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Mi primera vez después de clase
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Cuando tenía 18 años, el profesor de música me iba a dejar a casa después de la clase, porque terminaba a las 10 de la noche, era una clase para adultos y yo acababa de entrar, era nueva en la ciudad y vivía sola en un loft que me pagaban mis padres y quedaba cerca de la universidad.

Una noche, noté que hacíamos el camino más lentamente de lo normal y de pronto estacionó bajo unos árboles, así que no nos veía nadie, se acercó sin avisarme y metió violentamente sus manos entre mis piernas abajo de mi falda mientras me besaba, iba a empujarlo, pero besaba increíble, y cuando sentí sus dedos en mi vagina, no me pude resistir, se desabrochó el pantalón y bajó mi cabeza con sus manos, hasta meter su pene en mi boca, nunca había probado uno, estaba delicioso, casi me ahogué con él un par de veces, pero terminé devorando su semen mientras que el me dedeaba a su gusto. "Estás muy apretada" me dijo, le respondí que es porque era virgen y se asustó, me fue a dejar a casa y cada clase le hacía yo sexo oral en el auto, pero me quedaba muy excitada porque no se atrevía a más, y es que mi familia conocía a su esposa.

Una noche, ya no aguantaba y me metió los dedos en el salón, yo le abrí el pantalón y le hice una mamada, y para entonces me salían muy bien, en eso entró alguien y nos acomodamos lo más rápido posible y me llevo pronto a casa. Ya estaba sola cuando llamaron por el intercomunicador, era mi vecino y compañero de clases que había olvidado su llave, así que se me hizo fácil abrirle, llamó a mi puerta un instante después y cuando le abrí, empujó la puerta y entró, se veía enojado y su voz era muy ronca, me empujó en el sillón y comenzó a meterme mano mientras me reclamaba que me había visto con el maestro, ¡era él!, que nunca se imaginó que fuera una zorra y que siempre me había respetado, pero después de esa noche, no lo haría más.

Ya me tenía desnuda porque sólo usaba una playera para estar en casa y me había quitado las pantys que estaban mojadas por la excitación de la mamada. Me hizo hacerle una a él mientras golpeaba mis senos y jalaba mis pezones, me estaba excitando tanto, que escurría por mis piernas, él metía sus dedos por mi vagina y por mi culo y lo alternaba con nalgadas, me puso boca arriba y apretó mis pezones para obligarme a abrir las piernas:

-Te vas a abrir bien los labios con los dedos y me vas a pedir que te de verga si no quieres que haya golpes

-por favor no lo hagas, soy virgen

-Una zorra como tú no lo es, y no mereces piedad

Dicho eso, me dejó entrar todo de golpe, tenía una verga enorme, del grueso de mi brazo y larguísima, por supuesto que no me entró toda la primera. Yo podía sentir la sangre caliente corriendo por mis nalgas y lloraba de dolor, pero él no se daba cuenta porque estaba disfrutando mucho mi estrecha vagina y se divertía con mi pezones y apretaba mis enormes nalgas contra su pelvis para entrar más. Era tan enorme, que luego de los primeros minutos de dolor, empecé a sentir delicioso, me llenaba toda y me excitaba mucho que me nalgueara.

Me llenó de leche y tuve un orgasmo mientras su tronco gigante palpitaba con su eyaculación. Cuando lo sacó, me dijo que iba a ser una noche larga y me había reservado varias cogidas. Cuando se vio el pene ensangrentado, me miró con culpa por no haber creído que era virgen, lo llevé al baño y lo enjuagué para volver a metérmelo en la boca.

-Sé que le tienes ganas a mi culo, y yo quiero sentir cómo rebotas en mis nalgas, me lo prometiste y ahora me cumples.

Se lo chupé hasta que lo tuvo duró de nuevo y me puso a cuatro, me lubricó con su lengua y me lo fue metiendo poco a poco, en el culo sí me cupo todo, se sentía tan bien, ambos empezamos a movernos como desesperados y yo no paraba de tener orgasmos que mojaban a chorros el sillón y el piso. Mientras tenía esa enorme cosa en el culo, me metía los dedos en la vagina, estaba en el cielo y le pedía que no parara, que me llenara, le pedía a gritos que me diera duro, sin piedad, como lo había dicho. Me llenó el culo de leche y nos fuimos a bañar, según él, me estaba enjabonando, pero me metía mano como quería.

– Conmigo no te detengas, hazme lo que quieras, después de probar algo tan rico, me lo puedes meter donde quieras y cuando quieras.

Por supuesto que me abría los labios con mis dedos y le pedía que me diera verga, lo malo fue que el profesor se enteró y ahora también él me la metía cuando quería.

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