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Mi primer trío con el mejor amigo de mi novio (parte 1)
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Siempre he tenido una gran imaginación y conforme iba creciendo se volvía más salvaje y erótica, a tal punto que empecé a experimentar el goce del placer real.

MI nombre es Margot, Stefan se llama mi pareja. Él me fue adentrando en un mundo en el que solo el deseo y el placer cuentan. Les relatare algunas de nuestras vivencias en el club sexual que Stefan solía frecuentar y como empecé a adentrarme en este mundo tan placentero y peculiar. Me lo disfrute mucho así que anexe ese maravilloso recuerdo a uno de los capítulos de mi historia. Si, inicia un poco lento, pero es real. Así que tócate un poquito mientras lo lees. Espero lo disfruten como yo lo hice.

Recuerdos de los buenos momentos en el Club me invaden, como el del día que conocí a Silvio. Nos encontrábamos en el Club para cenar con Paola, pero le surgió un asunto de último minuto, por lo que Stefan y yo decidimos merodear por el lugar mientras la esperábamos.

Terminamos en el quinto piso, el paraíso de los exhibicionistas. Entramos a uno de los cubículos que nos permitía observar la acción de una de las habitaciones tras el vidrio polarizado.

Stefan sirvió un par de tragos de whisky antes de posicionarnos en el sillón frente al espejo y hacer que me siente sobre sus piernas.

—Fondo blanco. —propone chocando delicadamente nuestras copas.

Con sonrisa en mis labios lo sigo gustosa y tomamos del amargo trago que me hace fruncir el ceño. Stefan toma el control del vidrio y permite que la imagen y el sonido se hagan presentes.

Sobre la cama se encuentra un hombre muy alto y musculoso, de tez negra y pene imponente. Conque lo que decían de los negros si es cierto. Su pareja, una chica muy blanca y pequeña, delgada y de cabello rojizo. La tiene en una extraña posición que no logramos entender, puesto que ambos están sobre la cama.

Stefan toma el control y me sorprendo al escuchar su voz por la alta voz de la habitación.

—Que gran show, amigos. Aunque no se puede apreciar bien ¿podrían cambiar de posición? —les pide amablemente.

La pareja levanta el rostro en nuestra dirección y sonríen sin vernos.

—Tenemos público, guapa. —escuchamos decir al hombre mientras se levanta de la cama. —Saluda a nuestros amigos. —ordena.

La chica sonríe hacia nosotros con descaro mientras abre las piernas y empieza a tocarse juguetonamente la vagina y los senos.

››Muéstrales cómo te gusta que te observen. Cómo te encanta que te vean ese coñito delicioso. Como te los imagináis mojándose y empalándose solo con mirarte caliente y putita.

Me sorprende su lenguaje. Si Stefan me llamase “Putita” mínimo le volteo la cara de una bofetada.

La chica gime ruidosamente. El hombre sube a la cama y se posiciona detrás de ella. Inclinándose lo suficiente para que la pelirroja pueda engullir parte de su pene y lamerlo gustosa. La escena resulta verdaderamente atrayente. Y más cuando las manos de Stefan se posicionan en mi cadera con fuerza y me halan hacia abajo. Jadeo mordiéndome el labio al sentir su dureza.

—Son Guillermo y Valeria. Una pareja de españoles. —me informa Stefan.

El hombre sale de su boca y la levanta dejándola de rodillas. Toma un lubricante y lo extiende por todo su pene. Lleva su mano al cuello de la chica ejerciendo presión suficiente para dejarla en cuatro patas.

—Vamos a partirte ese delicioso culito. —dice Guillermo y empieza a penetrarla por detrás. La chica muerde sus labios y jadea dolorosamente. — ¿Te duele? —pregunta y al no tener respuesta la nalguea con fuerza.

—Sí, duele un poco. —grita la chica.

—¿Y eso te gusta? —pregunta aumentando el ritmo de sus arremetidas.

La chica levanta el rostro hacia nosotros con una sonrisa y se levanta hasta quedar sobre sus rodillas con él hombre aun clavado en ella. Él la sostiene por la cintura y la monta en sus muslos para continuar penetrándola. La posición la hace gritar un poco más, puesto que está prácticamente sobre su pene. La chica abre un poco más las piernas, permitiéndonos observar su vagina con un poco de vello rojizo.

