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Mi primera amante en el trabajo (100% real)
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Hola a todos, esta es mi primera historia, es 100% real, la quise contar con cada detalle que viví, para volverla a vivir de nuevo, sé que hay muchos ansiosos y ansiosas que quieren llegar al momento de acción así que la dividí en capítulos, por así decirlo, para que puedan leer lo que más les interese, sé que las chicas la van a disfrutar:

1 Cómo conocí a mi amante

2 El primer oral

3 Se lo metí por primera vez

4 Lo hacemos sobre la mesa

5 Un susto y otro oral

6 Le hago un oral a mi amante

7 La última penetrada

8 El final

1

Esta historia ocurrió hace algunos años, yo tenía una novia con la que llevaba casi 8 años, nuestra relación era buena y a pesar del tiempo, pero siempre sentí que faltaba algo, sin embargo, nunca le fui infiel, hasta que conocí a Laura. Cuando tuve oportunidades lo evité y llegué a pensar que pasaría el resto de mi vida con ella.

Yo era un joven atlético de 25 años, tenía una barba en candado corta, de cara linda (me lo han dicho algunas veces) mido 1,76, soy blanco de cabello castaño y ojos claros.

En esa época, trabajaba en la misma universidad en la que estudiaba, mi trabajo consistía en grabar y armar todos los eventos que programara la institución, desde conferencias hasta ferias. En algunas ocasiones simplemente debía desmontar los equipos, todo era normal hasta que conocí a Laura, una chica nueva que llegaba a trabajar como practicante de cine y televisión. Laura tenía una cara hermosa, pelo negro, ojos oscuros, media 1,60 más o menos, con un estilo un poco hippie, le gustaba usar un sombrero de ala corta, tenía pechos medianos, no mostraba mucha piel, pero me parecía sexy y unas nalgas prominentes.

Poco a poco nos fuimos haciendo amigos, ella se reía conmigo y yo con ella, ella tenía un novio de hace un par de años; a medida que nuestra amistad fue creciendo empezamos a tocar temas más íntimos, me contó que había perdido la virginidad con su novio actual, lo que quería decir que solo llevaba 2 años disfrutando de ese placer; me contaba que estaba liberada, que probaba de todo, que ya había hecho sexo anal, que estaba buscando una chica para hacer un trio con el novio, que había tenido algunos encuentros lésbicos con amigas. Me sorprendió todo lo que me decía, la veía con más ternura que perversidad. Le conté de mis fantasías, me gustaba el sexo oral, pero mi novia no lo hacía muy seguido, le dije que soñaba con hacerle una garganta profunda a alguna chica (seguramente la fantasía de muchos hombres), también fantaseaba con hacerlo en sitios públicos, aunque ya había tenido un par de experiencias.

En una ocasión salimos a tomar con unos amigos, ella y yo terminamos la noche solos, un poco entonados por la bebida, la acompañé a tomar el bus y ella de un momento a otro dijo que yo le gustaba, que le gustaba mucho.

Yo sentía una leve atracción por Laura, pero ese momento disparó todo, le dije que sentía lo mismo, pero que lo nuestro no podía ser, ella asintió con su cabeza y esperamos a que llegara su bus sin ningún contacto más allá de un abrazo.

Los días pasaron y la tensión entre nosotros era evidente, yo evitaba los besos que ella intentaba darme a la boca, quería respetar a mi novia, pero lo que sentía era fuerte. Para ella todo era un juego, me seducía e intentaba besarme constante mente.

2

Un día le pidieron a Laura y a mí que recogiéramos todos elementos que quedaban en el auditorio de la universidad, el evento ya había terminado y solo estábamos los dos haciendo nuestro trabajo, en un momento ella desapreció, no sabía dónde estaba hasta que escuché su voz a lo lejos. Habían unas escaleras que daban a una especie de sótano que en realidad era un pequeño cuarto debajo del auditorio, la escuché cantar y decidí bajar como si estuviera siguiendo a una sirena, cuando llegué a donde ella se encontraba me miró y sonrió un poco, ambos sabíamos lo que estaba a punto de pasar, me acerqué a ella, la tomé del cuello y la empujé con fuerza contra la pared, noté que eso la excitó; la deseaba y no podía resistir más, acerqué mis labios a los suyos, eran suaves, por fin pude sentir su boca, apenas mi lengua y la suya se entrelazaron, mi pene se endureció, la sensación de liberar eso que ya no podíamos aguantar era increíble, besaba delicioso, podía sentir su aroma. Nos besamos por uno o dos minutos, pero sentí que fueron horas, el tiempo parecía detenerse, hasta que ella me alejó, pensé que todo iba acabar ahí, pero en su rostro había una sonrisa que decía lo contrario.

