¡Hola! Algunos juzgan, otros dicen que está bien la infidelidad, que debe haber un disfrute de la sexualidad, pero esta vez les voy a contar las razones y motivos por los cuales decidí disfrutar de ella y como fue la primera vez donde fui infiel.
Yo soy casada, desde los 18 años me embaracé y me junté con mi esposo, 6 años más tarde nos casamos por el civil y la iglesia, yo era muy feliz y nunca me faltaba nada, hablando en todos los sentidos.
Antes de ser maestra trabajaba en una empresa en la cual duré 2 años, llevo aproximadamente 7 años ejerciendo lo que es mi profesión. Mientras trabajaba en esa empresa me hice muy amiga de Susi, era mi confidente y como toda chica hablábamos de lo sexual, chismes, problemas, etc.
Yo le presumía todo lo que mi marido hacía y ella lo que su novio, cuando yo le contaba siempre me proponía un trío, la verdad nunca me agrado la idea al pensar que tenía que compartir a mi esposo con ella. Al pasar los días las visitas de Susi a la casa eran más continuas, mi esposo le echaba relajo y siempre la trataba con amabilidad, cosa que no veía mal ya que él siempre ha sido así de atento, con sus amistades, las mías y hasta con mi familia.
Un día mi esposo fue por mí al trabajo, me espero en la salida, pero noté algo raro, Susi estaba mandando mensajes y él también, a lo mejor fue coincidencia pensé yo. Pasaron los días y Susi me presumió que le habían hecho el amor como nunca, que había tenido a un verdadero hombre y que iba a luchar por él, aunque fuera casado. Yo como amiga le dije que estaba mal obviamente, que podía destruir un matrimonio, pero me contestó que le valía, que ese hombre sería suyo, cabe recalcar que Susi tenía ya 2 hijos y nunca supo quienes fueron los papás, algo que ella misma me contó.
Tiempo después mi esposo y yo entramos a ejercer de maestros, fue un logro de los 2 el poder ejercer, dejé la empresa, pero Susi me dijo que jamás iba a dejar de visitarme que seríamos amigas siempre.
Al pasar los días e inclusive meses yo veía muy raro a mi esposo más alejado, en el sexo me complacía, porque si algo tiene es que siempre trata de que mis orgasmos lleguen primero, siempre para él está mi disfrute y luego el de él, algo que le reconozco, pero eso no implicaba verlo distanciado y raro.
Un día estaba tan raro y de mal humor que presentí lo peor, así que no me quede con la dude y me puse a buscar en sus cosas, no encontré nada que lo pudiera incriminar, busque en su celular y tampoco escondía nada, hasta que encontré un disco duro en la mochila que se llevaba a la escuela, al momento de colocar el disco duro en una Smart TV me lleve la sorpresa de mi vida, tenía fotos y videos sexuales, con sus amantes. Si, desgraciadamente mi esposo me era infiel; comadres, amigas, vecinas, señoras que yo no conocía y hasta compañeras de la universidad de hace años, tenía una filmografía completa.
¿Le reclamé? Claro que sí, eran las 3 am cuando lo levanté a golpes y le reclamé, su defensa fue “no soy yo”, ¡que estúpido! Lo corrí, se llevó sus cosas y me quedé sola y destrozada al ver todas las porquerías que hacía con personas que creía que eran mis amigas.
Me imagino que les habló a todas con las que tenía relaciones, porque dejaron de hablarme, no les reclamé porque bien dijo mi suegra cuando hablé con ella acerca de la situación “la señora eres tú, como tal debes conservar la clase y no dejarte, pero no dar espectáculos” así que no reclamé, no hice shows, pero si corrí a mi marido. Pasaron los días, mis hijos lloraban ya que querían a su papá, en especial la niña. Así que hablé con él para que fuera a verla a diario si era posible. Pasó un corto tiempo y me pidió perdón, me pidió una oportunidad y yo lo amo tanto que accedí, pero con mis condiciones, accedió y regresamos.
Lo castigué sin mantener relaciones sexuales casi un año, aunque yo andaba deseosa prefería usar otros métodos.
Le tenía mucho coraje, hablé con mi psicóloga y con varias amigas más, sus recomendaciones: perdonar y olvidar. Lo perdoné de corazón, pero no olvidé, y decidí hacer lo que él hizo, disfrutar mi sexualidad al 100.
Así que le conté a un amigo… Aldo, conocido desde la primaria y con el cual nunca perdí contacto, aunque sea por Facebook manteníamos contacto, él era casado. Siempre fue muy buena persona, amigable, atento, jamás me falto el respeto hasta un día que me propuso que le devolviera los cuernos a mi marido con él, lo pensé y le dije “no”, la verdad no insistió, seguimos manteniendo contacto ocasional por medio de Facebook y WhatsApp, de vez en cuando lo proponía y mi respuesta siempre era la misma.
En la primera escuela a la que llegué hice buenas amistades, salíamos asiduamente a tomar café compañeras maestras y yo, viajábamos juntas hacia la escuela, trabajábamos juntas, éramos inseparables… Un día decidimos que no fuera café como otras veces, decidimos pedir alcohol.
Nos pusimos mal, ¡es decir ebrias! yo le había dicho a Aldo que iba a salir me mandaba mensajes muy atento él, aunque yo sabía que era lo que realmente quería.