—Me encanta. —responde jadeante.

La observo tomar un vibrador e introducirlo en su vagina. Grita y grita de placer, es una locura.

—Te encanta sentirte llenita. —le susurra su hombre entre jadeos.

—Esta tan mojada. —digo al notar el brillo de su vagina por producto de la humedad que le permite al vibrador deslizarse fácilmente.

Esta pareja es un espectáculo a la vista.

Gimo cuando la lengua de Stefan recorre el camino de mi cuello al lóbulo de mi oreja.

—La están viendo. Eso amplia tus sentidos y te excita como nunca. — Explica Stefan— ¿Dejarías que te vieran? —inquiere llevando sus dedos sobre mi ropa interior y acariciando de manera circular. Gimo mordiendo mi labio inferior. — ¿Qué nos observaran perdidos en el otro? ¿Qué escucharan lo mucho que te hago gemir? ¿Qué vieran como me desarmas estando sobre mí?

Siento como aparta mi ropa interior y sus dedos me recorren, empapando todo a su paso. Instintivamente abro más mis piernas.

›› Quieres hacerlo. Noto el deseo y los pequeños espasmos de tu cuerpo. Lo mojadita que te encuentras te delata. Margot ten en cuenta que todo es Sensato, Seguro y Consensuado. Recuerda permitirnos disfrutar de lo que deseemos del otro.

Un par de dedos se adentran en mi hendidura y jadeo de alivio al sentirlo allí. Entra y sale de mí un par de veces antes de detenerse. Lleva sus manos a mis caderas y me obliga a levantarme. Él hace lo mismo y extiende su mano hacia mí. Sin permitirme pensar la tomo y le sonrió nerviosa.

Salimos de la habitación cruzamos por algunos pasillos que hasta el momento no había notado. Stefan de detiene frente a una puerta y de su bolsillo saca una tarjeta para abrirla.

La habitación es amplia. Tiene una cama matrimonial frente a la pared de vidrio, un par de divanes, un pequeño closet, una puerta a lo que asumo es un baño y un pequeño bar.

— ¡Vaya!

—Espérame un minuto ¿está bien? —asiento y este sale rápidamente de la habitación.

Entro al baño, no es muy grande pero es cómodo. Sobre la encimera hay todo tipo de preservativos y lubricantes. En algunos de los cajones encuentro un par de vibradores, consoladores, anillos para el pene y algunos juguetes que no reconozco, todos debidamente empaquetados.

¡Mierda! Esto es una locura.

Salgo del baño y me dirijo hacia el bar. Observo varios tipos de licores y opto por un Jack Daniel, tomo el vaso y sin agregarle hielo lo sirvo hasta la mitad. Respiro profundo y me lo bebo en un par de tragos. Toso un par de veces y vuelvo a llenar el trago, pero esta vez con menos cantidad.

Solo espero que me ayude a relajarme e ignorar mis nervios. Sobre el bar puedo notar un pequeño control que imagino en para la pared de espejo. Creí que solo estaría del otro lado de la habitación. Presiono uno de los botones y la pared que hasta ese momento era un espejo, ahora se torna negra. Oprimo nuevamente y jadeo sorprendida.

Es como si el espejo se volviese transparente, del otro lado se encuentra Stefan, sonriendo y conversando con otro hombre, con uno muy guapo, mientras ambos toman whisky.

Una sensación de vacío comienza a formarse en mi estómago. Me siento fuera de lugar y confundida. Camino hasta estar frente a la pared. Stefan se encuentra de espaldas, pero el hombre que lo acompaña me observa mientras le da un trago a su bebida. Noto que traga rápidamente para alertarlo de mi presencia, así que decido adelantarme.

— ¿Stefan? — pregunto y él voltea rápidamente.

Se le ve sorprendido y ligeramente nervioso.

—Nena. —sonríe recomponiéndose. — En un minuto estoy contigo. —Me guiñe el ojo antes de voltearse.

Noto que le da un par de palmadas al hombre antes de susurrarle algo al oído y salir de la habitación.

