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Mi novia Lena (II): La cita muy especial
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Mi novia Lena estaba muy confundida. Quería creer que gustaba al señor K, pero este la había tratado con desdén haciéndole sentir mal y avergonzada, aunque la verdad es que había sentido mucho placer al estar con él, como nunca antes. Y también había comprobado claramente que su jefe había gozado con ella, de eso no cabía duda. Aún recuerda como él… Pero desde ese día, Lena decidió que siempre iría vestida muy elegante y fina al estudio de arquitectura. Es cierto que esa vez al ir tan provocativa había conseguido que por fin el señor K se fijara en ella, pero eso hizo que la tratara como a una cualquiera. En ningún caso ella quería parecer una fresca. La verdad es que no podía ni quería quitarse al señor K de la cabeza, pero deseaba conquistarlo por ser como es ella: una señorita educada y con clase.

El caso es que el encuentro con el señor K sucedió hace ya un par de meses y desde entonces él no se ha acercado nunca más a mi novia. Simplemente la ignora, solo muestra indiferencia ante ella. No es que la trate mal, simplemente no la trata, como si no existiera. Lena se esfuerza en hacer muy bien su trabajo, ser muy solícita, simpática y amable con todos en el estudio, pero no encuentra ningún reconocimiento por parte del señor K. Sólo una vez, como de pasada, al cabo de unos pocos días de haber estado con ella, el jefe le dijo “Muy buen trabajo, señorita Lena, no crea que no lo aprecio”, cosa que hizo que ella se ruborizara y se preguntara si se refería a… y mirara al señor K con unos ojitos de agradecimiento pero él simplemente se dio la vuelta y se metió en su despacho. Desde entonces, nada.

Hasta ayer.

—Señorita Sala, el señor K quiere verla en su despacho.

—Oh, sí, claro, ya voy! – contesta mi novia sintiendo que el corazón le va a explotar y corre a ver al señor K. – Señor K, usted quería verme.

—Ah, sí, hola señorita Lena. No crea que no reconozco su trabajo en el estudio, al contrario. También me he fijado que ahora usted viste de forma muy recatada. No le diré que no me gustara cuando usted parecía más bien… una… bueno, dejémoslo así. Me gusta que usted sea tan educada y fina, la verdad. Mire, si usted pudiera, desearía poder invitarle mañana.

—Oh, sí, sí, claro, señor K!

—Por la tarde, a tomar algo, en un sitio muy, muy elegante. Como es usted!

—Que bien, señor K! Me alegra que usted no se llevara una falsa impresión de mí el día que…

—No, no, por dios, Señorita Lena, al contrario. Mire, mañana por la tarde, tómese la tarde libre y así se puede ir preparando para nuestra… cita.

—Oh, señor K, qué amable es usted!

—Faltaría más! Mire, tome esta tarjeta y cómprese ropa nueva, que sea muy bonita y elegante.

—No, señor K, no hace falta… yo…!

—Quiero que gaste todo lo que desee en ropa para mañana. Procure que sea la mejor que encuentre, que usted vista muy guapa y elegante para la cita.

—Pero no hace falta, señor K, es usted muy amable conmigo.

—Arréglese bien, maquíllese bien guapa… Ah, y un par de cositas: depílese usted completamente el… bueno, ya me entiende… y, por favor, no use bragas!

—Eh? Cómo? Señor K!

—Es la única condición que le pongo, señorita Sala.

—Pero… —mi novia no sabe qué contestar, se muere de ganas de complacer a su jefe, pero no quiere perder su dignidad ante él – señor, eso que me pide… no, eso no se pide a una señorita… no, lo siento!

—Señorita Lena, usted irá muy bien vestida, con ropa lujosa… si quiere, incluso puede comprarse alguna joya… sólo le pido que tenga el pubis y el… bueno… todo rasurado.

—Señor K, yo creo que para ir a tomar una copa, eso no debería importarle.

—Pues sí, me importa. Pero bueno, ya veo que me equivoqué con usted. Dejémoslo, no pasa nada. Aquí hay chicas que matarían por tener una cita conmigo.