Empezó a arrodillarse frente a mí, hasta que su rostro quedó justo al frente de mi pantalón donde se escondía sin éxito mi pene, ya que mi erección lograba marcarse. Lo tocó suavemente sobre la tela, miró hacia arriba y me sonrió de nuevo, esa sonrisa pícara que me excitaba. Bajó la cremallera y con delicadeza lo sacó, por fin se conocían, después de tanto tiempo, mis 18 centímetros estaban casi tocando su rostro, ella pasó su lengua una primera vez como si lamiera una paleta, con solo esa primera lamida sentí un corrientazo en todo mi cuerpo, era increíble. Pasó su lengua una segunda y tercera vez, parecía estar probando lo que se iba a comer, con cada lamida mi pene se ponía más duro si es que eso era posible. Lo metió por fin a su boca, sentí el calor y la humedad de su saliva, movía su cabeza adelante y atrás ayudada por sus manos en mi pene, dentro de su boca podía sentir como pasaba su lengua alrededor de mi pene, como una especie de masaje sensual que me enloquecía, sentirla y verla comiéndose mi pene era una fantasía,

– ¿Te gusta el sabor de mi pene?, ¿te lo querías comer hace rato? – le pregunté con morbo, pero ella solo asentía con la cabeza y hacía un ruido excitante como diciendo "sí" con mi pene en su boca.

Pasó varios minutos chupándolo hasta que lo sacó de su boca, miró hacia arriba con mi pene en sus manos.

– Te voy a cumplir una fantasía. – Dijo con mirada pícara para luego proceder a metérselo de nuevo a la boca, pero esta vez fue diferente, esta vez sentí como ella se esforzaba para tragarlo todo, la sensación era única. En su primer intento no logró completar la maniobra, lo sacó rápidamente ante una reacción de arcada, me enloquecía ver sus ojos lagrimar y también ver como se corría un poco su delineador. Volvió con un segundo intento, esta vez mi pene entró completamente a su boca, sentía una textura diferente en la cabeza de mi miembro, era su garganta, ella se mantuvo unos segundos con mi pene en su garganta, yo lo movía suavemente, como penetrando su boca, pero al mismo tiempo cuidando para no lastimarla.

Lo sacó de nuevo de su boca.

– ¿Te gusta? – me preguntó sabiendo la respuesta.

– Claro que sí, es increíble- le respondí agitado. – Dame más por favor – Le pedí casi suplicando. Ella sonrió y se lo metió de nuevo hasta la garganta, yo follé su boca un poco más fuerte que antes, pero aun, cuidando que no la lastimara. Con cada penetrada a su boca podía escuchar unos leves gemidos de placer, como si estuviera penetrando su vagina, como si comerse mi pene la excitara mucho. Después de varios minutos, (que disfruté demasiado) ella lo sacó de su boca y se levantó frente a mí, me dio un beso y luego giró para darme la espalda,

3

– Métemelo por favor- Me pidió mientras bajaba su jean y lo dejaba a la altura de sus rodillas. Yo bajé su cachetero rojo, para ver sus hermosas y grandes nalgas que frotaban mi pene como rogándome para que la penetrara.

La besaba en el cuello mientras mi mano dirigía mi pene a su vagina. La primera penetrada fue suave, lo metí poco a poco hasta que mi pelvis chocó con sus nalgas, ella dio un pequeño grito de placer cuidando que nadie la escuchara, yo empecé a penetrarla; poco a poco fui aumentando el ritmo, entre más escuchaba que ahogaba sus gemidos más duro la penetraba; quería que se escapara ese grito, sin importar que eso significara que nos descubrieran. Sudaba un poco y ella también, no quería parar, metí mi mano debajo de su blusa para tocar sus pechos. Me lamentaba por no poderlos ver con la libertad que quería, pero disfrutaba la adrenalina de la situación, logré bajar un poco su brasier y sentir sus pezones mientras seguía penetrándola, sin verlos podía describirlos; eran medianos, de tamaño perfecto. Mi pene seguía entrando mientras apretaba sus senos. Ella se alejó un momento y me pidió que nos acercáramos a una mesa que estaba detrás de nosotros, se subió y quedamos frente a frente, le quité un zapato para luego quitarle una bota del jean, sabía que si alguien bajaba deberíamos vestirnos rápido así que no la desnudé por completo, pero la tenía como necesitaba para penetrarla, me abrazó con sus piernas y mi pene entró como si estuviera guiado a su vagina. La empecé a penetrar con rapidez, pero el ruido de la mesa me asustaba, no quería que nos descubrieran y sobre todo no quería que eso terminara.

