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Mi primer anal
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Tiempo de lectura: 6 minutos

La historia fue con un ex, que estuvimos de novios oficialmente casi un año. Sergio venía a mi casa yo a la de él. Teníamos mucho sexo, todas las veces que podíamos. Yo a esa altura ya había tenido muchas aventuras con chicos y chicas. Él solo con una ex. Pero ninguno de los dos habíamos practicado sexo anal.

A medida que fue pasando la relación el sexo era más fuerte, más jugado. Él cada mes que me practicaba oral, metía sus dedos en mi concha, e intentaba con mi cola, sin lubricar que estaba apretada, cerrada, no consiguiendo nunca atravesar mi esfínter. Cada vez su pedido era más enérgico para que yo dejara penetrar mi cola. La idea me gustaba, pero no me podía relajar para abrir y dejar que entre su dedo.

En casa empecé a practicar mientras me masturbaba a penetrarme sola con mi dedo, primero con saliva y después con lubricante, me di cuenta que me gustaba, que con lubricante era más fácil.

Una noche mientras me chupaba la concha (cosa que le encantaba y lo hacía muy bien), intenta con su dedo y le propongo que lo haga con mucha saliva para lubricar. Fue la primera vez que logro atravesar mi cerradito culito. Mi placer fue total, sentí poquito dolor, pero el placer fue tanto que no le di nada de importancia. De ahí él empezó a insistir en dármela. Y yo a desear que me la ponga.

En esa fecha teníamos planeado irnos de vacaciones a las montañas de mochileros, dormir en carpa. Yo tenía un lubricante que usaba para poner mis tampones y cada vez que me masturbaba penetrando mi cola. Así que lo lleve conmigo.

Llegamos, nos instalamos en el camping. No cerca de ninguna otra carpa. Durante el día recorríamos mucho, caminábamos, llegábamos muy cansados. Pero a la noche y a la mañana mucho sexo.

El segundo día, llegamos a la tardecita y teníamos una carpa instalada bastante cerca, eran unos chicos. Eso no modifico nuestros planes de sexo por la noche, Sergio empezó besándome y acariciando mi cuerpo, con su pene prisionero entre mis piernas, perfectamente lubricado con todos mis jugos, comenzó a moverse frotándolo de arriba para abajo sin nada de dificultad, como juego previo, y yo ya estaba “en mi punto”; loca por el deseo y entregada a mis instintos, mi mente y mi cuerpo ya se encontraban totalmente a su merced, con su mano empieza a frotar mi ano haciendo que arqueara mi espalda y parara aún más mis nalgas, mientras me sigo moviendo sobre él.

Así que, con la voz más dulce y sexy, le dije que lo hiciera, que entrará en mí, que me hiciera suya, pero parecía no escucharme. Le tuve que repetir, que quería que lo intente por el culo, que traje lubricante para eso. Me baje, saque del bolso mi lubricante me puse de cucharita, puso otra vez su mano en mi pubis y metió dos dedos en mi vagina contra él; inevitablemente me arrancó unos gemidos, pero no era suficiente, quería sentirlo a él, aunque en este momento y con casi nada ya estaba a punto de llegar a un orgasmo, en otro momento hubiera tomado la situación en mis manos me hubiera incorporado y lo hubiera cabalgado, pero la quería en mi cola.

En ese momento lo sentí, mi mente regresó brevemente por un sentimiento de ligero de temor que recorrió mi cuerpo. Ayudado por su mano izquierda lubrico su pija y con el dedo mi cola entregada, sin sacar sus dedos de su mano derecha de mi vagina, puso la cabeza de su verga en la entrada de mi ano.

Lubricada y excitada como estaba mi esfínter cedió sin que yo pudiera oponer resistencia, había permitido que entrara casi sin resistencia lo que imagino era la punta de su pene; entonces sentí algo que nunca había experimentado, una sensación mezcla de un leve dolor, de placer que recorrió todo mi cuerpo e hizo que me sobresaltara, el último lugar virgen que resguardaba celosamente estaba siendo invadido y no oponía resistencia (ya antes otro ex novio trataron, torpemente, de hacerme sexo anal, pero ninguno logró introducir ni una pequeña fracción de su pene pues mi esfínter no cedió ni un milímetro y mi miedo al dolor hizo que me levantara, impidiendo que lo volvieran a intentar).

Con su pene en el borde de la entrada de mi ano, lubricada como estaba y con mi esfínter cediendo y dilatándose Sergio me tenía a su merced… Entonces me susurró al oído

-¿Me dejas seguir?

Rápidamente le respondí entre gemidos que lo hiciera, que me lo hiciera despacio con amor y él me dijo:

-Te voy a hacer el amor como nunca antes.

Y apretó un poquito, solo un poquito más su pene contra mi ano mientras me decía tiernamente al oído que me dejara llevar por el momento, que no pusiera resistencia para que lo disfrutará. Mi cuerpo traicionaba a mi mente y sentí como palpitaba mi culo pidiendo más de ese invasor, sin embargo, le pedí que no siga, que me dolía. Él diciéndome al oído que eso iba a hacer, pero que quería intentar otra vez. Embriagada de lujuria y deseo le dije, con una voz entrecortada por la excitación, que claro, que la quería su pija en mi culo.

Entonces él se retiró de mí y sentí lo poco que había entrado de su pene en mi ano, ahí sentí que mi ano quería volver a sentirlo en mi interior; así que con mi voz aún más sexy le supliqué que regresara, no aguantaba más la quería, mientras él hacía nuevamente presión sobre mi ano.

