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Mí muñeca sexual
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Pasaron precisamente 2 años desde aquella vez en donde junto a un amigo nos "aprovechamos" de mí hermana, pues le dimos una pastilla para el sueño y algo más para así dejarla dormida y aturdida. Actualmente ella tiene 26 años y yo 20, en este lapso de tiempo no pasó nada entre los dos, ella sigue con el mismo novio, en cambio yo tuve más de una aventura, algunas dignas para crear otro relato morboso.

Por tema de estudios y trabajo me distancié de ella por un tiempo, me fui de la ciudad y no volví en un buen tiempo. Cuando volví, lo hice ya con mucha experiencia en mí, había estado con varias mujeres durante este tiempo, pero ninguna para formar algo oficial. La primera noche que pasé ya de vuelta, sólo pensaba en aquella noche dónde nos habíamos aprovechado de mí hermana, y las ganas de volver a intentarlo, pero esta vez yo sólo. Pasaron los días y esas ganas no se desvanecían, es más aumentaban, por las noches me masturbaba pensando en eso.

Ésta vez sería más complicado estar sólo con ella, no habían instancias.

Pasaron dos semanas y el destino conspiró a mí favor, me llamó pidiéndome que fuera a pasar el día y sí era posible también pasar la noche con ella, su novio se iba a una capacitación a la capital por dos días y no le gustaba quedarse sola en casa.

Preparé mis cosas cómo la ropa y eso, y también las sagradas pastillas qué serían las estrellas de la noche.

El día de la verdad llegó, lo pasé con ella, todo estuvo estupendo. Nos pusimos al corriente de todo lo qué había pasado con ella cuándo no estuve. La bendita noche hizo presencia, yo dormiría en el dormitorio de al lado. Pero tenía un problema, cómo le iba a dar las pastillas? Con qué pretexto? Necesitaba inventarme algo rápido antes de que nos fuésemos a dormir. Algo convincente.

-Hermana te pasa también que te cuesta dormir o qué duermes mal? -le dije.

-Sí -me respondió sin dudar.

-Es problema de familia, sufrí mucho los primeros días en el hotel -le dije.

-Y qué hiciste? -preguntó.

Le conté al psiquiatra de la empresa mí problema y me recetó unos medicamentos para dormir…

-así luego dormía cómo bebé -le respondí-quieres probarlos? No tienen contraindicaciones ni nada, traje unos cuantos, si te van bien te los doy.

-Déjame probarlos, he estado durmiendo pésimo últimamente -respondió a lo que me sorprendí, mí plan iba viento en popa.

Le di la pastilla para dormir junto a otra pastilla que al mezclarse con la primera generaba una reacción de aturdimiento, pero mis deseos de gozar eran tan fuertes que le di 3, la pastilla para el sueño y dos de las otras para apurar el proceso y para tenerla dormida por más tiempo, pero no sabía por cuánto.

Pasada la hora en qué se fue a acostar, me levanté a ver sí ya estaba más que dormida, entré en su habitación y la fui a mover tratando de despertarla, no lo hizo, por un momento me asusté al pensar que había sido mucho, la oí respirar normal y eso me tranquilizó.

Manos a la obra, estaba caliente, debo admitirlo. La destape completamente, tiré toda la ropa de cama al suelo, ella vestía una polera y unas tangas. Le saqué las tangas y dejé a la vista su vagina, tiempo había de sobra así que me tumbe entre sus piernas las cuáles abrí de par en par, mi lengua recorrió cada espacio y cada rincón. Luego hubo un encuentro entre su clítoris y mi lengua, comenzó a humedecerse muy rico, uno de mis dedos entró en su culo. Lamia y jugaba con su clítoris de manera intensa, lo que provocaba espasmos en su cuerpo de vez en cuándo se retorcía.