El hombre lleva traje y camisa de color negro. Me dedica una pequeña sonrisa ladeada mientras se quita el blazer y lo deja con elegancia en el espaldar del sillón antes de sentarse.

Arqueo mi ceja.

—Es un gusto conocerte, Margot. Stefan me ha hablado mucho de ti. —parece divertido con la situación.

—Lo siento, lamento no poder decir lo mismo. —digo en tono neutral. Sigo sin comprender quien es.

—Nena. —dice Stefan entrando a la habitación. —Él es Silvio Monroe, mi mejor amigo. Y esta noche será nuestro público. —susurra en mi oído antes de voltearme hacia él.

— ¿Estás loco? —escudriño.

—Es la primera vez que haces esto, nena. No te iba a exponer a la mirada de cualquiera. —explica en voz baja mientras sus manos aprietan mis caderas. — lo haremos frente a alguien de mi entera confianza. Con quien luego no resultara incómodo. Quien pueda disfrutar tanto como yo de la obra de arte que eres gimiendo y estando desnuda.

—Sí, pero es…

—Querías hacer esto ¿cierto? —asiento. —y lo haremos, solo que frente a alguien en quien confió. Relájate y disfruta ¿está bien?

—Margot. —escucho a Silvio llamarme y volteo. —Solo si estas en comodidad con esto. No te sientas presionada. —extrañamente su comentario me relaja.

Termino mi copa dejándola sobre la barra. Respiro profundo, intentando inhibir mi nerviosismo. Stefan toma el control haciendo que la luz de ambos espacios se torne tenue y una muy relajante música de saxofón suene de fondo. Sonrió.

— ¿Te gusta la música instrumental? —pregunta Silvio.

—Amo el saxofón. —le digo y mi respuesta parece complacerlo, por lo que sonríe ampliamente.

—Eres inclusive más hermosa de lo que Stefan me había descrito. —sonrió sintiendo mis mejillas sonrojarse.

Volteo para observar a Stefan. Para mi sorpresa, este sale de baño descalzo y vistiendo solo su bóxer negro. Silvio se arremanga la camisa hasta los codos sin dejar de sonreír.

—Podemos hacer esto de dos maneras. —me dice Stefan abrazándome desde la espalda. —Dejamos el vidrio así, trasparente en ambas partes o si te avergüenza, permitimos que solo Silvio nos observe. Tú decides.

—No le veo el sentido, igual sabría que él estaría presente. —Silvio sonríe asintiendo con elegancia. ¬—es lo mismo que este allá o acá.

—Ah ¿sí? cuidado Margot, podría tomarlo como una invitación. —bromea Silvio.

— ¿Quieres que lo dejemos entrar? —pregunta Stefan entre extasiado y sorprendido.

Joder ¡Pero que he dicho!

—Solo para mirar. —aclaro.

Ambos hombres se observan por un largo minuto. Silvio toma el control y presiona, por lo que la pared vuelve a ser un espejo.

—El vendrá en un segundo ¿estás bien? —pregunta Stefan besando mi hombro.

—Nerviosa y ansiosa.

La puerta suena un par de veces y Stefan se encamina a abrirla. Silvio entra sonriendo y jadeo con disimulo. Es más imponente en persona. Stefan le señala uno de los asientos frente a la cama y este se dirige hasta allí.

—Eres hermosa. No estés nerviosa. —me anima el barbudo.

Stefan nos ubica hasta quedar entre la cama y el sofá en el que se encuentra Silvio cómodamente.

—Es un lindo vestido ¿No te pareces, Silvio? —pregunta Stefan acariciando mis senos sobre este.

—Precioso. —responde sonriendo. —Aunque se vería mejor sin él ¿no crees?

—Totalmente. —responde Stefan bajando lentamente el cierre de mi vestido mientras sus labios juegan en mi cuello.

Sus manos van a mis hombros para bajar los delicados tirantes. Mi respiración se acelera y el sonrojo me recorre entera. El vestido cae al piso y lo alejo con mis tacones.

—Preciosa. Eres toda una Reina. –—susurra Silvio observándome.

Avergonzada, bajo la vista hacia mis piernas aun con tacones. Solo llevo un muy diminuto tanga blanco de encaje.

