Hoy desperté recordando una de mis primeras veces. Stefan y yo nos encontramos con unos viejos amigos y decidimos invitarles a cenar. Hannah y Adriano son una picante y muy sensual pajera, sabía que en el reencuentro nos divertiríamos, pero no al punto de tener mi primer encuentro voyerista. Les cuento un poco sobre cómo nos la pasamos. Este ese maravilloso recuerdo también forma parte de uno de los capítulos de mi historia.
— ¿Qué preparas? –—pregunta Stefan abrazándome por la espalda mientras planta un beso en mi hombro.
—Voy a hacer Strogonoff con papas al vapor. —le digo mientras corto el pimentón.
— ¡Qué delicia! —dice soltándose. —Es bueno saber que estas dejando el delivery. —bromea.
—Ja, ja, ja. — digo golpeándolo con la cadera. — Aún espero tu receta de lasaña.
—Eso lo veo lejos. —dice riendo. —Jamás he compartido esa receta.
—Siempre hay una primera vez. —le digo mientras salteo los champiñones.
—No. Con mi receta no. — dice negando
—Pareces una abuelita. —me burlo de él. — ¿Qué hora es? –— pregunto apagando la cocina.
—Son las 6:55 pm. —dice observando su reloj. — ¿Preparaste algún tentempié?
—Sí, hay Berenjena con rodajas de tomates selladas con queso gratinado, también brócoli asado. De entrada una crema de apio, para la cena el Strogonoff de Pollo con papás al vapor. En la nevera hay una tabla de quesos: hay azul, semi curado, suizo y mozzarella, tiene aceitunas verdes, palitos de queso, palitos de pan y de zanahoria, jamón de pavo, prosciutto y frutos secos. También hice guacamoles y compré nachos, le encantan a Hannah.
Stefan me observa sorprendido.
— ¿Cómo lo hiciste? —pregunta aun en Shock.
—Mi secreto: pedí todo al delivery. —confieso giñando el ojo. —¿A qué hora llegan?
—A las 7:30 ¿Te parece si pongo la mesa mientras te alistas? —se ofrece Stefan.
—Excelente. —planto un beso en sus labios y voy directo al baño.
Salgo de la ducha 20 minutos después, tras hacerme mantenimiento completo.
Maquillaje sencillo, una delgada cadena de oro blanco a juego con mis zarcillos y pulsera, tacones negros y un muy sensual vestido de seda y encaje negro, con suerte llega a la mitad de mis muslos. Decido dejar mi cabello suelto y liso. Me encanta mi reflejo al espejo. Una mujer suficientemente confiada como para lucir sensual y atrevida sin perder la elegancia.
Escucho el timbre sonar cuando me empiezo a aplicar el perfume. Me apresuro a salir percibiendo una extraña sensación en mi interior.
Sonrió al acercarme. Como siempre, Hannah lleva un vestido súper corto y ajustado, con un gran escote y de color naranja. Adriano viste camisa blanca de vestir, igual que Stefan, solo que el primero lleva pantalón beige, mientras que el del último es negro.
—Que sensual, Margot. —dice Adriano al notar que llego a ellos y besa mi mejilla.
—Gracias. —digo al soltarlo para abrazar a Hannah.
—Me encanta verte de nuevo. —dice apretándome con fuerza, ambas reímos.
—Igualmente, Hannah. —le digo sonriendo.
Noto que Adriano le entrega una botella de vino a Stefan y este nos guía hasta la sala de estar.
—Margot, te ves espectacular. — alaga Hannah.
—Para comerte, Bella. —dice Adriano de manera lasciva.
—Tienes que ponerle correa al perro. —le digo a Hannah riendo.
—Oh. No, Nena. A mí también me encantaría comerte. — dice mirándome de arriba abajo.
No puedo evitar sonrojarme y reír.
—Ustedes están locos. — digo caminando hacia la cocina.
Tomo la tabla de quesos que resulta ser bastante pesada.
—Yo tomare eso. —dice Stefan quitándome la tabla y dejándola en la encimera. — Te ves preciosa.
—Gracias. — le sonrió cuando me toma por la cintura para atraerme a él y plantar un beso en mis labios.
No resulta un beso corto, es fogoso.
—Eh, que el postre es lo último a disgustar. —molesta Adriano haciéndonos separar.
Stefan lo ignora. Me entrega las copas y ambos regresamos a la sala.
Conversamos y muy rápidamente pasamos a la segunda botella de vino antes de cenar. Me alegra saber que a Hannah le va muy bien en el mundo de la moda, más cuando me dice que en unos días publican la revista Playboy y ella estará en la portada. Adriano, además de ser su representante, es también el Gerente Publicitario de una reconocida empresa. Están viviendo juntos desde hace dos años.