—Sí, señor K, lo sé, en el estudio hay muchas mujeres… muchas más guapas que yo, lo sé.

—Pero yo la elegí a usted. Es a usted a quién querría mañana conmigo. Tengo mis motivos.

—Y yo se lo agradezco, señor!

—Pero si no puede ser, no puede ser. Retírese, Lena. Llamo ahora mismo a Sofía y lo arreglo con otra chica, en un santiamén.

—No, no, señor, espere, por favor! Me gustaría tomar algo con usted, de verdad, conocernos mejor… mire, me depilo y ya está, también me gusta estar muy arregladita ahí debajo, no crea!

—Lo sé, lo sé. Ya me fijé. Y lo recuerdo. Pero mañana no quiero ni un pelo allí. Ah, y sin bragas!

—No, pero eso…

—Pues nada.

—Bueno, venga, no me pondré braguitas, ya está!

—Vale, Lena, perfecto! Me alegra su decisión. Mire, mañana nos encontramos en esta dirección, a las siete de la tarde. Verá qué lugar más fino y elegante.

—Gracias, señor K. Allí estaré!

—Muy elegante y fina! Y depilada y sin bragas!

—Sí, sí, no se preocupe, sin un pelo y sin braguitas!

Mi novia Lena y su amiga Olive compran en la mejor tienda de la ciudad:

—Pues ya ves, Olive! El señor K se ha dado cuenta que soy una chica educada y elegante y se muere por conocerme mejor. Gracias por acompañarme y ayudarme a escoger el mejor vestido!

—Lena, ya sabes que me encanta salir de compras contigo. Y más si podemos comprar las mejores prendas sin mirar el precio!

—Al contrario, el señor K quiere que me ponga lo más caro!

—Pues aprovéchalo, Lena. Pero eso de que vayas con el coño rasurado…

—Ay, que bruta eres! Ya, bueno, debe ser alguna manía que tiene él.

—Y sin bragas? Eso es porque quiere…

—No, mañana es una cita para pasar un rato charlando, para conocernos… se ha dado cuenta que soy una chica con clase. Creo que se está enamorando de mí.

—Pero Lena, no seas inocente, él es un hombre casado! Para mí que lo que quiere es sólo…

—No, no, de verdad, por fin me trata como a una señorita.

—Vale, venga, me alegro. Pero de no lo pongas fácil!

—No, no. Aunque lo cierto es que me muero por estar con él! Ay, noto que ya me estoy mojando!

—Pues vaya, mira, suerte que hoy llevas bragas!

—Ay, sólo de pensar en él ya tengo empapado el tanga!

—Oye, y qué le vas a decir a Juan?

—A Juan, nada! Pues que iré a tomar algo con unas amigas. Contigo.

—Eh, a mí no me metas!

—Sí, le diré que mañana por la tarde quedo mi mejor amiga, con Olive!

—Pues vaya!

Mi novia Lena llega a la dirección que le dio el señor K un poco antes de las siete. Ella viste muy elegante, con una chaquetita corta muy lujosa, una blusa blanca muy fina y transparente, sostén de encaje, una falda muy bonita que le llega unos centímetros por debajo de las rodillas, unas media negras hasta medio muslo, zapatos muy elegantes de infinito tacón, un collar de perlas que ha pagado también su jefe y, por supuesto, sin bragas.

—Hola, ya estás aquí, ven, ven! Estás preciosa! – la recibe el señor K vestido muy elegante y ella se sorprende de ver que está más guapo que nunca y más cuando él la acompaña con su mano en las nalgas hacia una mesa donde hay dos caballeros – Miren, les presento a Helena, mi esposa.

—Señora Helena, es un placer! – se levanta el mayor y besa a mi novia en la mejilla.

—Señora Helena! – el más joven le da un par de besos.

Mi novia está sorprendida, pero sigue el juego del señor K y no aclara que no es su esposa. No entiende nada y más cuando el jefe la sienta entre los dos hombres y le oye decir:

—No dirán que les engañé. Es guapa o no es guapa mi mujer?

—Por supuesto!

—Guapísima! – dice el mayor admirando a mi novia.

—Si les parece, tomemos una copa y así la van conociendo.