4

Empecé a bajar el ritmo, lo suficiente para evitar el ruido de la mesa, pero al mismo tiempo podía disfrutar de ella con tranquilidad, la veía acostada con sus ojos cerrados gimiendo con suavidad mientras se mordía el labio, subí su blusa para ver sus senos, que no eran grandes, pero tenían el tamaño suficiente para rebotar mientras la penetraba. Tocaba su clítoris con mis dedos buscando que ella disfrutara más.

– Qué rico lo haces- me dijo y yo le respondí devolviéndole el alago.

Me excitaba todo; la situación, Laura y el hecho de que fuéramos amantes.

-Te gusta ser mi amante- Le susurré al oído solo para excitarme más con el momento.

– Sí- me respondió

– ¿A ti te gusta ser el mío? – Me preguntó ella.

-Claro, deseaba esto hace mucho tiempo, te soñé así, me masturbé pensando en ti, no quiero que esto acabe – Le respondí. Mis palabras la excitaban tanto como a mí. Empezamos a tener un ritmo que parecía eterno, yo entraba en ella una y otra vez y lo disfrutaba, tocaba sus pechos y los besaba, pasaba mi lengua por sus pezones, los apretaba suavemente, ella hundía levemente sus uñas en mi espalda.

5

De un momento a otro escuchamos un ruido, parecía que alguien estaba cerca de las escaleras, el ritmo que llevábamos se perdió en un segundo, saqué mi pene rápidamente pero no me alejé de ella. Mi pene perdió un poco de rigidez por el susto, ella se quedó en la misma posición y en unos pocos segundos empezó a pedirme que siguiera, parece que no le importaba que nos descubrieran.

– No pares porfa, te necesito- me dijo. Mi pene perdía cada vez más rigidez y ella lo notó, así que bajó de la mesa y se arrodilló frente a mi pene como hace unos minutos. Esta vez lo metió a la boca sin mucho preámbulo, yo trataba de relajarme para disfrutar su lengua y sus labios, sabía que lo que ella hacía era increíble, mi pene no estaba completamente erecto y eso facilitó que ella se lo comiera completamente, hacía pequeños movimientos hacia delante y hacía atrás, pero cuidando que no se le saliera mucho de la boca. Rápidamente mi pene empezó a crecer de nuevo dentro de su húmeda boca hasta que ella tuvo que sacarlo para no ahogarse.

– Qué rico es tu pene, sabe mejor que el de mi novio- Esas palabras me enloquecieron, me encantaba sentir que lo que hacíamos era prohibido.

Siguió chupándolo, lo metía en la boca y lo sacaba haciendo un ruido de succión, empezó a lamerme desde la cabeza hasta la base de mi pene, veía como su legua lo recorría y como dejaba una estela de saliva, alrededor de sus labios había un brillo por la mezcla entre su saliva y mi líquido pre seminal. Ella sonreía al verme excitado.

Me gustaba hacerla hablar con mi pene en su boca o bueno al menos hacerla intentar decir algo.

– ¿Te gusta mi pene?, ¿te gusta chuparlo? – Le dije mientras lo tenía dentro de la boca, intentó sacarlo para responderme, pero le dije que no, sostuve su cabeza para que siguiera chupándolo y le repetí las preguntas; ella entendió enseguida lo que quería que hiciera.

-Mmm, mmm- Ella intentaba decir "sí" con su boca llena; decía otras cosas que no entendía pero que no me interesaban entender, solo quería sentir que ella no se sacaría mi pene de la boca por nada, ni siquiera para hablar.

6

Después de unos buenos minutos ella volvió a subir a la mesa, quería seguir con mi pene a dentro; yo quería agradecer lo que ella había hecho, así que me arrodillé y puse sus piernas en mis hombros, sentí como su cuerpo se estremeció, tal vez de sorpresa. Empecé a besar el interior de sus muslos, pasando mi lengua en círculos y acercándome cada vez más a su vagina, (me encanta hacer sexo oral pero mi novia de ese momento no lo disfrutaba tanto) había leído un par de libros y sabía un par de trucos, alargué lo que más pude el momento de chupar su clítoris. Pasaba mi lengua por sus labios, de arriba hacia abajo, primero en el lado izquierdo, luego en el derecho, ella temblaba.