—Vista al frente. —me pide Stefan mordiendo mi cuello suavemente.

Me obligo a observar a Silvio, quien posa descaradamente sus ojos azules con expresión hambrienta en mis senos desnudos.

›› Muñeca, trae un Whisky para nuestro invitado. —me giro para observarlo y el solo me asiente. —Obedece, Margot.

Respiro profundo. Todo es parte del juego, para romper el hielo, me recuerdo, ya que no llevo muy bien que me den órdenes, las aceptare esta vez.

Me encamino muy sensualmente hasta el bar, tomándome el tiempo y moviéndome con sensualidad y elegancia mientras sirvo el trago. Regreso sin despegar mis ojos de Silvio y aun sintiéndome un poco tímida, me permito ser un poco descarada y disfrutar de esto.

Me detengo lo más cerca que puedo de él terminando con su rostro a centímetros de mis senos. Cuando deja de verlos y sube su mirada a mi rostro le guiño el ojo y tomo un pequeño trago de su bebida antes de entregársela y regresar frente a Stefan.

—Eres una provocadora. —dice Silvio sorprendido.

—No tienes ni idea. —susurro sonriendo.

Las manos de Stefan regresan a mis senos, acariciándolos esta vez sin tela de por medio. Gimo cuando aprieta y hala con fuerza mis erectos pezones.

—Apuesto todo lo que tengo a que ya estas mojadita para mí.

La mano de Stefan baja acariciándome el abdomen y vientre hasta adentrarse en mi punto más íntimo y masajearlo para esparcir la humedad.

Saca dos de sus dedos empapados y los acerca a mi boca. Sin aguardar los lamo gustosa, no dejo de observar a Silvio bajar discretamente el fondo de su pantalón. Noto lo apretada que se ve su erección. De repente lo imagino masturbándose y el morbo me llena aún más.

—Si estuvieras del otro lado del espejo y no pudiésemos verte ¿te estarías masturbando? —sin duda mi pregunta lo sorprende.

—Probablemente así seria. —responde con sinceridad.

— ¿y por qué no lo estás haciendo ahora? —pregunto y Stefan ríe por lo bajo.

—Mmm, no lo sé. Supongo que no deseo parecerte intimidante o irrespetuoso.

— ¿Y si yo te pido que lo hagas, que lo seas? —solicito con voz juguetona. —que si te excitas observándonos te toques y los disfrutes junto a nosotros ¿lo harías? —pido con descaro.

Silvio observa a Stefan y sonríe.

—Jugare tanto como me lo permitas, Reina. —responde dándole un trago a su bebida.

Stefan me voltea hacia él y sus labios atacan los míos sin piedad. Mis piernas tiemblan por la intensidad del beso y mi bajo vientre cosquillea con necesidad de más, de mucho más.

Acaricio su miembro erecto sobre su bóxer hasta hacerlo gruñir.

Con valentía me agacho hasta quedar de rodillas frente a él. Stefan me ayuda bajar su bóxer. Su miembro prácticamente rebota frente a mí. Lo acaricio suave y lentamente antes de humedecer mis labios y meterlo poco a poco en mi boca. Stefan toma mi cabello suelto e improviso una coleta para sostenerlo con fuerza. Chupo, lamo y muerdo muy delicadamente su pene.

Ejerzo la presión y la fuerza necesaria para hacerlo enloquecer. Lo escucho gruñir y maldecir cuando está a punto de acabar. Stefan hala de mi cabello para hacerme levantar, pero aprieto mis manos a su trasero, impidiendo que se aleje y logrando que se venga en mi boca.

Sus espasmos me hacen jadear de necesidad. Continúo acariciando con mi mano hasta que otra gota se asoma en la punta de su pene y la tomo con mi pulgar. Volteo hacia Silvio y llevo mi dedo a la boca, cerrando los ojos mientras lo saboreo gustosa.

Me levanto deshaciéndome de los tacones y me siento en la orilla de la cama. Stefan aun intenta controlar su respiración. Silvio se ha quitado el cinturón y lo ha dejado a su lado, junto a mi cartera. El botón y cierre de su pantalón esta suelto y abierto, permitiendo ver su bóxer blanco.