Me sorprende lo fácil que es perderles la pista a las personas que apreciamos. Nos concentramos tanto en nosotros mismos, que, en algunas ocasiones, ignoramos que quieres suelen frecuentar nuestro entorno se alejan poco a poco. Incluso somos tan egoístas que ignoramos que les extrañamos hasta que el tiempo pasa y nos encontramos.
Decido que es momento de cenar cuando ya me siento bastante achispada.
—Cocino Margot, sin duda. — ríe Adriano.
— ¿Cómo lo sabes? — se sorprende Stefan.
—Margot solo hace unos cinco platos. Este es uno de ellos. —le contesta Hannah.
— Puedo preparar 13 platos. —la corrijo. —No soy Chef, pero lo poco que preparo queda delicioso.
—Es que toda tú te ves deliciosa. —dice Hannah.
— ¿Y es que tú ahora eres lesbiana o qué coño? —pregunto con curiosidad, eso los hace reír a todos.
—Soy bisexual. —responde con naturalidad al darle un sorbo a su copa.
— ¿Qué, desde cuándo? —pregunto sorprendida.
—Desde siempre. —responde Adriano.
—Y si te lo preguntas… —dice mirándome con ¿deseo? —me encantaba verte desnuda, especialmente tu abdomen y ese coñito rosado que tienes.
Creo que pasa al menos un minuto en que la observo atónita y sonrojada, verdaderamente avergonzada. Recuerdo que a ella le encanta eso. Siempre amó sentir poder sobre los demás y jugar a intimidar.
Está bien, dos pueden jugar este juego.
—Pues salud por eso. —digo guiñándole el ojo mientras bebo de manera sensual de mi copa.
Eso sin duda los sorprende a todos. Especialmente a Stefan, quien tiene las cejas tan levantadas que resulta gracioso. Al terminar de cenar regresamos a la sala. Paso frente a Stefan para sentarme a su lado, pero esta toma mis caderas y me sienta en su regazo. Las aprieta las caderas con fuerza para que no intente huir. Rió al advertir que realmente no me va a soltar y noto que no quiero que lo haga.
Volteo mi rostro para besarlo… ¡Y que beso! A un ritmo lento y pausado nos unimos. Nuestras lenguas se abrazan con deseo. Me hace suspirar entre ellos y por un momento olvido que tenemos invitados. Un carraspeo hace que deje libre su experta boca y volteo a nuestros invitados.
Estoy tan relajada que ni siquiera me sonrojo porque me vieran devorar la boca de Stefan.
—Envidiosos. —les digo achicando los ojos.
Stefan planta cortos pero húmedos besos de mi hombro hasta el cuello logrando que algún jadeo brote por mis labios.
—No quieras competir por quien da el más sensual de los besos. —dice Hannah con suficiencia.
—Amiga, no juegues con fuego. —bromeo.
—Yo me quemaría si eres tú lo que obtengo. —responde Adriano.
—Pues adelante. —digo sonriendo.
Adriano voltea hacia Hannah y tomándola por la nuca, une sus labios a los de ella. De inmediato hay lengua. Entre su beso tan candente y los que Stefan sigue dejando en mi cuello, empiezo a sentirme excitada. Y más cuando al moverme un poco siento a su ya erecto pene. Volteo un poco hacia él, quien observa fijamente la escena que brindan nuestros invitados. Mordisquea mi hombro y me dirige su mirada. No puedo evitar morderme el labio al observar mi deseo reflejado en sus ojos.
Regreso la vista al frente justo cuando la candente pareja se separa observándonos.
—Entonces… es tu turno. —me recuerda Hannah.
—Sera un placer. —susurra Stefan volteándome hacia él.
Cuando nuestros labios están por unirse me alejo y eso parece desconcertarlo. Sintiéndome valiente, caliente y sensual por la ingesta de alcohol, me siento hasta quedar a horcajadas sobre él. Eso lo sorprende.
—En esa posición no vemos. —explica Adriano.
Tomo los hombros de Stefan y lo volteo un poco para hacerlo caer acostado en el sofá. El ríe y nos mueve un poco más arriba, para así subir sus pies al sofá.
— ¿Así ven bien? —pregunto totalmente achispada.
—Perfecto. —indica Adriano.
Llevo mi mano derecha a la mejilla de Stefan mientras la izquierda sostiene mi peso.
Bajo mi boca a la suya y esta vez no le permito tomar el control del beso. Esta vez lo dirijo yo, y me encanta. Inicia siendo lento e intenso, mi lengua masajea la suya con ímpetu. Siento sus manos abandonar mi cintura para bajar a mi trasero. Mientras hago del beso más pasional y candente, noto que Stefan aprieta mis nalgas, haciendo que el corto vestido quede sobre estas.