Les conté a mis amigas, mostré fotos de él y me animaron a hacerlo, ¡si! Me animaron a ponerle los cuernos a mi marido a devolverle el favor.
Le hablé a Aldo y le dije que estaba muy mal, que si podía ir por mí, eran como las 11 pm. Accedió, fue por mí y me subió a su coche, yo estaba muy mareada, se detuvo en un Oxxo a comprarme un café para bajarme la borrachera, cuando regreso no lo pensé más y lo bese, fue al primer hombre que bese después de mi marido en 10 años.
No voy a negar que me excite, tiro el café y me pregunto que si estaba segura, le dije que no, pero que quería saber que se sentía acostarme con otro, quería saber que sentía mi marido al estar con otras y tenerme a mí.
Me llevó a un motel llamado San Marcos, tenía años que no visitaba un lugar de esos. Comenzamos a besarnos, me beso con una ternura y me volvió a preguntar lo mismo “estas segura?” no le conteste, solamente le quite la camiseta y empecé a besar su pecho. Me desprendió de mi blusa y de mi pantalón, quedé solamente en ropa interior, yo también le quité el pantalón y se veía la erección debajo de su ropa interior.
Seguimos besándonos hasta que me acostó en la cama, me hizo a un lado la tanga y comenzó a lamer, lamía mi clítoris y mi vagina como si se la quisiera acabar, metió un dedo, no fue suficiente y le pedí otro más, metió 2 dedos en mi vagina los cuales entraban y salían mientras con sus labios y lengua chupaba mi parte íntima. Me moje demasiado hasta que le pedí que se subiera, no aguantaba más, y quería sentirlo dentro. Se colocó el preservativo y se subió, me abrió las piernas y metió su miembro en mí, me daba muy duro, sentía que en cualquier momento se venía él y me venía yo también.
Mientras se movía me apretaba las tetas, yo solamente tenía mis manos en su espalda y mis piernas abiertas recibiendo cada embestida, hasta que decidió poner mis piernas en sus hombros; entraba y salía su miembro, yo solamente gemía y pedía que no terminará pronto, me gustaba lo que sentía, la adrenalina.
Le pedí que parará y me puse en 4, le pedí que lo metiera y mientras estaba en 4 volvió a chupar mi clítoris y vagina, metía sus dedos mientras yo esperaba que introdujera su miembro, me estaba dando tanto placer que me voltee, le quite el condón y así acostada se lo chupe, estaba yo boca abajo y así se lo comencé a lamer, primero la cabecita hasta llegar al tronco y apretar sus testículos con mis labios, me pidió que me colocará boca arriba, accedí. Metió su miembro en mi boca y comenzó a moverse, entraba casi hasta adentro, mis ojos lagrimeaban, pero a él le gustaba.
Le pedí que se colocará el condón de nuevo, lo esperaba en 4 y así me lo dio, yo solamente sentí como entró y no quería que lo sacará, se movía y mientras lo hacía me nalgueaba, me excitaba cada vez más y más hasta que no pude contenerme y llego mi orgasmo, se lo hice saber y no le importó, siguió moviéndose y embistiendo como si me quiera atravesar, mientras me daba duro y le pedía que no parará tomó uno de sus dedos y lo introdujo en mi ano.
Al introducirlo le pedí más y que no parará, así lo hizo una mano me nalgueaba y agarraba de las nalgas y la otra mano la tenía dedeando mi ano.
Decidí moverme yo, así que me pare de la cama y lo senté en el potro, abrí mis piernas, tomé su pene en mi mano y lo metí a mi vagina, comencé a moverme y a cabalgar sobre su pene mientras con sus manos apretaba mis pechos, me trataba suciamente, es decir, me jalaba el cabello, me decía groserías, me apretaba y chupaba los pezones con un sadomasoquismo exquisito, yo lo disfrutaba, seguí moviendo mis caderas en eso me venía yo otra vez, se lo hice saber y no aguanto más, se vino, sentí como su pene se volvió más y más erecto antes de arrojar la leche en el preservativo, fue exquisito sentir su eyaculación y la mía a la vez.
Terminamos ambos y nos acostamos, me abrazo y para ese momento me di cuenta que ya no estaba tan ebria, que lo que hice fue producto de lo que yo en realidad deseaba: devolver los cuernos a mi marido.
Comenzaron a llamarle por teléfono, eran aproximadamente las 2 am, me pidió que nos fuéramos, nos retiramos del motel y me llevó cerca de mi casa, espero a que entrará a esta y se fue.
Seguimos mandando mensajes con el paso del tiempo, él se quitó las ganas conmigo y yo experimente por primera vez que era ser infiel.
Tenemos contacto aún, a veces cuando la agenda nos lo permite y coincidimos tenemos sexo.
Muchas veces las mujeres somos entregadas, agradecidas y pacientes con el marido. Pero cuidado, porque cuando nos cansamos y sobre todo descubrimos infidelidades, somos si, muy capaces de perdonar más no de olvidar, y es ahí donde nosotras exploramos y explotamos nuestra sexualidad y solemos ser más canijas que ustedes.
Espero les quede claro que no me vendo, no me ofrezco, solamente les escribo como un método de terapia para desahogar y que ustedes lean algo de lo que una mujer es capaz de hacer.
P.D. soy Wendy.