— ¿Podrías tomar de mi bolso una cola para el cabello y traérmela? —coqueteo.

Es como jugar a ser otra persona, una un poco más valiente y descarada de lo que yo suelo ser, sabiendo que no seré juzgada por esto y que a Stefan le enloquece que sea atrevida en nuestros juegos.

Silvio revisa mi bolsa hasta encontrarla y se encamina hacia mí. Traviesa, abro bastante mis piernas, logrando que su mirada de dirija a mi centro y cuando está por llegar me inclino para quitarme la tanga. Sonrío cuando se detiene frente a mí y extiende su brazo para entregarme la coleta.

—Te la cambio por esto. —digo remplazando la coleta por la panti.

Ambos hombres me observan sorprendidos y excitados por mi descaro. Tomo mi cabello para hacer una cola de caballo mientras los caballeros presentes se observan y parecieran conversar telepáticamente.

Silvio dirige su mirada hacia mí. Cierra los ojos y aspira profundamente el olor de mi tanga logrando sonrojarme. Cuando abre los ojos su expresión es todo deseo y pasión. Lleva su mano a mi cuello y un segundo después sus labios se presionan con los míos en un beso pasional, hambriento y delicioso.

Me separo de este y volteo hacia Stefan, quien ahora se encuentra a mi lado en la cama y reclama mis labios con intensidad.

La sorpresa me hace caer contra el colchón. Lo escucho susurrarme lo mucho que le gusta mi faceta de osadía. Stefan va plantado algunos besos húmedos por todo mi cuerpo hasta que se posiciona entre mis piernas.

—Nada de lo que te provoque o no hacer va a disgustarme, lo sabes ¿cierto? —Asiento con sorpresa.

Es su manera de permitirme jugar con Silvio si me apetece. Jadeo con fuerza cuando siento su lengua trazar formas lentas sobre mi clítoris. Su tortura avanza y mi paciencia comienza a escasear. Mis manos aprietan y aruñan sus hombros y espalda, haciéndolo gruñir. Sabe lo frustrante que me resulta que juegue conmigo de esta manera. Me es imposible mantenerme quieta.

—Silvio, toma sus manos. —pide Stefan antes de volver a atacar.

—Como gustes. —Silvio se encuentra sobre la cama, justo frente a mi rostro.

Sus manos toman las mías del cuerpo de Stefan y las atrae lentamente hacia atrás. Todo en este hombre es intenso y pasional.

Su mirada va directamente a observar como Stefan me enloquece haciéndome sexo oral. Observo sus hermosos ojos azules mientras él se jacta la mirada con mi cuerpo. Grito al sentir dos dedos entrar en mí.

—Stefan. —gimo deseosa, logrando que chupe con más fuerza mientras sus dedos continúan un tortuoso vaivén en mi interior.

Me fijo en Silvio hasta que él lo nota y me observa. Sus labios son preciosos y muy llenos. Quiero probarlos. Los muerde lentamente mientras observa los míos. Como puedo me impulso un poco solo para rosar los suyos y dejarme caer.

Silvio parece notar mi deseo y se inclina hasta besarme. Sus labios atrapan los míos con lentitud y presión. Muerde mi boca y gimo haciéndolo sonreír contra mis labios. Libera mis brazos y los llevo a su cuello para atraerlo más a mí. El beso se vuelve cada vez más gustoso y hambriento. Apenas noto cuando mis manos torpemente liberan un par de botones de su camisa.

Silvio devorando mis labios con intensa lentitud y Stefan devorando mi centro con fervor, gimo en alta voz por la embriagadora sensación.

Silvio se levanta de la cama para continuar quitándose la camisa y bajo la mirada hasta Stefan, quien me observa y sonríe.

—Te necesito. —le suplico.

Stefan se levanta y me sienta en la cama. Me besa salvajemente haciéndome probar mis jugos y eso me acelera, por lo que saboreo sus labios con gusto.

—Eres una Reina. —escucho a Silvio decir.

Stefan nos sube más a la cama y me voltea, haciéndome quedar bocabajo en esta. Alzo mi trasero cuando lo siento adentrarse y sin más, me penetra con fuerza.

