Hola lectores, les voy a contar hoy dos anécdotas muy ricas que se vinculan entre sí. La vez pasada les platiqué cómo me inicié en el travestismo cuando conocía a una mujer trans madura, la Gaby. Luego de conocerla empecé a vestirme y a maquillarme, a usar pelucas y ropa interior de nena.
En cierta ocasión (tendría yo entre 19 y 20 años) mi papá me pidió ir con mi abuelo, ya que iba a recibir unos albañiles que estarían reparando un muro de su patio trasero y no podría estar todo en la casa todo el tiempo que durara la reparación.
Mi abuelo me dejó el dinero para pagarle a los dos albañiles, me indicó que había dejado comida en el refri y salió. A los 15 minutos llegaron los albañiles, los conduje a la parte de atrás de la casa y los dejé trabajar.
Como estaba aburrido, abrí sesión de Messenger (así de viejo es este episodio) en la compu de mi abuelo y encontré a la Gaby conectada; nos saludamos y, como era la costumbre, empezamos a escribirnos mensajes cachondos. Mientras la calentura iba subiendo, ella me retó a vestirme de nena el tiempo que estuvieran los albañiles, al cabo que era poco probable que los volviera a ver.
Seguía chateando con Gaby, ahora con ropa de nena, cuando escuché la puerta principal abrirse. Es común que a con mi abuelo lleguen otros nietos de él o alguno de mis tíos, pero no vi a nadie entrar en la estancia, por lo que pensé que, tal vez, había oído mal y seguí platicando con la Gaby; total, podría haber sido uno de los albañiles saliendo a por material, y ellos eran parte del juego de haberme vestido, así que no había problema, hubiera sido divertido que me cacharan.
Luego de algunas horas, entró en la estancia el maestro albañil, el más viejo de los dos: se quedó boquiabierto al verme de nena, pero no dijo nada al respecto, sólo me condujo a la parte de atrás de la casa para mostrarme cómo había quedado el muro y para darme indicaciones de cuidado. Yo ya en plan morboso influido por la Gaby, lo tomé con mucha naturalidad y fui a la parte de atrás de la casa como si nada. Me mostraron la reparación, “todo bien”, dije y los conduje de nuevo a la estancia para recoger el dinero y pagarles. De camino, en los reflejos de las vitrinas, podía verlos caminar detrás de mí viéndome descaradamente el culo y riéndose entre ellos.
Les di su dinero y un poco coqueta les pregunté: “¿algo más en lo que los pueda ayudar?”, el mayor me respondió: “No, eso sería todo… disculpe, ¿quiere que le diga joven o señorita? Es que hace rato no se veía así”:
一Señorita está bien, no me lo dicen mucho y suena padre
一¿Y por qué no se lo dicen mucho?
一Pues la mayoría de las veces me ven con mi ropa de hombre, no salgo así como me están viendo ustedes muy seguido
一Uy, pues es una lástima, porque de señorita se ve muy hermosa
一¡Ay! Gracias, corazones, son ustedes muy caballerosos
Me siguieron diciendo algunos piropos más hasta que uno de ellos me preguntó en tono más morboso si seguía siendo “señorita”, insinuando si ya había tenido relaciones sexuales, la pregunta me prendió tanto que les respondí: “La verdad, los que me conocen así, más que decir que soy señorita, dicen que soy bien putita”. Como si esa fuera la señal que esperaban, ambos se acercaron y empezaron a acariciarme las piernas y a subir sus manos por debajo de la falda que estaba usando. Empecé a gemir despacio y a disfrutar de sus caricias hasta que no pude más y me puse en cuclillas para bajarles el pantalón a los dos.
***
Hace un par de años, yo ya con más de 30 años de edad, recibí una invitación de Facebook de un primo mío, hijo de la hermana menor de mi papá. Él ya con 22 años, y empezando a trabajar de su área aunque aún le falta mucho para dejar de estar en puestos junior. Nos habíamos encontrado en una reunión familiar reciente, me dio gusto verlo pero tampoco fue algo tan memorable. Por Facebook, en cambio, me hacía más plática y algunas veces me decía si comíamos un día; como su oficina no me quedaba de paso, lo pospuse varias veces hasta que una vez accedí, sin saber lo que se traía entre manos.
La plática estuvo normal, nada memorable hasta que en un momento, ya cuando estaba por pedir la cuenta, me dijo: “Oye, ¿y te sigues vistiendo de chica?” Yo me quedé helado, tuve que pedirle repetir la pregunta y me contó lo siguiente: “Es que recuerdo que una vez te vi vestido de mujer en la casa de mi abuelo, te veías muy linda, muy sexy yo estaba todavía niño y nunca había visto antes a una travesti, así que los seguí a ti y a los albañiles que llevó mi abuelo para reparar el patio de atrás y los vi cuando te lo hicieron, me pareció muy excitante”.
Estaba en shock, mi primo me cachó cogiendo con los albañiles hace tantos años… pero había más sorpresas. Luego de decirle que sí me acordaba de esa vez, pero que no sabía que él estaba en la casa ese día, me confesó lo siguiente: “Desde ese entonces tengo la fantasía de que estés conmigo como estuviste con ellos, te quiero proponer algo: quiero que te vistas para mí”.
一¿Cómo crees? Tú y yo somos primos, eso entre familia no se hace
一Sí, ya lo he pensado, pero no creo que tenga nada de malo, no es como que puedas quedar embarazada, ¿verdad?
一Pues no, pero, ¿no será raro para ambos, en las reuniones de la familia y así?
一Pero tú casi no vas a las reuniones. Pero bueno, si no quieres, está bien, no quiero forzar nada… es sólo que me gusta mucho tu lado femenino.
La charla quedó ahí; nos despedimos y cada quien volvió a su casa. Pero en los siguientes días crecía en mí el morbo… el morbo de hacerlo con alguien de la familia… además, él es el único familiar que me ha visto de chica…
Pasaron 3 semanas antes de que él me escribiera; fue un “hola” normal, “¿Cómo estás? Disculpa por la bomba que te solté el otro día en la comida, no quería molestarte”. Mi respuesta fue una foto: una foto que me sacó una vez mi jefe mientras me tenía penetrada, con una tanga hecha a un lado, minifalda de olanes subida, blusa blanca de botones y una peluca castaña de rizos con el mensaje: “Y si sí pudieras embarazarme, ¿me lo harías de todos modos?”
¿Qué creen que respondió? Se los contaré en otro relato.