—Sí, sí. Nosotros invitamos!

—Oh, son ustedes muy amables! – reconoce mi novia.

Aunque Lena está desilusionada porque creía que estaría a solas con su jefe, la situación no le molesta ya que los tres caballeros son muy amables con ella y se siente toda una señora, como si fuera en realidad la esposa del señor K. Al terminar la copa, el jefe dice:

—Bueno, señores, si lo desean, podemos pasar a la sala privada. Ahí estaremos más cómodos.

—Oh, una sala VIP? – pregunta ingenua mi novia.

—Sí, algo así. Solo para los mejores clientes. Como son ustedes, señor John y señor Óscar.

—Sí, sí, pasemos al privado! – exclama el señor mayor, John por lo que parece.

—Pase usted primero, señora! – dice amablemente el joven, Óscar, y admira el andar sensual de mi novia.

—Oh! – no puede evitar exclamar ella – Pero esto es… Oh! Cuánto lujo!

—Digno de una princesa, Helena! Como eres tú! – contesta el señor K guiñándole un ojo.

—Señor – susurra Lena a su jefe – me gustaría estar sola con usted, aunque estos señores son muy amables y simpáticos.

—Lena, esto hoy no podrá ser. Tú compórtate como mi mujercita y… quizá en otra ocasión… —le contesta al oído y luego, en voz alta – Bueno, señores, mi esposa, como les dije, está aquí para complacerles, verdad, Helena?

—Sí, sí, claro.

—A ver, quítese la chaquetita, señora!

—Ah, sí, sí, hace algo de calor. – responde Lena quitándose la chaquetita. El señor mayor, John, abre unos ojos como platos admirando el pecho de mi novia bajo la fina blusita y el sostén de encaje.

—Hijo, comprueba si la señora…

—Sí, padre! Me permite, Helena? – pone su mano bajo la falda y la acerca a su sexo – Sí, padre, sin bragas! Y… sin pelo!

—Oh! Pero qué…? Quite su mano de ahí! – se enfada mi novia apartándose del joven.

—Cómo? Señor K! Usted dijo…

—Sí, sí… no se preocupen. Un trato es un trato. – dice el señor K tomando el brazo de Lena —Mi señora les complacerá en todo. Ya ven, ella ha venido aquí sin braguitas para ustedes. Y completamente rasurada. Como me pidieron. Y, seguramente, ya tiene el coño mojado, para ustedes.

—Sí! – dice Óscar, mirando y oliendo su mano – noté el sexo húmedo el sexo de su esposa.

—Es que ella es muy caliente, verdad, Helena querida?

—Señor K, déjeme por favor, yo me voy a ir!

—A ver, Helena, no harás un feo a estos señores. – se alejan algo de John y Óscar para que no les oigan.

—Yo pensaba que… estaría con usted… que tomaríamos algo juntos. Si no, no…

—Lena! Por qué crees que te escogí a ti para esta comedia? – dice al oído a mi novia – Estos señores están a punto de cerrar un trato con el estudio, nos va a reportar millones y más millones, no lo va a estropear, verdad?

—Pero… yo… usted… por qué les dice que soy su mujer?

—Es una condición que pusieron: padre e hijo son algo viciosillos… y no pretenderás que les deje estar con mi esposa! Ella es una señora!

—Señor K, yo también!

—Bueno, la verdad… ese día en el despacho… no sé… no parecías…

—Era solo para llamar su atención, señor K! Yo soy una señorita educada. Además, tengo novio!

—Mira, Lena, te conozco bien, enseguida pensé en ti, sabiendo que eres tan… tan… cachonda… para representar a mi esposa en esta farsa! Ese día en el despacho… aunque no me conocías, te dejaste hacer de todo y gozabas como una gatita en celo. Pues eso es lo que quiero que hagas hoy. Te vas a portar bien!

—No, señor K, yo a usted… me gustaba… me gusta…

—Yo soy un hombre casado y no te importó, eso ya dice que clase de chica eres.

—Fue un malentendido, yo pensaba que le gustaba, que me quería…

—Estoy casado y feliz con mi mujer. Mira, pórtate bien y no me hagas perder este negocio. Sabré agradecértelo. De verdad.

