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Mi primer anal fue con mi mejor amigo
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Tiempo de lectura: 3 minutos

La historia empieza con el grupo de amigos quedando para ver una película. Era una tarde-noche normal, no teníamos planes ni nada mejor que hacer. Quedamos un grupo de 7 personas para ver una película en casa de mi mejor amigo que tenía la casa sola.

Ambos nos conocíamos del instituto, y la mayoría del grupo también. Teníamos en ese momento 22 años y hacia un par de años que había una tensión extraña entre mi mejor amigo y yo. Todo empezó después de jugar a la botella y un beso que dejó huella. Nunca se habló del tema ni de la tensión posterior. Quedó en un recuerdo morboso para ambos que no compartíamos ni entre nosotros, aunque ambos lo notaramos.

El día que al fin libramos esa tensión, estábamos en su salón. Había dos sillones a un lado con dos amigos y un sillón al otro con otro amigo. Nosotros y dos amigas más estábamos en un sofá en forma de L. Las dos amigas estaban en la parte más larga, tumbadas de lado mirando la televisión. Nosotros, estábamos en la parte más corta, de frente al televisor. El sentado medio tumbado con las piernas abiertas y yo justo delante. Lo sé, postura rara para dos amigos. Pero hasta ese momento, eso era normal entre nosotros.

Empezó la película y, la verdad, era una de esas películas que prefieres ver en pareja o en solitario por la cantidad de escenas de sexo que tiene y lo incómodo que es esa en un grupo tan grande. La cosa se empezó a calentar, al menos entre nosotros dos.

Él se empezó a… Incomodar (supongo que porque notaba que algo se despertaba y yo lo notaría estando pegada a el). Acabó de lado con la cara pegando a los pies de nuestras amigas. Yo note que eso lo hacía para que no notara el bulto pero, es que yo también me había empezado a calentar y me podía el morbo. Me acomode para quedarme de vuelta pegada a el delante pero ahora ambos de lado en el sofá.

Ahí el no disimuló más, acomodó su miembro para que lo notara y me susurró al oído:

– ¿Está bien?

A lo que yo respondí acercando mi culo más y rozandolo. El, empezó a besarme el cuello desde atrás y eso me ponía a mil. Ambos éramos conscientes de las 5 personas que nos rodeaban y el cogió una manta para echarla por encima.

No había nada más claro que lo que ahí iba a pasar. Una vez bien tapados, el, metió su mano bajo mi vestido mientras lo subía y llegó a mis pechos. Yo estaba a mil mientras notaba caricias, apretones, pellizcos, besos en el cuello… Todo ello mientras no parábamos de rozarnos. El bajó su mano y notó que yo iba con un tanguita fino. Empezó a tocarme y a meterme los dedos. Entonces susurró:

– Te quiero follar.

Ahí yo bajé su pantalón (era deportivo y fácil de apartar por suerte) agarré su miembro y cuando estaba dispuesta a masturbarlo, el no me dejó. Me lo quito de las manos. Con el, buscó hueco en mí y empezó a follarme muy despacito.

Ambos estábamos muy calientes pero no podíamos movernos mucho para que no fuese tan descarado. Así que, a mí se me ocurrió algo para no quedarnos a medias y poder terminar. Cogí su mano, la lleve a mi culito y le metí un dedo. El lo entendió perfectamente y empezó a abrirme bien y a lubricar. Estaba tan mojada que no hizo falta mucho y enseguida pudo meter su polla despacito por detrás. Supongo que vio mi cara de dolor y me preguntó muy despacito:

– ¿Es la primera vez? Afirmé con la cabeza.

– ¿Paro?

Ahí no respondí, cogí su mano de nuevo para llevarla de vuelta a mi clítoris y el empezó a moverla mientras seguía metiendo su pene en mi culito… Fue todo tan raro y caliente que creo que sí nuestros amigos se hubiesen dado cuenta a mi me habría dado igual. Solo quería follarmelo como loca.

Seguimos haciéndolo despacio e intentado que no se notara hasta que acabamos los 2 a la vez. Nos quedamos exhaustos y sin decir nada.

Cuando terminó la película, nosotros ni nos movimos de bajo la manta. 3 de nuestros amigos se tenían que ir. En principio 2 se quedaban pero el que estaba justo a nuestro lado en 1 sillón sólo, le dijo al otro:

– Mejor vámonos también.

En ese momento no entendimos nada pero agradecimos que se fuesen todos porque al levantar la manta vimos que eso era imposible disimularlo.

Unos días después, el amigo al que el otro le dijo que se fuesen mejor, nos contó que cuando se fueron, el otro le contó que lo había visto todo porque no estábamos bien tapados por detrás.

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