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Mi prima Karla, nuestra primera vez
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Creo algunos o si no es que la mayoría de nosotros vamos a llevar por siempre el bello recuerdo de nuestra primera vez, en mi caso fue una experiencia única y grandiosa en ese momento. Les describiré parte de esa historia como fue el despertar sexual en mi caso.

Como a algunos nos ha pasado tuvimos la oportunidad de haber iniciado viendo revistas sexosas que estaban “secretamente escondidas” por nuestro padre, en mi caso me tocó encontrar revistas del conejito, o había unas del tipo “fotonovelas” donde la trama era como una novela pero con fotos y desnudos de los actores porno, también encontramos películas en formato BETA aquellas que eran rentadas por mi padre en el videoclub de la sección de adultos, conociendo a las estrellas porno de la época y de películas de culto como Sylvia Kristel, Linda Lovelace, fuimos fans de Ron Jeremy que hacía gemir a las estrellas porno de la época de los 80s chicas delgadas y de preferencia rubias. Y qué decir de nuestro cine de oro de Ficheras, vaya que si le dedicamos las primera des-lechada a Sasha Montenegro, Angelica Chain, o Maribel Guardia, quienes en galardonaron con poca ropa en las secciones de los periódicos y revistas de circulación nacional.

Ese material nos ponían como torito de lidia, ya habíamos experimentamos los primeros tocamientos, la mayoría de amigos de juegos andábamos casi en la misma edad. Habíamos experimentado alguno que otro escarceo con las vecinas de la colonia entre juegos nocturnos o las excursiones que hacíamos por el bosque de la zona montañosa, ya sabíamos más o menos lo que buscábamos de aquellas vecinas para más tarde hacer el recuento entre primos varones de nuestros avances con las vecinas y de lo que habíamos logrado con alguna de ellas, dando el parte de aquellos romances juveniles.

Como parte de nuestra educación aparte de todo el material pornográfico que encontrábamos, recuerdo un libro muy especial en mi formación, era de educación sexual, no tenía fotos, más bien era como un libro de medicina y mostraba dibujos y gráficas de los órganos sexuales, algunas posiciones sexuales, etc., era como la biblia entre nosotros los varones de la familia, como chamacos pen-tontos nos los préstamos, o hacíamos referencia en nuestras pláticas de tal práctica y el libro decía tal cosa etc…

Fue un material excelente para para nuestra formación sexual.

Crecimos varios primas y primos unidos ya que en nuestra casa habíamos hasta 4 familias de hermanos, de ahí mis primas y primos. Aunque hasta ese momento mis primas no entraban en el menú de nuestros experimentos sexuales, yo no tuve hermanas, pero si varias primas. Es especial y lo que paso en esta experiencia, fue con mi prima Karla (*Nombre Ficticio para resguardo de su integridad*) que era un año menor a mi, y recuerdo que ella iba concluyendo la secundaria a sus 18 años, por el uniforme que algunas veces tenía puesto cuando sucedió lo que les confiare en este relato. No sé en qué momento sucedió, tal vez de aquellos juegos que habíamos ejecutado en las noches que salimos a divertirnos, algo despertó entre ella y yo, ella era de complexión delgada casi nunca engordo de más, tenía bonito cuerpo, morena clara su piel, sus facciones finas nunca sufrió de acné por lo que su rostro era terso y con su nariz respingada, la verdad Karla era como una afrodita morena.

Anteriormente en nuestros juegos de escondidas hubo algunos roces o tocamientos con ella, pero nunca más allá precisamente por el vínculo familiar tan estrecho. Casi como de hermanos. Por eso a esa alturas de la vida estaba uno más enfocado en las vecinitas y claro a veces en las comidas familiares salían las bromas del “noviazgo” con x o y vecinita, y mis primas pues entre recelo solo hablaban mal de aquellas vecinas que eran una especie de “zorritas” en fin, no sabía si había otro interés en esas “discusiones” por demostrar los cascos ligeros de algunas vecinas con las que nos reunimos en las tardes-noches para “jugar”.

Algo sucedió en alguna ocasión que recuerdo que estábamos una tarde ella y yo solos en casa de la abuela. Ella empezamos a bromear al respecto de las “Zorritas” a las que pretendíamos los varones y empezó a molestarme mientras yo estaba sentado en un sofá en la sala, recuerdo que esa tarde ella llevaba puesto aún su uniforme de la escuela, falda cuadros gris arriba de la rodilla, blusa blanca, suéter y con sus blancas calcetas casi a la rodilla, empezó a hacerme burla con aquella vecinita que no se me había hecho con ella pero su reputación entre los del barrio no era muy respetada. Intentaba no hacer caso a sus burlas ella se vio obligada a hacerme cosquillas entre burlas y reclamos, ella estaba sobre de mi en ese jugueteo y en algún momento las cosas se salieron de control ya que por defenderme de sus piquetes, yo había tocado algunas partes de su cuerpo. Era la primera vez que tocaba y pensaba así a mi prima, o tal vez en alguna de las tantas chaquetas que me hice de joven viendo alguna revista o película porno si salió ella como la protagonista de esa caricia tan íntima.

Pero tener así a Karla en ese momento había movido nuestras fibras. Había sentido sus formas por encima de su uniforme. Se sentían unos piernas muy bien torneadas y sus pechos pequeños, pero lo suficiente como para caber en mi mano. Había sido un juego torpe como mis movimientos. Sí nos habíamos calentado demasiado hasta llegar a probar nuestros labios. Ella estaba aún sobre de mi, mientras experimentamos los placeres de esos primeros besos.

