mis órdenes.

Desperté en un día común, me dolía la cabeza y sentí mucho mareo, mi madre me despertaba y me decía que ya era hora de levantarse. No había forma de hacerle cambiar de opinión, así que me levanté a pesar de mi dolor, y me preparé para ir a clases. Cuando ya llegué a la universidad todo el día fue rutinario, hasta que recordé la tarea de matemáticas, mierda, no la había hecho, se la pedí a un compañero, y para mi sorpresa, me la pasó sin queja y prácticamente sin palabra, un buen amigo supuse yo. El resto del día fue común, llegué a casa y solo estaba mi madre, mi padre no llegaría hasta en un par de horas del trabajo.

-Hola, mamá – Le dije algo cansado, mientras ella veía el televisor. Estaba sentada en el sofá, poniendo atención a su serie de Netflix.

-Hola, hermoso – Me dijo ella con cariño. – ¿Qué tal te fue hoy?

-Meh, estoy cansado, ¿tú no te cansas de ver tantas series? Jamás me dejas cambiar el televisor – Le dije de broma, mientras dejaba en el suelo mi mochila.

-No, soy tu madre, tengo derecho a ver lo que quiera – Respondió juguetona, le gusta bromear con eso.

-Vamos, déjame ver lo que yo quiera esta vez – Estaba un poco molesto, fuera de broma, siempre pone su excusa de madre como privilegio.

-Ok, puedes ver lo que quieras – Afirmó ella, yo quedé un poco descojonado, no puso objeción alguna.

Ella paró su serie, se levantó y me pasó el control del televisor. No sabía qué pasaba, fue demasiado extraño, siguió tal cual mi pedido…

-Oh, casi se me olvida, recoge tu mochila del suelo y llévala a tu pieza – Me dijo regañándome, de manera común.

-Hazlo tú mamá, yo estoy cansado de la uni – Fue desafiante e irrespetuoso, esperaba el griterío de mi madre ante tal falta de respeto, pero no pasó.

-Claro, llevaré tu mochila – Me dijo cariñosamente, se devolvió por mi mochila y la dejó en mi habitación.

Ahora sí estaba desconcertado, fue todo literalmente increíble, mi madre realizó sin objeción mis “órdenes”, podría ser que… Empecé a darles órdenes tontas a mi madre, “mamá, ven aquí”, “mamá, apaga el televisor”, “mamá, enciende el televisor” y ella hizo cada una de ellas, sin oponerse y muy amorosa. Debía probar algo más grande, quería ver hasta dónde llegaba esto, “mamá, quítate las zapatillas” y ella se sentó en el sofá y se las quitó, “mamá, quítate los calcetines” y ella se los quitó, dejando sus pies al desnudo. Ella lo hacía sonriendo, me miraba de manera afectuosa. Era fascinante, estaba de por sí ya bastante excitado, tenía una gran erección marcada en mis pantalones, mis órdenes serían cumplidas sin objeción por cualquiera, había viajado a mi realidad deseada.

-Mamá, ¿se nota mi erección? – Le pregunté ansiando su respuesta, veía cómo se fijaba en mi entrepierna.

-Sí, amor, la veo bien – Me dijo, con una voz suave, sin apartar su mirada.

-Ayúdame con esto, mamá, desvístete para mí – No podía aguantar, quería verla y sentirla.

Mi madre obedeció, se quitó su blusa primero, dejó su sostén y abdomen a la vista mía, luego se quitó sus pantalones, sus bellas piernas estaban paradas frente a mí, mi madre en ropa interior solo sería una vista momentánea. Ella se quitó su sostén, sus tetas maduras eran hermosas, no era la primera vez que las veía, pero esta vez era diferente, después se quitó su calzón, su vagina y su culo eran asombrosos, ahora sí, mi madre se encontraba desnuda frente a mí, bajo mis órdenes y caprichos.

Ya no esperaba más, me quité el pantalón y mi bóxer, saqué mi pene endurecido y se lo mostré a mi madre.

-¿Qué opinas, mamá? – Le pregunté ansioso, notaba cómo ella lo miraba.

-Me encanta, mi amor – Con esa respuesta no había duda, me divertiría por primera vez en mi vida.

-Mastúrbame, mamá – Ella pronto se arrodilló y con sus manos apretó mi polla, me miraba a los ojos sonriendo mientras empezaba a acariciar y frotar mi pene. Lo hacía lento, pero constante, sus cálidas manos eran lo mejor.

– Bésalo, mamá – Y ella, todavía con sus manos frotando mi polla, empezó a darle besitos a la cabecita, miraba mi pene y luego me miraba a los ojos, eso me calentaba demasiado, mi líquido preseminal ya había salido y colgaba de los labios de mi madre por cada beso que me regalaba. Le dije que parara, no quería venirme tan pronto, ella tenía más por ofrecer.

-Mamá, chúpame el pene – Entonces ella colocó en su húmeda y caliente boca mi verga, la saliva y su lengua las podía sentir acariciar mi polla, tomaba su cabeza y la adentraba más y más, llegó al punto que mi madre ya tenía toda mi verga dentro suyo, quería venirme en toda su boca y su cara, no podía aguantar más, mi madre me estaba dando un oral increíble.

-Mamá, abre la boca y mira mi pene – Saqué mi verga y me dispuse a terminar, eyaculé en toda su cara y sus labios, el semen estaba esparcido desde su frente hasta adentro de su boca, ella parecía disfrutarlo. Le dije que lamiera mi pene por el semen restante, y ella con una mano en él pasó su lengua por mi polla, limpiándola de los residuos.

Me sentí increíble, había follado a mi madre y eyaculado en toda su cara, ella seguía bajo mis órdenes, mi obediente madre me miraba complacida y orgullosa de su querido hijo. Esto no quedaría así, ella tiene mucho más por demostrarme, pero por hoy sería todo.

-Date una ducha, mamá, cuando termines de secarte olvidarás todo esto y seguirás con normalidad hasta la próxima – Le ordenaba mientras ella me observaba, mi padre llegaría en una hora y necesitaba que ella no tuviera un olor raro… podría ordenarle a mi padre que lo ignorara y todo lo relacionado, pero la verdad no quiero dar tantas órdenes, podría salirse de mis manos.

-Sí, cariño, me daré un baño ahora – Me respondió muy obediente, se levantó frente mío, y vi cómo su coño estaba húmedo y lubricado, ella muy seguramente deseaba usar eso. Fue al baño y se empezó a duchar.

Por mí parte, recogí su aún calidad ropa y la dejé en la ropa sucia de su pieza, ansioso por la próxima ocasión que deba hacer eso, mi madre era una mujer con mucho jugo. Se supone que puedo ordenar a cualquiera ¿A quién más debería ordenar?

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