Soy argentina, tengo 27 años, mido 1,60 cm, tengo ojos marrones y piel trigueña.
Mi cuerpo es atlético, tengo buenas piernas, buena espalda y cintura y lo que más me halagan hombres y mujeres es mi cola. Mis medidas son 90-70-110. Soy bisexual y abierta en lo referido al sexo. Me encanta el sexo en grupo, mirar y masturbarme mucho.
La historia que voy a contarles es real, solo voy a cambiar nombres y detalles para no revelar las identidades de quiénes participamos de la misma.
Mi ex novio al que voy a llamar Hernán tenía unos veintitantos, era un hombre hermoso y muy pajero, teníamos casi las mismas fantasías y gustos sexuales. Tenía una verga hermosa y le encantaba que se la chupe y llenarme de leche todos mis orificios. Era fanático de mi cola, le encantaba cogérmela y llenármela de lechita.
Un día por casualidad conocimos una chica a la que voy a llamar Samira. Samira también tenía unos veintitantos, ojos azules, pelo negro muy largo y piel muy blanca. Era más petisa que yo, tenía una hermosa cola y unas tetas naturales divinas. Era toda una muñeca coronada con una cara de puta tremenda.
Decidimos una noche invitar a unos amigos a cenar y llamar a Samira. Nos reunimos en casa y mi novio era el encargado de la cena.
En un momento de la noche, mientras todos tomábamos cerveza en el living y Hernán estaba cocinando, ella se levantó, fue al baño y acto seguido se metió en la cocina.
Desde el living los escuchaba hablar y reír a carcajadas. Esta situación me generó celos y mucha calentura. Sentía mi concha caliente y toda mojada por lo cual decidí relajarme y disfrutar.
Terminada la cena los invitados se fueron retirando de a poco y noté que Samira no quería irse, por lo que la invitamos a dormir.
Nos acostamos los tres en la cama y dejamos a Samira elegir una película.
Yo había tomado bastante, por lo que el sueño me venció enseguida y me quedé dormida.
A la madrugada unos movimientos y sonidos raros me despiertan. Si bien estábamos a oscuras, la TV seguía encendida y pude ver la escena.
Mi novio estaba encima de Samira y se besaban frenéticamente. Sus lenguas se rozaban y sus manos se recorrían mutuamente.
La escena me impactó. Sentí una mezcla de enojo, celos y una calentura extrema por lo que decidí quedarme quieta y no hacer nada que les haga notar que yo estaba despierta. Aunque estaban tan ensimismados que creo que hasta olvidaron que yo estaba ahí.
Luego de tantos besos él le quitó la blusa, liberando esas dos tetas blancas de pezones rosados y empezó a chuparlas desesperadamente. Ella cerraba los ojos y arqueaba la espalda. La muy puta estaba tan caliente que no le importaba estar gimiendo como una perra en celo.
Después de unos minutos ella lo para y le dice de ir al baño así no me despertaban. Le pide que busque unos preservativos y salgan de la habitación. El asiente, ella sale primero de la habitación y el se pone a revolver el armario en búsqueda de forros. No había. Simplemente porque no usábamos.
Se va de la habitación y en ese momento decido espiarlos.
Dejaron la puerta del baño entre abierta y por el espejo pude ver toda la escena.
Ella se sentó en el inodoro, le bajó el bóxer sacando la preciosa pija de mi novio, sonrió y poniendo su mejor cara de putita lo miraba a los ojos mientras lo pajeaba.
Después se puso la verga entre las tetas y jugaba apretándola, lamiéndola, sonriendo y generando más y más excitación en Hernán.
Luego de unos minutos de este juego, se colocó bien la verga entre los melones y empezó a pajearlo. Mi novio estaba fuera de sí y yo lo entendía, la escena era realmente alucinante. Con tremenda mujer desplegando todas sus habilidades había que sentirse más que privilegiado.
Le pija de mi novio aparecía y desaparecía de entre las tetas de la puta de Samira, ella estaba encantada, se notaba que era de sus actividades favoritas y lo bien que lo hacía. Cuando la verga de mi novio asomaba entre sus tetas ella le lamía la cabecita y esto mismo repetía una y otra vez, hasta que mi novio no pudo más y explotó sobre esos pechos grandes llenándolos de leche abundante y calentita…
La zorrita de Samira sonreía y sacaba la lengua para poder recibir algo en su boca también.
Luego ella comenzó a lamer toda la leche que podía, la que le había quedado en sus tetas, la que tenía en la cara, lamía desesperada y yo la entendía, mi novio tenía una leche tan rica y abundante que toda putita como yo o como Samira no desperdiciaría ni loca y por el contrario suplicaría por más.
Después él terminó el trabajo, lamiéndole las tetas y dejándoselas limpias y relucientes. Comenzaron a besarse lentamente de nuevo, como si estuvieran enamorados y lo que pasó a continuación se los cuento en el próximo relato.
Espero que les haya gustado esta primera parte de la historia y me dejen su comentario.