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Mi primera experiencia cuckold
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Salí del ascensor y me dirigí hacia la habitación del hotel. En el pasillo me puse a pensar en qué me iba a encontrar en la habitación. Hacía unos meses mi esposa me había pedido poder acostarse con otros hombres para recuperar la chispa en la cama. Accedí y tras un largo proceso, el candidato, un chaval de su gimnasio de unos 22 años, moreno, ojos marrones y buen físico estaba en la habitación con mi esposa de 38. Les había dejado tiempo antes de entrar y poder contemplar la escena como marido cuckold.

Entré y nada más pasar el dintel de la puerta puede escuchar un jadeo. Llegué hasta la habitación y pude ver chico de pie a mi esposa de rodilla haciéndole una buena mamada. Iba de atrás hacia adelante, desde la punta hasta los huevos, pasando la lengua y pasando por cada centímetro. El chico la ayudaba con la mano en la cabeza y recogí su larga melena rubia.

Me senté en un sillón para contemplar la escena. Tan sólo me había mirado él con mirada lasciva y sonrisa pícara. Acabó de chupar, se levantó, me miró, pasó a pocos centímetros de mi sitio mientras me guiñaba un ojo. Se tumbó en la cama y el chico empezó a lamerle su coño recién depilado.

Empezó lento con cuidado pasando la lengua, pero ella ya empezó a gemir. Introdujo un dedo, luego el otro y los gemimos empezaron a ser gritos de placer. Aumentar en cantidad y volumen hasta que escuché un sonido seco salir de su boca y su cuerpo antes retorcido quedó inmóvil. Con ese orgasmo no puede más y tuve que empezar a masturbarme.

Se recupera y le ordena que le folle. Él chico la mueve para quedar el enfrente y ver como la penetra mientras mi esposa vuelve a girar la cabeza para lanzarme un beso. Nos miramos, aguantamos la mirada mientras me sigo masturbando. Él comienza a follarla con suavidad, la besa el cuello, le piñizca las tetas. Noto como lo disfruta. Los dos se toman su tiempo más despacio disfrutando hasta el último el uno del otro. Gimen, se abrazan, se besan… Disfruto desde mi posición. Quiero volverla a tener así.

Le pide más ritmo, que le clave cada uno de sus centímetros. Obedece y vuelven los gemidos. Noto un gran placer al ver así. Continúa en algún momento pienso que nos van a llamar la atención. Le pide que la ponga a cuatro. Se lo que busca… quiera que vea su cara mientras disfruta.

Así es. El chico penetra con fuerza y mi esposa me mira y gime con cada uno de las embestidas. Lo hace de forma ostentosa como en las películas porno. Todo su cuerpo se retuerce, pero yo solo puedo mirar sus labios. Como los muerde y los deja libres. Como salen los gemidos de su boca.

Una última posición antes de acabar. Ella se pone encima, da la espalda al chico y me ofrece todo su cuerpo. Erguida empieza a subir y bajar. Las manos del chico rodean sus caderas y suben hasta sus tetas. Lo domina, pero me mantiene la mirada. Disfruta de cada subida y deja caer luego todo su cuerpo mientras mueve sus caderas. Él, a pesar de sus centímetros, del gimnasio y de la juventud no puede más y la llena de semen. A ella le da igual, me sigue mirando, abre sus piernas y aún con el semen del otro chico comienza a masturbarse sin importar el otro.

Nos miramos, nos deseamos y acabamos juntos.

¿Lo volveremos a repetir?

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