Gimo muy alto por la sensación, es una delicia.

Sentir como lentamente entra y sale de mí a un ritmo hipnotizador me enloquece totalmente. Arqueo la espalda y me levanto hasta quedar apoyada de mis manos y rodillas.

Sus manos van a mis senos y abdomen, acariciándolos con sutileza mientras sus estocadas se vuelven más lentas y profundas. Jadeo con fuerza sintiendo el sudor formarse en mi espalda contra su pecho. Mis manos van a su cuello y lo sujetan con fuerza mientras dejo caer mi cabeza en su hombro.

Los cosquilleos y calambres se acumulan deliciosamente en mi vientre mientras me dejo llevar por la placentera sensación.

Noto a Silvio sentarse de nuevo en la cama, pero esta vez apenas y leva su bóxer blanco. Es delgado, pero se nota que pasa horas en el gimnasio por lo tonificado de sus muslos. Sé que he sido muy obvia al deleitarme observándolo por la sonrisa de sus labios. Pero está buenísimo, así que es imposible evitarlo.

Pero bueno… ¿Dónde hacen a estos hombres?

Stefan me arranca gemidos y jadeos. Mis piernas tiemblan al sentir las contracciones en mi vagina. En un movimiento brusco, me empuja un poco logrando que pierda el equilibro y deba sostenerme de mis manos.

Grito al sentir su arremetida en esta nueva posición, sobre mis manos y rodillas.

Los labios de Silvio callan mis gimoteos en suaves pero invasivos besos. Lo observo sentado sobre sus rodillas y mis manos utilizan su cadera como soporte. Noto que su pene parece ser más largo que el de Stefan, muerdo mi labio sintiendo curiosidad.

¡Dios! Esta sensación es indescriptible. Stefan follándome deliciosamente desde atrás mientras sus manos acarician mi cintura y mis pechos. Y tener a Silvio, este guapo e imponente hombre, besándome de esta manera tan celestial y encontrarlo tan erecto por mí… demasiadas sensaciones.

Jadeo ruidosamente al abrir los ojos y notar a Silvio en la posición anterior, pero sin nada puesto.

Trago grueso, Señor.

Volteo para observar a Stefan y este, pareciendo complacido, solo me sonríe con una expresión de deleite en su rostro.

—Lo que quieras, Margot. —me recuerda Stefan antes de dejar salir un gruñido e incrementar sus arremetidas.

—Lo que desees, Reina. —repite Silvio mientras sube y baja lentamente la mano por su falo.

Sus ojos se ven incluso más azules que antes debido a la excitante situación. No puedo evitarlo, me siento atraída hacia él. Como si una fuerza magnética me empujase hasta obtener eso que estoy deseando probar, que justo ahora necesito en mi boca.

Humedezco mis labios antes de inclinar mi rostro hacia él y quedar a la altura de su miembro. Mi boca toma su punta y la absorbe gustosa. Su gruñido me empuja a continuar metiéndola más.

Mis manos se sostienen de la cadera de Silvio para evitar caer por las estocadas fuertes de Stefan que logran que mi boca tome más de Silvio.

Estoy haciéndole sexo oral al mejor amigo de mi novio, quien nos observa extasiado mientras me tiene en cuatro penetrándome con ímpetu. Esto esta tan mal, es tan prohibido. Pero lo extraño es que lo disfruto demasiado. Gozo de este morbo que me hace sentir poderosa en medio de estos dos imponentes hombres.

La mano de Silvio va a mi cuello y lo acaricia mientras su rostro me muestra lo mucho que disfruta de mi boquita caliente. Gimo y lo engullo con más fuerza, manteniendo el ritmo. Subo y bajo, rápido y fuerte. Succiono su glande y paso la lengua por este y repito el proceso.

Jadeo con fuerza al sentir un par de nalgadas de parte de Stefan. Soy toda sensación y gemidos altos. Grito al sentirlo tensarse y arremeter con más fuerza para venirse deliciosamente dentro de mí, haciéndome acabar segundos después de él.

Continúo atendiendo a Silvio con mi boca mientras Stefan sale de mí. Su mano aprieta mi cuello en señal de no aguantar más la necesidad de derramarse. Saco su pene de mi boca y lo masturbo con fuerza logrando que su líquido blanquecino se dispare con fuerza y empape mi mano.

