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Mi primo finalmente se cogió a mi esposa
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Hola a todos, ha sido ya un largo tiempo desde que Carla y yo tuvimos nuevamente una de esas aventuras para variar en la alcoba, por lo que he estado ausente en estos meses. el siguiente relato que les traigo es fresco ya que sucedió hace apenas dos semanas y como ya saben, me gusta contarles los acontecimientos con mi mujer.

Hace dos semanas, justamente una noche de viernes nos fuimos Carla y yo a un concierto que hubo en nuestra ciudad, para poder disfrutar y regresar a casa sin inconvenientes por la hora, dejamos a mi hija en otra casa. Nos divertimos de lo mejor en el concierto junto con unos amigos míos y sus parejas, aquella noche Carla vestía una blusa de tirantes con un generoso escote en los senos, y una falda de cuero satinada bien ajustada al cuerpo, se veía deliciosa, y no pasaba desapercibida según lo notaba. Tomamos un poco más de la cuenta y ya andamos calientes con las caricias en público, no andamos en busca de alguna aventura más aparte de lo que sucedía entre nosotros, pero a veces así es el destino y nos pone en el camino aquello que no pedimos pero si deseamos.

Saliendo del concierto, nos despedimos de nuestros amigos y ya en la salida nos encontramos con un primo mío, él es de tez blanca y cuerpo fornido ya que le gusta hacer ejercicios, de unos 1.75 aproximadamente, como ya les he dicho Carla mide unos 1.60, es delgada, de apenas 50 kilos, pero tiene unas ricas piernas y un pomposo trasero que se marca siempre en sus jeans, y que hace que sea casi inevitable que queden al descubierto, prestas a las vistas de cualquiera que esté a la caza del andar de sus piernas cuando usa faldas muy poco pequeñas, junto con unos senos hermosos que si bien es cierto no son muy grandes, si se ven y se saborean deliciosos, con su aureolas redonditas, muy cercanas al tamaño de moneda de cincuenta centavos americanos, de color canela, y con esos pezones que siempre se paran al menor estímulo, una delicia en la boca.

Entre Carla y mi primo en algún momento había sucedido algún coqueteo, resulta que en una ocasión en la que de novios ella y yo nos peleamos y nos separamos, mi primo se puso en contacto con ella y se volvieron un tanto cercanos, llamadas telefónicas casi todos los días, e incluso llegaron a salir en una ocasión, y aunque después de reconciliarnos mi esposa, novia en aquel entonces, me dijo que no pasó absolutamente nada, me quedó siempre esa espinilla de que mi primo pretendió a quien ahora es mi esposa, y aunque entre él y yo nunca hubo algún problema por lo sucedido, nunca me aceptó que le gustara mi esposa, sino que simplemente habían sido coincidencias.

Retomando aquella noche del concierto, nos encontramos a mi primo, quien me cuenta que estaba peleado con la novia y había venido con una chica con la que pretendía pasar la noche, pero que al final los planes se le terminaron cayendo y ahora no tenía a donde ir a dormir y se encontraba muy lejos para regresar a su casa, por lo que me pidió posada para esa noche, diciéndole que solo sería hasta que amanezca y se iría en taxi tan pronto sea posible.

Luego de consultarlo con mi esposa si tenía algún problema con eso, y ser su respuesta favorable, le dije a mi primo que no se preocupe y que venga con nosotros, y al final se quede con toda confianza hasta que desee. Como mi esposa y yo aún andábamos calientes y con ganas de seguir tomando, le dije a mi primo que manejara mi carro y que se detuviera en alguna gasolinera en el camino para comprar más trago ya que queríamos seguir tomando al llegar a casa, y de paso le extendí la invitación. De la calentura mi esposa y yo nos sentamos atrás, y le dije a mi primo que nos llevara con cuidado. Mientras mi primo conducía recordé aquella situación de hace años entré ellos, así que empecé a besar a Carla aún con más ganas, subiendo y bajando mi mano por su pierna descubierta, besando su cuello de fácil acceso debido a la blusita que cargaba aquella noche, y que hacía inevitable que mi boca buscará bajar hacia sus apetecibles senos. Esto nos dejó a ambos bien calientes.