—No, señor K, yo no soy…

—Ya lo sé, ya lo sé… Eres una señorita elegante. Y tienes novio. Vale. Pero, va, da algunos besos a estos caballeros, déjate abrazar y… verás como ya está.

—Pero… ellos van a creer que yo…

—Que eres mi esposa y que me gusta compartir a este bomboncito. Seguro que esto les excita.

—Bueno, algunos besos y ya está. Para complacerle a usted, señor K. Y que no se enfade conmigo.

—Vengan, señores, Helena es toda para ustedes! Les va a complacer con gusto. Verán que es una mujer muy caliente y mimosa.

Los dos caballeros se abalanzan sobre mi novia. El mayor la abraza y le aprieta contra él mientras el joven se pone tras ella y le besa el cuello.

—Ay, no, hmmm, el cuello, no! Ahí soy muy sensible!

—Oh, siento tus tetas en mi pecho! – grita John abrazándola como un oso. Estás muy cachonda, verdad? Noto tus pezones tiesos!

—Hmmm, es que… la blusita es muy fina! – se excusa Lena.

—Papá, está muy mojada! – exclama Óscar que le levanta la falda y acerca su mano a la vulva – Su coño rezuma!

—Ya les dije que mi esposa es muy…

—Muy puta! – dice John.

—Oh, eso no, por favor! – se queja mi novia.

—No, no, es sólo que… le gusta el sexo, verdad, amor?

—Sólo con mi novio!

—Dirás con tu maridito! Pero estos señores son muy amables contigo y esto te pone cachonda, verdad?

—No, no, ya está, basta ya. Ay, pero, qué? – Lena nota que el joven le introduce un dedo en la vagina y empieza a moverlo hábilmente – Oh, hmmm, basta! Oh!

—Papá, a la esposa del señor K le resbala el flujo por los muslos y empapa sus medias!

—Pero qué mujer! – John abre la blusita de mi novia arrancando los botones y se amorra al escote y empieza a olerlo, a lamerlo y a besarlo.

—Ya está, ya está, señor K, por favor, dígales que paren!

—Helena, mujer! – el jefe acerca sus labios a los de mi chica y la besa primero cariñosamente, luego le introduce la lengua y la besa apasionadamente, sin cesar.

—Oh, señor K! Oh!

—Esposa mía, amor!

—Hmmm, amor, sí, señor K! – se siente morir besando a su deseado jefe mientras John ya le ha arrancado el sujetador y le agarra los dos pechos y los sorbe con placer y Óscar ya le penetra la vagina con todos los dedos de una mano – Ah, por favor! No puedo, ay, ah, me voy, me voy!

—Oh, pero si… ya se corre! Su esposa es la bomba! – se admira Óscar son su mano empapada del flujo de mi novia, que resbala por las elegantes medias.

—Que guarrita es su mujer! – ríe el padre mientras masajea, chupa y mordisquea los pechos, aureolas y pezones de Lena – Que tetas más sabrosas tiene! Hmmm!

—Bueno, uf, ya está! Uf! – dice mi novia apartándose de los tres hombres.

—Eh, pero qué dice, señora?

—Usted ha disfrutado, y mucho. Ahora nos toca a nosotros, verdad, hijo?

—No, no, señor K, dígales a estos caballeros que ya basta. Soy… su mujer… usted no permitirá que…

—Helena, mujer, basta de hacerte la puritana! No le hagan caso, señores. Ella se muere de ganas de follar con ustedes. Sólo que finge ser una buena esposa.

—No, no, yo me voy. – exclama bajándose la falda que tenía en la cintura y cubriendo su pecho como puede.

—Helena, no vamos a quedar mal con los señores! Tú has tenido tu dosis de placer y ahora les toca a ellos.

—Tengo n… tengo un marido… soy una buena chica!

—Tu marido soy yo, y me encanta que estés con estos señores.

—No voy a follar con ellos, no, nunca! – dice al oído de su jefe.

—Vamos a quedar mal con ellos!

—Eso es cosa suya! Que follen con su mujer si quiere!