– Por dios, qué haces- Me dijo. No entendía si lo estaba disfrutando o si me estaba rogando para que llegara a su clítoris.

Seguí pasando mi lengua hasta llegar a sus labios menores, los lamí y los apreté cuidadosamente con mi boca, no quería lastimarla, la penetré un poco con mi lengua, sentía como se retorcía.

-Dios mío, dios mío, dios mío- Parece que no podía decir otra cosa, estaba perdida en el placer, subí con mi lengua hasta su clítoris y empecé a hacer círculos, apretaba con fuerza mi lengua contra su clítoris después de cada círculo que hacía, empecé con un movimiento lento, pero poco a poco fui acelerando, le metí un dedo y luego dos para ayudarme con el ritmo de mi lengua, pero noté que ese movimiento hacía sonar de nuevo la mesa, así que tuve que sacar mis dedos y ella tuvo que conformase solo con mi lengua, aunque en realidad creo que no se dio cuenta cuando deje de usarlos.

– Métemelo por favor- Dijo

– ¡No! – Le dije firmemente, – sabes muy rico, me gusta tu sabor, quiero disfrutar ese sabor un poco más- terminé de decirle para excitarla y también porque en realidad lo sentía, su sabor me encantaba.

-Dios mío, dios mío, dios mío- volvió a retomar esas palabras hasta que las dejó atrás y se limitó a hacer pequeños gemidos ahogados. Mi pene estaba más duro que al principio, era momento de seguir dentro de ella.

7

La bajé de la mesa, quería penetrarla con fuerza y no quería que la mesa me distrajera, quedamos uno frente al otro, ella contra una pared, levanté su pierna izquierda con una mano y la sostuve a la altura de mi cadera, ella guio mi pene a su vagina y la empecé a penetrar con fuerza, sudábamos demasiado. La penetraba con rapidez de forma constante, ella me enterraba las uñas con fuerza en la espalda, no sentía dolor, solo era un indicio de que ella estaba a punto de venirse, igual que yo, aguanté lo que más pude mi semen, sabía que estaba a punto de venirme, lo sentía, pero quería intentar darle ese orgasmo. Como buen hombre, pensaba en dónde darle mi semen; mi primera opción era su cara, o su boca, pensaba en pedirle que bajara rápidamente para que se metiera mi pene en su boca y chupara mi semen, sabía que ella lo haría, pero no fui capaz de pedírselo, no quería cortar su orgasmo y tampoco quería que gotas de mi semen mancharan su ropa, (aunque no lo crean tuve tiempo de pensar eso). En el último minuto cuando sentí que ella se estaba viniendo y disimulaba cada vez menos sus gemidos, saqué mi pene y con ayuda de mi mano, eyaculé sobre el piso, (sí lo sé, el piso).

Aunque no fue el mejor lugar para regar mi precioso líquido, sentí mucho placer al liberarme de esa tensión sexual que existía entre los dos, ella apretaba su vagina con fuerza, mirando al piso.

8

-¿Llegaste?- le pregunté como un adolescente. Me dijo "sí" aunque no vi mayor líquido en sus piernas, sé que esto no es significa nada, pero verlo me hubiera convencido de que hice bien mi trabajo. Igual disfrutaba con su cara de placer y como contenía con fuerza algo que no quería que saliera de su interior.

Me limpié el pene con mis propios boxers y con la base de mi camiseta, me limpié la boca y la barba que tenían líquidos míos y de ella.

Laura se subió su ropa interior y su jean, los dos sudábamos demasiado, fueron 15 o 20 minutos de placer, pero los sentimos como horas, Laura estaba roja igual que yo. No podíamos subir así, esperamos a que nuestros cuerpos recuperaran su color natural. Hablábamos y nos besábamos de vez en cuando, la conversación se tornó más cotidiana, – ¿qué vas a hacer el finde? ¿viste lo que pasó con el profesor…? – La tensión sexual se había ido, pero aún quedaba algo que sobrepasaba lo sexual, tenía ganas de abrazarla y tomarla de la mano, caminar con ella y volver a hacer el amor.

Hasta el día de hoy no sé qué sentí por ella, pero disfruté mucho lo que vivimos.

Si les gustó mi relato, los invito a dejar un comentario o una sugerencia, con esta chica tengo un par de historias más, también tengo otras historias que quiero escribir. Si conocen relatos como el mío me gustaría leerlos. Gracias.

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