La Introduce quizás un milímetro más que la última vez, casi sin resistencia por parte de mi esfínter por la lubricación, despacio empujo la cabeza en mi ano; recuerdo haber pensado en un momento de estúpida que, aunque con muy poco de su pene en mi interior, definitivamente en ese momento ya no era virgen de esa parte tan íntima de mi ser y casi de inmediato, regresé a la sensación de placer, pues el invasor provocó que nuevamente recorriera por mi espalda ese escalofrío de excitación haciendo que arqueara mi espalda.

Entonces casi involuntariamente comencé a contraer mi ano, tanteando si sentía dolor, acción que hizo que “palpitara” sobre la cabeza del pene de Sergio; por supuesto él lo sintió, y lo pude confirmar pues me dijo al oído que siguiera con eso. Ya no iba a esperar y aunque nunca había tenido sexo anal, estaba tan caliente que lo impensado hasta ese momento salió de mi boca y le dije, así que tratando de ocultar mi deseo (por orgullo) pero sin poderlo hacer por los gemidos que emitía, con la mente casi en blanco por el placer, que entrara que lo hiciera ya…

Supongo que él estaba tan concentrado en no meterse más de lo que ya se había metido, esperando mi reacción y envuelto en el placer que mis contracciones le causaban, la vista de mi espalda desnuda y mis nalgas sometidas a su deseo que no me escuchó bien, por lo que me dijo:

-¿Qué?

Y entonces ya desesperada y un poco “molesta” le grité casi suplicantemente lo que nunca había pensado siquiera decir.

-Que entres, ¡entra ya por favor!

Y entonces, sentí como Sergio empujaba su cuerpo contra el mío, mientras su verga se abría paso por mi esfínter llegando casi en su totalidad, casi sin resistencia al interior de mis entrañas… Abrí los ojos a más no poder, aguanté la respiración y di un respingo, sentí como era invadida, como entregaba mi último lugar virgen y me encantó.

Los primero segundos no se movió, supongo que me dio tiempo a procesar esa nueva sensación, por mi parte no podía creerlo, tanto tiempo negada a probar el sexo anal por miedo al dolor y ahora que lo probaba y lo sentía tan bien, lo quería todo; así que con la mano hacía atrás, tanteando su pene y mis nalgas, corroboré que aún quedaban unos centímetros fuera, imaginé que sí así me estaba gustando, tenerlo por completo dentro de mí me iba a encantar, así que empujé mi cadera hacia atrás mientras abría mi nalga con la mano, de esta forma fui yo la que terminé de comer su verga entera, permitiendo que entrara por completo en mi interior.

Al sentir que mi espalda y mi trasero ya no podían ir más allá, que mi ano se comía toda la verga de Sergio, sus testículos tocaban mis nalgas, voltee mi cara buscando sus labios. Por la altura de Sergio nos costó un poco de trabajo pero apoyándose en mis caderas al mismo tiempo que arqueaba en “S” mi espalda dejando paradas mis nalgas al 100%, logró posicionarse de tal forma que nos permitió fusionarnos en un romántico beso, luego, sin dejar de besarnos Sergio comenzó a moverse, comenzó a bombearme…

Sentí puro placer, al principio, ligero movimiento de meter y saca, pronto estuve pérdida en el placer que me estaba provocando y el movimiento se hizo más frenético lo que me llevó a disfrutar como poseída.

Al poco rato me puso por completo boca abajo empujando mi espalda poco a poco, aprovechando que estaba a su completa disposición y acostados de esta forma, él metió sus manos por debajo de mi cuerpo, sujetando mis pechos mientras siguió con empujones dentro mío. En esta posición abrió mis piernas ayudándose se las suyas y en un movimiento rápido, me tomo por la cintura eh hizo que me pusiera en 4 patas mientras él se hincaba, así siguió cogiéndome mientras yo me perdía en un mar de nuevas sensaciones.

Mis manos tocaban mis pechos, rozaban mi clítoris, metí un par de dedos en mi húmeda vagina. Por la intensidad de sus movimientos me estaba llevando al cielo, sentía el palpitar de su verga, así que, usando mi cabeza de apoyo, usé mis manos para abrir por completo mi trasero para permitir que la verga entrara por completo, hasta sentir que sus testículos rebotaban en las paredes de mi vagina. Solo de recordarlo me estremezco, mi vagina se humedece y mi ano palpita, pues de esta forma obtuve mi primer orgasmo anal y el placer inundó todo mi cuerpo. Con gritos, gemidos y retorciendo mi cuerpo.

Al momento que deje de venirme mi cuerpo perdió su fuerza y ahora si me desmaye con él aun taladrando en mi interior, cuando sentí que comenzaba a eyacular y un líquido llenaba mi dilatado ano, se había venido ¡En mi interior!

Finalmente, su cuerpo cayó sobre mí, también estaba agotado, entonces Sergio tomó mi cabello y como si de una cola de caballo se tratara lo jaló hacía arriba mientras besaba mi cuello. Al poco rato sentí como el invasor que me había llevado al cielo perdía volumen y salía de mi interior dejando salir un poco de su eyaculación. Me dieron unas ganas intensas de ir al baño, así que me incorporé.

Me puse una salida de baño, abrí el cierre de la carpa y corrí al baño. Dejé salir todo el semen que pude que minutos atrás había depositado en mi interior. Al regresar, me acosté sobre el colchón inflable, nos tapamos y dormimos abrazados hasta la mañana siguiente, esa es la historia…, de esta forma fue la primera vez que tuve sexo anal y a partir de esta experiencia disfruto seguido de las sesiones de sexo anal porque he de decir, me encanta.

Espero les gustara este relato, si tienen dudas del mismo o quieren saber más, soy toda suya, muy pronto regresaré con más de mis experiencias con otros amantes. Y con José que hoy es mi marido.

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