—Pero que dices! Ella nunca permitiría eso! Y yo no lo permitiría!

—Pues yo me voy!

—Bueno, espera, a ver… mira, sigue mi juego… espera.

—Usted y sus juegos!

—Señores, mi mujer me dice que se muere de ganas de… de hacerles una mamada. Ella es muy mamona y le encanta chupar pollas! Y a fe mía que lo hace muy bien!

—Pero qué…?

—Mujer, al menos hazles una buena mamada, que estén felices!

Los dos caballeros se sacan su miembro completamente erguido y se acercan a mi novia. Ella se aparta, pero en parte para complacer a su jefe y en parte porque se admira de ver dos vergas grandes y tiesas para ella, se pone en cuclillas y agarra los miembros y los empieza a masajear. Al cabo de unos minutos, mira a su jefe, moja sus labios con la lengua, de manera pícara, y empieza a sorber la tranca de John, sin dejar de masturbar a Óscar. Luego cambia de pene y chupa el del joven, masturbando a John.

—Chupe las dos juntas, señora! – ordena el padre y ella mira a su jefe que asiente.

—Venga, métanme las dos en la boca, caballeros! – y ellos no se hacen de rogar y penetran la boca de la chica.

—Serás mamona! – exclama John!

—Qué bien la chupa, Helena! – dice Óscar.

—Es que ella ha chupado muchas pollas, verdad, Helena? – pregunta divertido el señor K.

—No, yo, no! – se queja mi novia, aunque no se la entienda al tener la boca tan ocupada; ella besa, sorbe, mordisquea los penes de los dos hombres, les acaricia la punta y el tronco con la lengua, los lame, deseando que se corran y que termine todo de una vez.

—Ay, hmmm, oh… basta, basta, mamona! – grita el joven.

—Oh, es que acaso no le gusta?

—Sí, ay, sí! Demasiado!

—Pues córrase, caballero! – dice el señor K.

—No, no… quiero follar con su señora, como pactamos.

—Eh? No, eso no. Mi marido no lo permitiría, verdad? – die Lena sacándose las dos vergas de la boca.

—Bueno, yo… ellos desean…

—Señor K, el pacto era que tendríamos a su mujer para todo lo que deseáramos. Usted nos dijo que ella era muy cachonda y que le encantaría estar con los dos.

—Sí, señor, nos dijo que su señora era muy puta.

—Oh, señor K, usted les dijo eso… de mí!?

—A ver, Helena! Te has presentado aquí sin bragas… luego te has corrido ante nosotros tres… después les has chupado la polla… no me negarás que… bueno, que algo fresca sí eres!

—Helena, mire como estoy! Mi polla va a reventar! Por favor! – suplica Óscar.

—No, no, si quieren… se la chupo y dejo que se corran en… mi cara. O en mi boca… y si lo desean me trago su leche.

—Mira que eres cochina! – la insulta el viejo.

—Todo menos follar! K, por favor, diles que no!

—A ver… podríamos… mire, mi esposa tiene un… a ver, ven, Helena, date la vuelta, inclínate, así, miren, qué culo tiene mi esposa… le levanta la falda hasta la cintura y Lena muestra su sexo ante los señores.

—Oh, señor K, por favor, no!

—Calla, calla, un momento. Caballeros, este culo… es el mejor que jamás he probado, y miren que he dado porculo a muchas chicas. Es caliente, húmedo, acogedor, prieto… Vengan, huélanlo, vengan.

Los dos hombres se arrodillan detrás de mi novia y le huelen el culo y enseguida el joven le acerca un dedo al ojete y lo presiona algo.

—Pero ella tiene el agujero muy pequeño, mi polla no cabrá ahí.

—Sí que cabrá, sí! – contesta mi novia y se avergüenza de las palabras que salen de su boca – Oh!

—Ya ven que ella quiere que la enculen, verdad, Helena?

—No, esposo, yo… no, no.

—O eso o follar, tú decides.

—No, nada, nada! – exclama mientras todos se dan cuenta que está muy excitada porque rezuma flujo que resbala por sus muslos.