Stefan toma mi cintura y me mueve, haciéndome caer junto a él en un lado de la cama.

— ¿Estás bien? —pregunta volteándome hasta quedar a su frente

—Perfectamente. —le digo sonriendo. —aunque mis piernas no parar de temblar.

Eso los hace reír a ambos. Silvio se acuesta de lado y se pega a mí hasta que mi trasero choca con su entrepierna. Me tenso.

—Te dije que era preciosa. —le recuerda Stefan a su amigo antes de besarme.

—Ya lo dije, es una Reina. —Silvio responde plantando un largo y húmedo beso en mi cuello.

Wow. Ser besada por estos dos hombres al mismo tiempo. Tantas sensaciones hacen que este momento se sienta irreal, como si de uno de mis sueños más salvajes se tratasen.

Hay manos tocando mi cintura, vientre, senos, cuello y entrepierna. No sé cuál es de quien, pero ambos producen un placentero cosquilleo que me recorre completa.

Silvio muerde, lame y chupa mi cuello hasta llegar al lóbulo de mi oreja, es tan pasional. Stefan se da gusto con mis labios en un intenso beso que hace que deba acallar mis gemidos con los suyos. Ambos hombres se pegan más a mí. Me sorprende sentirlos erectos tan rápidamente.

—Estas volviéndote loco por estar dentro de ella. —ríe Stefan pegado a mis labios, pero lo suficientemente alto para que lo escuche Silvio.

—No te hacen con la idea. —responde Silvio en mi oído haciendo a Stefan reír y a mi jadear.

— ¿Continuamos jugando, Nena? —pregunta Stefan.

Asiento en respuesta a su pregunta, pero este parece no estar complacido con mi silencio y deja una fuerte nalgada en mi trasero.

—Continuamos. —le respondo.

Noto a Silvio levantarse de la cama mientras Stefan me voltea y se posiciona sobre mí. Silvio le entrega una pequeña toalla que Stefan pasa por mi vagina. Respingo al sentirla húmeda. Stefan termina de limpiarme y lanza la toalla al piso.

Silvio sube a la cama, junto a Stefan. Estoy acostada y los tengo a ambos duros y desnudos a la altura de mis rodillas.

—Reina ¿me permites probarte? —suplica Silvio pasando su mano por mi pierna.

Jadeo, atónita. Stefan sonríe y asiente hacia su amigo.

—Puedes hacerlo. —responde mi chico.

Stefan se acomoda a mi lado y Silvio entre mis piernas. Esto no parece real en lo absoluto. Sus manos toman mi cintura haciendo a mi cuerpo temblar bajo su tacto. Siento la boca seca, estoy nerviosa. Stefan parece notarlo y le inclina para besar mi cuello y relajarme.

Contraigo los muslos instintivamente cuando siento la respiración de Silvio acercándose a mi zona más privada. Lo noto sonreír y plantar besos en mí bajo vientre que me hacen sobresaltar.

—Relájate, nena. —ordena Stefan e intento hacerlo.

Respiro profundo y dejo ir todo el aire. Me obligo a relajar los músculos que Silvio no para de acariciar y abrir mis ojos para observarlo.

Asiento hacia Silvio y eso lo hace sonreír. Toma mi pierna derecha y la sube a su hombro, planta en ella delicados y húmedos besos mientras Stefan me hace estremecer con sus caricias en mi cuello. Silvio se agacha más hasta quedar frente a mi vagina. Me observa con deseo antes de sacar su lengua y deslizarla por mis pliegues.

— ¡Dios! —jadeo, avergonzada mientras arqueo la espalda.

El reciente orgasmo me dejo muy sensible y Silvio lo aprovecha, sus manos no permiten que me mueva, reteniéndome en el lugar. Pasa de nuevo su lengua, pero esta vez ejerce más presión por lo abre mis pliegues y toca mi carne. No se detiene, lo hace una vez más antes de besarme en mi intimidad.

Gimo con fuerza y empiezo a moverme un poco.

—Me enloquece callar tus gemidos. —susurra Stefan en mis labios.

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