De repente ella se apartó inmediatamente de mí, se acomodó el uniforme y se fue al cuarto de una tía en común. Por un momento me dejó perplejo el cambio de actitud de ella. No sabía si algo había salido mal o que pasaba, pero me había dejado con tremenda erección. Ya sabía reconocer ese líquido preseminal brotando de mi joven verga como las veces que las vecinitas me dejaron caliente, pero esta vez era Karla quien había provocado esa reacción en mi. Aún desconcertado por la reacción de ella, no pasó mucho tiempo y la seguí hasta aquel cuarto. La encontré acostada boca abajo y en silencio. Parecía que dormía, pero como podría ser eso después de lo que acababa de pasar en la sala. Le hablé sin respuesta de ella, así que eso no se iba a quedar así. Después de lo que había provocado en mí, supuse que ahora era mi turno de torturarla con aquellos sentimientos encontrados.

Me acerqué a ella y le hacía cosquillas pero su umbral a esas sensaciones era más alto, por lo que apenas y emite algún movimiento de rechazo, le seguí buscando tocar lo que antes habíamos hecho en la sala y su respiración se escuchaba agitada mis manos ya recorrían el cuerpo de Karla en especial sus piernas por debajo de la falda. Tímidamente acaricié sus piernas mientras me acomodaba a su lado en la cama, por primera vez palpa su paraditas y suculentas nalgas mientras hacía eso, ella salió de su letargo y empezó a amasar mi virginal verga que hasta ese momento no había probado las delicias de una hembra.

Seguimos nuestro juego de principiantes en la cama de la tía, hasta que le bajé su calzón y comprobé la humedad que ella ya tenía en su panochita, digamos que era la primera vez que tenía una papayita para mi solo. Pero gracias a toda la “capacitación autodidacta” que había tenido conocía un poco más de lo que tenía enfrente de mí. Es decir sabía que puntos tocar en Karla, ya había acariciado sus bubis y sus pezoncitos con buenos resultados mientras ella apretaba mi verga.

Que rica sensación estábamos experimentando ambos. Me cambié de posición porque al tenerla a ella con la falda subida sin pataletas a mi merced algo me hizo acercarme. Mi instinto animal me decía que debía ir a ese punto y lo primero que hice fue besar su vientre plano, estaba en modo exploración veía sus pocos vellos púbicos de Karla que cubrían aquella rica y virginal papayita. No tenía ningún olor desagradable, en mi mente repasaba aquel libro de sexualidad donde indicaba cada parte de los órganos sexuales de las mujeres y de ahí pasaba a los puntos erógenos, tratando de tocar las fibras de esos puntos que me había enseñado el libro. Todo conjugando con las experiencias vistas en las películas y revistas que tantas puñetas habían recibido de mi parte para mitigar toda la calentura de la pubertad.

Claro aún con temor pues era mi primera vez que hacia eso y no conocía aún el alcance de aquellas caricias sobre Karla, me atreví a besarle los labios que rodeaban la entrada de su vagina y se percibía su humedad con hilitos como los que me salían a mi cuando estaba caliente antes de eyacular.

Algo que me incentivó a continuar más allá y que no quedara sólo en caricias, fue que Karla en ese momento que tenía mi cara cerca de su vulva ella me atrajo hacia su intimidad, no había palabras que delatara nuestra presencia en el cuarto, solo jalo mi cabeza y la sumergió en su panochita virginal casi obligándome a que le metiera mi lengua, lo cual gracias a las enseñanzas empíricas y autodidactas creo que no fue una mala experiencia para ambos.

Casi me obligó a mamar muy rico su papayita hasta que se vino, ya que quedo desfallecida, causando un temor dentro de mí. Quizá algo había hecho mal o le había lastimado o ya se había arrepentido. Me arreglé y me fui a mi casa con temor y varios pensamientos en mi mente.

Obviamente me había quedado con las ganas de mojar mi brocha, pero lo primero que hice fue irme a mi cama y recordar lo que previamente había sucedido con Karla, cada segundo estaba en mi mente. Pensando en ella y lo que había sucedido en la habitación de nuestra tía. Había tenido mi contacto muy cercano con el sexo opuesto, casi un encuentro del tercer tipo. Así que en la soledad de mi recámara tuve que sacar a mi amigo que estaba inundado de jugos, mientras en mi mente el recuerdo de Karla y su panochita casi sin pelos y como me hizo mamársela, bastaron unos pocos movimientos para que un blanco chisguete de mecos salieran por los aires en honor a mi prima Karla, vaya cabrona me había puesto bien caliente.

Pero ya habría tiempo para más, los días siguientes pensé que ella estaría cabreada o no quisiera contacto conmigo, pero no fue así de nuevo continuó con sus juegos conmigo cuando estaba solo, y a veces iba a mi casa con algún pretexto, eso me dio luz verde a que realmente ella lo deseaba era la de la iniciativa y eso no podía desperdiciarlo. Además ese iba a ser nuestro estreno en la sexualidad, y vaya que si fue rico, cachondo, excitante y lleno de adrenalina, esa parte se las contaré después, como fue que por fin pude mojar mi brocha con mi rica prima Karla.

Agradezco sus valoraciones a mi relato así como son bienvenidos sus comentarios aquí mismo o a mi correo que trato de responder lo más pronto posible: [email protected].

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