—Miren, ella ya saben que es muy viciosa. Verán, dame las manos, esposa mía. – el señor K toma las manos de mi novia y las sujeta con un lazo rosa que se saca del bolsillo y lo ata a la pata del sofá. – Eso la excita, le da morbo. A ver, sube el culo, así, baja la cabeza.

—Hmmm, su señora está irresistible, señor K.

—Pero tiene el agujero muy pequeño!

—Espere, espere… miren, cojo su propio flujo y…

—Hmmm, ay, señor K!

—Oh, te excita con tan solo tocarte así, verdad?

—Hmmm, sí, señor K! —él va tomando el flujo del sexo y de los muslos de mi novia y le va lubricando el culo, le mete un dedo, luego dos, después tres…

—Venga, quien quiere ser el primero? El culo de mi esposa está preparado!

—Hmmm, ay sí! – exclama ella.

El padre penetra de golpe a mi chica y ella gime de dolor y placer y empieza un mete y saca de locura mientras el señor K besa a mi novia en el cuello y la boca para enseguida liberar el pene del pantalón y acercarlo a la cara de la chica que enseguida lo chupa con frenesí y John se aparta para que sea su hijo el que penetre el culo de mi novia pero solo hasta la mitad porque es muy grueso pero así y todo aprieta y mete y saca hasta que consigue que entre hasta el fondo de manera que sus testículos vayan chocando con su culo a cada embestida y su padre toma su lugar y se van turnando mientras ella está loca de placer ante el sabor del miembro de su jefe que no cesa de crecer en su boca y de inundarla con su abundante líquido pre seminal y la saliva de ella que suplica un córrase en mi boca jefe y él contesta que vaya puta estás hecha que estás con tres hombres y te gusta y mi chica contesta que sí y que desea que la inunde con su leche sabrosa y él le coge ambas tetas y las acaricia y pellizca mientras el culo de mi novia muestra un agujero enorme cada vez que uno de los caballeros saca su miembro para dejar sitio al otro hasta que el joven ya no puede esperar y lanza todo su semen en el ano de la chica y ella siente tanto gusto que chupa el pene del jefe de una manera tan placentera que él sólo desea terminar en su boca y lo hace y ella traga toda su lefa aunque también le resbala un poco por la barbilla y él le folla la boca mientras el hombre mayor penetra salvajemente el culo de Lena y ella siente tanto placer que tiene un orgasmo y eyacula en abundancia lanzando su squirt al traje del jefe que le dice que vaya mujer más cochina tengo y ella gime de gusto y de vergüenza y entonces nota que John deja de penetrarle el culo y lanza su esperma caliente a las nalgas y muslos de mi novia.

Al cabo de un rato, Lena viste sólo la chaquetita y la falda manchada de semen y de squirt. No lleva la blusita, que está completamente rasgada, ni tampoco el sostén. Las medias también manchadas de toda clase de líquidos. Los dos caballeros se han ido muy satisfechos y han aceptado el negocio que va a reportar grandes beneficios al señor K. Al marcharse le han dicho riendo que vaya putita está hecha su esposa y él ríe y mira a Lena y le guiña un ojo.

Ya en el taxi:

—Mire, señorita Lena, no me equivoqué con usted. Los dos sabemos cómo es y lo que le gusta..

—Pero señor K, yo no soy así. Soy una señorita! Y tengo novio!

—Ya, sí, una señorita bien puerquita, ja, ja, ja! Dígale al cornudo que a ver si la da porculo, que lo tiene muy caliente y deseoso de polla!

—Ay, calle, señor K, él no…

—Venga, puede quedarse con el collar y la ropa. Se lo ha ganado.

—Yo no… lo he hecho por usted…

—Ya, me dirás que no has disfrutado! Vaya guarrita!

—Señor K!

—Mire, me he quedado con ganas de su culo. A lo mejor algún día…

—No, señor K. Usted no sé por lo que me ha tomado, Pero yo no… Si acaso quiere verme de nuevo, tendrá que tratarme como a una señorita.

—Ja, ja, no le digo que en el futuro no cuente con usted para algún otro negocio, ja, ja, ja!

——Oh, señor K!

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