Una vez bien mojada y excitada subí por su estómago, le saqué la polera que me dejó directamente con sus tetas las cuáles tomé con mis manos, reconociéndolas, amansándolas, luego mí boca probó sus pezones qué estaban durísimos, ahí estuve un buen tiempo amamantando.

Pasados cerca de 40 minutos en los cuáles me entretuve probando su cuerpo, me decidí a desvestirme completamente, ella ya lo estaba, sus brazos estaban estirados hacia los extremos y sus piernas lo más abiertas posible. Me coloqué un condón y me posicione en las puertas de la gloria, metí lentamente, no quería forzar nada pero ya estaba bastante húmeda y lubricada por lo que no costó meterla entera, la metía y sacaba entera, disfrutaba cada roce, mis movimientos eran lentos y constantes, sentía qué ya acababa.

No lo creía, estaba follándome a mí hermana, la que despertó mí sexualidad y la que fue causa de muchas pajas en la adolescencia. Para no acabar tan rápido cambié de agujero, su ano estaba mucho más cerrado y tenso, intenté tres veces meterla pero fue un fracaso, la volteé dejándola boca abajo, le mame el culo unos minutos y hacía ejercicios con un dedo para relajarlo y expandirlo un poco, probé nuevamente meterla, suavemente entró la cabeza, puse presión para meter más carne, sacaba y metía sintiendo cómo ya su culo no oponía tanta resistencia, tenía mí pene a fondo y también sentía cómo apretaba, comencé a follarla y la intensidad subía rápidamente, podía oír sus gemidos, besaba su cuello y juntaba mí pecho con su espalda, mientras la penetraba duramente, podía asegurar que ella había tenido muy pocas veces sexo anal, en un principio el condón estaba manchado con sangre.

Fue mucho placer y morbo qué me fui cortado en el condón obviamente el cuál retiré y tiré al piso. Frente a mí tenía su culito y su ano, dilatado. Mí pene se endureció con aquélla vista y decidí meterlo nuevamente sin protección, nuevamente la folle y antes de acabar me puse el condón, seguía metiendo y sacando hasta acabar. Me saqué el gorrito y también lo tiré al suelo.

La volteé para que quedara boca arriba. Mí pene no se ponía duro así que me ayudé con su boca, me puse encima de ella, abrí su boca y metí mí miembro semi flácido ahí, empujando hasta el fondo quedando con mis testículos en su pera, una vez duró, le provoque arcadas. Lo saque de ahí y me posicione nuevamente entre sus piernas, lo metí sin más y disfrute a mil. Alternaba mis movimientos y velocidades para no acabar, de todas formas ya había acabado dos veces y la tercera sería más duradera, lo metía fuerte y con decisión, lo que provocaba una onda que movía su estómago y tetas de manera exagerada, me volví un animal. Yo bramaba de placer y también de la resistencia para no acabar, sentía que mí pene explotaba, estaba rojo y ya no lo sentía, las últimas metidas fueron intensas y con ésas acabé. Cabe decir qué en mitad de acto me coloqué un condón. Tres condones llenos de semen bote envueltos en papel, me di una ducha y cuándo volví la vestí y tape.

Ésa noche dormí de maravillas, cómo un bebé. Al día siguiente desperté y la fui a ver a su dormitorio, la hablé y no reaccionó, la moví y tampoco despertó, me asusté por lo que busqué su pulso, estaba todo bien por lo que pensé nuevamente follarla, pero sería arriesgado, mí miembro comenzaba a pararse por lo que me acosté a su lado y lo saque, saque sus tetas al aire y comencé a mamarlas, mientras me masturbaba, cómo veía que no se despertaba, me puse encima y puse mí pene en medió de sus tetas, me masturbe con ellas depositando el semen ahí, limpie todo y me fui.

Despertó cerca de las dos de la tarde, sólo decía que había dormido de maravillas, pero le dolía el cuerpo y sin razón estaba cansada, pobre de ella que fue mi muñequita sexual.

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