Aun sabiendo que les estoy dando un buen vistazo de mi trasero, no quiero terminar este delicioso beso. Solo me alejo por microsegundos para respirar y vuelvo al ataque. Lamo, beso y succiono sus labios. Un sonido casi gutural abandona su garganta cuando halo de su cabello y muevo mis caderas sobre su miembro.
Amo la batalla que nuestras inician. Luchando por poder; por deseo. Gimo cuando aprieta con fuerza mis nalgas y sus dedos rozan mi ropa interior.
Decido que es momento de detenerme. Así que muerdo su labio inferior al alejarme. Nuestras respiraciones agitadas y nuestras manos con ganas de seguir explorando.
Lo observo y juro que me derrite la intensidad de su indescifrable mirada. Noto deseo, excitación, sorpresa y algo más que lo logro entender. Volteo a observar a Adriano y Hannah, quienes lucen bastante sorprendidos y excitados. Sin mencionar que la mano de Hannah se encuentra acariciando la entrepierna de Adriano sobre el pantalón.
— ¿Viste lo suficiente, Cariño? —pregunto dirigiendo la mirada hasta Adriano.
—Y sin duda podría ver más. — dice mirándome con deseo.
Bajo mi vestido y me levanto de Stefan. Quien se sienta sin dejar de observarme con una sonrisa ladeada.
—Amor. —le dice Adriano a Hannah dejando un casto beso en sus labios. — Chúpamela. —pide.
No puedo evitar reír a todo pulmón por las locuras de Adriano.
—Iré por nuestra cuarta botella de vino. —informo sin dejar de reír mientras me dirijo a la cocina.
Tomo una de las botellas del refrigerador, la destapo con la ayuda del sacacorchos y la dejo en el mesón.
—Eres sorprendente. —dice Stefan haciéndome sobresaltar.
— ¿Te parece? —le sonrió.
Stefan toma mi cintura y me pega a él. Me hace dar unos pasos hacia atrás, hasta sentir la encimera contra mi espalda.
—Vas a volverme loco, Margot Stacy. Y estoy seguro de que disfrutaras hacerlo. —susurra mirando mis labios.
—Te aseguro que sí.
Stefan lleva una mano a la parte trasera de mi cuello y une nuestros labios. Me consume este beso desesperado. Nuestros labios se mueven tan rápido, abarcando tanto en tan poco que gimo en su boca. Deja mi boca para besar mi cuello con fuerza y desenfreno. Su mano abandona mi cintura para bajar hasta la pierna y subirla hasta casi rodear su cadera. Esto le da acceso a mi entrepierna. Gimo con fuerza cuando, sin dejar de besar mi cuello, sus dedos expertos hacen contacto con el encaje de mi ropa interior.
—Stefan, para. —le suplico con la poca cordura que me queda. —Tenemos invitados.
—Nena. —dice dejando de besarme para sonreírme con ternura. —Nuestros invitados están muy entretenidos.
No comprendo que quiere decir, así que lo alejo un poco para voltearme.
¡Oh, Dios! Jadeo ante lo que veo.
Adriano tiene el pantalón y bóxer en sus rodillas, mientras Hannah atiende su pene como si una paleta de limón se tratase. Siento un hormigueo recorrer mi cuerpo, mi corazón palpita con fuerza. El rubor por la vergüenza cubre mi rostro y mi pecho. Se siente como ver algo muy personal, pero no puedo voltearme, no puedo dejar de ver.
Adriano, quien hasta ahora tenía los ojos cerrados y los abre y me observa. Mi cuerpo tiembla sintiendo un helado y punzante frío. Mi respiración se vuelve cada vez más agitada. Él sonríe sin quitar los ojos de mí. Toma a Hannah por el cabello haciéndola detenerse. La besa sin dejar de mirarme y le susurra algo al oído.
Hannah sonriendo se levanta y voltea quedando frente a nosotros pero a metros de diferencia. Sus manos toman el inicio de su vestido y de un solo movimiento se lo saca por encima. Un jadeo brota de mí por la sorpresa. No lleva ropa interior de ningún tipo. No puedo evitar mirar su cuerpo. Sus senos y caderas gigantes y lo que parece ser una vagina pequeña.
Ambos, Hannah y Adriano me observan fijamente. Este último se levanta del sofá aún con los pantalones en sus rodillas, no puedo evitar mirar su miembro erecto y viril. Es grande, grueso y muy venoso. Hannah se posiciona sobre sus manos y rodillas en el sofá, totalmente frente a nosotros. Adriano camina hasta quedar justo detrás de ella.
Trato de voltearme, de dejar de observarlos pero mi cuerpo no responde.
Hannah se muerde el labio inferior sin dejar de mirarme. Mi pecho sube y baja cada vez más fuerte.
—Ábrete más. —le pide Adriano y ella cumple de inmediato.