Llegamos a casa y empezamos a tomar, nos instalamos en la sala donde tenemos dos sillones grandes, en uno estábamos Carla y yo, y en el otro mi primo. Ya para esto era pasado las 3:30 am, entre platicas y tragos, seguía calentando a mi esposa, pero de repente me dio un bajón y me recosté sobre el respaldar del sillón, y sin poder evitarlo me estaba quedando dormido, por lo que les dije a Carla y a mi primo que si gustaban siguieran mientras yo cerraba los ojos un momento, a lo que me respondió mi esposa que quizás ya debíamos descansar todos, pero mi primo insistía en que siguieran un poco más, ya que estaba entonado, y me animaba a que solo descansara un poco, y que luego seguiríamos los tres. Miré a mi esposa nuevamente, quien añadió que, si yo no tenía problema, seguiría entonces haciendo compañía a mi primo en lo que yo me reincorporo. Sin entender mucho, ya por mi estado de embriaguez, solo le dije que gracias y cerré finalmente los ojos.

Vaya mi sorpresa al abrirlos nuevamente, encontrar a mi esposa que se había cruzado al sofá donde estaba mi primo, de risas con la copa en mano, denotaba que pasaban un momento muy agradable. Ellos no notaron de inmediato que estaba despierto, o al menos esa impresión me dio, ya que aún tenía los efectos del alcohol encima, vi el reloj de la sala y me fijé que ya había pasado al menos una hora. De inmediato pensé, ¿que habrán estado haciendo ese par todo ese tiempo, podría ser que mi primo habría aprovechado que estaba dormido? La pregunta taladraba mi cabeza mientras los observaba. Ya un poco más consciente, noté que la blusa de Carla estaba ajetreada, no dudé más en pensar que mi primo le había besado al menos sus tetas, y de inmediato una sensación de celos y excitación empezó a recorrer por mi mente y todo mi cuerpo. Sentí como instantáneamente mi verga se puso erecta, y decidí entre cerrar los ojos para ver qué más pasaba.

El tiempo pasó y finalmente pude comprobar mis sospechas, mi primo abordaba a mi mujer, acercándose a su cuello y susurrando al oído, en eso Carla cede a su cortejo y eleva el rostro, por lo que mi primo sin titubeos besa su cuello y baja a sus senos, mi verga estallaba en mi pantalón, sentía coraje porque en su momento ambos me lo habían negado, pero ahora estaban ahí, mi primo devorando a besos los senos de mi mujer, que ya los tenía afuera de su blusa de tantos besos y caricias. Sus manos recorrían toda la pierna de mi mujer, hasta perderse por en medio de su falda, en eso, sacó mano, la llevó a su boca, y saboreó sus dedos, no podía escuchar lo que le decía, pero definitivamente habla saboreado los jugos de mi esposa.

Mi primo sacó su verga del pantalón, no lo había visto desde que éramos bien pequeños, pero ahora que lo veía, se manejaba una buena verga, no en exceso larga, a la distancia la calculaba del tamaño de mi mano, aproximadamente unos 15 centímetros, pero bien gruesa, muy muy gruesa.

Noté que le pedía a Carla que se la mamara, seguramente pidiéndole que no lo deje con las ganas de probar sus labios en su verga, pero Carla aún dudaba, nunca vio hacia donde yo estaba, y esperaba que no lo hiciera, deseaba que pase lo que estaba por suceder, y no quería que mi presencia interrumpiera. Mi primo besó a Carla, le agarró su mano y la llevo a su verga, y con su otra mano acarició sus senos mientras la besaba. De repente, Carla baja hacia las piernas de mi primo y empieza a mamarle su verga. Finamente Carla bajó del mueble y se puso de rodillas en el piso, y continuó mamando plácidamente la verga de mi primo, ninguno se había dado cuenta de mi despertar, por lo que aproveche a recostarme por completo en el sofá y pretender que seguía dormido mientras tenía los ojos entre abiertos. Mi esposa veía hacia donde yo estaba de a ratos, quizás sospechando que los estaba observando, entendiendo que quizás podría estar fingiendo para no incomodar a mi primo: ya no sería la primera vez que fuese su cómplice mientras culeara con otros, pero aun así, prefería fingir para que tenga la duda, y de paso continuar observando lo que era de mi agrado, rápidamente le pidió a mi primo que esté ligeramente de espaldas a mí, cosa que mi primo no notaría si yo me despertaba o discretamente los veía.

Carla siguió mamando la verga de mi primo por buen rato y se escuchaba que lo disfrutaba, ese sonido único de cuando la mujer se atraganta con la verga en la garganta me tenía loco, mi primo de a ratos la agarraba fuerte del cabello y la jalaba hacia su pene, haciendo que mi esposa se atragante, hecho que ella disfrutaba aún más, ya que más se prendía y no se alejaba de su verga pese a las arcadas que hacía, yo estaba totalmente excitado de escuchar la saliva y como la verga de mi primo atragantaba la boca de mi amada esposa.