Los observo a ambos sintiendo un extraño cosquilleo en mi cuerpo. Noto como guía su pene a la entrada de Hannah. La penetra con fuerza, de una sola estocada entra en ella. Gimo y lo hago al mismo tiempo que Hannah. Aquí nada es lento y despacio. Adriano la penetra con fuerza y rápido.
Me sobresalto cuando Stefan me empuja totalmente a la encimera. Siento todo su cuerpo pegado a mi espalda. Su pene presiona en el centro de mi trasero. Sus labios devoran mi cuello y sus manos juegan con mis senos sobre la ropa. Aún con las atenciones de Stefan, no puedo dejar de ver la escena que mis amigos representan frente a nosotros.
Respiración agitada, cosquilleo recorriendo mi cuerpo y una deliciosa presión en mi vientre. Así me siento.
—¿Qué me dices, Nena? ¿Jugamos? —susurra Stefan antes de morder el lóbulo de mi oreja.
¡Por Dios! No puedo dejar de jadear. No puedo moverme. Supongo que la cordura tiene un límite y yo la rebase hace un tiempo.
—Nena. —dice Stefan jugando con el bode de mi panti. —dime si quieres jugar.
—Stefan. —apenas logro susurrar.
La pareja frente a mí nos observa con concupiscencia y eso hace que mi cuerpo tiemble en cada punto que Stefan toca.
—Juguemos. Me detendré si lo pides, Bonita. —dice subiendo mi vestido hasta la cintura.
Sus manos van a un costado de mi ropa interior, la toma de ambos lados y tira con fuerza hasta romperla.
—No. No es…
—Es correcto. —me interrumpe dejando besos en mí hombro. —algo que se siente tan bien no puede ser incorrecto, no cuando lo deseas. Abre las piernas. —ordena.
Mi cuerpo reacciona a su orden sin pensar en consecuencia. Stefan baja hasta quedar frente a mi trasero, volteo a verlo.
—Ve hacia al frente, Nena. —pide y nuevamente obedezco.
Hannah y Adriano me dedican una sonrisa al notar que acabo de hacerlo: Entre al juego.
Stefan se ubica entre mis piernas y sin previo aviso lame mi entrada. Me sobresalto y sin desearlo grito por la sorpresa.
—Estas tan mojada como me encanta. —dice Stefan sonriendo.
Su lengua vuelve a atacar. Juega con mi clítoris sin piedad alguna, tantea sobre este haciéndome gemir.
Mientras Stefan lame, besa y succiona mi vagina, no dejo de ver las expresiones de placer de Hannah y Adriano.
—Stefan. —gimo sintiéndome hechizada cuando introduce un dedo en mí.
Noto como inconscientemente mis caderas se mueven al ritmo de su mano. Su boca regresa a jugar con mi botón de placer y no soporto mucho más. Mis piernas amenazan con dejar de sostenerme tras el monumental orgasmo. Noto a Stefan levantarse y tomar mis caderas.
—Inclínate, Nena. —pide tomando mis caderas. —pero no dejes de observarlos.
Me ayuda a hacerlo, pues ese orgasmo resulto tan arrollador que me dejo atontada y sin fuerza.
Observo como Hannah acaba con una expresión de paz y placer esplendida dibujada en su rostro. Adriano sale de ella y se quita los zapatos y el pantalón. Se sienta en el sofá con las piernas tendidas, Hannah sube sobre él, dándole la espalda. Nuevamente estamos de frente.
Siento el pene de Stefan segundo antes de que entre en mí. Grito su nombre mientras observo a Adriano, no puedo negar lo mucho que me excita la manera en la que me observa. Me penetra con fiereza y profundidad por la posición, me obligo a mantenerme de puntillas. Stefan se inclina hacia mí.
—¿Lo sientes? Todo lo que te he dicho. —me susurra hablando de manera entrecortada. – todo se trata de placer.
Entra y sale de mí con tanta fuerza. En algún momento me toma por el cabello y deja un par de azotes en mis nalgas que no hacen más que orillarme hasta lograr otro orgasmo.
—Vamos, Bella, vente para mí. —me pide Adriano en el momento que el clímax me hace gritar por el inigualable placer.
Observo como Hannah y Adriano se vienen por segunda vez justo en ese momento. Stefan continua su ritmo constante por al menos un minuto más. Lo noto tensarse y temblar mientras se viene dentro de mí, gimiendo mi nombre.
Bajo el rostro recostándolo sobre la encimera y es cuando noto las lágrimas en este.
Stefan sale de mí y un minuto después baja mi vestido. Toma mis caderas y me gira hasta él.
No hay manera de describir como me siento ahora, como se siente mi cuerpo y mi mente.
Delicioso.
Este recuerdo aún tiene el poder de mojarme completita.