De repente mi primo no aguantó más y la sentó sobre el sillón, bien abierta de piernas, mientras me seguía dando la espalda, y de manera muy arrogante le dijo a Carla: es casi un pecado que mi primo se haya dormido y te haya dejado así de caliente, a lo que mi esposa solo soltó una pequeña risa. Mi primo sin más preámbulos, se bajó por completo el pantalón, la tomó de las piernas, las elevó y casi que de un solo tirón, le quitó la tanga negra de encaje que cargaba, la última prenda que se interponía a la eminente culeada que le quería dar, y ahora sí, él con sus pantalones hasta el suelo, y completamente con su herramienta frente a ella, le clavó su gorda verga de una buena vez por todas, lo que arrancó un fuerte gemido a la putita de mi esposa desde lo más íntimo de su ser, haciéndome a mi empapar mi bóxer de mis líquidos por la excitación que tenía al verla y escucharla gemir de tanta excitación, mientras contemplaba como sus testículos se mecían al compás que su tronco entraba y salía de la humedad vagina de mi esposita.

Que rico era escuchar el aplaudido de sus genitales chocando, el sonido de la vagina de mi mujer empapada, acompañada de sus gemidos y sus gestos faciales, y uno que otro momento, su mirada clavada en mí, como diciendo: disfruta el espectáculo, sé que lo estás viendo.

Carla gemía cada vez que mi primo la embestía, de manera imprevista, Carla se da la vuelta, entregándole el tremendo monumento de culo que tiene a los ojos de mi primo, y a los míos que observaban desde un poco más lejos. A todos aquellos que sienten curiosidad por el cuckold les comento lo siguiente: una de las cosas más ricas es ver a tu mujer empinada dándole el culo a alguien más mientras tú lo observas desde el mejor ángulo posible, la vista es única, se las recomiendo.

Ya que ambos me daban la espalda pude observar al detalle como mi primo agarraba a Carla de las caderas, mientras la jalaba del cabello, y la hacía agachar aún más, haciendo que brote ese tremendo trasero. Me era imposible ver como le entraba la verga de mi primo a mi esposa, era difícil ver entre su entrepierna, pero la excitación, el movimiento, los sonidos, ya eran de por si todo un deleite. No me podía aguantar mas las ganas de correrme, pero no sabría como tomaría mi primo mi repentina intromisión, así que esperé unos minutos más, quería que ambos acabaran, y se me ocurrió hacer unos pequeños ruidos moviéndome suavemente en el sofá, dándoles la espalda para que sintiesen más confianza pero esperando a la vez que aceleraran el paso. Alcancé a escuchar como mi primo le decía a mi esposa que fueran al cuarto, pero ésta le respondía que mejor se enfocara en disfrutar y terminara de una vez porque ella ya estaba por acabar.

Carla no se aguantó más y soltó un extenso y constante gemido “ahhh”, por lo que imagino que más se apresuró mi primo, y al poco tiempo lo escuché gemir también muy efusivamente “uuuufff”. Finalmente había acabado.

Hice un poco mas de movimientos ligeros aún sin darme la vuelta. Carla le dijo a mi primo que era mejor que se marchara y que ella me explicaría luego que al final ya había tomado un taxi. Siento que no habrán transcurrido ni cinco minutos y escuché a mi primo saliendo por la puerta. Finalmente terminé mi actuación y me levanté del sofá. Observé a mi esposa, vestida pero ajetreada, y riéndose simuladamente.

Se acercó a mí y empezamos a besarnos, yo ya estaba erecto al instante, por lo que sin decirle nada, la recosté sobre el sofá y bajé a su vagina, le quité el interior empapado de jugos vaginales y semen que recién se había puesto, y le empecé a chupar esos ricos labios aún melosos y lubricados. Carla dejaba que lo disfrutara a la vez que me apegaba con sus manos aún más a su entrepierna.

Voy a dejar este relato hasta este punto ya que se ha hecho demasiado largo y ya quiero leer sus comentarios para saber si les interesa saber lo que continúo después. Una vez mas agradezco por darse el tiempo de leer mis experiencias y las de mi esposa, esperando como siempre que sea de su agrado.

Sin más, hasta la próxima.

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